martes, enero 31, 2006

La derecha de la izquierda o viceversa


Que los argentinos somos extraños, no hay quien lo niegue y yo, como buena argentina, soy la primera en afirmarlo. Dentro de la "extrañeza" que nos aqueja, hay un componente que no tiene desperdicio: la forma de elegir gobernantes y de soportarlos.

En los "bienvividos" 60 años que acusa mi DNI(1) y que no trato de ocultar pues se me notan, he visto desfilar por la Casa Rosada(2) cuantos ejemplares de Pitecantropus Erectus pueda una imaginarse y que harían la delicia de cualquier antropólogo.

Los hemos tenido diestros, zurdos y siniestros, o sea, para todos los gustos... menos para el gusto de los argentinos. ¿Somos un pueblo de derecha? ¿de izquierda? ¿de centro?, también nos preguntamos si somos de centro-izquierda ¿de centro-derecha? ¿de extrema izquierda? ¿de extrema derecha?... y así, hasta el infinito, hacemos combinaciones dignas de mi amigo Pitágoras (eso de amigo es sin recordar mis años de la secundaria y su Teorema Infernal).

Cuando llega la época de elegir gobierno, una mira el mapa de candidatos y es tan grande la melange, que se hace imposible encontrar un político que represente, en estado puro, cualquiera de las líneas tradicionales en el mundo.

Tenemos aquellos que, en su afán de diferenciarse, se autodefinen como de "izquierda de la derecha" o también, "la derecha de la izquierda", y no olvido los que son "la izquierda auténtica", "el centro de la derecha", o la humilde "izquierda moderada", como aquellos otros definidos como "la izquierda del centro"... y podría seguir.

Con esto podríamos decir que son todos la misma cosa.

Porque si alguien tiene ideas de izquierda, ¿cómo explicamos cual es la "izquierda de la derecha"?

Pero al fin de cuentas, cuando el aturdido elector sale del cuarto oscuro, que cada vez son más amplios pues no hay sitio para poner tantas boletas (3), no sabe si ha elegido a alguien que representa sus ideas o las del vecino, pero como por alguno hay que decidirse, da lo mismo.

Y digo bien. Da lo mismo.

Porque también las listas de candidatos de cada partido político están integradas por algunos señores (o señoras) que aparecen en diferentes listas, pero lo más llamativo de esto es que a veces las listas son de líneas diferentes.

¿Y eso? ¿Cómo se explica?

El Señor Pedro integra la lista del candidato José que es de centro-derecha, pero también lo encontramos integrando la lista de Antonio que, ¡oh misterio! es de la izquierda de la derecha...

Aquí ya el elector está preso de un ataque de nervios.

Hemos elegido a un candidato autoproclamado como de izquierda y a los pocos meses de gobierno lo vemos llevando a la práctica ideas de derecha.

¿Será esto la globalización de las ideas políticas de la que tanto se habla?

Pues si es así, los argentinos somos la cuna de la globalización.

¡Cuánta envidia, y de la mala, siento cuando, en mis madrugadas insomnes, veo en la TV internacional las elecciones en otras partes del mundo.

Envidio a esos países que tienen 2, 3 ó 4 partidos políticos por quien decidirse y perfectamente definidos en su línea ideológica: los de derecha son de derecha y los de izquierda son de izquierda!!! y por ahí aparecen los del centro como una opción intermedia y hasta sana, para quienes no aman los extremos. Pero allí se termina el laberinto.

Me los imagino entrando al cuarto oscuro y en un minuto encontrar la boleta que los identifica políticamente, ponerla en el sobre y ¡listo! derechito a la urna y luego a casa a beber una cervecita con picada (4) para esperar el resultado.

Aquí, en cambio, entras al cuarto oscuro y debes:

  1. Ponerte las gafas para poder leer el nombre del candidato.
  2. Calzar buenos zapatos para recorrer el salón en el cual están las interminables mesas que soportan la infinita cantidad de boletas.
  3. Haber hecho varias horas de abdominales para poder levantar del piso si la boleta que buscas no obtuvo un lugar sobre la mesa, porque no caben más mesas en la sala.
  4. Llevar un agua mineral en el bolso por si se seca tu garganta mientras buscas a tu candidato (y, porqué no, un bocadillo también).
  5. Salir con cara de "jugador de póquer" para que, los que están esperando para entrar, no te fulminen con la mirada por el tiempo transcurrido.

Y así, año tras año, los argentinos sumamos candidatos con aspiraciones de mandatarios, cada vez más cantidad y menos calidad.

Cada vez atomizamos más las líneas políticas tradicionales para confundir al pobre ciudadano, mezclándolas con la habilidad de un Chef de Grand Hotel que quiere sorprender a los turistas con su alquimia.

En definitiva, el resultado es un cocido de taberna de pueblo.

Hasta la próxima, desde el sur.

(1) DNI Documento Nacional de Identidad.
(2) Casa Rosada: nombre con que se conoce a la sede del Gobierno Nacional.
(3) Boletas. Papeleta donde figura el candidato a votar.
(4) Picada. Algo similar a las "tapas" española

Sección-Sapos y Culebras
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jueves, enero 26, 2006

Un pequeño experimento

Mi buena amiga virtual María tituló su blog "un pequeño experimento" mientras que este blog heredó el nombre de la página Web que fundé en el año 2002 cuando me independicé de "la página definitiva". Como muchas de las cosas en las que coincido con María, este blog fue un pequeño experimento del mundo de la blogesfera. En principio caminé sola por esta senda, pero ha llegado el momento de que la sección sea lo que siempre fue, una agrupación de personas que escriben con una mirada crítica al mundo, no exenta de humor.



A partir de esta fecha en este blog se podrán leer los posts de los colaboradores de la Sección Femenina en la medida que ellos quieran colaborar y se seguirá tirando de fondo editorial cuando las circunstancias estén propicias. Seguiremos con el mismo código deontológico de hacer pensar y reír, todos lo que somos y los que podamos llegar a ser, porque sigue abierta a nuevas colaboraciones.

Quiero daros las gracias por los comentarios tan estupendos que se reciben que denotan el "sentido y sensibilidad" de los lectores.

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domingo, enero 22, 2006

La pequeña Rusia

En ese mundo global, cada vez con menos diversidad, da gusto encontrarse con un reducto diferente que es capaz de subsistir en un entorno adverso. Habría que remontarse a los tiempos de Julio César cuando el imperio romano todo lo civilizaba e igualaba según su criterio. ¿Pero estaba todo el mundo romanizado?¿Todo? ¡No! Toda la Galia había sido ocupada menos una pequeña aldea: la de Asterix. La aldea resistía gracias a su valentía y tozudez, y a una poción mágica que les aportaba a sus habitantes una fuerza sobrehumana.

Pasados más de 2000 años, el sueño de Julio César está a punto de repetirse: el mundo tiene un solo poder(1), ya no hay fronteras para reclutar la mano de obra barata y se tienen legiones de esclavos(2) que hacen el trabajo duro mientras que los políticos despliegan su dialéctica en los foros Internacionales como si del Foro Romano se tratase. Un mundo pintado de gris en el que las parcelas de color son cada vez más pequeñas, pero más ricas.

Si cambiamos el foco de las Galias de los tiempos del César y nos centramos en la España actual podemos ver otro reducto de irreductibles "bolos" capaces de llevar la contraria a sus paisanos desde que se inició la transición política.
La provincia de Toledo, famosa por albergar en armonía las tres culturas: cristiana, judía y musulmana(3), fue ciudad Imperial con el emperador Carlos V, lugar de reposo de terratenientes con sus cigarrales y fincas cinegéticas y guardiana de las esencias del espíritu castrense con la academia de Infantería del Ejército.

Su pasado le ha conferido un carácter peculiar y hoy día es posible aparcar el coche en la calle "Caídos por Dios y por España" esquina a "Defensores del Alcázar"(4), todo un canto al pasado. Por estas esencias los partidos de derechas han tenido un éxito considerable a la hora de recaudar votos y aunque ahora la Diputación sea de los "Socioslistos"(5) en Toledo el voto mayoritario es del PP. Lo normal es que los Ayuntamientos se lo repartan entre el PSOE y el PP, quedando una pequeña minoría para IU que solo da para negociar con el PSOE y chulearle las Alcaldías al PP.

Pero no todos los pueblos tienen alcaldes de partidos mayoritarios, todos no, en La Villa de Don Fadrique es tradición que gane IU. ¿Y cual es el motivo? Pues un grupo de irreductibles "bolos" de este pueblo que se exiliaron después de la guerra en "La Galia" y que desde allí votan por correo al Partido Comunista. Aunque la longevidad es frecuente entre los exiliados ya se empieza a notar el paso de los años y en las últimas elecciones se diluyó un poco el rojo del voto y el PSOE se ha hecho con la Alcaldía.

Por esta singularidad, a La Villa de Don Fadrique la llaman "La pequeña Rusia" y su fama ha trascendido a los países del Este. Prueba de ello es que la emigración proviene de los antiguos países comunistas mientras que en los pueblos de alrededor los emigrantes son árabes.


El cómo llegué a conocer la existencia de la pequeña Rusia fue por carambola, no porque la mitad de la sangre que corre por mis venas sea toledana(6). Conocía desde hace mucho tiempo a Miguel Ángel un "ruso" toledano sin yo saberlo y estando veraneando en la casa del soltero, nos visitó él, su entonces novia y ahora mujer y unos amigos también de allí. Entre chacinas ibéricas de la sierra de Huelva y la cervecita salió en la conversación a colación La Villa de Don Fadrique. Nada más decir su nombre mi marido dijo: "Anda, sois de la pequeña Rusia". Mi marido trabajó tiempo atrás como profesional libre por Toledo haciendo proyectos de saneamiento y pavimentación y se conoce la provincia pueblo a pueblo, taberna a taberna.

Al oír semejante comentario, se despertó mi insaciable curiosidad y pregunté los motivos del nombre. Entonces relataron los hechos que hoy trascribo pasados algunos años después de llevar intención de escribirlos y que al fin hago realidad.
Bien podría comenzar: En un lugar de la Mancha....


(1) El económico
(2) Ya no es necesario traer los esclavos a la cantera se llevan la cantera donde los esclavos
(3) Eso dicen, pero es difícil de creer
(4) No es exageración de la autora, es una realidad en el pueblo de Layos, latifundio de los Oriol.
(5) Gobiernan en colación (aunque bien se pudiera llamar colación) coalición con IU. Me indica Alfonso VI que el PSOE gobierna en solitario en la provincia de Toledo así que no aplican ni coaliciones ni colaciones.
(6) Sí, la autora es semi-bola

Sección-Cuaderno de viajes
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jueves, enero 19, 2006

La costura

Sin tiempo para ponerme a escribir, tiro de fondo editorial y rescato este relato que me gusta mucho y que me a traído a la memoria una charla que he tenido con la Arpía más famosa de la blogesfera.

No tengo el aspecto de ser una modistilla. Es más, si le preguntas a las personas que me conocen jurarían que no sé coser. Dentro de mi círculo íntimo sí saben de mi pasión por la costura, pero ignoran el origen de esta querencia a la aguja. Como no hay nada que no tenga su porqué, he intentado hilvanar las causas que tejieron mi afición a esta actividad tan tradicional en la condición femenina.

Tenía cuatro años cuando empecé a frecuentar la casa de una vecina que era modista. Me sentaba en una sillita de enea y me daba un trapito y una aguja enhebrada para que me entretuviera. Con la capacidad de imitación de los niños observaba sus movimientos e intentaba emularlos, e inevitablemente más de una vez me pinché el dedo y me hice sangre(1). Recuerdo como si fuera ayer a mi vecina, sentada con una tabla sobre el halda(2) donde cortaba los vestidos, dejándome fascinada con su aplomo a la hora de deslizar la tijera por el tejido. Una vez que obtenía las piezas las iba agrupando en capas y las hilvanaba con puntadas flojas para señalar lo que serían las futuras costuras. El siguiente paso era la unión milagrosa de las partes mediante una integración que daba lugar a algo que tenía la forma de un vestido, dejándolo listo para la primera prueba. La consolidación se ejecutaba por medio de la máquina de coser, con su pedal mecánico mecido rítmicamente con maestría(3). Finalmente se realizaba la segunda prueba y se remataba la prenda con dobladillos, ojales, botones, jaretas, corchetes y cremalleras. Todo obedecía a una estudiada metodología y no te podías saltar ninguna fase sin caer en la chapuza(4). Como fruto de mis observaciones llegué a confeccionar vestidos para mis minúsculas muñecas a la temprana edad de seis años.

Seguí mi carrera costurera en el internado donde Sor Visitación, una monja muy sabia en labores, viendo mi interés por aprender -más que mi destreza- me dedicó una enseñanza especial para que aprendiera todo tipo de labores. Me sentaba en una sillita baja a su derecha para tenerme controlada a la vez que me iniciaba en labores tan complejas como el frivolité y los bolillos(4). Lo que más admiraba de Sor Visi era su habilidad para deshacer los nudos que continuamente se me hacían en las hebras y su paciencia ante mi continua demanda de ayuda. Con mi talante exagerado, ponía unas hebras muy largas para coser- como decía mi madre: la hebra de María del moco, que cosió tres calzones y le sobró un poco- y los nudos aparecían al menor descuido.

Atravesé un periodo de sequía costurera comprendido entre mi salida del internado y el nacimiento de mi primera hija, en el que sólo medió el estudio de una carrera universitaria. En el último curso de la Facultad, verde de envidia, tuve acceso a un proyecto de fin de carrera que consistía en un programa para una máquina de Turing que tricotaba. Hubiera sido la culminación de mi carrera de Informática cerrarla con esta brillante idea que aunaba mi admiración por Turing(6) y mi querencia costurera, pero no estaba de Dios.

La maternidad me llevó de nuevo a las agujas de ganchillo para hacer patucos y gorritos junto con el punto de media para los minúsculos jerseys. Los niños crecieron y también sus necesidades, como los disfraces para las fiestas del colegio, las composturas de los pantalones del futbolista amateur y los zurcidos de los calcetines. Por otro lado la casa exigía cortinas, estores, fundas de sofá...

Ahora, con los hijos mayores y la casa con las telas puestas, prácticamente no ejerzo la costura, pero el gusanillo no me ha abandonado y acaricio la idea de hacer converger mis conocimientos técnicos con los costureros para jubilarme en una mercería virtual.

(1) Del pinchazo en el dedo aprendí un juego que consistía en enumerar empezando por el meñique "gusto, disgusto, amor, carta y pago", parándote en el dedo pinchado y ya tenías además de sangre una premonición.
(2) Halda: palabra aprendida del léxico de mi abuela y de uso poco común. Según el diccionario de la Real Academia Española halda es el regazo o enfaldo de la saya; también la parte del cuerpo donde se forma ese enfaldo, o, comúnmente, falda.
(3) Mi escasa psicomotricidad me impidió ser capaz de manejar este pedal mecánico, pero gracias a la innovación pude coser con las máquinas de pedal eléctrico.
( 4) Tomen nota los proyectos de hoy día que cortan a ojo, no hilvanan nada, no hacen la primera prueba, cosen a máquina con hilo de hilvanar y lógicamente cuando el cliente se pone el vestido se desbarata.
( 5) Para el que tenga interés en estas labores pueden consultar las siguientes webs: http://www.elfrivolite.com/ y http://www.geocities.com/carolgallego/indexsp.html
(6) Alan Turing, matemático inglés, fue uno de los padres de la Teoría de la Computación. A los 24 años creó el concepto de máquina de Turing para ilustrar la idea moderna de un algoritmo. Participó en el servicio británico de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial construyendo unas máquinas apodadas "Bombas", capaces de descifrar los mensajes generados por el ingenio criptográfico alemán llamado Enigma.
Repudiado de la sociedad británica debido a su homosexualidad, a los 42 años puso fin a su vida comiéndose una manzana impregnada de cianuro.
Más sobre Turing, aquí

Sección-Reflexiones
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miércoles, enero 18, 2006

Los cinco extraños hábitos de Lula

Me pone deberes María y aunque con un poco de retraso por causas ajenas a mi voluntad los hago de buena gana.

Dado que me tengo por persona equilibrada y sin manías o al menos con menos de cinco manías, he tenido que recurrir a mi marido e hijos que tanto me quieren para que me digan si soy poseedora de alguna rareza. ¿Alguna? Muertos de risa decían ¡miles!. No soy rencorosa y aun así le he hecho la cena.
Aquí van los extraños hábitos de una mujer muy normalita y equilibrada:

  1. Siempre me levanto con el pié derecho: soy siempre consciente cuando me levanto que apoyo el pié derecho antes que el izquierdo en el suelo. Si alguna vez no lo he hecho así, me he vuelto a acostar para pasados algunos minutos volver a levantarme. Este ritual no me libra de los mil marrones que me acechan todos los días.
  2. Nunca desayuno en pijama: lo primero que hago al levantarme es ducharme, vestirme y arreglarme para después desayunar. Sea lunes o domingo, en periodo laboral o en vacaciones. Jamás he desayunado en la cama. Esto me viene de la rutina del internado, diez años hacen mella.
  3. Prefiero pasar hambre que comer mal: no soporto la comida mal elaborada ni el olorcillo a comidilla de los comedores colectivos. Esto me viene también del internado después de comer pésimamente durante todo el tiempo solo se me desarrolló el buen gusto por la comida.
  4. Doblo las bolsas de plástico de la compra: doblo perfectamente la bolsas de la compra y las coloco ordenadamente en un cajón de la cocina. Cuando alguien me descoloca el cajón o introduce una bolsa mal doblada, después de jurar en arameo, saco todas las bolsas y las coloco. Mis hijos dicen que estoy loca y por supuesto no las doblan.
  5. No soporto que me despierten: duermo poco pero muy intensamente. Soy sonámbula, hablo en sueños e incluso mantengo conversaciones coherentes. Si se me despierta entro en un estado de confusión y puedo llegar a ser muy desagradable


Respecto al paso de testigo, cierro la cadena esta vez

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miércoles, enero 11, 2006

El mando intermedio mujer


En una sociedad donde la igualdad de oportunidades fuera real sobraría una disertación sobre la condición femenina y la jefatura. Pero desgraciadamente podemos escribir largo y tendido sobre esta variedad de mando intermedio. Siempre es un tema espinoso hablar de la mujer en el mundo laboral y me arriesgo a que me tachen de machista o feminista según la broma ingeniosa que se me ocurra para contar lo que pienso y lo que siento. Mi osadía la avala una dilatada vida(1) profesional, que ha alcanzado las bodas de plata hace pocos meses y aunque no tiene límites, espero que dé pie a más de una reflexión y no se quede en una simple gansada.

De todos es conocido que el porcentaje de mujeres que alcanzan las cúpulas empresariales es muy bajo. A estos puestos, salvo excepciones, se accede por medio de la lenta escalada desde el mando intermedio. Parece que existe un techo de cristal que actúa de filtro para que las mujeres no puedan atravesarlo, aunque las oportunidades estén nítidamente a la vista de todos, hombres y mujeres.

Scott Adams(2), en su libro "Dilbert y la estrategia de la comadreja" también habla de ese techo de cristal, con una justificación un tanto escatológica(3), en la que no contempla el arribismo femenino, que creo que existe aunque en una baja proporción frente al masculino. Bajo ese techo de cristal pululan distintos perfiles de mujer, cada uno con distintas posibilidades de atravesarlo sin lastimarse con los vidrios rotos. Tras una labor de síntesis se puede catalogar a la fauna femenina laboral en cuatro grupos: enchufada, pasiva/sumisa, esforzada y trepadora.

La variedad de enchufada es similar a la de la variedad masculina, haga lo que haga nunca se hundirá, salvo que los voltios la abandonen cual desodorante traidor. Normalmente es tan odiada como temida y hay que soportarla como a las hemorroides, en silencio. Sus posibilidades de llegar a mando intermedio son altas y las de abandonar este estatus para adquirir el de ejecutiva aún mayores.

La pasiva/sumisa se aferra al papel de mujer indefensa que le aporta grandes réditos. Si además es agraciada y su aspecto es aniñado la vida le sonreirá continuamente. Esta mujer despierta en los hombres el instinto de protección, se volcarán en ayudarla, en disculparla y en hacerle la vida fácil. Si tuviera estudios universitarios, nunca le habrá faltado el solícito compañero que le explique el temario, le preste los apuntes y le haga los trabajos. En el trabajo, también encontrará otro atento compañero que se preste a ayudarla ante el beneplácito de su jefe, siempre que este fuese varón. En algunos casos la protección termina en boda, bien con el compañero o bien con el jefe. La cadena de protección se romperá cuando el jefe sea mujer y tendrá que buscar refugio en otra jefatura masculina. Esta variedad no suele llegar a ser mando intermedio, a lo sumo desarrolla una carrera profesional como consorte, pudiendo en algunos casos mudar el perfil por el de "enchufada" tras la boda.

La esforzada es la variedad más digna de admiración y compasión a la vez(4). Se siente en la obligación de demostrar a cada momento que es capaz de hacer todo igual o mejor que un hombre, tanto en los estudios como en el trabajo. No se da ninguna tregua, siempre quiere hacer las cosas por sí misma, sin buscar protección. Le gusta que valoren su esfuerzo, que frecuentemente es titánico. Suele tener mucho sentido común(5), que aplica a sus tareas cotidianas. Normalmente es muy sensible con la injusticia y como mujer hecha a sí misma, lucha abiertamente contra ella. Puede alcanzar con facilidad el mando intermedio pero sus posibilidades de promoción hacia la carrera ejecutiva o presidencial son nulas, a la vez que la probabilidad de dimisión tiende peligrosamente a uno con el paso del tiempo. Desde el punto de vista de sus jefes la esforzada es una histérica a la que se le puede sacar partido como "tonta útil"(6), pero que resulta muy incómoda cuando dice obscenamente la verdad y no se pliega a la insensatez de la gestión empresarial. Para este tipo de mujer al inicio de su carrera el trabajo llena su vida, pero con el paso de los años a lo sumo le llena la nevera. En ese punto de inflexión de su carrera profesional se replantea la reconversión al perfil pasiva/sumisa, aunque le cuesta mucho adaptarse a la parte de sumisa.

La variedad trepadora tiene un objetivo: atravesar el techo de cristal, sigilosamente o con estrépito, pero atravesarlo. Se podría decir aquello de: la española cuando trepa, es que trepa de verdad y a ninguna le interesa trepar para no pillar(7). La peligrosa mujer enredadera, enredará con todas sus artes. Hará uso de los perfiles de pasiva/sumisa o esforzada según merezca la ocasión e incluso intentará que los voltios pasen por su cuerpo. Sólo un pequeñísimo porcentaje de mujeres pertenece al club de la mujer con determinación de trepar y las posibilidades de éxito de las que lo intentan son muy grandes. Una vez en la cima se codeará con sus compañeras las enchufadas a las que superará en astucia y ego.

De las trayectorias de estos tipos de mujer, la esforzada es la que tiene menos posibilidades de llegar a la cima. Este dato ya lo tienen en cuenta los que pretenden la igualdad. Simplemente ampliando la cuota de enchufadas se les disparan los índices de paridad, pero para que quede políticamente correcto lo llaman "discriminación positiva".

Que paren el mundo laboral, que yo me bajo.


(1) No se puede llamar carrera profesional porque no persigo ninguna meta ni espero llegar a ningún lado y por supuesto no tengo ninguna prisa ni tengo intención de competir con nadie
(2) El creador del personaje Dilbert. Su libro "El principio de Dilbert" es un best seller y se vende en las librerías en la sección de economía
(3) Viene a decir: si usted pudiera dirigir una empresa de la lista Fortune 500 y lo único que tuviera que hacer para alcanzar el cargo de máximo mandatario fuera lamer 1.000 culos blancos y gordos y no ver más a sus hijos, ¿lo haría?, el 100% de las mujeres dirían "no, gracias", mientras que un 30% de los hombres dirían "Espere un momento que dejé mis tarjetas de visita en el coche". Considera que la mujer está acostumbrada a que le abran las puertas, a sentarse antes en los restaurantes y a salir las primeras del ascensor. Los hombres acostumbrados a abrir las puertas, sentarse después en el restaurante y salir los últimos del ascensor, no les supone un paso muy grande de ahí a lamer culos
(4) Scott Adams representa a este tipo de mujer mediante el personaje de Alice, mujer esforzada al borde de un ataque de nervios.
(5) El menos común de los sentidos
(6) "La tonta útil" o "abrelatas" se ocupa de desbrozar el camino de cualquier iniciativa para que recojan los frutos los enchufados, mientras ella es arrinconada una vez hecho el trabajo.
(7) Burdo remedo de la copla española de "la española cuando besa es que besa de verdad, y a ninguna le interesa besar por frivolidad.."



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martes, enero 10, 2006

El remolón

Puntualizaba Carmen en el anterior post sobre el rentista laboral que no toda la ociosidad es de ricos y que existe ociosidad sin riqueza. Esto me trajo a la memoria un relato que escribí sobre un artista de la ociosidad por voluntad propia, no de la empresa.



En mi vida laboral he conocido gente que genera poco trabajo, pero el que aquí describo se llevaría la palma de oro allí donde concursase. No se le conoce tarea realizada, sin embargo ha sobrevivido y sobrevive en una empresa privada orientada a resultados.

Nadie como él ha conseguido trasformar la maldición Divina de ganarás el pan con el sudor de tu frente, por ganarás el pan dando explicaciones. Es digno de admiración que lleve toda su vida laboral exponiendo los motivos por los que el trabajo no se ha podido realizar y siga cobrando por ello.

Su técnica depurada, basada en la sangre fría y la falta de implicación, vence cualquier iniciativa orientada a ponerle a trabajar. El secreto de su éxito radica en que sabe que nunca pasa nada, que el que no hace no yerra y que los buenos modales enfrían las situaciones más tensas.

Fui jefa suya e intenté que desarrollara las actividades que se le encomendaban, no lo conseguí ni por las buenas ni por las malas, me ganó por goleada. Ni en las discusiones más duras, en la que le recriminaba su falta de actividad, no perdía la compostura, a lo sumo daba una pausada explicación. A favor de él debo decir que, al menos aparentemente, no guardaba rencor de los epítetos que vertí hacia su persona.

Tuve menos aguante que él y cambié de actividad, dejando a otro la misión imposible de hacerle trabajar. Mi sucesor fracasó como habían fracasado los que me precedieron en el puesto, al menos en esta unanimidad en la falta de éxito encontré algún consuelo.

Cuando la crisis se instaló en nuestro sector y el ahorro de costes y la productividad eran ley, pensé que sus días estaban contados. ¡Qué equivocada estaba! Incluso en los tiempos más difíciles existen actividades de cartón-piedra, donde lo que prima es un discurso pausado y nula actividad.

Nuestro hombre encontró al fin la horma de su zapato, atrás quedaron sus antiguos jefes empeñados en hacerle trabajar y los comentarios de sus compañeros aludiendo su actitud remolona. No sin cierta admiración, le contemplamos todos los que le conocemos en su nuevo destino.

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domingo, enero 08, 2006

El rentista laboral

Se llaman rentistas a los que han superado la maldición divina de ganarás el pan con el sudor de tu frente. A este afortunado grupo han pertenecido por tradición los ricos, la denominada clase ociosa por Thorstein Veblen(1). Estos acaudalados tienen que dejar patente su prestigio social manteniéndose alejados de todo esfuerzo productivo para demostrar que no lo precisan para subsistir. Por ese motivo la propiedad adquirida por herencia es aún más valorada que la adquirida por el propio esfuerzo. Dice Veblen "Abstenerse de trabajar es la prueba convencional de que se es rico y, por lo tanto, la señal de que ocupa una buena posición social". A este grupo pertenecen los rentistas del capital.

La riqueza y la ociosidad van juntas de la mano y se extiende de forma vicaria en su entorno cercano, tanto a familiares como a empleados. El cónyuge del acaudalado, bien sea hombre o mujer, para contribuir al prestigio de su marido o esposa, según el caso, debe abstenerse también de realizar tareas productivas y orientar sus esfuerzos en ostentación de la riqueza familiar. Por otro lado, cierto tipo de empleados pasan a ser figuras más decorativas que productivas, valorándose más sus maneras, más cercanas a la estirpe de los Romanov, que su capacidad de servicio. Gracias a la proximidad a la fuente de riqueza, estos empleados se podrían denominar rentistas laborales.

Cuando el rico no es una persona física sino una empresa con amplios márgenes comerciales, para diferenciarse de las que no los tienen, debe hacer ostentación de su poder económico y una forma de demostrarlo es mantener una estructura que no realice ningún esfuerzo productivo. Esto da lugar a las corporaciones y a ciertos puestos en zonas productivas reservados para rentistas laborales. Cómo se alcanza el estatus de rentista laboral y cuanto tiempo se es capaz de mantener en él depende tanto de los motivos para alcanzarlo como de la habilidad del rentista en perpetuarse en su situación.

No todos los caminos laborales conducen a la renta laboral, ya que ésta se basa en un estatus que deben poseer solo unos pocos. La democratización de este estatus haría que se perdiera su propia esencia de distinción, amén de hacer insostenible el negocio más usurero. En algunos casos se nace predestinado a ese estatus, en otros se busca de forma deliberada y a veces el estatus alcanza por sorpresa a algún despistado.

Para alcanzar ese nivel que permite el abandono de las actividades productivas se tiene que estar fuera de la campana de Gauss de productividad, tanto por carencia como por demasía. La campana actúa como si tañese y de vez en cuando se le escapa un recurso humano, a veces por poca productividad y otras por exceso. Los que van sobrados de productividad van directamente al cielo laboral de las rentas laborales pero "los otros" pueden seguir dos caminos, hacia el cielo o hacia el infierno laboral. Al infierno caen los que no tienen padrinos, ni relaciones, ni son manipulables, ni suponen ningún inconveniente desprenderse de ellos, en cambio ascienden a las alturas los que al menos cumplen algunas de las anteriores características.

Entra dentro de la lógica que los que tienen poca productividad salgan expulsados del sistema productivo. También parece razonable que se salven de la cola del paro los que aún tengan alguna cualidad que supla su falta de productividad. Pero lo que puede chocar un poco es que se expulse a los que son demasiado productivos, pero todo tiene su por qué: son una amenaza a la mediocridad reinante y se les tiene miedo, tanto, que no se atreven a despedirlos y los instalan en la cómoda nube de las rentas laborales.


(1) Interesantísimo autor de la "Teoría de la clase ociosa" (1.899) que he conocido gracias a mi querido amigo el profe que me alimenta la biblioteca con libros de los que no se olvidan. Veblen fué un economista y crítico social y está considerado el fundador de la ?economía institucional?. También dejó un legado de sociología y antropología cultural. Sus escritos son inquietantemente actuales (¡qué poco han cambiado algunas cosas!) y en su época fue declarado persona non grata (¡cómo duele la verdad!).

Sección-Fauna Humana

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jueves, enero 05, 2006

El síndrome de Forrest Gump

Sostengo la teoría de la perdida de valor de la inteligencia en el entorno laboral. Hace tres años sufrí la experiencia de trabajar en una estructura forrestiana y me causó mucho desasosiego. Escribí esto como desahogo y me encontré con la sorpresa de que muchos amigos estaban en la misma situación. Pasado este tiempo se mantiene la misma tendencia pese a que siguen proliferando los estudios sobre el cerebro humano. (véase el post del Sr. Martínez titulado Desafiando la maldición de la calavera aunque hay ciertos vídeos que apoyan mi teoría como el recogido por Telémaco en su post ¿te recuerda a alguien?


Desde tiempos inmemoriales las buenas familias(1) han tenido algún miembro que les sale un poco torpe (Forrest Gump), pero esta condición no les impide disfrutar de las oportunidades destinadas a los presuntamente mejor dotados intelectualmente. Aunque el susodicho tarde 20 años en terminar derecho(2), no le faltará una silla en el Consejo de Administración de alguna empresa controlada por la familia, será feliz y tendrá un futuro prometedor.

Desde que el mundo es mundo, los personajes influyentes siempre han tenido cuñados(3) que estaban en la línea Forrest Gump -a medio cocer-, y a los que había que proteger. Generalmente se utilizaba el recurso de instalarlos en la Administración mediante una plaza en propiedad que les garantizaba la subsistencia de por vida.

Estaremos todos de acuerdo en que los Forrest Gump estaban ocupando injustamente un puesto destinado a personas de mayor coeficiente intelectual, pero el daño colateral no era muy grande. El Forrest Gump de buena familia carecía de mando en plaza y como mucho importunaba a los conserjes. En el caso del cuñado, aunque tuviera mando en plaza e intentara ejercerlo, siempre se encontraría con la resistencia pasiva de los funcionarios, también dueños de su puesto de trabajo y por tanto blindados ante las desfachateces de su jefe. Es lo que podemos llamar una situación injusta pero sostenible.

El pensamiento único dominante en estos tiempos ha abierto un amplio panorama de oportunidades a los Forrest Gump. Ya no es necesario ser de familia bien, ni tener un cuñado influyente; ahora se les valora por sus propias limitaciones, que les dan un valor añadido del que carecen los más listos. Un Forrest Gump tiene una cualidad muy preciada: no piensa y, es más, nunca podrá pensar, ni siquiera influenciado por las malas compañías, ya que su cerebro reseco no da para más.

El habitat de este espécimen son las grandes empresas, que al contrario que las medianas, parece que están más orientadas al maleficio que al beneficio. Imagináos las reuniones de la estructura Forrestiana en la que casualmente se encuentra un ser lúcido que no da crédito a los diálogos de besugo que está escuchando y se le pone la cara como a la Encarna de las empanadillas(4). Ponéos en el lugar de los curritos de los Forrest con su hipoteca y viendo a estos mendas que son los responsables de la estabilidad, la calidad y el bienestar de tu trabajo, que es lo mismo que decir que del pan de tus hijos. Los que dependen de un Forrest, lo mejor que pueden hacer es buscar refugio en zonas laborales menos umbrías, y si los tiempos no lo permiten, armarse de paciencia y rezar para no hundirse en la depresión antes de que pase el chaparrón.

En esta nueva situación de injusticia, los daños colaterales son mayores y el equilibrio no es sostenible. Como el tiempo todo lo pone en su sitio, a los Forrest Gump de nueva generación se les equiparará a los de toda la vida y volverán a posiciones sin mando en plaza pero con el riñón bien cubierto.

Una vez que los he visto encumbrados, me ha desaparecido todo sentimiento de ternura hacia esas cabezas vacías, esa mirada mate de inteligencia y esa expresión bobalicona que te hace pensar que de un momento a otro un hilillo de saliva se deslizará lentamente por su comisura.


(1)Siempre me ha sorprendido que la bondad de las familias esté siempre asociada a su posición y fortuna.
(2) No es mi intención ofender a los abogados, pero siempre se les destina a esta carrera.
(3)Tanto por parte de esposa como por parte de hermana.
(4) Parodia de los humoristas Martes y Trece sobre las llamadas a los programas de radio. Una señora bastante confusa llamaba al programa de Encarna Sánchez y decía que estando friendo unas empanadillas se le había ocurrido llamar para felicitar a un sobrino que tenían en Móstoles haciendo la mili?, al final la señora freía al sobrino mientas felicitaba a las empanadillas que tenía en Móstoles y a Encarna se le ponían los ojos en blanco y se le caía la peluca

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martes, enero 03, 2006

Cabalgata de Reyes


Los Reyes Magos, tan exóticos y sabios ellos, regresan cada 6 de enero para solaz de los niños y terror de los padres. No se cuantos siglos arrastramos de tradición ni en qué países se les espera con ansia, pero en España todos los comercios, grandes y pequeños, afilan sus facas para despojarnos de la paga de Navidad que se verá consumida con las compras irracionales que nos obligamos a realizar. Pero todo este dispendio innecesario es pecata minuta comparado con la asistencia a la cabalgata de Reyes.

Si el lector no tiene hijos comprenderá por este relato lo que le espera y posiblemente se reafirme en su postura de no tenerlos. Si por el contrario los tiene en edad temprana, le servirá de consuelo ver que él no es la única víctima abocada a festejar a los Reyes Magos; y si ya los tiene mayores, como es mi caso, disfrutará recordando el tiempo perdido y que afortunadamente no volverá (al menos hasta los nietos).

Todo padre que se precie debe llevar a sus hijos a la cabalgata de Reyes de su ciudad, en mi caso Madrid. La noche del 5 de enero suele hacer un frío que pela, pero esto nunca puede ser excusa para quedarse calentito en casa viendo la cabalgata por la tele, ya que demostraría que eres un padre comodón y egoísta. Sacando pecho, con una camiseta de La Camerana(1) y con los niños abrigados hasta las cejas, los aguerridos padres salen a la lucha por encontrar un sitio para ver la cabalgata.

En Madrid, la cabalgata discurre desde el Paseo de Coches del Parque del Buen Retiro hasta la Plaza Mayor, pasando por la Puerta de Alcalá, la plaza de la Cibeles y la Puerta del Sol. El Ayuntamiento -siempre colaborador- cierra al tráfico la zona del recorrido, que al ser una arteria vital de la ciudad sólo te deja la opción del metro para desplazarse al lugar de los hechos. Cómo el día 5 de enero es generalmente laborable, los padres deben tener una planificación sin fisuras para poder conseguir el objetivo de ver los camellos (si se va un poco apurado es mejor ir hacia la Puerta del Sol y si se va sobrado de tiempo se puede ver desde la puerta de Alcalá). Elijas el destino que elijas, vayas a la hora que vayas, el metro estará abarrotado y las pasarás canutas para que no se te pierda algún niño cuando se abran las puertas y la multitud, cual magma candente, brote a borbotones de los vagones. Si los niños no son habituales a las hora punta de los transportes públicos, podrán aprender lo que es un atasco humano y cómo es posible que se tarde 20 minutos en recorrer 50 metros.

Una vez fuera del metro se agradece hasta el fresquito de la calle. A solo tres pasos nos encontramos a los vendedores de globos que, cómo no, les colocan uno a cada niño por un precio astronómico. La primera precaución que se debe tomar es atar firmemente el globo a la muñeca de las criaturas para evitar que se les escape y empiecen a berrear. Se puede observar la calle Alcalá como un río de niños portadores de globos, en este caso no eternos.

Algunos privilegiados, que siempre los hay, contemplan el paso de los Reyes por noble recorrido desde los edificios emblemáticos, generalmente bancos o grandes empresas, detrás de los cristales - a ver quien es el guapo que abre una ventana con el frío que hace-, aislándose de los padres menos afortunados. El resto de padres, a modo de ejército de infantería, toman posiciones que mantendrán durante más de una hora para ver el paso de las carrozas. Una vez que los padres están en su sitio, el siguiente obstáculo que deben superar es cómo hacer para que los niños puedan ver un algo. Para familias de menos de dos hijos, el problema entraña poca dificultad: los padres cogen en brazos a sus hijos. Pero para familias numerosas -como es mi caso- es una continua negociación para ver cuál es el que está en brazos cada momento. Sin embargo, la sabiduría popular ha resuelto ingeniosamente el problema de la visibilidad de los niños: la escalera. Algunos padres portan -a modo de cruz- una escalera de aluminio de 4-5 peldaños que despliegan una vez llegados al sitio y en la que colocan a sus hijos para que disfruten de buena vista, siendo la envidia de todos los niños que les rodean.

Cuando discurre la cabalgata entre las prietas filas de familias, los pajes de las carrozas van lanzando caramelos. Ante esto, los niños se bajan de los brazos de sus padres o de las escaleras -según el caso- y corren como locos a pillarlos por el suelo con grave riesgo de que les pisen las manos o les quemen el globo con un cigarrillo. El frío empieza a hacer mella entre los padres pero los niños parece que ni se dan cuenta. El vaho se divisa en todas las bocas, salvo en las que están cubiertas por las bufandas. El fin de la cabalgata está próximo. En la apoteosis final, envueltos en lujosos ropajes, aparecen los Reyes Magos para delirio de los niños y detrás de ellos tres raquíticos camellos, tres, con una escasa carga de regalos, que los niños en su egoísmo natural piensan que son los suyos.

Año tras año los niños le piden el oro y el moro a los Reyes y a pesar que nunca se cumplen sus expectativas no por ello cae en picado el mercado de juguetes(2), ni disminuye su entusiasmo en sus ganas de pedir más, más y más...

(1) Camisetas térmicas donde las haya
(2) Que aprendan de los niños los inversores en la bolsa

Sección-Sapos y Culebras
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