Paco Lenin
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El apodo le venía por la gorra modelo Lenin que no se quitaba hasta bien entrado el verano. No era ni muy alto ni muy delgado, tenía una piel clara salpicada de pecas y los ojos achinados. Difería de Lenin en que no llevaba perilla y tenía las facciones más redondeadas.
Era el único ingeniero de a pie de la rama política. Estaba rodeado por ingenieros mercenarios que intentábamos corromper su inquebrantable sumisión hacia la jefatura. Siempre obedecía, jamás protestaba y no tenía clara la separación entre la lealtad laboral y la política. No conozco su evolución pero en los dos años que estuve trabajando allí nunca le vi flaquear en sus convicciones.
Su dialéctica era muy buena, rebatía todos nuestros argumentos. Nosotros teníamos la razón pero él siempre decía la última palabra. Así terminaban todas las disquisiciones sobre los límites de la obediencia a los jefes.
Fue muy buen compañero de cañas y completaba con su dialéctica la amena conversación del Bengo, aunque contando chistes el vasco era el mejor con diferencia. También creo que fue muy buen compañero de trabajo y que nunca nos delató ante los jefes por las barbaridades que solíamos decirle para apartarle del buen camino de la abnegada militancia en el PC.
6 comentarios:
Hoy sin dudarlo todos somos militantes del PC para mayor gloria crematística de Bill. Nuestro marxismo es gatuno. En serio bien por tus tipos y topos.
salud.
Enrique: Si, al final todos esclavos del PC y eso que con el Windows vista han huido algunos a otros partidos informáticos.
Recuerdo que cuando trabajaba en la Administración local a las órdenes de un político socialista le tenía que llamara "Personal computer" porque lo de PC le irritaba mucho por la similitud de siglas.
yo me habia liberado de sus garras, pero al final el canto de las sirenas te acaba atrapando :)
Pablo: ¡Cuanto me alegro de saber de ti! Ahora mismito me paso por tu blog.
Un buen soldado, en todos los sentidos.
Fernando: Cuando dieron lo de la disciplina en clase no debí atender.
Me resulta imposible concebir la obediencia ciega.
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