sábado, diciembre 27, 2008

Adiós a Saturno S.A.


Goya supo plasmar como nadie el lado negro del poder con la alegoría de Saturno devorando a un hijo. Esta obra me ha originado siempre sensaciones contradictorias. Por un lado me produce un deseo de apartar mis ojos de esta imagen tan explícita y cruel y por otro un irresistible deseo de contemplarla.

Los acontecimientos de este año en la empresa para la que he trabajado durante tropecientos años me han hecho asociarla a la imagen de Saturno. Los estrategas de la que se podría llamar Saturno S.A. decidieron que para perpetuarse en el Mercado era preciso la ingestión de sus propios empleados y trazaron un plan en diez pasos para tan terrorífico buffet.

El paso 1 consistía en preparar la situación para que en el paso 2 se realizara el advenimiento del paraca que iba a ejecutar el plan. En el paso 3 se produjo la llegada de los galácticos, bárbaros extranjeros dispuestos a arrasar con la cultura vigente. Uno de ellos me correspondió en suerte. Resultó ser un jefe de valor detraído, un auténtico mago en convertir el trabajo de sus colaboradores en un inmenso chapapote laboral. Ante el desolado panorama generado por la gestión de la rubia, intenté analizar las distintas estrategias para sobrevivir a este jefe tonto y malo. La solución era HUIR, pero ¿a dónde?.

A mitad de año anunciaron un ERE, habíamos llegado al paso 8 del plan. Lo vendieron como una oportunidad para los afectados, aunque en realidad era una estrategia para desprenderse de las personas que fueron el germen de la empresa. La dirección llevaba tiempo removiendo la jaula de los pájaros para que estos desearan salir volando.

Rellené con mis datos una hoja de cálculo que había confeccionado Brain para calcular el futuro económico de los Ereados. Puse a un lado de la balanza la renta que me correspondía por el ERE y al otro la renta del trabajo obtenida en un entorno patético. El fiel de la balanza se inclinó hacia el ERE y vi la luz al final del túnel en el que me encontraba: ¡Podría HUIR!

He pasado, sin resistencia, a ser una vianda para Saturno S.A. No me da miedo ver sus fauces, es mejor ser tragada siendo un alimento fresco que permanecer en lenta maceración hasta amojamarme.

Por Navidad, Saturno S.A, se comerá a un elenco de buenos profesionales y algunos hombres sin piedad cobrarán su incentivo por preparar el banquete.

¡¡Ni me menees!!

miércoles, diciembre 24, 2008

Navidad 2008


La enigmática sonrisa de la La Gioconda me recuerda el espíritu del blog de la Sección Femenina.

Desde la Sección Femenina os deseamos unas Felices Fiestas

¡¡Ni me menees!!

sábado, diciembre 20, 2008

Viridiana


Es mi restaurante favorito desde hace tropecientos años. El destino me lo puso a tiro de piedra cuando vivía en la calle Peyre. En aquel entonces Viridiana se encontraba en la calle Fundadores, a escasos metros de mi calle. Todas las tardes pasaba por la puerta del restaurante cuando llevaba de paseo a mis hijos al Parque de la Fuente del Berro. Siempre me paraba a leer la carta en la que Abraham García desgranaba con letra picuda delicias profusamente descritas. Totalmente subyugada por esa mezcla de sabores que casi sentía paladear, despertaba de mi ensueño para comprender que esos placeres no estaban a la altura de mi bolsillo. Dos sueldos mínimos, dos niños muy pequeños y un piso en alquiler dejaban poco margen para comidas exquisitas.

Pero tanto fui al Parque de la Fuente del Berro, que como el cántaro, caí, y se rompió la prudencia de no incurrir en gastos que no me podía permitir. Me ayudó mi marido a dar este paso después de que le contase mi parada diaria en el restaurante.

El restaurante era pequeño y se llenaba hasta la última mesa. El primer día que fuimos nos sentaron en una mesa justo al lado de la puerta, sin duda la peor mesa. Para entretener la espera de la comida obsequiaban con un aperitivo que adornaban con una hoja de hiedra. En la hoja solían poner una inscripción en mantequilla con alguna frase personalizada(1). Ese día escribió Abraham "Sa puerta". Recuerdo que mi primer día comí crema de alcachofas con pistachos, crêpes de morcilla y pudding de menta con chocolate amargo. A mí me fascinó, a mi marido le dejó frío, pero siempre le agradeceré que me llevara a Viridiana a comer porque sabía la ilusión que me hacía.

Cuando mejoraron mis condiciones económicas empecé a llevar allí a mis amigos. También les tengo que agradecer que se rascaran el bolsillo ya que alguno de ellos comía para vivir en vez de vivir para comer. Una vez estuvimos allí todas las chicas de mi proyecto y cuando Abraham vio a tanta mujer junta (cosa nada habitual) nos puso en la hoja de hiedra "¿Qué hacéis después de cena?". Aquel día estaña allí Pedro J. y Ágata, asiduos del restaurante. Otra vez coincidí con Sabina, al que reconocí por su camisa con chorreras.

Cuando mi marido aprobó la oposición fuimos toda la familia a celebrarlo a Viridiana. Ya se había trasladado el restaurante a la calle Juan de Mena. Mis hijos, sangre de mi sangre, quedaron enganchados a la alquimia culinaria de Abraham. Se repetía la historia, su paladar era superior a su economía. Ese día Abraham se extrañó que comieran adolescentes en su restaurante y estuvo merodeando por la mesa. Al cabo de un rato vino y nos dijo: “¿de dónde son ustedes que no consigo identificar el acento? Después de aquella comida celebramos todos los eventos académicos (selectividad, carrera, Master..) en Viridiana. Cuando estaba por Madrid, S.M. estaba al tanto de las titulaciones y se apunta a la comida.

Lo que son las cosas, ese vínculo emocional a la cocina de Abraham ha dado lugar a otros vínculos. La última vez que fuimos a celebrar mi Master, uno de los camareros había sido compañero de mi hija benjamina cuando ella trabajaba en el Nodo.

Espero que mis hijos me den alguna alegría académica porque sino hasta que termine mi Tesis no voy a tener excusa de dejarme caer por allí. No tengo la suerte de mi hijo que en su cumpleaños le invitaron a cenar en Viridiana porque es amigo de uno de los cocineros del restaurante.

Lula

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(1) La costumbre del aperitivo se ha mantenido pero lamentablemente la hoja de hiedra ha desaparecido.

¡¡Ni me menees!!

martes, diciembre 16, 2008

El día de la Inmaculada


El día de la Inmaculada lo tengo marcado con una X. No sé qué fuerza misteriosa y recursiva me lleva a la lesión en esta gloriosa fiesta religiosa.

El año pasado, este mismo día en Almería, sufrí una caída con consecuencia de fractura de colles. Este año, en Badajoz, se volvió a repetir la escena, afortunadamente con menos lesiones. A Dios pongo por testigo de que de ahora en adelante no salgo de casa en esta fecha para preservar mi integridad física. Estos son los hechos acaecidos el 8-D de 2008:

Habíamos estado el puente de la constitución jugando al golf en el Guadiana club y el lunes, día de la Inmaculada, decidimos visitar Badajoz. Propuse a mi marido comer en el restaurante Aldebarán(1) para celebrar el primer aniversario de mi fractura de colles. El ingeniero, evaluando siempre riesgos, me dijo: No cantes victoria que aún no ha terminado el día.

Estuvimos paseando por el casco antiguo y recalamos en la Catedral a la hora de la misa mayor. Se celebraba una misa con muchísimo boato. La casulla de los co-celebrantes era azul claro, color exclusivo a esta festividad. La ceremonia, el olor a incienso y a flores y los cánticos religiosos nos invitaron a permanecer en el lugar. Al final de la misa el Arzobispo dio una bendición con indulgencia plenaria, sólo válida a los que hubieran comulgado.

Después de la misa subimos a lo alto de la ciudad y visitamos la plaza alta, preciosa y muy original. Nos dimos un paseo por los jardines de la Alcazaba. Antes de tomar el camino de bajada al centro, por la calle San Pedro de Alcántara, fotografié una cabina telefónica anclada en el tiempo para mi amigo muxfin. Cuando bajamos cruzamos la calle de Arias Montano (2), llegamos a la plaza de la Soledad, donde se encuentra la Giralda de Badajoz, pasamos la Avenida de Juan Carlos I y zas! en la calle de Menacho di un paso en falso en la acera y fui incapaz de guardar el equilibrio. Cuando mis pies dejaron de pisar el suelo presentí que había llegado mi hora. Lamenté no ser acreedora de la indulgencia plenaria por no haber comulgado.

Aterricé en plancha sobre mi lado derecho mientras que mi cabeza golpeaba contra un bordillo, rebotando. Ante tan espectacular caída se acercaron algunos transeúntes. Fui a incorporarme pero me dijeron que me quedara tumbada. De mi sien derecha brotaba sangre. Pensé que me había abierto la cabeza. La sangre provenía de una brecha encima de la ceja que me habían producido las gafas al clavarse en la caída. Me quitaron las gafas y me pusieron un pañuelo en la herida.

Empecé a sentir que no era muy grave porque no había perdido el conocimiento. Al poco rato la herida dejó de sangrar. Me incorpore un poco aturdida y dolorida. Eran las 14:15, la hora de comer. Tenía que tomar una decisión: ir al hospital o ir al restaurante. Ante la tesitura de pasar la hora de la comida en urgencias y terminar comiendo un bocata de bacon con queso me decanté rápido por el restaurante.

Fue una decisión acertada que evitó arruinarnos el día. En el restaurante Aldebarán pude celebrar el haber salido ilesa de semejante caída y disfrutar de la vida con uno de mis placeres favoritos: la comida. Nunca olvidaré el acogedor comedor, la amabilidad del chef, el vino de la tierra y ese arroz ibérico que resucita a los muertos. Después de tan exquisita comida, extasiada y anestesiada de mis dolores fuimos al hospital de la Virgen del Perpetuo Socorro donde me dieron un punto en la herida de la ceja.

En este estado quedaron mis gafas, que creo que me salvaron de un golpe peor







(1) El restaurante Aldebarán aparecía con dos soles en la guía REPSOL.
(2) Arias Montano, es un personaje que admiro y que me lo encuentro por donde voy. Hay una calle a su nombre al lado de mi casa de Madrid. Cerca de mi casa de Huelva, en Alajar, existe la peña de Arias Montano que es un lugar muy especial. En Badajoz, su tierra natal, es lógico que tenga su calle.

¡¡Ni me menees!!

viernes, diciembre 12, 2008

La madre adolescente


En varias ocasiones he intentado verter mis reflexiones sobre ese frágil personaje que es la madre adolescente.

El impacto emocional que supone para la adolescente -a veces, más bien, la niña-, y su familia, un embarazo no deseado, me impone tal respeto que repetidas veces he aparcado el tema en un rincón del ordenador.

Las repetidas noticias que diariamente nos ofrecen los medios de comunicación sobre el embarazo en niñas y adolescentes me decide a abordarlo. Más ¿cómo hacerlo?

Un modo sería aportando los incrementos de embarazos en niñas y adolescentes que arrojan cada año las frías pero veraces estadísticas o analizando las posibles causas sociales que los provocan o denunciando los errores y omisiones en la educación sexual a los que conduce el falso puritanismo de muchas instituciones y centros educativos.

Y tantas y tantas veces a la escasa comunicación entre padres e hijos por el temor de aquellos a sentarse a dialogar sobre estos temas y, a cambio, sufrir cada fin de semana la incertidumbre del regreso de sus hijas a las primeras luces del amanecer.

Hoy he encontrado la solución en los versos de alguien que conoce tan de cerca el tema: el Prof. Cruz Hermida.

He aquí algunos fragmentos:

Llegas asustada
El semblante serio

Piensas que en tu vientre

Se cierne el misterio...
y
no sabes nada.

En mi bata blanca acunas el miedo
Y algo se estremece por fuera..y por dentro.
Solo son catorce
Tus años de vida

Que arropan, temblando

Otra presentida.

Eres niña y madre

¡Ay madre! ¡Qué niña!

Maribel, la niña
Ya es una mujer

De ...catorce años.

Crecio... sin crecer.

En cada uno de los versos es fácil leer los conflictos psicológicos de conlleva una precoz maternidad. Un conflicto que marcará profundamente a esas frágiles adolescentes que “crecieron…sin crecer”

¡¡Ni me menees!!

sábado, diciembre 06, 2008

Tomates rojos secos en aceite

No conocía este manjar hasta que desde Roma mi prima Ali me trajo un bote de tomates secos en aceite. Después de que me enseñara a prepararlos me los he ido encontrado en muy buenos restaurantes de Madrid, en Copenhague, en Graná y seguramente me contaréis que se consumen en muchas partes más.

Esta es la receta en tres pasos para el que no tenéis el gusto de conocerlos.



Lo primero es hacerse con una buena cantidad de tomates secos. A mí me los traen de Roma pero Ali los ha visto en el mercado central de Málaga, también los venden en Granada y seguramente que en el mercado central de vuestras ciudades los encontraréis. Antes de prepararlos hay que proceder a limpiarlos sumergiéndolos en agua hirviendo a la que se habrá añadido un chorro de vinagre. Se mantendrán durante 5 minutos cociendo, se escurrirán y se pondrán a secar en un paño de cocina. El secado tiene que ser a temperatura ambiente y puede durar más de 24h.



Cuando los tomates estén de nuevo secos, nos haremos con un bote de cristal, un litro de aceite de oliva virgen, dos dientes de ajo y dos guindillas pequeñas. En un mortero se machacarán los ajos y las guindillas y se le añadirá aceite. Los tomates secos se irán bañando uno a uno en el contenido del mortero y se depositarán en el bote de cristal. Conforme se van añadiendo los tomates en el frasco se cubrirán con aceite y se presionarán con una cuchara de madera para que queden apelmazados y no tengan aire.



Una vez que estén todos los tomates en el bote, se cubre con aceite y se presiona con la cuchara de madera para extraer todo el aire. Se cierra el bote y se le da la vuelta para comprobar que no hay burbujas. Se deja reposar un día y ya se pueden ir comiendo con queso, con pan, en ensalada y acompañando un montón de platos tanto de carne como de pescado.


Buen provecho

¡¡Ni me menees!!