jueves, noviembre 29, 2007

Los famosos


Hace años, cuando se hablaba de un famoso, nos remitíamos a un célebre personaje de la historia o alguien que, desde la ciencia, la política, el arte, la religión, etc., había hecho méritos más que suficientes para alcanzar el premio Nobel, el grado de doctor honoris causae, ocupar un sillón en alguna Academia, ganar un premio literario o una estatuilla de los Oscar.

Por el contrario, cuando hoy hablamos de un famoso, una inmensa mayoría pensará en ese nuevo personaje de la fauna humana de nuestros días—el famoso o la famosa —que no se ha hecho acreedor a tan honroso título en virtud, precisamente, por alguno de los méritos que reseñábamos más arriba.

Los personajes que hoy en día son llamados, injustamente, famosos, lo son gracias a sus frecuentes apariciones en las portadas de las revistas del corazón, a sus escándalos de pareja, a sus "sonadas" separaciones, a los exhibicionismos en la cubierta de una lujosa embarcación de recreo o a sus supuestas proezas sexuales

Claro que también se puede llegar a "famoso" arruinando la vida a modestos ahorradores, defraudando a la Seguridad Social, a la Hacienda estatal o municipal, etc.

Cuando en el pasado sucedía algún escándalo de este tipo, eran inmediatamente clasificados de "materia reservada" y se trataba por todos los medios de ocultarlos.

Hoy, por el contrario, los detalles más vergonzantes de estos especimenes de nuestra fauna humana son aireados desde las pantallas de la televisión o las páginas de las llamadas "revistas del corazón", que ha encontrado en ello a la "gallina de los huevos de oro".

De jalear el escándalo se encargará un singular grupo mediático formado por una serie de heterogéneos personajes, alguno de los cuales asegura ser periodista—flaco favor al digno y serio periodismo—que se afanan en buscar y propalar las más sórdidas facetas biográficas de estos "famosos".

Y ello se hace a través de ciertos programas-basura que tienen una puesta en escena que recuerda a los antiguos aquelarres: reunidos en semicírculo delante de las cámaras de televisión y dirigidos por un maestro de ceremonias, se dedican, durante horas, a destripar al famoso con lenguaje de "dos rombos".

Lo más sorprendente es que en numerosas ocasiones es el propio "famoso" el que acude al espectáculo voluntariamente (¿) y asiste, sin inmutarse a la disección de los detalles más íntimos del escándalo.

Claro está, que su voluntariedad está convenientemente estimulada por un abultado sobre con un buen número de esos billetes de 500 euros que hasta hace poco -léase Marbella- nadie había visto "pero que existir, existían".

Cuando el famoso y el grupo mediático se han exprimido mutuamente y existe el riesgo de aburrir al personal, se trae a escena a un grupo de curiosos y variopintos personajillos de su entorno—ex parejas, ex niñeras, familiares más o menos lejanos—que a cambio de otro sobre, lógicamente menos abultado, cuentan lo que no está dicho.

Lo que desvela el personajillo tendrá que ser debidamente contestado por el famoso y así se monta la noria del curioso espectáculo que se ha creado en torno a este singular representante de la fauna humana de nuestros días.

Es de justicia señalar que la vida cotidiana de estos personajes sufren (¿) algunas incomodidades: la puerta de su casa está generalmente vigiladas por una nube de fotógrafos y aspirantes a reporteros que a lo largo de las 24 horas del día, le acechan, le persiguen allá donde vayan y le fotografían allá donde se encuentran.

Pero todo ello está convenientemente pactado y revistas, cadenas de televisión, periodistas y reporteros viven en una permanente "simbiosis" con esos representantes de la fauna humana de nuestros días que al autocalificarse de "famosos" han "descafeinado" el auténtico significado de este término.

¡¡Ni me menees!!

jueves, noviembre 22, 2007

Culitos, culetes y culottes

Me voy a acabar ganando fama de friki, a decir verdad ya la tengo en ciertos temas, pero los frikis habemos de haberlos. ¡Qué se le va a hacer!.

Voy a hablar hoy de una de mis más íntimas obsesiones, los culos.

Bueno, para empezar, este es un tema intemporal, desde los niños hasta los viejos, todos lo tienen en su mente, y todos lo relacionan de una u otra manera con lo escondido, lo tabú, lo oculto.

El culo es un gran reclamo sexual. Dice Desmond Morris, en El Mono Desnudo, que la evolución de las hembras del Homo Sapiens, desarrollando unas tetas elevadas y redondeadas, no es ni más ni menos que una traslación óptica del culo al pecho. O sea, cuando el mono anda a cuatro patas, la hembra atrae al macho por su lado trasero, el cual ofrece al susodicho como reclamo e invitación a la coyunda. Pero cuando el mono evoluciona, se levanta, se ofrece cara a cara, esa invitación trasera no se vé, y el desarrollo genético favorece la imitación sexual por medio de la elevación de las tetas en las hembras, lo cual es un verdadera castigo para ellas. Y si no ¿porqué se han inventado los sujetadores?.

Así pues, concluimos que las tetas de las mujeres son en realidad un culo frontal. Es más, la moda dieciochesca, recientemente recuperada, de mostrar esas redondeces, a la cara, no es ni más ni menos provocador que la moda de los "pantalones de bajo perfil", los que muestran, por delante y por detrás, generosos trozos de carne, y ya de paso algún que otro tatuaje y un inconfundible trozo de ropa interior, sea del ya venido a menos excitante "tanga" o del renovado y afrancesado culotte.


La adoración por el culo es en realidad más fácil de practicar, pues cuando le miras a alguien el culo, no te está viendo, lo que aprovechas para admirar, calibrar o adivinar el divino tesoro que se oculta tras el pantalón o falda.


En realidad la moda actual es unisex: las mujeres por igual aprecian, admiran y llegado el caso soban, el culo de los hombres, lo cual es en realidad favorable para ellos, pues sabido es que el hombre llegado a cierta edad desmejora por delante, pero puede llegar a mantener un cierto atractivo por detrás.


La recuperación del tanga viene devenida por la liberación de la braga tradicional. La braga que oprimia y aplastaba las nalgas, dessexualizando el culo, se ve liberada por la ausencia de tela en el mismo. El tanga permite, o al menos así lo imagina el macho, una mayor facilidad de acceso a esa erógena zona, donde un simple abrazo pasa con delicadeza a una caricia por la espalda, acabando con ambas manos en sendas posaderas, lo cual es la gloria de la posesión culífera para el emocionado hombre.


El extremo final de este adelgazamiento del ropaje interior es el sans-culotte, o sea la moda de sin-bragas, dicen los que lo practican que es la máxima liberación y placer íntimo. No se... habrá que probarlo ;-)


Bueno, no me resisto a cerrar con esta pequeña joya cochona encontrada aquí.


Ton cul est rond comme une horloge
Et quand ma fatigue s'y loge
J'enfile le temps à rebours
Je mate l'heure sous ta jupe


Il est midi moins deux minutes
Et je suis encore à la bourre
Promis demain j'arriv'rai pile
Pour faufiler ma grande aiguille


Sous le cadran de ton bidule
On s'enverra jusqu'au clocher
Et mon coeur comme un balancier
Ondulera sous ta pendule


Dis-moi au chrono de tes reins
Quand passera le prochain train
Combien coûtera le trajet
l'ai tant couru contre ta montre
Voici qu'à l'heur' de la rencontre
Je me sens des doigts d'horloger...


Alain Leprest

¡¡Ni me menees!!

martes, noviembre 20, 2007

El golfista

El golf es como la vida. Luchas y te esfuerzas todo el camino, para terminar dentro del "hoyo".


Si en el Reino Unido preguntamos a un ciudadano de "a pie" quien inventó el golf, lo más seguro es que sorprendido, por nuestra ignorancia, nos conteste, con orgullo, que fueron los ingleses, más concretamente los escoceses.

Si se trata de un individuo locuaz—cosa harto difícil en un inglés—nos contará, como allá por el siglo XV la nobleza y la alta burguesía viendo como los pastores escoceses se divertían dando golpes con sus bastones a unos cantos rodados comenzaron a jugar un golf primitivo.

El entusiasmo de nobles y burgueses por el nuevo entretenimiento llegó a tal extremo que los monarcas ingleses, a finales del siglo XV, tuvieron que intervenir para evitar que los caballeros abandonaran la práctica del deporte oficial: el tiro con arco.

Pero ello no debilitaría su entusiasmo por el nuevo juego. Comenzarían por cambiar el sencillo bastón de los pastores por unas maderas y unos hierros más adecuados, al canto rodado pronto le sucedería la bola de madera, luego la de cuero, años más tarde la de gutta percha, hasta llegar a la actual de núcleo de goma. Y la bella agreste campiña inglesa sería sustituida por unos extensos campos de cuidada y fina hierba, diseñados por expertos, y divididos en dieciocho" hoyos"

Pese a todo ese bagaje histórico si la pregunta sobre el origen de este juego se la hacemos a un ciudadano que practica golf nos contestará, sin dudar un solo momento: el mismo diablo .

Por que sólo al diablo se le ocurriría sugerir a los mortales la práctica de un juego que requiere un largo y costoso aprendizaje, familiarizarse con unas normas de juego y un vocabulario plagado de términos de difícil pronunciación, la adquisición de un no menos costoso equipo y el esfuerzo económico de pagar la cuota de entrada en un Club de Golf.

Tras de estos esfuerzos el entusiasta golfista se enfrentará en la practica de su juego a un recorrido llenos de dificultades: zonas de arena que arruinan el juego, árboles que desvían la trayectoria de su lanzamiento, lagos naturales o artificiales que hay que salvar con un afortunado golpe y donde se "ahogan" las costosas bolas, etc.,etc.

Contra lo que pudiera pensarse los obstáculos y los errores que comete en el recorrido normalmente no le desaniman, sino que por el contrario motivan a estos curiosos y masoquistas representantes de la fauna humana a volver una y otra vez al campo de prácticas para tratar de corregirlas. El día que lo consigue corre entusiasmado al hoyo diecinueve (el bar del club) para contar su éxito a todo el quiera escucharle.

Por algunas veces los fracasos se repiten con frecuencia, y el golfista comienza a deprimirse, a perder la confianza en sí mismo, a generar situaciones de angustia, estrés, insomnio...

Unas situaciones que como es lógico han llamado la atención de la psiquiatría y de la medicina deportiva. Son varios los autores que se han ocupado de los problemas que acechan al jugador de golf. Destaca, de entre ellos, el ya clásico libro del psiquiatra y buen golfista francés Dr. Willy Pasini, y de una figura de este deporte, Jean Garaïalde, estudia los trastornos psicosomáticos que la practica del golf puede desencadenar ( Psycho-golf, París,1988)

A este hay que sumar los estudios psicológicos realizados por el Dr. Luis María Guglielmetti, especialista en medicina psicosomática y los del psicólogo deportivo Gustavo Daniel Maure.

Entre los muchos y buenos consejos que unos y otros autores dan a estos personajes de nuestra fauna humana destacan:

Firmeza, determinación, concentración, no compararse con los rivales, confianza en sí mismo y ser tolerante con sus errores.

A estos consejos podía sumarse no obsesionarse con la práctica del golf que se traduzca en un deterioro de nuestra vida laboral y familiar. Es la moraleja de este conocido chiste:

<<Dos amigos estaban jugando una partida y al llegar al tee del hoyo 16 ven pasar por la carretera que bordea el campo de golf, un cortejo fúnebre. Uno de los jugadores deja de jugar, agacha la cabeza y se persigna.

Su compañero le dice: ¡!que detalle¡¡.

El otro le responde: ¡ es lo menos que puedo hacer. Llevábamos cuarenta años casados¡¡>>

¡¡Ni me menees!!

martes, noviembre 13, 2007

Hedía hija mía, hedía...


De mis lejanos juegos infantiles recuerdo uno del que hacíamos víctima al recién llegado o el más infeliz del grupo. El juego consistía en darle un golpe en la cabeza con los nudillos de la mano y tras olerlos detenidamente fingir conocer lo que había comido ese día..

Es un recuerdo que me asalta en las ocasiones-afortunadamente escasas- en las que me veo inmerso en las aglomeraciones de los grandes almacenes, en los distintos espectáculos y concentraciones de masas, en los diversos medios públicos de transporte.

Y es que en ellas es obligado sufrir, cada día, los variados “olores” con los que nos obsequian muchos representantes de la fauna humana a los que no sólo el desodorante les ha “abandonado” sino también el agua, el jabón y la pasta dental

Entre esos desagradables olores se encuentra ese aire exhalado por la boca, que deja, desgraciadamente, de ser un “hálito“ o “ suave soplo” para convertirse en un insufrible olor que la medicina suele denominar halitosis.

Estos representantes de la fauna, --en los que es innecesario recurrir al infantil capón--, son reconocibles no sólo por su “perfume”: suelen sostener durante horas un palillo entre las comisuras de sus labios, chasquean repetidamente la lengua y se hurgan obsesivamente los huecos dentarios utilizando los más variados utensilios, entre ellos sus propios dedos

El hediondo, que así se le califica desde siglos, no sólo no trata de ocultar sus síntomas sino que se distingue por hablarnos aproximando excesivamente su cara a la nuestra, con la curiosa habilidad de dirigir exactamente su “chorro” de hálito hediondo a nuestra nariz

Un “hálito” que no es exclusivo de nuestros tiempos. Así parece deducirse del testimonio que nos brinda el emperador Marco Aurelio quien "alababa a sus legionarios húngaros porque no olían tan mal como los longobardos".

El que los longobardos tenían mal aliento” parece también confirmarlo una carta del Papa Esteban III —que advertía al gran Carlomagno de los peligros de la boda de uno de sus hijos con una princesa longobarda llamada Ermengarda :

"No se case con Ermengarda que es hedionda como todos los longobardos".

El príncipe Luis “el bondadoso” haciendo caso omiso de las advertencias del Papa y sí gala de su apodo, se casó con Ermengarda y cuentan las crónicas mundanas de su época que al poco tiempo de la boda , “no pudiendo resistir su olor, acabó por repudiarla ”

A tratar de mitigar este desagradable síntoma se sumarán las recetas cosméticas de la célebre Trótula de la medieval Escuela de Medicina de Salerno:

"Se toman unas hojas de laurel y un poco de musgo, mezclándose todo con miel de abejas. Se mantiene un rato en la boca y con ello se favorece que el yacer con el esposo o con la esposa sea más placentero"

Un testimonio más cercano a nuestros días lo encontramos en las Memorias de Fanny Targioni Tozzeti , una de las mujeres a la que amó el gran poeta italiano Jacobo Leopardi (1798-1837). En los últimos años de su vida, ya anciana y decrépita, contestaba así a una niña que le preguntaba por qué no había correspondido al amor del poeta:

Hedía, hija mía, hedía

¡¡Ni me menees!!

sábado, noviembre 10, 2007

Historias de una casa (una de amor)

El fin de semana de los Santos volví a realizar un cambio de contexto Madrid-Cuenca. De las montañas me traje la cabeza llena de recuerdos y de ideas para escribir. Aquí va una muestra.


La casa de Cuenca está a punto de cumplir cien años. Tras la puerta de madera, que ha sobrevivido estos años y que está sabiamente restaurada, se esconden historias, unas de guerra y otras de paz (1). Empezaremos por las de paz y entre ellas por una de amor.

En tiempos de paz, recaló en mi pueblo un joven llamado Pedro A, destinado a ser el secretario del Ayuntamiento. Congenió con mi abuelo materno y se hicieron muy amigos. El joven, lo era tanto, que tras un periodo de trabajo en mi pueblo tuvo que marcharse a cumplir el servicio militar.

Lo destinaron a Almería. Allí se enamoró de M. Luisa, una rica heredera de esta ciudad. Pedro, a pesar de no tener fortuna personal fue aceptado por la familia de ella e iniciaron un noviazgo. M. Luisa era hija ilegítima y, aunque con buena dote, no era fácil casarla con un lugareño en esa ciudad tan cerrada y sujeta a los convencionalismos. Cuando terminó el servicio militar se casaron.

Aunque podían vivir holgadamente de sus rentas en Almería, M. Luisa quiso seguir a su marido a su destino como secretario del Ayuntamiento de mi pueblo, renunciando a muchas comodidades. Mi abuelo les alquiló la casa que ahora disfruto en herencia(2).

Maria Luisa pudo comprobar lo frío que puede ser un invierno en Cuenca, lo imposible de tener “servicio” en una sociedad rural en la que todos labran sus tierras, lo complicado de llevar una casa sin agua corriente, la ausencia de diversiones, de tiendas, etc.

Cuando era una niña mi madre conoció a M. Luisa. Me contó que ella era muy alegre y animosa. Lejos de amedrentarse con la dureza de la vida del pueblo, la suavizó. Decoró la casa como si fuera de ciudad, se instaló un cuarto de baño(3) con una bañera con patas que tenía que llenar a base de calderos de agua caliente. Consiguió la máxima confortabilidad posible dentro de este duro entorno. Ella, con su acento andaluz, llena de joyas, rebosante de energía se ganó la confianza de las gentes de mi pueblo, poco dados a aceptar algo diferente de lo suyo.

Pasado un año, volvieron a Almería para que Pedro llevara los negocios. Mantuvieron la amistad con mi abuelo y el contacto con su ahijada, mi prima la mayor. Los negocios fueron muy bien y volvieron por mi pueblo cuando yo era pequeña. Recuerdo a una señora entrada en carnes, rubia teñida, con ropas de alegres colores que se abanicaba con el tintineo de media docena de pulseras de oro y que me daba dinero para comprar golosinas(4).

Quién me iba a decir entonces, mientras miraba asombrada a M. Luisa, que mi destino también pasaría por Almería, pero eso será otra historia....

Más relatos de Lula, pulsar aquí


(1) No se pierdan la disección de la novela de Guerra y Paz que está realizando Bernardinas
(2) Compartida, of course
(3) Justo donde está instalado ahora uno de los baños de la casa
(4) Me lo gastaba en anchoas, siempre preferí la sal sobre el azúcar

¡¡Ni me menees!!

miércoles, noviembre 07, 2007

El pelmazo


imagen tomada de http://wwwvireta.blogia.com

De todos los ejemplares de la fauna humana que nos rodea, ninguno más enojoso y antipático como el pelmazo. Es un individuo "casi humano" que tienen muchas de las características de la piedra berroqueña, de la pesada mosca veraniega, del ávido mosquito y de la insaciable sanguijuela.

Cuando nuestro personaje encuentra a su víctima se adhiere a él como una auténtica sanguijuela y le abruma con altas dosis de locuacidad, servilismo y halago.

Emplea su tiempo en perseguir incansablemente a sus posibles víctimas: Cuando os tropecéis con él, no intentéis escapar: cualquier dirección a la que vayáis coincidirá, curiosamente, con la que él tenía previsto tomar.

Si le veis de lejos e ingenuamente, intentáis escabulliros, perdéis el tiempo, pronto hallará la forma de cerraros el paso y agarrado a vuestro brazo os abrumará con su monótona conversación hasta llevaros a la extenuación.

Contaba, a este respecto, Miguel Mihura -anécdota que debo al recordado Prof. García Sabell- que un día que el gran dramaturgo, por entonces Presidente de la Sociedad General de Autores de España, caminaba por el Paseo de Recoletos, se encontró con uno de los mayores pelmazos de Madrid. Al proponerle Mihura que le acompañara, el pelmazo, sorprendido, le preguntó:

¿De verdad quieres Miguel que te acompañe?.

El gran humorista, aminorando el paso, le respondió:

Sí, porque prefiero que vengas conmigo a encontrarte otra vez.

El pelmazo es incapaz de entender las más claras indirectas, es insensible al desprecio y goza de la virtud de la inoportunidad. Si visita vuestra casa o despacho lo hará a las horas más inoportunas, si estáis enfermos no dudará en sentarse a vuestra cabecera y contaros las enfermedades que ha padecido y si os encuentra, algún día, hablando con una bella mujer preguntará inmediatamente por la salud de vuestra "santa" esposa.

Yo estoy convencido de que si algún eminente biólogo estudiará al pelmazo en profundidad, llegaría a la conclusión de que pertenece, sin duda alguna, a una "especie animal" creada exclusivamente para molestar y amargar la vida al prójimo.

¡¡Ni me menees!!

sábado, noviembre 03, 2007

El sobre moderno

Un vecino muy querido me inspiró este post con este comentario en la entrada "El sobre" :

“desgraciadamente mi sobre laboral es de los modernos... sí, de esos que tienen los triángulos laterales muy pequeños y la solapa muy arriba”

Va por ti Muxfin.

nota: la ilustración es cortesía de Brain

Cuando escribí el post de "El sobre" lo hice con la miopía propia de quien no ve más allá de su nariz. Tan solo vi mi entorno, una jaula dorada con recursos suficientes para alimentar a una cantera de hidalgos/burgueses y de aristócratas. Pero los paraísos laborales se sustentan en otros entornos laborales más magros a los que les van chupando poco a poco la poca grasa que les queda.

Son las empresas subcontratadas, en primera, segunda o tercera instancia las que se estructuran de acuerdo al sobre moderno, con los mismos apartados: trabajo, reunión, viajes y comidas, pero con distinta distribución. Si trazamos con la imaginación (no me atrevo a mancillar la ilustración de Brain) de izquierda a derecha tres líneas paralelas en el sobre moderno podemos ver que los estados varían respecto del sobre clásico de la siguiente forma:

  1. El primer escalón, el de solo trabajo, se sitúa en el borde inferior del sobre igual que en el sobre clásico. La única diferencia se encuentra en que el salario será más escaso. Allí se ubicarán los becarios precarios o los nuevos.

  2. El segundo nivel, el de la adaptación al puesto de trabajo, se diferencia bien poco del primero: alguna reunión y algún viajecito esporádico para apagar algún fuego. En este caso los viajes suelen ser en condiciones muy modestas tanto de transporte como de alojamiento. En este nivel se ubican las fuerzas del trabajo también conocidas como mileuristas, por su techo salarial.

  3. El tercer peldaño, ¡oh sorpresa! es casi igual que el anterior. Parece que el mileurista completa la etapa de integración en la estructura de la empresa sujeto al mismo techo salarial que en el segundo nivel pero con responsabilidades añadidas. No hay margen para las comidas de trabajo, ni opción a la hidalguía laboral. Tiene que organizar el trabajo de otros y seguir realizando el suyo. ¡Esto es lo que hay!

  4. La cuarta morada es un salto tanto cuantitativo (en sueldo) como cualitativo (en privilegios). En este caso la línea paralela se tiene que aproximar bastante a la parte superior del sobre porque es una zona muy pequeña. Muchos son los contratados pero pocos los que acceden al nivel en que se reúne, se come y se viaja. A diferencia de los colegas del sobre clásico, no se comportan como clase ociosa sino como negreros implacables.

  5. En la línea superior se encuentra el mandamás que se pasa el día invitando a comer a los que están en los niveles 4 y 5 del sobre clásico. Esto equilibra el sistema ya que da sentido laboral a la clase ociosa de los paraísos laborales.

Como se puede observar, el sistema funciona y se retroalimenta. El sobre clásico mantiene una abundancia que alimenta a los sobres modernos que administran de forma “eficiente” los recursos. De esta manera los paraísos laborales presentan bonitas cifras de eficiencia ante sus accionistas y los analistas porque con muy pocos recursos “propios” facturan muchísimo.

A veces me pregunto ¿qué pasaría si la "eficiencia" llegara de verdad al sobre clásico?

¡¡Ni me menees!!