sábado, agosto 15, 2009

El desengaño

Últina entrega de currando con rojos disponible en versión wiki



Se discutían los salarios, tema espinoso cuando el comité de dirección ha sido antes el comité de empresa, se ha sentado al otro lado de la mesa y conoce todos los trucos. Se llevaban meses de reuniones y no se llegaba a un acuerdo. La postura de la empresa era dura y la de los representantes laborales luchadora.

Fue esta negociación la que me colmó el vaso de la paciencia que ya estuvo a punto de rebosar cuando me dijeron que no les gustaba que fuera profesora asociada. Pero el destino quería darme una ración extra de hiel antes del desenlace.

Ocurrió que tenía que cambiar una EPROM y fui al despacho de los de HW a por unos alicates. Encontré la sala vacía y todas las mesas recogidas salvo una. Me dirigí a esa mesa que tenía un gran pliego despegado sobre el que descansaban unos alicates. Al tomar la herramienta no tuve por menos que dar un vistazo al papel que había debajo y casi me convierto en estatua de sal.

La mesa era del presidente de los representantes del comité de empresa y la sábana de papel contenía TODOS LOS SALARIOS DE LA EMPRESA. Me busqué a mí y al resto de mis colegas. Mi orgullo sufrió una punzada al comprobar que un par de colorines, de muchísima menos experiencia que yo me sacaban de ventaja unos cuantos cientos de miles de las antiguas pesetas. No me lo podía creer, pero evidentemente era cierto.

Supe que era el final y que no tenía otra opción que cambiar de trabajo. Estaba fuera de mercado y el comportamiento de los que algún día fueron rojos no tenía perdón ante mis ojos. Hubiera tolerado mejor la afrenta si ellos no tuvieran un pasado de lucha por la libertad y la justicia. Una vez que me caí del guindo y me eché unas lagrimitas no exentas de hipo, recompuse la figura y pase a la acción. Contacté con mis compañeros de "con batas y a lo loco " y en un mes ya tenía otro trabajo.

El dueño de la mesa que tenía la hoja de salarios y la persona que me entrevistó en la nueva empresa eran tocayos y su nombre, muy poco habitual, significaba "Dios es mi salvación". Ergo, Dios me salvó de los rojos.

¡¡Ni me menees!!

miércoles, agosto 12, 2009

Sobreviviendo

Nueva entrega de currando con rojos disponible en versión wiki




Ilustración de Jakeline Klein

La capacidad del ser humano para sobrevivir no tiene límites, viene en los genes. En aras de esta capacidad se cometen muchos abusos porque salvo que la única solución sea la rebelión, en el resto de los casos se producirá una adaptación a la nueva situación.

En la pérdida gradual del paraíso laboral, poco a poco nos fuimos adaptando sin perder las ganas de trabajar y el buen humor. Nos adaptamos a la luz cenital, evitábamos las relaciones con los colorines, sobre todo del nerd, suplíamos la falta de atención del number one mejorando la relación en el equipo, colaborando aunque trabajábamos en cosas diferentes, y manteniendo la débil llama de lo que fue el paraíso laboral con el resto de los compañeros.

Creamos un nuevo meeting point en el comedor que la empresa había habilitado con una pequeña cocina y un horno microondas. Allí nos reuníamos los viejunos, las nuevas oleadas de compañeros prefería comer fuera y a ser posible con los dueños de la empresa. En ese comedor vi al lejías comerse el plato de lentejas hasta el borde para después apretarse quince albóndigas. Desde allí organizamos las expediciones para ir a nadar en la hora de la comida y cualquier actividad extralaboral.

Se sacaba tiempo para diseñar y poner en escena bromas pesadas. Los de hardware colocaron unos catéteres transparentes en las maquetas y cuando íbamos a probar un software nuevo se ponían a fumar por el otro extremo del tubo para simular la quema de la maqueta. El trabajo se hacía muy llevadero en este ambiente de camaradería.

Pero íbamos notando que los cambios no iban a mejor. Un día decidimos hacer terapia de grupo y nos fuimos los del equipo a comer fuera de la empresa para poder hablar con más libertad. No invitamos a Paco Lenin para no ponerle en un compromiso entre su vida laboral y política. Coincidíamos todos en la falta de comunicación y de apoyo del number one, la importancia que se les daba a los colorines, lo difícil que resultaba tener que hacer el trabajo sin medios y el futuro tan negro que nos esperaba. Después del desahogo volvimos al trabajo sabiendo que tarde o temprano nos iríamos marchando.

Unas semanas más tarde, un colaborador de la empresa que era jefe de departamento en la Facultad de Informática me ofreció dar clases como profesora asociada. Me encantó la idea de volver a la Universidad y acepté. A los socios no les gustó nada mi nueva actividad académica y me hicieron saber que la empresa no veía con buenos ojos mi pérdida de disponibilidad ya que dos días a la semana me marcharía a mi hora.

Mientras, se estaba negociando el convenio salarial de ese año con ciertas dificultades, pero eso se verá en la siguiente entrega.

¡¡Ni me menees!!

domingo, agosto 09, 2009

El nerd

Nueva entrega de currando con rojos disponible en versión wiki



En aquella época no se empleaba el término nerd, aunque o mais nerd do mundo, Guille Puertas, había alcanzado las mieles del éxito. A pesar de ajustarse bastante a la definición de nerd, no pudimos ponerle ese mote por falta de vocabulario porque en aquel entonces, aunque parezca mentira, NO HABÍA INTERNET. Le apodamos de una forma más cruel y menos cosmopolita: ozono-pino.

Como buen nerd hacía alarde de sus habilidades técnicas y no tenía en absoluto desarrolladas sus habilidades sociales. Conseguía en el primer contacto que perdieras todo el interés en mantener con él la más mínima relación. La primera impresión personal se podría traducir al lenguaje llano a: Pero este gilipollas ¿qué se ha creído?

A su poco saber estar unía un problema de olor corporal, no sé si debido a falta de higiene o a alguna glándula traidora. Todas estas circunstancias hacían de él un loner a la vez que despertaban la curiosidad de los demás desde la lejanía y corrían leyendas urbanas sobre su persona.

Una de las secretarias nos contó que una vez que le saltó una llamada de la madre nerd le preguntó:

- Señorita, ¿a que mi hijo es muy importante en la empresa? ¿a que hace unos trabajos de mucha responsabilidad?

Esto nos dio que pensar que con tal madre el nerd podría ser una nueva versión de Norman Bates, lo que explicaría su comportamiento antisocial.

Dejé de tomar café para evitar la angustia que me producía su presencia. Dadas las reducidas dimensiones de la sala del café, tenía miedo de no comportarme adecuadamente por no controlar la aprensión a su olor a tan corta distancia o por imaginármelo con un cuchillo en mano en su faceta de Norman. Sin embargo, para el lejías, hombre curtido en la mili, esto no significaba ningún impedimento para tomarse sus dosis de café hasta que un día salto la chispa que provocó una explosión de gritos y reproches.

El nerd, coherente con su comportamiento antisocial, solía tomar café pero jamás reponía la cafetera si se tomaba el último café. Un día que el lejías le pilló infraganti dejando la cafetera vacía le recriminó su falta de cooperación. El nerd, en vez de disculparse se puso gallito, lo que desató el lado salvaje del el lejías que le llamó de todo menos bonito. La frase final que pude oír desde el laboratorio fue:

- A VER SI TE LAVAS QUE HUELES FATAL.

Pasados unos días el lejías me dijo:

- ¡Cuanto me arrepiento de decirle que olía mal!, ahora ya no huele a sudor pero en vez de desodorante se ha debido comprar un ambientador de cine y ¡ahora huele a ozono-pino!

Desde ese momento ya tuvo su propio mote, un poquito cruel pero merecido.

¡¡Ni me menees!!

jueves, agosto 06, 2009

Creciendo

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Un edificio tan grande había que llenarlo de contenido. Lo que hasta el momento había sido una empresa de ingeniería electrónica aplicada al sector industrial se abría a nuevos retos. El director financiero (antes contable) amplificó un orden de magnitud su influencia sobre los dueños que escuchaban embelesados sus propuestas de ingeniería financiera. Ante el panorama económico pleno de abundancia que dibujaba el financiero surgieron ideas de todo tipo para ampliar y diversificar la visión tecnológica de la empresa. Esto dio a lugar a una nueva estrategia de crecimiento que trajo sus frutos.

Los primeros frutos fueron las nuevas contrataciones. Cada poco aparecerán dos nuevos ingenieros que no se sabía muy bien lo que hacían y que tampoco estaban muy dispuestos a contárselo a nadie. Se crearon dos castas de ingenieros, los más antiguos que trabajábamos en SW embebido(1) y los más nuevos que trabajaban en las interfaces gráficas.

La casta de los embebidos vivíamos en los laboratorios, rodeados de maquetas. Nuestros terminales eran monocromos y solo utilizábamos la línea de comandos. Hacíamos trabajos muy delicados, especializados y optimizados. Los productos tenían que funcionar en tiempo real y ser tolerantes a fallos. El fruto de todas las horas de esfuerzo quedaba grabado en una EPROM que a su vez se insertaba en un equipo HW. La visibilidad exterior del trabajo quedaba reducida a unos centímetros cuadrados y a la oscilación de los leds que daban testimonio de su funcionamiento.

La casta de las interfaces gráficas, en adelante los colorines, trabajan desde su mesa de trabajo, con grandes terminales a color. Hacían cosas muy vistosas con la mitad del esfuerzo del que tenían que emplear los embebidos. No tenían maquetas ni cacharrería y por tanto no tenían que arrastrase por el suelo para conectarlas.

La falta de comunicación y de respeto entre estas castas dio lugar a que reinase un desprecio mutuo. Los colorines consideraban a los embebidos como a unos pringaos y para dar fe de ello solo se relacionaban con los dueños. Los embebidos tenían una alta autoestima técnica y despreciaban los oropeles gráficos de los colorines, a los que tachaban de frívolos y cantamañanas.

En esta lucha de castas los dueños de la empresa se decantaron por los colorines triunfando desde ese momento la forma sobre el fondo. Los embebidos se enrocaron en sus laboratorios estrechando aún más sus relaciones con el hardware y producción.

Entre los colorines había un ejemplar inclasificable entre un nerd y Norman Bates. Pero para saber cómo era tendréis que esperar a la próxima entrega.

(1) Embebido es una mala tradución de embedded systems.

¡¡Ni me menees!!