viernes, enero 30, 2009

Acoso escolar

<<¡¡ Libre, oh, libre.!! . Mis ojos seguirán aunque paren mis pies>>.

(Frase escrita por Jokin la tarde antes de morir)

El maltrato al niño tiene una tan antigua como triste historia. Una extensa crónica que nos habla de la venta de niños en Babilonia, del infanticidio en la Grecia clásica, el abandono de recién nacidos en las puertas de las casas de la Roma de los Césares, de niños de pocos días arrojados a los ríos durante las hambrunas de la Edad Media, del universal abandono de niños en los viejos tornos de asilos y conventos. Y así un largo etcétera.

Con el paso de los siglos parecía que esta siniestra relación de atentados contra la integridad del niño estaba superada o en vías de superarse. El propio Lloyd de Mause ( Historia de la infancia . Alianza , 1974) afirmaba:

“La historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace muy poco”.

Hoy a la vista de las dramáticas noticias que diariamente nos ofrecen los medios de comunicación -los informativos de las cadenas televisivas cada día se parecen más a una negra crónica de sucesos- -la esperanzadora afirmación de Lloyd de Mause podemos, sin duda alguna, calificarla de exageradamente optimista

Y es que a pesar de los siglos transcurridos y las modificaciones sufridas lo largo del tiempo por las sociedades, muchas de las formas de maltrato infantil siguen desgraciadamente teniendo plena vigencia.

De las que hoy día siguen acechando al niño y al adolescente destacan, muy especialmente, las que se producen en las aulas y espacios recreativos de la escuela:

el acoso escolar

José Sanmartín, desde la información que le proporciona ese privilegiado observatorio que supone la dirección del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia define así el actual acoso escolar:

“El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros”

Un acoso del que Iñaki Piñuel y Araceli Oñate ( Mobbing escolar .2007) -describen ocho modalidades y su incidencia:

Bloqueo social (29,3%), Hostigamiento (20,9%), Manipulaciones (19,9%), Coacciones (17,4%), Exclusión social (16,0%), Intimidación (14,2%), Agresiones (13,0%) y Amenazas (9,1%).

Son situaciones que la víctima soporta durante meses o años en los vivirá como una auténtica pesadilla el diario asistir al centro escolar. Situaciones, en suma, que alteran profundamente la vida del niño y a la que éste a veces no encuentra otra salida que poner trágicamente fin a su vida.

Pese a los casi cuatro años transcurridos todavía nos conmociona el recuerdo de ese niño de 14 años llamado Jokin que se arrojó desde lo alto de la muralla de Hondarribia (Guipúzcoa) el 21 de septiembre de 2004, incapaz de soportar por más tiempo el acoso escolar y la serie de amenazas, humillaciones, vejaciones y golpes que le propinaban un grupo de adolescentes de 4º curso de la ESO.

A estas modalidades se ha sumado en los últimos años una nueva forma de acoso escolar en la que unos cobardes representantes de la fauna humana de nuestros días utilizan las nuevas tecnologías y más concretamente la telefonía móvil e internet, para llevar a cabo sus agresiones.

Una forma de acoso escolar que la moda por lo anglosajón ha bautizado con el término e-bullyng.

¡¡Ni me menees!!

jueves, enero 22, 2009

Interneeeeeeet!

Año nuevo, vida nueva. Adiós Saturno S.A ., hola Universidad


Martes y trece, 9:30 a.m.

Con un frío glacial, con la nieve aún presente en las zonas umbrías del Campus, me dispuse a tomar posesión del despacho de asociada que comparto con tropecientos profesores.

Me encontré dentro de un despacho espacioso, con grandes ventanales protegidos por una reja monacal que deja ver la vida que transcurre en el Campus. El mobiliario, consistente en unas mesas negras y estanterías de madera, está dispuesto contra la pared salvo una mesa de reuniones situada junto a los ventanales. El despacho estaba vacío, no se veían signos de vida laboral, no había libros en los estantes, ni papeles, ni elementos de escritorio sobre las mesas, ni bolígrafos, estaba por estrenar. El equipamiento de telecomunicaciones era minimal: un ordenador de cierta edad sin conectar a la red y un teléfono domo de número desconocido.

Entré decidida a instalarme con mi portátil Towando, elegí la mesa de reuniones por ser la más grande y desplegué mis gadgets sobre ella. Encendí a Towando y me dispuse a buscar un punto de acceso Wi-Fi. El primer tropiezo fue que la Wi-Fi del Departamento no funcionaba. Como segunda alternativa me conecté a la Wi-Fi general de la Universidad, pero, ¡Oh, sorpresa! no entraba a mi correo de gmail, ni en el de la Universidad. Llamé al soporte del Departamento y no me cogieron el teléfono, subí a su despacho pero encontré la puerta cerrada. Me sentí aislada y a punto de emitir el grito Mojamuto : Interneeeeeeet!

Me fui a desayunar con un profesor que conocía y le conté mis cuitas de conexión. Me sugirió que me conectase por la Wi-Fi eduroam, y me pasó el enlace con el procedimiento de configuración del servicio. Pude acceder a las instrucciones pero ¡Maldición! para que me funcionase el servicio tenía que cambiar mi contraseña del correo y no me dejaba entrar. Para más INRI durante estos intentos de conexión se fue la luz por dos veces y por supuesto mi portátil no tenía puesta la batería(1). Ante este deadlock me marché a mi casa para poder poner un correo a los de soporte.

Ya en casa, tras meterme en el papel de Calimero, envié un e-mail lastimero de petición de ayuda y al día siguiente me sacaron de mi aislamiento, desde el que pude darme de alta en eduroam. Al final todo tenía su explicación, me contaron la idiosincrasia de la Wi-Fi general (1) y que encontré la puerta del despacho de soporte cerrada porque la confundí con la sala de ordenadores(3).

En mi nueva vida, por las mañanas habito el despacho, antes vacío e incomunicando, y ahora con un germen de vida doctoral.


Actualizado el 23 de enero de 2009 después de leer el comentario de Julen: he encontrado en el blog de Antonio Fumero un vídeo sobre de la historia de Internet. No siempre hubo Internet y sin embargo se trabajaba. Yo aún lo recuerdo y algún día lo contaré.

(1) Soy miserable con el uso de la batería para que me dure más tiempo. Cuando se va la luz tomo conciencia de mis miserias.
(2) Es difícil conocer la mente del administrador de la Wi-Fi general de la Universidad. Tiene filtrado el acceso al https, lo que impide acceder a cualquier aplicación que requiera autentificación segura. Se puede acceder a las páginas webs abiertas pero no se puede leer el correo de la Universidad. ¿Para qué sirve entonces este Wi-Fi? ¿para leer El País?
(3) Esto de ser nueva tiene estos inconvenientes

¡¡Ni me menees!!

sábado, enero 17, 2009

El prologuista


Es bien sabido que prologar un libro es, en cierta manera asumir su contenido, acercarse sin reparos al mensaje, ser, en definitiva, cómplice de lo que cada una de sus páginas encierra.

Aunque aceptar escribirlo constituya, la mayoría de las veces, un motivo grato y honroso -se dice que prologar un libro es como apadrinar un niño-, siempre supone enfrentarse con alguna que otra dificultad.

Una de ellas es el grado de amistad o la excesiva cercanía que se mantenga con el autor. Y es que cuando se mantienen lazos de afecto o académicos con quien lo escribe, estos vínculos afectivos pueden ser, en ocasiones, más que un elemento de unión, un asfixiante nudo corredizo.

Y convertir la relación afectiva, en la "cuerda floja", por donde se puede dar al traste con el equilibrio, la sinceridad y el juicio respetuoso pero crítico que el prologuista debe al autor.

Otra de las dificultades a las que se enfrenta el prologuista es que el lector vaya directamente a la búsqueda del primer capítulo y no pierda el tiempo en leer las páginas del prólogo. Pero esa es una circunstancia menor y a veces aconsejable, ya que al fin y al cabo, cómo alguien bien ha dicho, son páginas que como las de todo prólogo están destinadas a no ser leídas.

Y una más es la adecuada y conveniente brevedad que debe caracterizar a todo prólogo, proemio, prefacio, introducción, etc.

De ello no da ejemplo el Libro II de los Macabeos:

"Es tonto extenderse en el prólogo a una historia que se va a contar"

A pesar de todos estos inconvenientes muchos representantes de nuestra fauna humana no dudan en dedicar generosamente su tiempo y su pluma en la labor de prologar las creaciones de amigos, compañeros o discípulos.

Un notable ejemplo de la generosa tarea de prologar es la figura inolvidable de Gregorio Marañón. A lo largo de su vida firmó nada menos que ¡¡doscientos veinte prólogos!!, que han sido felizmente recogidos en el primer tomo de sus Obras Completas ( Espasa- Calpe, 1968).

Justificaba así Marañón, en Breve prólogo sobre mis prólogos, la importancia de prologar un libro:

Para mí es indudable que un libro que no tiene más que su propio texto es algo tan incompleto como el fragmento arbitrario de un rompecabezas (...) He aquí por qué he accedido, hasta este momento, con tanta facilidad a hacer prólogos a toda clase de libros, con tal de que yo los conociera bien.

¡¡Ni me menees!!

miércoles, enero 07, 2009

El banco de ideas

Que trata de la oportunidad que quiso dar el ingenioso ingeniero don Quijote de la dos-punto-cero a muchos desdichados ingenieros galeotes.

En una empresa con caspa, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que trabajaba un ingeniero de los de twitter en móvil, blog antiguo, sueldo flaco y jefe trepador. Encargáronle a este jefe trepador el cambio cultural de la empresa y siendo tal su aborrecimiento al trabajo, presto delegó en nuestro ingeniero tan fatigosa labor.

Diole, valga la redundancia, al ingenioso ingeniero, en aplicar los conceptos de la Dos-punto-cero a la vetusta empresa. Estaba tan enfrascado en la lectura de blogs y wikis, que se pasaba las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en la Red, así de transparencia y colaboración como de horizontalidad, y diole por aplicarlo.

Como en toda empresa de estos tiempos los directores habían a su mando ingenieros de distintos grados: palanganeros, escuderos, bufones y galeotes. Estos últimos eran los más desfavorecidos por la fortuna ya que se pasaban las horas tecleando sin piedad en los laboratorios, lugares tenebrosos donde nunca entraba la luz del sol. Quiso nuestro ingeniero desfacer este entuerto y mejorar la fortuna de los galeotes. Púsoles un Banco de ideas, para que cualquier ingeniero, cuale fuese de su condición, pudiera proponer ideas y darlas a conocer al mundo mostrando su ingenio y conocimiento. Esta justa sería ganada en buena lid por el que obtuviera más votos a su favor. Diole por creer a Don Quijote de la dos-punto-cero que los directores no se interpondrían a esta hazaña y que afloraría la creatividad desde las mazmorras.

Pero la empresa estaba llena de directores malandrines dispuestos a impedir tan grande proeza. Ocurrió que cuando estos tuvieron conocimiento del banco de ideas, dijéronle a sus palanganeros: “propónganse tropecientas ideas y las que obtengan mi favor sean votadas por toda la dirección”. A su vez, la picaresca quitole la última brizna de transparencia a tan redentora intención y presto corrieron los e-mails de los autores de las ideas implorando el voto entre amigos y ex-compañeros so pena de enemistad.

De nada sirvieron los esfuerzos de directores malandrines ni las argucias de los pícaros autores, llegado el momento de la selección el director ducal la resolvió de un plumazo eligiendo arbitrariamente las ideas que se le antojaron, casualmente todas ellas de los directores que gozaban de su favor. Pero no quedó ahí la afrenta, los finalistas tuvieron que presentar sus ideas a sabiendas de que los nombres de los ganadores estaban elegidos de antemano.

Después de tan grande farsa los galeotes perdieron toda esperanza de salir de la oscuridad de su destino. Sin embargo, el director ducal envió mensajeros que anunciaron por la faz de la tierra tan transparente y democrático proceso de selección de ideas, ganó fama de innovador, fue ensalzado por su majestad (no confundir con S.M.) e imitado en toda la corte. Nuestro ingenioso ingeniero no desfalleció en este primer combate y prosiguió ideando nuevas hazañas para gloria de la caballería dos-punto-cero.


P.D. Estuve tan ocupada con los regalos de Reyes que Julen se me adelantó con el estupendo post Innovación oficial, oiga.


Actualizado a trece y martes del mes de enero del 2009

El verso rico y fluido de Enrique Sabaté pone el colofón a episodio:

Pícaros que al mundo son
arrojados de pericia,
argucia por impudicia,
postrileros de cajón
en busca de redención,
radioactivistas modernos
en su mundo ¿porqué infiernos?,
neocon archimandritas,
moral de patatas fritas,
de Judas: besos fraternos.


¡¡Ni me menees!!

jueves, enero 01, 2009

El principio de Arquímedes

Agradecimientos: Al Ingeniero hidráulico con el que comparto la vida por la revisión de este modelo. Sus acertados comentarios han sido determinantes para la redacción final de esta analogía.


Continuando con la física aplicada al entorno laboral que ya se utilizó en el post titulado Los Julios y los Jefes, se va a tratar en esta ocasión sobre el principio de Arquímedes.

La relación entre peso y volumen se puede medir mediante el principio de Arquímedes, que determina que: todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado.


Extrapolado el principio de Arquímedes a un fluido denominando entorno laboral se puede equiparar el concepto del peso a la valía de las personas (se parte de la hipótesis de que el conocimiento es un lastre) y el del volumen a su círculo social.


Siendo la aceleración de la gravedad un valor constante, son las variables del círculo social, la valía y la densidad del entorno las que configuran la posición de cada sujeto en el devenir profesional.

El círculo social puede se manejado por cada individuo invirtiendo esfuerzo en ampliarlo. La valía personal suele venir de serie pero se puede ampliar con la formación y la experiencia o disminuir con el disimulo. En cuanto a la densidad del entorno depende de cada empresa y puede ser alterada por agentes externos como la presión y la temperatura.

El punto de equilibrio para la supervivencia laboral viene determinado por la proporción entre el círculo social y la valía personal en función de la densidad del fluido laboral.

A continuación se analiza el comportamiento de los individuos según el principio de Arquímedes.

Caso A: (flota)

Cuando el círculo social es muy superior a la valía, entonces se genera una fuerza de empuje hacia arriba que hace que la persona flote sin ningún problema. Puede menguar su círculo social o puede disminuir la densidad del entorno sin peligro de hundimiento. Incluso se puede permitir aumentar su lastre incrementando su conocimiento (sin pasarse).

Caso B: (flota pero con el agua al cuello)

En el caso en el que el círculo social sea ligeramente superior a la valía, el peso del volumen desalojado producirá una fuerza de empuje hacia arriba que hace que la persona emerja aunque de forma precaria. En este caso se está expuesto a que cualquier disminución de la densidad del fluido laboral o merma en el círculo social rompa el equilibrio. En este caso está totalmente desaconsejado incrementar el lastre del conocimiento.


Caso C (se hunde)

Cuando la valía personal es superior al círculo social la fuerza de empuje resulta insuficiente y la persona queda enterrada en el entorno laboral. Se recomienda en esta situación tirar por la borda todo el conocimiento posible y salir al pasillo a hacer amigos. Otra opción es mudarse a un fluido laboral de alta densidad, aunque hay que tomar precauciones de que no sea tan tóxico como el mercurio.

Sirva este análisis como una reflexión de inicio de año para ayudar a buscar ese equilibrio tan necesario para subsistir.

¡¡Ni me menees!!