domingo, diciembre 30, 2007

El censor


Si velar por "la moralidad y las buenas costumbres" era el objetivo de los censores de la Grecia de los filósofos y la Roma de los césares, a partir del siglo XV la censura va a extenderse en toda Europa hacia un medio de comunicación que comienza a tener desde el descubrimiento de Gutenberg una gran difusión: el libro.

Los nuevos censores aunque ya no tendrá la personalidad de un Aristófanes o de un Catón el Censor, -salvo contadas excepciones de las que más adelante nos ocuparemos- si conservarán la adustez e inflexibilidad de aquellos.

Y es que curiosamente y como una constante a lo largo de la historia, los censores serán, generalmente, personajes grises, funcionarios "funestos y nefastos", que por adular a la autoridad civil o religiosa, a la que sirven, "mirarán" a los autores de libros como personajes potencialmente peligrosos y analizarán inquisitorialmente el contenido de cada página.

Entre las excepciones a este tradicional perfil del censor queremos recordar a dos ilustres escritores que entre nosotros han ejercido la censura :

Gustavo Adolfo Bécquer y Camilo José Cela.

Si el popular poeta romántico ejerció, por motivos económicos, la censura de novelas a lo largo del período que va de 1865 a 1868, nuestro Premio Nobel lo hizo en los años posteriores a la finalización de nuestra guerra civil. Forzado, como Bécquer, por razones de simple subsistencia, Cela trabajó durante los años 1943 y 1944, censurando Revistas literarias, en la Sección de Información y Censura.

Salvando las ocasiones en las que la censura está justificada en aras de unos mínimos principios de respeto y de defensa de los menores, el censor o el hilo más o menos invisible que mueve su pluma, busca en definitiva silenciar pensamiento, opinión, expresión artística.

Víctimas, en su día, de la censura fueron autores y obras que hoy nos parecen tan "inofensivas" como: Por quien doblan las campanas de Hemingway, Dublinés de James Joyce, Sonata a Kreutzer de León Tolstoi, o Santuario y Las palmeras salvajes de William Faulkner, por hablar sólo de los foráneos.

A lo largo de los años al libro comienzan a sumársele nuevas modos de creación -teatro de vanguardia, cinematógrafo de arte y ensayo, videos, internet, etc.,etc. Y el censor tiene que añadir a los clásicos "útiles" inicialmente usados por los censores -pluma o sucedáneo- algunos tan sencillos como la tijera, la aguja y la cinta métrica, y otros no tan domésticos y más electrónicos. Si la pluma servirá para tachar textos o modificar diálogos cinematográficos que en la mayoría de los casos harán totalmente incomprensibles ciertas escenas -recuérdese Mogambo- la tijera servirá para recortar metros y metros de película, que contribuían a incrementar los esfuerzos de los espectadores para comprender el argumento.

Y en algunos casos con la cinta métrica en la mano el infatigable censor se subirá a los escenarios para con riguroso celo profesional medir la distancia que media entre el suelo y el borde inferior de la falda de la actriz. A alargarlas -mediante el oportuno suplement- y a cerrar los excesivos escotes de las exuberantes actrices, estarán reservadas hilo y aguja.

Desbordando lo anecdótico, la triste realidad es que los "poderes" por muy democráticos que sean se resisten a perder un elemento de control tan eficaz como es la censura. Por ello no extraña que cuando los intereses partidistas o electorales están en juego sientan la tentación de utilizarla. La única diferencia con los países autoritarios o dictatoriales -China, Cuba, Corea del Norte, Birmania, etc.- consistirá en la forma más sutil de ejercerla.

Son tristes realidades que nos advierten, en definitiva, que Catón el Censor no ha "muerto".

¡¡Ni me menees!!

miércoles, diciembre 26, 2007

La vida con una mano


Llevo la recuperación de la fractura de Colles de mi muñeca derecha como una condena. Al lastre de la escayola que actúa como el grillete que me priva de mi libertad, hay que añadir las reflexiones que se me han ido acumulando entre tanta frustración e incapacidad.

Con una sola mano no puedes ni conducir, ni cocinar, ni comprar con la tarjeta, ni efectuar ninguna operación que precise firma, ni realizar las tareas del hogar, ni comer carne, ni mariscos(1), ni siquiera anudarte los zapatos o pintarte una raya en el párpado. En estas fechas Navideñas en las que hay que atender a tantas actividades estar incapacitada es frustrante.

La Nochebuena, sentada en un sofá con la mano derecha descansando en un cojín veía reflejada en un espejo una escena familiar en la cocina. Perfectamente organizados y relajados, todos los miembros de la familia, estaban haciendo lo que suelo hacer yo generalmente con prisas y derrochando estrés. En ese momento fui consciente de que estoy de más, que están mejor sin mí.

Es una satisfacción verles tan autónomos pero me escuece un poco ser tan prescindible. Hace seis años me pasó lo mismo en la vida laboral y ahora tomo conciencia de lo familiar. Creo que me podría ir a comprar jamón de York y no se darían cuenta de mi ausencia. No somos nadie. Tal vez sea mejor así.

(1) Me han contado el caso de un alcalde de Cádiz que era manco pero les ganaba a los que tenían dos manos pelando las gambas.

¡¡Ni me menees!!

sábado, diciembre 22, 2007

El consumista navideño



Vivimos, valga la obviedad, en una sociedad claramente basada en el consumo. Un consumo que tradicionalmente distinguía entre necesidades básicas -alimentos, vestido y vivienda- y necesidades secundarias, casi siempre inalcanzables para la mayoría.

Superada, afortunadamente, hoy día, la lucha por satisfacer las necesidades básicas, -que sólo recordamos viendo llegar los cayucos a nuestras costas, con su carga de miseria-, nuestro consumo se dirige, prácticamente, a necesidades secundarias.

Por ello cuando hoy hablamos de consumismo nos estamos refiriendo a necesidades más que secundarias, auténticamente superfluas: segundas viviendas, lujosos automóviles, prendas de "marca", costosísimos y sofisticados aparatos informáticos, audio, televisión, etc., etc.

Unas necesidades que obedecen más a impulsos emocionales que racionales. Y así las emociones y los sentimientos que afloran especialmente de estos días son "oportunamente" estimulados por la enorme carga de publicidad que se nos lanza desde los distintos medios y que van orientadas a convertir lo superfluo en necesario.

La inminencia de las fiestas navideñas dispara este consumo a que nos venimos refiriendo, convirtiéndolo en el compra por exceso, o lo que es igual, en la compra compulsiva. Durante las pasadas Navidades los medios informaban que sólo en una semana la sociedad norteamericana adquirió productos navideños y regalos por un importe de 28 000 millones de dólares y en España, el diario ABC calculaba en veintitrés millones las personas que habían visitado en una semana uno de los grandes centros comerciales.

El consumista tiene un curioso repertorio de lemas, con los que intenta justificar su compra compulsiva, entre los que destacan: "un día es un día"; "mañana Dios dirá", "estamos en Navidades" o "cuanto más consumo más feliz soy".

Impulsados por este bendito optimismo la gran mayoría de los representantes de la fauna humana de nuestros días se lanzan estos días, tarjeta de crédito en mano, a gastarse no la paga extraordinaria de Navidad -que ya la han gastado anticipadamente en matriculas y libros de la prole-, sino a construir una cuesta que antes se llamaba "de Enero" pero que en nuestros días puede prolongarse hasta muy avanzada la primavera.

La minoría partidaria de un consumo responsable, sostiene que los consumistas son personas inmaduras fácilmente manejables por la publicidad y que, en definitiva, el consumismo no es equivalente a felicidad.

A este grupo van dirigidas las palabras de José Luis López Aranguren:

Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas(...)el consumo es la forma actual del summun bonum. Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y por tanto no es feliz

La Psiquiatría va más allá e incluye a lo partidarios de esta compra compulsiva en el grupo de Trastornos del control de los impulsos no especificados.

Pero no todo van a ser críticas a los numerosos representantes de la fauna humana que se lanzan, estos días, al asalto de los grandes almacenes. Con esta definición, cargada de buen humor, trata el periodista Luis Ignacio Parada de salir en defensa del consumismo y de los "maltratados" consumistas:

La palabra consumismo es un invento de cuatro envidiosos que no tienen ni el dinero, ni gusto, ni alegría para vivir la vida y dedican su tiempo a amargárnosla a los demás

Si usted, querido lector me lo permite y dentro del ambiente festivo de la Navidad le traslado este chiste que encontré hace pocos días, en una página de humor: Hablaba el presidente del país a su empobrecido pueblo:

-¡Querido pueblo! ¡Este año podemos decir que con nuestro gobierno entramos en una etapa de fuerte consumismo!
El pueblo indignado comenzó a gritar:
-¡Mentiroso!¡ ¡No hay comida, ni dinero, ni nada! ¿De qué consumismo hablas?
-Perdón, no me entendieron, lo que quiero decir es que van a estar con su mismo automóvil, con su mismo trabajo, con su mismo salario...

Entre compra y compra, mientras bajamos por la escalera mecánica de alguno de los grandes almacenes, sería bueno reflexionar sobre el genuino significado de estas fiestas navideñas: el nacimiento de Jesús para los católicos, su mensaje de Paz para todos.

Feliz Navidad

Hay que recuperar la creatividad a la hora de celebrar la Navidad, una creatividad que nos ayude a no pasar las fiestas navideñas persiguiendo los inalcanzables sueños que proponen los anuncios

Ecologistas en Acción

¡¡Ni me menees!!

miércoles, diciembre 19, 2007

Los traperos


Hace muchos años el trapero era un típico personaje del amanecer de las grandes ciudades. Cada mañana a las primeras luces del alba iniciaba desde el suburbio su lento camino hacia la dormida ciudad. Con su destartalado carro, tirado un desvencijado asno y acompañado de un famélico perro, que ataba a la trasera del carro, recorría las calles en busca de un modesto cargamento de trapos, cacharros viejos, chatarra, basura, etc. que le permitieran sobrevivir.

Son personajes que llenaron de contenido social muchos títulos de nuestra mejor novela costumbrista. Gracias a ello siempre que deseemos recordar a estos sencillos representantes de la fauna humana, podemos encontrarlos refugiados en las páginas de esa bella trilogía de Pío Baroja que forman: Mala Hierba, Aurora Roja y La Busca.

O hallarlos escondidos entre las “flores del mal” de Charles Baudelaire . A él debemos esta poética semblanza de nuestro personaje:

"A menudo, y a luz roja del farolillo cuya llama y cristal azota y golpea el viento en pleno barrio arrabalero-- laberinto fangoso donde la gente vibra con fermentos tormentosos--, suele pasar un trapero, la cabeza gacha, tropezando y chocando con las paredes, como un poeta, no se preocupa de las rondas de policía, súbditos suyos son, y va volcando su corazón el proyectos grandiosos..."

( El vino de los traperos, París , 1857)

Cuando parecía que estos representantes de la fauna humana estaban en francas vías de extinción y no les quedaba, para intentar sobrevivir, ni la esperanza de contar con la prerrogativa de “especie protegida”, han surgido nuevas especies de trapero.

Unos modernos traperos que han abandonando el cliché de la novela costumbrista y no corren tras la búsqueda de los paraísos artificiales de Baudelaire

Simplemente han cambiado el carro por el camión o la furgoneta y al atardecer, recorren las calles más comerciales buscando en las horas de cierre de empresas y oficinas los cajones de cartón llenos de recortes de papel.

Afortunadamente muchos de estos modernos traperos han encontrado la forma de apoyarse de la labor social que desarrollan grupos como Los traperos de Emaús. Una organización que nació en Francia en los años que siguieron a la II Guerra Mundial y que buscaba luchar contra la dramática situación de “un grupo de marginados que recorrían un largo camino de lucha contra la miseria”.

Importada a España en 1972 por un grupo de entusiastas promotores, realiza, desde su sede en Navarra una gran tarea para que los modernos traperos encuentren en la recogida y reciclado de muebles, chatarra, ropa libros, etc. la forma de “ganarse el pan con dignidad “

Pero también a lo largo de los siglos XIX y XX han existido otro tipo de trapero, Un ilustre personaje como el gran fisiólogo del Collége de France, François Magendie (1783-1855) se autocalificaba de trapero de los hechos:

"Cada cual se compara, en su respectiva esfera, con algún personaje más o menos grandioso, como Arquímedes, Galileo, Miguel Angel, Newton, Descartes, etc. Luis XIV, por ejemplo, se comparaba, nada menos, que con el Sol.

Yo soy más humilde. Me gusta compararme con un trapero. Con mi gancho en la mano , mi saco al hombro, recorro el dominio de la ciencia y voy recogiendo lo que me encuentro"

Recogiendo todo lo que encontraba, se convertiría en la máxima figura de la ciencia médica de su época. Y aportará al desarrollo de la Fisiología importantes descubrimientos acerca de los procesos de la digestión, nutrición, fonación, y la fisiología del sistema nervioso.

En 1855, nuestro genial “trapero” entregará el testigo a su discípulo predilecto el gran Claude Bernard. Será como su maestro, un metódico observador de los hechos, otro genial “trapero de los hechos” que proseguirá la búsqueda de los datos que le permitan "expulsar de la Fisiología los fantasmas que la agobian..."

¡¡Ni me menees!!

viernes, diciembre 14, 2007

El síndrome de Almería


Dedicado al mago Zifnab que se ha evaporado sin que me de tiempo a contarle el influjo de Almería en mi vida.

Pensaba escribir cronológicamente la influencia de Almería en mi Destino comenzando por el post historia de una casa (una de amor), pero un suceso ocurrido recientemente le ha dado la vuelta a mi intención como a un calcetín. Empezaré por el final y bucearé en las raíces de mi extraño síndrome de Almería.

El pasado puente de la Constitución me llevó de nuevo a Almería a participar en un torneo de golf. Era un buen paréntesis en mi agitada vida de triple play como estudiante, profesora y trabajadora. Me merecía un descanso pero no un giro total hacia el cero play.

Todo ocurrió el día de La Inmaculada, día 8. En el hoyo 2 me resbalé y al poner la mano para amortiguar el golpe, me lesioné. Mi mano derecha quedó extrañamente unida a mi brazo y acudió solidariamente en su ayuda mi mano izquierda para sustentar esta unión. Me llevaron en buggy a la casa club y desde allí una ambulancia me condujo al ambulatorio del pueblo más cercano, Vera. Con el diagnóstico de fractura de Colles me trasladaron al hospital de La Inmaculada(1), en Huercal-Overa.

Me atendieron bastante rápido y bien. El traumatólogo de guardia me inspiró mucha confianza. Me pusieron anestesia local y me redujeron la fractura como si jugaran al tug of war con mi brazo, a un lado dos ATS, al otro, el traumatólogo. Quedó el juego en empate, el hueso en su sitio y mi brazo envuelto en blanco yeso. Al dar las gracias al médico de guardia por una atención tan eficaz, me refunfuño que habría sido más rápida si funcionase la informática como Dios manda. Me fijé que llevaba una chapita prendida en la bata que decía: "por unas urgencias dignas". Callé mi condición de informática, lamenté que a veces la tecnología sea más una barrera que una ayuda.

Almería me ha dejado esta vez con una sola mano para afrontar mis quehaceres. Con la baja laboral alguna amenaza se cierne en mis futuras actividades y no sé las consecuencias que puede acarrearme. Mis alumnos se quedan huérfanos de tutorías y a mi faceta de estudiante le faltan dedos para finalizar el trabajo de Doctorado.

Tendré que adaptarme, ¡qué remedio! Pero a Dios pongo por testigo que no volveré a Almería para ser dueña de mi Destino.

Continuara la historia hacia atrás...


(1) Curiosa coincidencia de nombres.

¡¡Ni me menees!!

lunes, diciembre 10, 2007

La mujer en el epicentro

Hace algunos años recorría las tertulias de Madrid un chiste que, poco más o menos, decía:

<<Nos llegan noticias de un posible movimiento sísmico en ese municipio. Localice epicentro.

El alcalde, a las pocas horas, contestaba:

Epicentro y veinte secuaces más detenidos.>>

Al igual que en el pequeño pueblo del chiste, cuando en esa institución que desde los tiempos del Imperio Romano se conoce como familia, se produce el desencuentro de la pareja -o lo que los terapeutas de familia denominan "crisis familiar de carácter centrífugo"- el conflicto marital se convierte en una especie de movimiento sísmico.

Un seísmo en el que la mujer, desgraciadamente, suele encontrarse en pleno epicentro y el grupo de secuaces lo forman los componentes del entorno familiar y social más próximo.

La primera evidencia el día después del seísmo es que en el hasta entonces hogar familiar se va a producir un significativo cambio: un cuerpo en la cama de menos y un cuerpo de más en el armario.

Tras el desconcierto del primer movimiento, comienzan a aflorar sentimientos entremezclados de despecho, traición, desprecio, celos, odio, deseos de venganza, etc., y las distintas réplicas sísmicas van dejando la evidencia de distintas pérdidas entre las que destacan las afectivas y las económicas.

Poco a poco se trata de superar el duelo debido a la ruptura y rehacer la convivencia con hijos y familia, Algunas veces, las menos, mientras se tramita la separación se pone fin al desacuerdo y otras, las más, se busca con premura una nueva relación sentimental con la que vengarse del "otro".

Pues bien, contra lo que pudiera pensarse, no son los profesionales de la psiquiatría, ni los psicólogos, ni tan siquiera los terapeutas familiares quienes más han profundizado en la dinámica de estos conflictos de pareja. Los que más han contribuido a su estudio son los creadores de esos relatos llamados cuentos, que la mayoría de las veces tienen una lectura adulta y que, paradójicamente, sólo leen los niños.

Si lo dudan, les citaré tres ejemplos. Los que nos ofrecen los protagonistas de tres famosos y conocidos cuentos: Peter Pan, Cenicienta y la Bella Durmiente.

En demasiadas ocasiones, y durante mucho tiempo, la mujer, como Peter Pan, se ha resistido a crecer, a bajar el telón de su niñez, otras veces ha elegido, como Cenicienta, instalarse en la cómoda dependencia, esperar que el hombre encuentre su zapato de cristal o, siguiendo el ejemplo de la Bella Durmiente, no ha encontrado otra forma de afrontar la crisis sino quedándose "dormida", paralizándose ante el conflicto, esperando que la solución llegue de la mano, o mejor dicho, del beso de amor de un nuevo "príncipe azul".

Por el contrario, la actitud de la mujer de hoy frente a estos tres ejemplos debe consistir en no resistirse a crecer, ni encerrarse en el interior de su "cocina", ni sumergirse en un sueño secular esperando que un mañana, más o menos lejano, le traiga, como el hada madrina, la respuesta a su problema.

La mujer de hoy debe enfrentarse con valentía al entorno familiar y social que la rodea, y atreverse a romper con la dependencia que tradicional e injustamente le ha "atado" al padre, a su pareja y, muchas veces, a los hijos.

Ello comporta salir al exterior de su miedo, romper el escudo consciente o inconsciente de la angustia que la paraliza y enfrentarse en la acera de cualquier calle, a las inconveniencias de los que se suponía amigos, a la sonrisa compasiva o irónica de muchos, a la incomprensión o al anatema de quienes viven instalados en el prejuicio de y de espaldas a su tiempo.

La mujer de hoy debe, en definitiva, saber superar soledades, desesperanzas y desamparos.

¡¡Ni me menees!!

martes, diciembre 04, 2007

Red Babel


Hace casi un año hablaba de que las partes síncronas no son buenas. Siempre termino exhausta en estas fechas después de compaginar durante dos meses las clases de la Universidad con mi trabajo. Cuando el día no te deja un resquicio para nada que no sea una obligación es cuando cualquier imprevisto es una dulce tentación en la que se cae irremisiblemente como una mosca en el panal de rica miel.

El jueves me encontré un e-mail de César Peña que me invitaba a participar el sábado por la mañana en el programa de Red Babel de Radio 3 sobre blogs hechos por mujeres. Mi curiosidad que está por encima de todo(1), no me permitió dudar ni un instante y acepté la invitación. La obligación de la compra semanal en el mercado de Ventas se quedó desdibujada hasta diluirse como un azucarillo en un vaso de agua.

Los pecados de omisión de las obligaciones en vez de castigo traen una sorpresa como un huevo Kinder(2). En lugar de esperar pacientemente en la pescadería me encontraba en un estudio de radio con Juan Pablo Silvestre, dos blogueras de cine, la mala y la buena de la película, hermanas no sé si de píxel o de dixel, y Víctor Domingo, presidente de La Asociación de Internautas. Desde la sede de RNE de Sevilla estaba Kara de Mujerestics y desde Barcelona Gina Tonic. Al teléfono La abuelita bloguera y la Srta. Cyborg.

Cuando vi el funcionamiento de la radio se me rompieron los esquemas y en mi cara se dibujó la sorpresa. Pensaba que en un programa de radio en directo todo serían nervios y estrés, como en mi trabajo. No, todo funcionaba a la perfección dentro de la calma y la tranquilidad. El director llegó justo a la hora de empezar el programa. Con unos guiones, mitad impresos, mitad manuscritos Juan Pablo Silvestre fue tejiendo el programa con música que hilvanaba la conversación, con la pericia de la experiencia y la sensibilidad de un artista. Asistido por un técnico de sonido y el productor-realizador formaban un equipo compacto. Mis blog-consultores favoritos Julen, Rafa y Mario podrían estudiar la eficiencia de los equipos de la radio, nada que ver con los equipos de las nuevas tecnologías.

Sonó la voz de mi adorada Celia Cruz cantando Guantanamera. Me dio un vuelco el corazón cuando escuché los versos de José Martí:

Cultivo una rosa blanca/ en julio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca.

Este poema es el lema de la Sección Femenina 1.0. Lo encontré en Sevilla, en un rincón recoleto que da acceso al museo de carruajes. Expresa mi sentimiento y determinación de cultivar solo rosas en mi interior, independientemente del entorno que me rodee. Hasta ese momento no me había percatado del guantanerismo de la sección femenina: "mi post es un ciervo herido que busca en el blog amparo ".

Tuve la suerte de conocer a mis compañeras de tertulia. La mala de la película lleva desde el 2005 en este mundo de blogs y su hermana, la buena de la película, casi se acaba de estrenar en él. Las dos, jovencísimas, son un prodigio de madurez, inteligencia y sensibilidad envueltas en una presencia física impresionante. Kara es un torrente de energía y pasión por Internet, se definió friki y torturadora de lectores. Para ella Internet lo es todo. Es Webmaster y empezó con el InfoVía (1995). Recuerda con cariño el ruido de los modems de los primeros tiempos. Se declaró lectora de La Sección Femenina ante mi sorpresa. Gina Tonic, abstemia a pesar del nombre, se comparó con una esponja aprendiendo formas de expresarse en la red. La abuelita bloguera, un prodigio de vitalidad, confesó que desde que tiene el blog no se siente sola. La Srta Cyborg nos desveló la existencia de su blog secreto, inexpugnable desde google y accesible solo por algunos túneles de la red. Seguiremos jugando al escondite para encontrarlo.

Tras contar nuestras sensaciones y motivaciones pude comprobar que en este mundo virtual tenemos algo en común por encima de la edad, la ciudad, la profesión, los gustos... El blog es un pequeño jardín en el que cultivamos nuestras rosas blancas para compartirlas.

Sección-Expedientes-X

(1) Creo que soy la reencarnación de la mujer de Lot
(2) Ahí las monjas me tenían muy engañada

¡¡Ni me menees!!

jueves, noviembre 29, 2007

Los famosos


Hace años, cuando se hablaba de un famoso, nos remitíamos a un célebre personaje de la historia o alguien que, desde la ciencia, la política, el arte, la religión, etc., había hecho méritos más que suficientes para alcanzar el premio Nobel, el grado de doctor honoris causae, ocupar un sillón en alguna Academia, ganar un premio literario o una estatuilla de los Oscar.

Por el contrario, cuando hoy hablamos de un famoso, una inmensa mayoría pensará en ese nuevo personaje de la fauna humana de nuestros días—el famoso o la famosa —que no se ha hecho acreedor a tan honroso título en virtud, precisamente, por alguno de los méritos que reseñábamos más arriba.

Los personajes que hoy en día son llamados, injustamente, famosos, lo son gracias a sus frecuentes apariciones en las portadas de las revistas del corazón, a sus escándalos de pareja, a sus "sonadas" separaciones, a los exhibicionismos en la cubierta de una lujosa embarcación de recreo o a sus supuestas proezas sexuales

Claro que también se puede llegar a "famoso" arruinando la vida a modestos ahorradores, defraudando a la Seguridad Social, a la Hacienda estatal o municipal, etc.

Cuando en el pasado sucedía algún escándalo de este tipo, eran inmediatamente clasificados de "materia reservada" y se trataba por todos los medios de ocultarlos.

Hoy, por el contrario, los detalles más vergonzantes de estos especimenes de nuestra fauna humana son aireados desde las pantallas de la televisión o las páginas de las llamadas "revistas del corazón", que ha encontrado en ello a la "gallina de los huevos de oro".

De jalear el escándalo se encargará un singular grupo mediático formado por una serie de heterogéneos personajes, alguno de los cuales asegura ser periodista—flaco favor al digno y serio periodismo—que se afanan en buscar y propalar las más sórdidas facetas biográficas de estos "famosos".

Y ello se hace a través de ciertos programas-basura que tienen una puesta en escena que recuerda a los antiguos aquelarres: reunidos en semicírculo delante de las cámaras de televisión y dirigidos por un maestro de ceremonias, se dedican, durante horas, a destripar al famoso con lenguaje de "dos rombos".

Lo más sorprendente es que en numerosas ocasiones es el propio "famoso" el que acude al espectáculo voluntariamente (¿) y asiste, sin inmutarse a la disección de los detalles más íntimos del escándalo.

Claro está, que su voluntariedad está convenientemente estimulada por un abultado sobre con un buen número de esos billetes de 500 euros que hasta hace poco -léase Marbella- nadie había visto "pero que existir, existían".

Cuando el famoso y el grupo mediático se han exprimido mutuamente y existe el riesgo de aburrir al personal, se trae a escena a un grupo de curiosos y variopintos personajillos de su entorno—ex parejas, ex niñeras, familiares más o menos lejanos—que a cambio de otro sobre, lógicamente menos abultado, cuentan lo que no está dicho.

Lo que desvela el personajillo tendrá que ser debidamente contestado por el famoso y así se monta la noria del curioso espectáculo que se ha creado en torno a este singular representante de la fauna humana de nuestros días.

Es de justicia señalar que la vida cotidiana de estos personajes sufren (¿) algunas incomodidades: la puerta de su casa está generalmente vigiladas por una nube de fotógrafos y aspirantes a reporteros que a lo largo de las 24 horas del día, le acechan, le persiguen allá donde vayan y le fotografían allá donde se encuentran.

Pero todo ello está convenientemente pactado y revistas, cadenas de televisión, periodistas y reporteros viven en una permanente "simbiosis" con esos representantes de la fauna humana de nuestros días que al autocalificarse de "famosos" han "descafeinado" el auténtico significado de este término.

¡¡Ni me menees!!

jueves, noviembre 22, 2007

Culitos, culetes y culottes

Me voy a acabar ganando fama de friki, a decir verdad ya la tengo en ciertos temas, pero los frikis habemos de haberlos. ¡Qué se le va a hacer!.

Voy a hablar hoy de una de mis más íntimas obsesiones, los culos.

Bueno, para empezar, este es un tema intemporal, desde los niños hasta los viejos, todos lo tienen en su mente, y todos lo relacionan de una u otra manera con lo escondido, lo tabú, lo oculto.

El culo es un gran reclamo sexual. Dice Desmond Morris, en El Mono Desnudo, que la evolución de las hembras del Homo Sapiens, desarrollando unas tetas elevadas y redondeadas, no es ni más ni menos que una traslación óptica del culo al pecho. O sea, cuando el mono anda a cuatro patas, la hembra atrae al macho por su lado trasero, el cual ofrece al susodicho como reclamo e invitación a la coyunda. Pero cuando el mono evoluciona, se levanta, se ofrece cara a cara, esa invitación trasera no se vé, y el desarrollo genético favorece la imitación sexual por medio de la elevación de las tetas en las hembras, lo cual es un verdadera castigo para ellas. Y si no ¿porqué se han inventado los sujetadores?.

Así pues, concluimos que las tetas de las mujeres son en realidad un culo frontal. Es más, la moda dieciochesca, recientemente recuperada, de mostrar esas redondeces, a la cara, no es ni más ni menos provocador que la moda de los "pantalones de bajo perfil", los que muestran, por delante y por detrás, generosos trozos de carne, y ya de paso algún que otro tatuaje y un inconfundible trozo de ropa interior, sea del ya venido a menos excitante "tanga" o del renovado y afrancesado culotte.


La adoración por el culo es en realidad más fácil de practicar, pues cuando le miras a alguien el culo, no te está viendo, lo que aprovechas para admirar, calibrar o adivinar el divino tesoro que se oculta tras el pantalón o falda.


En realidad la moda actual es unisex: las mujeres por igual aprecian, admiran y llegado el caso soban, el culo de los hombres, lo cual es en realidad favorable para ellos, pues sabido es que el hombre llegado a cierta edad desmejora por delante, pero puede llegar a mantener un cierto atractivo por detrás.


La recuperación del tanga viene devenida por la liberación de la braga tradicional. La braga que oprimia y aplastaba las nalgas, dessexualizando el culo, se ve liberada por la ausencia de tela en el mismo. El tanga permite, o al menos así lo imagina el macho, una mayor facilidad de acceso a esa erógena zona, donde un simple abrazo pasa con delicadeza a una caricia por la espalda, acabando con ambas manos en sendas posaderas, lo cual es la gloria de la posesión culífera para el emocionado hombre.


El extremo final de este adelgazamiento del ropaje interior es el sans-culotte, o sea la moda de sin-bragas, dicen los que lo practican que es la máxima liberación y placer íntimo. No se... habrá que probarlo ;-)


Bueno, no me resisto a cerrar con esta pequeña joya cochona encontrada aquí.


Ton cul est rond comme une horloge
Et quand ma fatigue s'y loge
J'enfile le temps à rebours
Je mate l'heure sous ta jupe


Il est midi moins deux minutes
Et je suis encore à la bourre
Promis demain j'arriv'rai pile
Pour faufiler ma grande aiguille


Sous le cadran de ton bidule
On s'enverra jusqu'au clocher
Et mon coeur comme un balancier
Ondulera sous ta pendule


Dis-moi au chrono de tes reins
Quand passera le prochain train
Combien coûtera le trajet
l'ai tant couru contre ta montre
Voici qu'à l'heur' de la rencontre
Je me sens des doigts d'horloger...


Alain Leprest

¡¡Ni me menees!!

martes, noviembre 20, 2007

El golfista

El golf es como la vida. Luchas y te esfuerzas todo el camino, para terminar dentro del "hoyo".


Si en el Reino Unido preguntamos a un ciudadano de "a pie" quien inventó el golf, lo más seguro es que sorprendido, por nuestra ignorancia, nos conteste, con orgullo, que fueron los ingleses, más concretamente los escoceses.

Si se trata de un individuo locuaz—cosa harto difícil en un inglés—nos contará, como allá por el siglo XV la nobleza y la alta burguesía viendo como los pastores escoceses se divertían dando golpes con sus bastones a unos cantos rodados comenzaron a jugar un golf primitivo.

El entusiasmo de nobles y burgueses por el nuevo entretenimiento llegó a tal extremo que los monarcas ingleses, a finales del siglo XV, tuvieron que intervenir para evitar que los caballeros abandonaran la práctica del deporte oficial: el tiro con arco.

Pero ello no debilitaría su entusiasmo por el nuevo juego. Comenzarían por cambiar el sencillo bastón de los pastores por unas maderas y unos hierros más adecuados, al canto rodado pronto le sucedería la bola de madera, luego la de cuero, años más tarde la de gutta percha, hasta llegar a la actual de núcleo de goma. Y la bella agreste campiña inglesa sería sustituida por unos extensos campos de cuidada y fina hierba, diseñados por expertos, y divididos en dieciocho" hoyos"

Pese a todo ese bagaje histórico si la pregunta sobre el origen de este juego se la hacemos a un ciudadano que practica golf nos contestará, sin dudar un solo momento: el mismo diablo .

Por que sólo al diablo se le ocurriría sugerir a los mortales la práctica de un juego que requiere un largo y costoso aprendizaje, familiarizarse con unas normas de juego y un vocabulario plagado de términos de difícil pronunciación, la adquisición de un no menos costoso equipo y el esfuerzo económico de pagar la cuota de entrada en un Club de Golf.

Tras de estos esfuerzos el entusiasta golfista se enfrentará en la practica de su juego a un recorrido llenos de dificultades: zonas de arena que arruinan el juego, árboles que desvían la trayectoria de su lanzamiento, lagos naturales o artificiales que hay que salvar con un afortunado golpe y donde se "ahogan" las costosas bolas, etc.,etc.

Contra lo que pudiera pensarse los obstáculos y los errores que comete en el recorrido normalmente no le desaniman, sino que por el contrario motivan a estos curiosos y masoquistas representantes de la fauna humana a volver una y otra vez al campo de prácticas para tratar de corregirlas. El día que lo consigue corre entusiasmado al hoyo diecinueve (el bar del club) para contar su éxito a todo el quiera escucharle.

Por algunas veces los fracasos se repiten con frecuencia, y el golfista comienza a deprimirse, a perder la confianza en sí mismo, a generar situaciones de angustia, estrés, insomnio...

Unas situaciones que como es lógico han llamado la atención de la psiquiatría y de la medicina deportiva. Son varios los autores que se han ocupado de los problemas que acechan al jugador de golf. Destaca, de entre ellos, el ya clásico libro del psiquiatra y buen golfista francés Dr. Willy Pasini, y de una figura de este deporte, Jean Garaïalde, estudia los trastornos psicosomáticos que la practica del golf puede desencadenar ( Psycho-golf, París,1988)

A este hay que sumar los estudios psicológicos realizados por el Dr. Luis María Guglielmetti, especialista en medicina psicosomática y los del psicólogo deportivo Gustavo Daniel Maure.

Entre los muchos y buenos consejos que unos y otros autores dan a estos personajes de nuestra fauna humana destacan:

Firmeza, determinación, concentración, no compararse con los rivales, confianza en sí mismo y ser tolerante con sus errores.

A estos consejos podía sumarse no obsesionarse con la práctica del golf que se traduzca en un deterioro de nuestra vida laboral y familiar. Es la moraleja de este conocido chiste:

<<Dos amigos estaban jugando una partida y al llegar al tee del hoyo 16 ven pasar por la carretera que bordea el campo de golf, un cortejo fúnebre. Uno de los jugadores deja de jugar, agacha la cabeza y se persigna.

Su compañero le dice: ¡!que detalle¡¡.

El otro le responde: ¡ es lo menos que puedo hacer. Llevábamos cuarenta años casados¡¡>>

¡¡Ni me menees!!

martes, noviembre 13, 2007

Hedía hija mía, hedía...


De mis lejanos juegos infantiles recuerdo uno del que hacíamos víctima al recién llegado o el más infeliz del grupo. El juego consistía en darle un golpe en la cabeza con los nudillos de la mano y tras olerlos detenidamente fingir conocer lo que había comido ese día..

Es un recuerdo que me asalta en las ocasiones-afortunadamente escasas- en las que me veo inmerso en las aglomeraciones de los grandes almacenes, en los distintos espectáculos y concentraciones de masas, en los diversos medios públicos de transporte.

Y es que en ellas es obligado sufrir, cada día, los variados “olores” con los que nos obsequian muchos representantes de la fauna humana a los que no sólo el desodorante les ha “abandonado” sino también el agua, el jabón y la pasta dental

Entre esos desagradables olores se encuentra ese aire exhalado por la boca, que deja, desgraciadamente, de ser un “hálito“ o “ suave soplo” para convertirse en un insufrible olor que la medicina suele denominar halitosis.

Estos representantes de la fauna, --en los que es innecesario recurrir al infantil capón--, son reconocibles no sólo por su “perfume”: suelen sostener durante horas un palillo entre las comisuras de sus labios, chasquean repetidamente la lengua y se hurgan obsesivamente los huecos dentarios utilizando los más variados utensilios, entre ellos sus propios dedos

El hediondo, que así se le califica desde siglos, no sólo no trata de ocultar sus síntomas sino que se distingue por hablarnos aproximando excesivamente su cara a la nuestra, con la curiosa habilidad de dirigir exactamente su “chorro” de hálito hediondo a nuestra nariz

Un “hálito” que no es exclusivo de nuestros tiempos. Así parece deducirse del testimonio que nos brinda el emperador Marco Aurelio quien "alababa a sus legionarios húngaros porque no olían tan mal como los longobardos".

El que los longobardos tenían mal aliento” parece también confirmarlo una carta del Papa Esteban III —que advertía al gran Carlomagno de los peligros de la boda de uno de sus hijos con una princesa longobarda llamada Ermengarda :

"No se case con Ermengarda que es hedionda como todos los longobardos".

El príncipe Luis “el bondadoso” haciendo caso omiso de las advertencias del Papa y sí gala de su apodo, se casó con Ermengarda y cuentan las crónicas mundanas de su época que al poco tiempo de la boda , “no pudiendo resistir su olor, acabó por repudiarla ”

A tratar de mitigar este desagradable síntoma se sumarán las recetas cosméticas de la célebre Trótula de la medieval Escuela de Medicina de Salerno:

"Se toman unas hojas de laurel y un poco de musgo, mezclándose todo con miel de abejas. Se mantiene un rato en la boca y con ello se favorece que el yacer con el esposo o con la esposa sea más placentero"

Un testimonio más cercano a nuestros días lo encontramos en las Memorias de Fanny Targioni Tozzeti , una de las mujeres a la que amó el gran poeta italiano Jacobo Leopardi (1798-1837). En los últimos años de su vida, ya anciana y decrépita, contestaba así a una niña que le preguntaba por qué no había correspondido al amor del poeta:

Hedía, hija mía, hedía

¡¡Ni me menees!!

sábado, noviembre 10, 2007

Historias de una casa (una de amor)

El fin de semana de los Santos volví a realizar un cambio de contexto Madrid-Cuenca. De las montañas me traje la cabeza llena de recuerdos y de ideas para escribir. Aquí va una muestra.


La casa de Cuenca está a punto de cumplir cien años. Tras la puerta de madera, que ha sobrevivido estos años y que está sabiamente restaurada, se esconden historias, unas de guerra y otras de paz (1). Empezaremos por las de paz y entre ellas por una de amor.

En tiempos de paz, recaló en mi pueblo un joven llamado Pedro A, destinado a ser el secretario del Ayuntamiento. Congenió con mi abuelo materno y se hicieron muy amigos. El joven, lo era tanto, que tras un periodo de trabajo en mi pueblo tuvo que marcharse a cumplir el servicio militar.

Lo destinaron a Almería. Allí se enamoró de M. Luisa, una rica heredera de esta ciudad. Pedro, a pesar de no tener fortuna personal fue aceptado por la familia de ella e iniciaron un noviazgo. M. Luisa era hija ilegítima y, aunque con buena dote, no era fácil casarla con un lugareño en esa ciudad tan cerrada y sujeta a los convencionalismos. Cuando terminó el servicio militar se casaron.

Aunque podían vivir holgadamente de sus rentas en Almería, M. Luisa quiso seguir a su marido a su destino como secretario del Ayuntamiento de mi pueblo, renunciando a muchas comodidades. Mi abuelo les alquiló la casa que ahora disfruto en herencia(2).

Maria Luisa pudo comprobar lo frío que puede ser un invierno en Cuenca, lo imposible de tener “servicio” en una sociedad rural en la que todos labran sus tierras, lo complicado de llevar una casa sin agua corriente, la ausencia de diversiones, de tiendas, etc.

Cuando era una niña mi madre conoció a M. Luisa. Me contó que ella era muy alegre y animosa. Lejos de amedrentarse con la dureza de la vida del pueblo, la suavizó. Decoró la casa como si fuera de ciudad, se instaló un cuarto de baño(3) con una bañera con patas que tenía que llenar a base de calderos de agua caliente. Consiguió la máxima confortabilidad posible dentro de este duro entorno. Ella, con su acento andaluz, llena de joyas, rebosante de energía se ganó la confianza de las gentes de mi pueblo, poco dados a aceptar algo diferente de lo suyo.

Pasado un año, volvieron a Almería para que Pedro llevara los negocios. Mantuvieron la amistad con mi abuelo y el contacto con su ahijada, mi prima la mayor. Los negocios fueron muy bien y volvieron por mi pueblo cuando yo era pequeña. Recuerdo a una señora entrada en carnes, rubia teñida, con ropas de alegres colores que se abanicaba con el tintineo de media docena de pulseras de oro y que me daba dinero para comprar golosinas(4).

Quién me iba a decir entonces, mientras miraba asombrada a M. Luisa, que mi destino también pasaría por Almería, pero eso será otra historia....

Más relatos de Lula, pulsar aquí


(1) No se pierdan la disección de la novela de Guerra y Paz que está realizando Bernardinas
(2) Compartida, of course
(3) Justo donde está instalado ahora uno de los baños de la casa
(4) Me lo gastaba en anchoas, siempre preferí la sal sobre el azúcar

¡¡Ni me menees!!

miércoles, noviembre 07, 2007

El pelmazo


imagen tomada de http://wwwvireta.blogia.com

De todos los ejemplares de la fauna humana que nos rodea, ninguno más enojoso y antipático como el pelmazo. Es un individuo "casi humano" que tienen muchas de las características de la piedra berroqueña, de la pesada mosca veraniega, del ávido mosquito y de la insaciable sanguijuela.

Cuando nuestro personaje encuentra a su víctima se adhiere a él como una auténtica sanguijuela y le abruma con altas dosis de locuacidad, servilismo y halago.

Emplea su tiempo en perseguir incansablemente a sus posibles víctimas: Cuando os tropecéis con él, no intentéis escapar: cualquier dirección a la que vayáis coincidirá, curiosamente, con la que él tenía previsto tomar.

Si le veis de lejos e ingenuamente, intentáis escabulliros, perdéis el tiempo, pronto hallará la forma de cerraros el paso y agarrado a vuestro brazo os abrumará con su monótona conversación hasta llevaros a la extenuación.

Contaba, a este respecto, Miguel Mihura -anécdota que debo al recordado Prof. García Sabell- que un día que el gran dramaturgo, por entonces Presidente de la Sociedad General de Autores de España, caminaba por el Paseo de Recoletos, se encontró con uno de los mayores pelmazos de Madrid. Al proponerle Mihura que le acompañara, el pelmazo, sorprendido, le preguntó:

¿De verdad quieres Miguel que te acompañe?.

El gran humorista, aminorando el paso, le respondió:

Sí, porque prefiero que vengas conmigo a encontrarte otra vez.

El pelmazo es incapaz de entender las más claras indirectas, es insensible al desprecio y goza de la virtud de la inoportunidad. Si visita vuestra casa o despacho lo hará a las horas más inoportunas, si estáis enfermos no dudará en sentarse a vuestra cabecera y contaros las enfermedades que ha padecido y si os encuentra, algún día, hablando con una bella mujer preguntará inmediatamente por la salud de vuestra "santa" esposa.

Yo estoy convencido de que si algún eminente biólogo estudiará al pelmazo en profundidad, llegaría a la conclusión de que pertenece, sin duda alguna, a una "especie animal" creada exclusivamente para molestar y amargar la vida al prójimo.

¡¡Ni me menees!!

sábado, noviembre 03, 2007

El sobre moderno

Un vecino muy querido me inspiró este post con este comentario en la entrada "El sobre" :

“desgraciadamente mi sobre laboral es de los modernos... sí, de esos que tienen los triángulos laterales muy pequeños y la solapa muy arriba”

Va por ti Muxfin.

nota: la ilustración es cortesía de Brain

Cuando escribí el post de "El sobre" lo hice con la miopía propia de quien no ve más allá de su nariz. Tan solo vi mi entorno, una jaula dorada con recursos suficientes para alimentar a una cantera de hidalgos/burgueses y de aristócratas. Pero los paraísos laborales se sustentan en otros entornos laborales más magros a los que les van chupando poco a poco la poca grasa que les queda.

Son las empresas subcontratadas, en primera, segunda o tercera instancia las que se estructuran de acuerdo al sobre moderno, con los mismos apartados: trabajo, reunión, viajes y comidas, pero con distinta distribución. Si trazamos con la imaginación (no me atrevo a mancillar la ilustración de Brain) de izquierda a derecha tres líneas paralelas en el sobre moderno podemos ver que los estados varían respecto del sobre clásico de la siguiente forma:

  1. El primer escalón, el de solo trabajo, se sitúa en el borde inferior del sobre igual que en el sobre clásico. La única diferencia se encuentra en que el salario será más escaso. Allí se ubicarán los becarios precarios o los nuevos.

  2. El segundo nivel, el de la adaptación al puesto de trabajo, se diferencia bien poco del primero: alguna reunión y algún viajecito esporádico para apagar algún fuego. En este caso los viajes suelen ser en condiciones muy modestas tanto de transporte como de alojamiento. En este nivel se ubican las fuerzas del trabajo también conocidas como mileuristas, por su techo salarial.

  3. El tercer peldaño, ¡oh sorpresa! es casi igual que el anterior. Parece que el mileurista completa la etapa de integración en la estructura de la empresa sujeto al mismo techo salarial que en el segundo nivel pero con responsabilidades añadidas. No hay margen para las comidas de trabajo, ni opción a la hidalguía laboral. Tiene que organizar el trabajo de otros y seguir realizando el suyo. ¡Esto es lo que hay!

  4. La cuarta morada es un salto tanto cuantitativo (en sueldo) como cualitativo (en privilegios). En este caso la línea paralela se tiene que aproximar bastante a la parte superior del sobre porque es una zona muy pequeña. Muchos son los contratados pero pocos los que acceden al nivel en que se reúne, se come y se viaja. A diferencia de los colegas del sobre clásico, no se comportan como clase ociosa sino como negreros implacables.

  5. En la línea superior se encuentra el mandamás que se pasa el día invitando a comer a los que están en los niveles 4 y 5 del sobre clásico. Esto equilibra el sistema ya que da sentido laboral a la clase ociosa de los paraísos laborales.

Como se puede observar, el sistema funciona y se retroalimenta. El sobre clásico mantiene una abundancia que alimenta a los sobres modernos que administran de forma “eficiente” los recursos. De esta manera los paraísos laborales presentan bonitas cifras de eficiencia ante sus accionistas y los analistas porque con muy pocos recursos “propios” facturan muchísimo.

A veces me pregunto ¿qué pasaría si la "eficiencia" llegara de verdad al sobre clásico?

¡¡Ni me menees!!

martes, octubre 30, 2007

El regreso del torno


En ocasiones tiene uno que abandonar el estilo lúdico y dedicar unas líneas -con gran desazón de quien las escribe-, a ciertos representantes de la Fauna Humana que desgraciadamente tienen muy poco de humanos y no resisten la comparación con la peor de las especies de la fauna animal.

Me refiero a esos miserables individuos/ as-me resisto a llamarles padres- que no dudan en abandonar a sus hijos recién nacidos en el primer contenedor de basura que encuentran exponiéndole a una más que posible muerte.

A estas apasionadas consideraciones me mueve la noticia, que recoge la prensa de estos días, informando que las autoridades alemanas sorprendidas ante el creciente abandono de niños, sobre todo en las grandes ciudades y dentro de ellas en los barrios marginales, se plantean recuperar un sistema similar al antiguo "torno conventual" que durante siglos acogió a los niños abandonados.

El abandono, el abuso y explotación sexual, y el maltrato físico y psíquico-- que conforman el llamado "Síndrome del niño maltratado", no es desgraciadamente un hecho nuevo.

A lo largo de la historia de la infancia es fácil encontrar distintas etapas de esta particular crónica de la aberración de los sentimientos afectivos que representa el abandono físico del niño.

La primera de estas etapas la escriben las sociedades de Atenas, Esparta y Roma que se consideraban dueñas absolutas de la vida del niño y, en consecuencia, deciden si éste debe vivir o morir.

Es la llamada era del infanticidio, simbolizada por el trágico Mito de Medea, que narra como Medea para vengarse del abandono de Jasón, asesina a sus propios hijos.

Distanciamiento y alejamiento son las circunstancias que van a caracterizar otra larga etapa de la historia del maltrato al niño, que Lloyd de Mause ha denominado "período de abandono".

En éste las relaciones de padres e hijos se semejan a las que viven los personajes de la leyenda de Griselda, una joven madre que por sumisión a los deseos de su esposo, consiente en enviar a la hija, que aún amamanta, a un monasterio "en el que secretamente y sin declarar su ilustre cuna la depositan en el torno".

Son tiempos en los que el niño es enviado, a edades muy tempranas, a monasterios y conventos, entregado a una familia campesina para su crianza, dado en adopción, o en el mejor de los casos, se le envía, para su formación, a casa de algún noble. Las más de las veces, el niño es simple y tristemente abandonado—como en el caso de Griselda - "secretamente en el torno del convento".

Son hechos, que con ligeros matices sociológicos, van a persistir en el tiempo y que hasta un ayer no muy lejano "moverá" los tornos de asilos y conventos.

Por ello no causa sorpresa, pero sí dolor, el que después de tantos siglos tengamos que seguir hablando del niño como inocente víctima y que las autoridades alemanas, se vean obligadas a recuperar una nueva versión del "viejo torno" para protegerles de este trágico "repunte" de maltrato y abandono.

¡¡Ni me menees!!

viernes, octubre 26, 2007

El sobre

Chascarrillo recogido de la tradición popular del management y adaptado a mi modo de ver las cosas.

El sobre tiene dos connotaciones laborales, una interna y otra externa. La primera corresponde al antiguo incentivo en metálico que se envolvía dentro de un sobre y se repartía de forma totalmente secreta y arbitraria entre los colaboradores. Ahora se le llama variable y se viste bajo el honorable manto de los objetivos. En realidad, solo ha cambiado la forma, adornada de palabrería huera, y se sigue distribuyendo tan confidencial (menos para Hacienda) e injustamente como antes.

Pero en este post se va a tratar el aspecto externo del sobre, poniendo el foco en su dorso. En la parte posterior del sobre se encuentra la solapa impregnada de pegamento seco que cobra vida al contacto con la lengua para fundirse con los otros pliegues del sobre. Al cerrase, quedan a la vista cuatro triángulos mágicos a los que se ha bautizado como: trabajo, reuniones, viajes y comidas. Trazando tres líneas paralelas de izquierda a derecha del sobre se consigue determinar cinco posibles estados de la vida laboral.


  1. Es la iniciación en la vida laboral. Se sitúa en el borde inferior del sobre. La línea solo atraviesa el triangulo del trabajo. En este nivel se encuentran el aprendiz, destinado a las más pesadas cargas del trabajo. En algunos sitios se le llama becario o "el nuevo".

  2. Corresponde a la adaptación al puesto de trabajo. Está delimitado por la primera paralela al borde inferior del sobre que atraviesa las zonas de reuniones, trabajo y viajes. En este momento laboral, el círculo de conocidos se amplía y se inicia esa cansina tarea de las reuniones y algún viaje esporádico. En esta fase se encuentran el grueso de las fuerzas del trabajo.

  3. Engloba a la integración en la estructura de la empresa. Se alcanza este nivel cuando la segunda paralela al borde inferior atraviesa el triangulo de la comida además de las reuniones, trabajo y viajes. Es el inicio de la hidalguía laboral, en el que el trabajo empieza a ser insignificante frente a las actividades de relación.

  4. Es la etapa de la consolidación en la élite empresarial. Se llega a este estado de gracia cuando la tercera paralela desde la parte inferior del sobre abandona para siempre el triangulo del trabajo y solo atraviesa las reuniones, comidas y viajes. En este nivel se sitúa la aristocracia laboral, exenta de cargas laborales y ocupada tan solo en actividades de relación con sus iguales. Allí se practica la caza del zorro con jauría de perros y otros entretenimientos de las clases ociosas.

  5. El último escalón corresponde a la coronación laboral. Es el estado al que todos desean llegar pero en el que solo uno puede estar. Corresponde con la línea superior del sobre que tan solo atraviesa el triangulo de la comida. Allí se encuentra el rey, habitando la planta más alta del edificio y rodeado de su pequeña corte empresarial. La soledad del líder se manifiesta en la ausencia de reuniones.

En el largo camino laboral cada uno se va planteando en qué estado está y en cual quisiera estar. Desde mi pequeño nivel de influencia solo pido que prevalezca la inteligencia, por favor.

¡¡Ni me menees!!

martes, octubre 23, 2007

El trepa


Hace muchos años existía en Cuba una especie de artilugio formado por cuerdas del que se valían los guajiros para subir a las palmeras. Una especie de escalera que se conocía con el nombre de trepa.

Con la misma denominación, calificamos hoy día, a ciertos ejemplares de la fauna humana de nuestros días que utilizan una escalera o trepa en la que los escalones no están confeccionados con sencillas cuerdas sino con ambición insana, astucia, engaño, hipocresía, ausencia de escrúpulos...

A través de tan especial escalera, el trepa, aguijoneado por su desmesurada ambición, intenta alcanzar los más altos puestos de su actividad profesional, basándose no en sus méritos, que suelen ser escasos, sino en el halago al superior jerárquico y la desgracia o la descalificación injustificada de sus potenciales rivales.

Saltándose las más elementales normas éticas y los más básicos conceptos de lealtad, honradez y compañerismo, transforma una sana y noble ambición de progresar en una carrera en la que "todo vale" y el "fin justifica los medios".

Ser trepa, por otra parte, no se piense que es tarea fácil. En su labor, este personajillo estudia muy concienzudamente la estrategia a seguir y sabe ir dosificando, en cada momento, sus dos básicas y complementarias armas: adular al jefe y denostar al compañero.

Para lo primero no duda en adoptar las opiniones políticas, musicales o deportivas de aquel; está, siempre y plenamente de acuerdo con las decisiones de su jefe, que, aunque íntimamente no comparta, alaba sin recato alguno; solicita su "magistral" opinión ante cualquier problema; procura a toda costa hacerse el insustituible; no regatea su horario de trabajo y sacrifica, si es preciso, sus días de vacaciones.

Simultáneamente a todo ello, logrará ganarse la simpatía de la secretaría personal de su jefe. De ella obtendrá los nombres y fechas de nacimiento de cada uno de los miembros de la familia de su superior. Llegada cada una de las efemérides el trepa no olvidará remitir junto a la felicitación, el ramo de flores para la "encantadora" esposa o el juguete para el "precioso" niño del admirado y querido jefe.

Superados estos primeros escalones, el trepa inicia, seguro de sí mismo, el que le permita el definitivo "acoso y derribo" del compañero. Para ello aprovecha, inmisericorde cualquier fallo o error de éste y aprovecha las ausencias, aunque sean justificadas, de su potencial rival, para "minarle el suelo", de la forma más sutil y efectiva.

El trepa no tiene el menor reparo en propalar, convenientemente deformada, cualquier noticia que piense que puede menoscabar la efectividad del trabajo y la honorabilidad del compañero.

Su forma de trepar no se asemeja a la rápida y arriesgada ascensión del guajiro, sino al deslizamiento lento y sinuoso de la serpiente. Y es que lo que verdaderamente interesa a nuestro repugnante trepa no es el tiempo que tarde en dar la mordedura venenosa a su inocente víctima, sino la seguridad de alcanzar sus mezquinas ambiciones.

¡¡Ni me menees!!

viernes, octubre 19, 2007

Inteligencia, por favor

Gracias a Rrío encontré el blog de Pilar Jericó y en él un post sobre Las organizaciones idiotas del que he extraído la siguiente imagen.



Estoy inmersa en un cambio organizativo. Han traído un nuevo director general con el objetivo de que realice un cambio de cultura. Han evitado que el nuevo director esté contaminado por nuestro Statu quo y lo han elegido muy exótico: de un país lejano y de otro sector. Como es natural, el nuevo director lo primero que ha hecho es anunciar un cambio en la organización de su departamento.

Los habitantes de mi dirección han visto la oportunidad de sacar partido de la situación y están muy revueltos. Han emergido unos TO PA MI que estaban en estado de latencia. Aunque no entro en estas luchas, por mi instinto de supervivencia, me gusta siempre estar al tanto de la situación. Me vino como agua de mayo la tabla que encontré en el blog de Pilar Jericó para clarificar mi análisis del entorno.

Se lo comenté a un colega que también está al margen de la guerra y fuimos colocando a cada uno de nuestros compañeros en el cuadrante adecuado. Nos quedamos un poco preocupados porque se nos apelotonaban en la parte de los Malvados. Por nuestra parte estábamos situados en la casilla de los bondadosos. Vimos claramente el peligro que corríamos al estar doblemente perjudicados: por nosotros mismos y por los malvados.

Una vez que vi las orejas al lobo me brotó ese poso de mi educación religiosa que subyace en las profundidades de mi ser y tracé una línea horizontal que separaba las dos casillas superiores de las inferiores y dije:

Bueno, pero en la vida eterna los de arriba irán al cielo y los de abajo sufrirán los tormentos del infierno

Mi compañero, más terrenal que yo, trazó una línea vertical y separó las dos casillas de la derecha de las de la izquierda y me respondió:

Cómo se te notan las monjas, en esta vida terrenal los de la izquierda van directos al fracaso y los de la derecha hacia el éxito.



Teniendo en cuenta la situación, mi estrategia se debe desplazar hacia la casilla de los inteligentes, que a todas luces es la mejor: éxito en la tierra y cielo en la vida eterna.

Me pregunto si los malvados podrían abandonar el TO PA MI para tomar una postura inteligente en la que todos ganemos con los cambios.

Me da a mí que va a ser que no.

¡¡Ni me menees!!

martes, octubre 16, 2007

El intelectualoide


Entre los más curiosos personajes de la fauna humana de nuestros días, figura el aspirante a intelectual o, mejor dicho, a "intelectualoide". No precisa matricularse en ninguna facultad universitaria. En la mayoría de los casos le basta con leerse unas cuantas recensiones de los libros de actualidad, memorizar una serie de citas para "largarlas", venga a cuento o no, en la primera ocasión que se le presente, asistir a alguna tertulia, o sentarse en un viejo café, rodeado de papeles, y escribir, durante horas, delante de un humilde café con leche.

Ayudará notablemente a conseguir la calificación de intelectualoide, el adoptar aspecto y modales de "progre": barba rala o a medio afeitar, pelo cuidadosamente despeinado, pañuelo de vivos colores y una chaqueta de "arruga bella" con apariencia de suciedad. Indumentaria que sustituye en invierno por un largo abrigo oscuro "made in pseudo Armani" con las hombreras llenas de abundante caspa.

Y lo que con total seguridad le otorgará el doctorado en intelectualidad es presumir de haber participado en las jornadas del mayo francés del 68, haber recibido clases en Berkley, asistir exclusivamente a los cines en versión original, y declarar que solo le interesan los ensayos filosóficos de Sartre, Wittgestein, o Walter Benjamín.

En el terreno musical alguno de ellos cree haber descubierto ahora a Gustav Mahler, desconociendo que allá por los años cincuenta del pasado siglo el padre Sopeña ya promovía, entre los universitarios, audiciones del célebre compositor

Cuando nuestro personaje asiste a los conciertos de la llamada música culta es fácil reconocerle: reclina la cabeza hacia atrás, cierra los ojos -con evidente peligro de dormirse -y adopta un visible ensimismamiento. Vamos, que se traspone.

Pero no se crea que este arquetipo es fruto exclusivo de los tiempos que nos ha tocado vivir. Ya en el siglo XVII y XVIII pululaba en la Francia de "los salones" un cierto personaje que despertó el interés de la Psiquiatría del siglo XIX.

Eran individuos que junto a un escaso nivel intelectual, presentaban paradójicamente, ciertas facultades excepcionalmente desarrolladas: excelente memoria, facilidad para resolver cálculos, fluida conversación, etc.,

Cuando años más tarde el gran psiquiatra Hoche descubrió en clínica ciertos pacientes con esas especiales características no dudó en calificarlos con el nombre de "imbécil de salón", en recuerdo de aquellos petimetres que vestidos a los dictados de la última moda y con afectado lenguaje, transitaban con más cortesía que talento por los salones de París de los siglos XVII y XVIII.

Salones como el de Madame Geofrin, del que Diderot aseguraba que asistían a sus reuniones todos los que tenían alguna influencia en la corte, figuras de la talla de J.J. Rousseau, d'Alambert o los enviados de Catalina la Grande. O aquel otro que sostenía la famosa Madame de Sevigné, que le permitió recoger suficiente "material" para enviar a su hija nada menos que mil quinientas cartas, refiriéndole las "hablillas de la Corte".

Han transcurrido muchos años y el "testigo" de aquellos "imbeciles de salón" ha pasado a las manos de los actuales "intelectualoides", que cambiando casaca por chaqueta de arruga, pasean, con más afectación que conocimientos, por Ateneos, presentaciones literarias y tertulias de café de nuestras ciudades.

Sección-Fauna Humana

¡¡Ni me menees!!

viernes, octubre 12, 2007

Statu quo


Escribía este verano Fernando una estupenda serie sobre la condición humana y la primera entrega me dejó, en dos palabras, im presionada con esta reflexión:

Un famoso escritor dice que si se meten en una botella abejas y moscas y se pone la botella con el fondo hacia la luz y la boca abierta en opuesto sentido, las abejas, buscando la luz siempre, no hacen sino agitarse contra el cristal del fondo, sin poder convencerse de aquel invisible obstáculo, mientras que las atolondradas moscas revoloteando de una a otra parte hallan, cuando menos lo esperan, la salida .... [ sigue ]

La lógica vs. el statu quo eterna lucha recursiva en mi vida laboral. Aquí va una de las múltiples iteraciones.

Sucedió hace tiempo, el siglo pasado, en 1999. Me habían promocionado a Gerente y me estrenaba en nuevas funciones. Uno de los asuntos que estaban bajo el paraguas de mi responsabilidad eran unos vetustos sistemas de gestión con unas comunicaciones desfasadas y lentas pero caras. Fue una de las primeras cosas que llamaron mi atención y que pensé mejorar.

Me puse manos a la obra con el PowerPoint para hacer una propuesta de modernización de esta red. Definí una nueva arquitectura basada en una red IP, analicé cómo se podría hacer la migración de la red actual a la nueva y enumeré uno a uno los muchos beneficios de este nuevo escenario, entre ellos los económicos.

Cuando finalicé este trabajo me dispuse a imprimirlo para presentarlo en la próxima preparación del comité de dirección. La impresora estaba muy próxima a la entrada del despacho de mi director y cuando fui a recoger los papeles lo encontré leyéndolos con un gesto adusto. En cuanto estuve cerca de su radio de alcance me echó una de sus épicas broncas.

Me dijo que le estaba buscando la ruina con estas propuestas. Que qué era eso de querer cambiar las cosas y meternos en líos. Que hiciera el favor de destruir la presentación y que no quería volver a hablar más de ello. Intenté en vano convencerle de que este cambio era bueno para todos pero donde hay patrón no manda marinero.

Me fui a mi sitio cabizbaja y guardé la presentación para cuando vinieran tiempos mejores. Estos tiempos vinieron dos años más tarde cuando el cliente de los vetustos sistemas de gestión pidió una propuesta para modernizar la red de comunicaciones que a todas luces estaba desfasada. Mi director, como si no hubiera pasado antes nada, me dijo que era una vergüenza que YO NO me anticipara al cliente y que el cliente le había tenido que pedir a ÉL los cambios en la red.

En estos dos años me había acostumbrado a las lagunas de memoria de mi director (totalmente fingidas) y no me lo tomé a mal. Desempolvé mi propuesta two years old y apenas tuve que hacer cambios porque había resistido muy bien el paso de los años.

El día D a la hora H se hizo la presentación de la nueva arquitectura ante los clientes. Todo fueron parabienes y felicitaciones. Casi abrumada por la buena acogida de la propuesta pensé que se llevaría a cabo. ¡Qué ingenua! Me golpeé de nuevo ante el cristal como las abejas buscando la luz.

Los clientes aprovecharon tan estupendo análisis de reducción de costes (gratis total) para presionar al suministrador de la red de datos obsoleta y rebajar el precio de las comunicaciones a la mitad. Los clientes cumplieron sus objetivos de reducción de costes y cobraron sus incentivos sin arriesgarse a ningún cambio en la red.

Hoy día todos los participantes en este suceso, salvo yo, están jubilados o han fallecido. Según dice la wikipedia, Laurence J. Peter, el autor del Principio de Peter, dijo en una ocasión: "La burocracia defiende el statu quo mucho tiempo después de que el quo haya perdido su statu ". Esta semana, ocho años después, he vivido una situación similar de statu quo y ni siquiera el parking rojo pasión me ha servido de descompresor. Cuando se jubilen o fallezcan las protagonistas del suceso de esta semana prometo contarlo. Mientras, las he colocado en el congelador.

Sección-Sapos y culebras

¡¡Ni me menees!!

martes, octubre 09, 2007

El indeciso



Hace algunos años estaba de moda una canción, cuplé o tonadilla,que estoy seguro que los más veteranos de nuestros lectores habrán escuchado, en más de una ocasión, en la voz de alguna de nuestras más famosas folclóricas.

Una popular canción cuyo estribillo, fácil y pegadizo, se escuchaba a cualquier hora en los patios de vecindad, y repetía, machacona e incesantemente, un mensaje que sugería dudas mucho más profundas que el famoso -"ser o no ser"-que atormentaba al joven Hamlet, príncipe de Dinamarca.

El mensaje de la canción, en versión abreviada venía a decir : "Que si a la Parrala le gustaba el vino o si por el contrario lo que le privaba era el aguardiente y el marrasquino..."

Curiosa canción, que tenía la virtud de que por muchas veces que se escuchara, siempre se quedaba uno sin conocer las auténticas preferencias alcohólicas de la Parrala a la que imaginábamos como una hembra de "rompe y rasga", apoyada en el mostrador de algún tugurio del barrio chino de cualquiera de nuestras ciudades.

A mayor abundancia, y por las mismas décadas algún genial humorista, que bien podría ser Jardiel Poncela, Miguel Mihura o Alvaro de la Iglesia, para complicar aún más las cosas, hizo famosa una enigmática frase cuya correcta interpretación aún no ha sido formulada: "Ni que sí, ni que no, sino todo lo contrario".

Pues bien, psicólogos y psiquiatras de todos los tiempos han estudiado un tipo de personalidad que, ante situaciones muy especiales, su respuesta, su toma de decisiones -a semejanza del estribillo de la canción- está condicionada por el hecho de no saber si lo que verdaderamente le gusta "es el aguardiente o el marrasquino", o lo que es lo mismo el hecho de "no poder decir sí, y no poder decir no..."

¿Ejemplos? Los que ustedes quieran. En el mundo de las tan en moda encuestas de opinión, el numeroso grupo de los que "no saben, no contestan"; en el terreno político la figura de los trásfugas, o los índices de los que optan por la abstención en cualquiera de las elecciones: generales, autonómicas, municipales, europeas, etc.

Normalmente las personas, una vez valorados los "pros" y los "contras" de la posible acción, proceden a adoptar una decisión. Entre todas las posibilidades de actuar, se elige: realizar aquello que se quiere hacer y plantearse cómo hacerlo, o por el contrario renunciar a tomar cualquier decisión.

Esta última opción puede paralizar al individuo, ya que mientras la persona decidida adopta con celeridad una decisión el indeciso piensa una y otra vez que decisión tomar y acaba preso de una creciente angustia.

Son personajes que en el aspecto laboral buscarán siempre un trabajo cómodo, que no les plantee muchos problemas y que sea "el jefe quien decida, que para eso gana más". Son, en definitiva, individuos que renuncian a "mojarse" y que prefieren que las decisiones las tomen los demás.

Hay que considerar que, efectivamente la toma de decisiones genera altos niveles de ansiedad ya que lleva implícita la posibilidad de equivocarse, y ante la necesidad de adoptar un decisión este tipo de individuos trata de defenderse utilizando estrategias conductuales o tácticas de enfrentamiento que Sigmund Freud denominó "mecanismos de defensa".

Una de estas formas de mecanismos defensivos, se conoce como "Evitación defensiva por aplazamiento" y es la que eligió un personaje inolvidable, Scarlatta O´Hara protagonista del mítico film: Lo que el viento se llevó .

¡¡Ni me menees!!

viernes, octubre 05, 2007

Parking rojo pasión


Antes, cuando tenía que ir de reunión al centro, iba en transporte público hasta que un día necesité llevar el coche y lo estacioné en el parking de Vázquez de Mella. Quedé fascinada por la estética del garaje, por su diseño, su suelo brillante y su señalización luminosa de plazas libres.

A las 9 de la mañana el parking está semivacío y las lucecitas verdes brillan desde el techo indicándote los muchos huecos que quedan. Cuando aparcas el coche tienes la sensación de dejarlo en el mejor sitio del mundo, un parking cinco estrellas, lleno de color y de estética.

Casi te reconcilias con el mundo envuelta en tan buen gusto y hasta se va a la reunión con un espíritu más positivo. Lo mismo ocurre a la vuelta, cuando se recoge el coche, se olvidan los marrones que te han adjudicado envuelta en el rojo pasión de las paredes. Es como una cámara de descompresión.

De una de sus paredes surgen unos versos dantescos con letras de neón, no es el infierno aunque predomine el color del fuego. Las letras que iluminan la pared con estos maravillosos versos del amor más allá de la muerte:


"Amor, que amar obliga al que es amado, me ató a sus brazos, con placer tan fuerte, que como ves , ni aun muerto me abandona".

Ahora, rendida a sus encantos, espero ansiosa que haya reunión en el centro para adentrarme en este parking ardiente.

¡¡Ni me menees!!