sábado, diciembre 31, 2005

Vuelan

Esta Nochevieja faltará a la mesa mi benjamina que está en Sevilla con unas amigas. El año pasado faltaron los dos mayores y superé su ausencia sin dramatismo...


Recuerdo que cuando era pequeña por las tardes escuchaba la radio con mi madre. A eso de las cinco de la tarde y antes de que comenzase el consultorio sentimental de Doña Elena Francis, en Radio Intercontinental emitían un programa de canciones dedicadas de media hora de duración. El público solía solicitar canciones del género de la copla española, de escasa variedad dado que el gusto de la audiencia se podría calificar como de sota, caballo y rey.

Era muy frecuente solicitar canciones con clara intencionalidad en la dedicatoria. Así, las familias del sector del transporte les dedicaban la canción del "Amigo conductor"cantada por Perlita de Huelva a sus familiares al volante. Los que por desgracia tenían a sus seres queridos emigrados en Alemania solicitaban "El emigrante", interpretada magistralmente por Juanito Valderrama. Las cuencas mineras se decantaban por la garganta prodigiosa de Antonio Molina que mostraba su entusiasmo por la dinamita con "Soy minero" y demostraba tener unos pulmones fuera de toda sospecha de silicosis. Pero el tema estrella, el más solicitado era "Como se quiere a los hijos" cantado por Paquito Jerez, del que entresaco un fragmento muy significativo del melodrama de los hijos que emprenden el vuelo.

Apenas sabe volar el hijo de la paloma
abandona el palomar.
Como se quiere a los hijos
ya no se puede querer.
Es un cariño que duele
y que te alegra a la vez
.

Un hijo es la gloria que nos manda Dios
por eso se cuidan con tanto primor.
Como se quiere a los hijos
no se puede querer más.
Por ellos se da la vida
sabiendo el pago que dan.


Autores: Padilla/Clemente/Deths


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Cuando sonaba esta canción, miraba por el rabillo del ojo a mi madre que nada más oír las primeras notas dejaba la costura o lo que estuviera haciendo para prestar atención a la letra de la canción. En el punto en que Paquito de Jerez entonaba "Por ellos se da la vida sabiendo el pago que dan" mi madre me miraba y yo percibía cierto temblor en su barbilla. Desde mi ingenuidad no comprendía cómo podría pensar que yo sería una hija desagradecida y que algún día me iría de casa dejándola sola.

Pasó el tiempo, el programa de radio desapareció, casi nadie recordaba quién era Paquito de Jerez y como presentía mi madre, apenas supe volar abandoné mi hogar para hacer mi propio nido, en el que cobijé a tres polluelos. Sin embargo, nunca olvidé la letra de la canción pero la despojé de su dramatismo. Me dije a mi misma que no me apegaría a los hijos y que era ley de vida que volasen por si mismos.

Esta Nochevieja me ha puesto a prueba la canción de Paquito de Jerez, se me han acumulado dos partidas el mismo día que cumplía años, como si todo se hubiera confabulado para cambiar de golpe. Mi hija la mayor tenía como objetivo independizarse este año y como todo lo deja para el final, ha tenido que ser el último día del año el que haga sus maletas. Mi hijo el mediano con el primer dinero fruto de su trabajo, se organizó un viaje a Cuba y por cuestiones de presupuesto escogió el vuelo de la Nochevieja.

A punto de empezar un año nuevo, con un año más y dos hijos menos, no me tembló la barbilla ni derramé una lágrima. Superé el drama de Paquito de Jerez.

Sección-Reflexiones
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jueves, diciembre 29, 2005

Negro

Siempre se habla de la blanca Navidad, pero cuando hay que ponerse en estas fiestas de tiros largos se elige el color negro que, además de elegante, disimula como ningún otro los estragos que en la línea produce la sobrealimentación Navideña. En estas fechas de derroche culinario, al marisco, al cordero, a los turrones y a los mazapanes hay que añadir los embutidos, que es compañía que nunca estorba.

En los fríos invernales, con la matanza del cerdo reciente, las morcillas, negras como la noche y sabrosas como pocos manjares no deben faltar en ninguna despensa. Por eso aproveché un viaje en la antevíspera de la Navidad a mi pueblo para traerme una buena provisión de morcillas, las mismas que hicieron las delicias de mis ancestros y cuya afición me corre por las venas(1).

Como estaban tiernas las puse a orear en la terraza. Las colgué de un clavo y las apoyé en papel de estraza para que no tocaran directamente la pared. Las ristras de morcilla parecían enormes collares de coral negro comestible. Pasó la Noche Buena y el día de Navidad. Cuando mi hija la erudita se iba ya para su casa me dispuse a repartir las cuentas de este collar tan exquisito.

Mi consternación fue enorme cuando en lugar de las morcillas encontré en la pared de la terraza el papel de estraza salpicado de manchas negras. Las morcillas destripadas y esparcidas sobre el papel, como si de óleo se tratara, dibujaban extrañas abstracciones que bien pudieran haber salido de la imaginación de Antonio Saura. Pero no fue la mano del artista la que ejecutó esos dibujos, sino el pico inmisericorde de unos pájaros que devoran lo que encuentran a su paso.

Fue Alfred Hitchcock el primero que nos puso en sobreaviso sobre los pájaros. Siempre que veo una agrupación de estos bichos en reposo, todos con la misma orientación, me parece que están a la espera de un ataque y se me pone la carne de gallina. En la terrorífica película de "The birds" el color de estos demonios voladores era el negro. Negro es el color de los pájaros de mal agüero, negros son los cuervos que te habrán de sacar los ojos y negros los pájaros que han destrozado el manjar que yo más quiero, que también es negro.

Negras mis Navidades sin morcillas de mi pueblo.

(1) Por las mías, por las de mis hijos, por las de mi hermana, por las de mis primas, por las de mis sobrinas....

Sección-Expedientes-X

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martes, diciembre 27, 2005

El fracaso

El otro día pusieron en la tele la película "Los niños del coro" y me trajo a la memoria mi pasado musical...


Cuando entré en el internado a la tierna edad de seis años no sabía lo que era el fracaso. Hasta ese momento era capaz de hacer todas las cosas que me proponía y podría conseguir todos mis objetivos a base de perseverar con pertinaz insistencia. La alta autoestima, unida a un fuerte carácter, me hacían ser un pequeño monstruito. Las monjas rápidamente me pusieron una etiqueta: "Esta niña es muy soberbia". En ese nuevo entorno, lejos de la protección materna, me esperaba la revelación de cómo es la vida a marchas forzadas.

En el colegio la vida venía regida por la religión. Antes de desayunar alimentábamos nuestro espíritu con una misa en latín. Allí cantábamos todo tipo de canciones sacras, desde el Salve Regina al Pange lingua(1). Las puras voces que entonaban estas canciones no eran fruto de la improvisación, más bien al contrario, eran consecuencia de los ensayos que hacíamos dos veces por semana todas las alumnas.

Sor Purificación, a quien llamábamos Sor Pura, era la monja responsable de formarnos musicalmente. Era muy gorda, con una triple papada, casi como Montserrat Caballé pero sustituyendo sus túnicas vaporosas por un austero hábito religioso. Llevaba unas gafas transparentes y tenía unas poderosas manos con las que daba pescozones al menor descuido.

En los ensayos generales, nos reunía a todas las alumnas en la sala de música. Nos colocaba de pie en distintas filas ordenadas por estatura. Al frente de la primera fila colocaba una bancada para poder subirse en ella y dirigir nuestros trinos desde cierta altura. Los kilos le restaban mucha agilidad y para subirse al banco se apoyaba en los frágiles hombros de las niñas de la primera fila. Por las leyes de la naturaleza, las niñas de menor estatura también eran las de menos edad, digamos que las que tenían unos seis años. Mis hombros fueron alguna vez apoyo de sor Pura para elevarse en su pedestal y sentí sobre ellos todo el peso del poder musical.

Nos tenía catalogadas en tres grupos musicales diferentes. El coro de Ángeles para las voces infantiles menores de diez años, el coro formado por las mejores voces afinadas del colegio y el pelotón. Por el articulo treinta y tres, sin prueba previa, pasé a formar parte del coro de Ángeles. Me hacía muchísima ilusión aprender cánticos en latín y lo prefería incluso a jugar en el patio con mis amigas.

Ensayábamos en el coro donde había un órgano que tocaba Sor Pura con su dedos morcilleros pero milagrosamente ágiles. Al principio no me sabía bien las letras en latín y cantaba muy bajito por si me equivocaba, hasta que me fui animando y saqué mi chorro de voz. Sor pura paró en seco su interpretación y dijo: "aquí hay alguien que desafina". Hizo la prueba del nueve y fui expulsada del coro de ángeles.

En ese momento supe lo que sintieron Adán y Eva al salir de paraíso: consternación al saber que la situación no tenía retorno posible y que jamás volverían a ser las cosas como antes. Que lo que no puede ser, no lo es y además es imposible. De nada servía mi memoria para aprender las letras en latín o la entrega total de mi tiempo de ocio a la música, carecía de lo básico: no tenía oído musical. En ese momento supe lo que es una barrera insalvable y me escoció el fracaso.

Aquel fracaso me abrió los ojos a la vida e intuí que no sería el único, que tendría que descubrir todas mis carencias que hasta ese momento pensaba que no existían. La capacidad de reacción a esa tierna edad me dotó de un instinto de superación del fracaso y por eso, aunque le temo, lo conozco y sé que siempre lo podré superar.


(1) Pange, lingua, gloriosi
Corporis mysterium,
Sanguinisque pretiosi,
quem in mundi pretium
fructus ventris generosi
Rex effudit gentium.


Sección-Ave María Purísima

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viernes, diciembre 23, 2005

Feliz Navidad

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martes, diciembre 20, 2005

Y se armó el Belén

Anticipándose a las próximas Fiestas de Navidad, el periódico ABC lanzó una promoción para construir un Belén navideño paso a paso. El primer día de lanzamiento regalaba con su periódico una figura de la Virgen María al módico precio de un euro. La Virgen María tiene su tirón comercial y si a esto se añade la buena calidad de la imagen de unos 15 cm en barro policromado, la oferta era muy atractiva. Muchas familias que no tenían Belén o que lo querían renovar se apuntaron sin pensar a esta oferta.

Una de estas familias fue la de una compañera de trabajo (y sin embargo amiga), que tiene dos hijas pequeñas y que aún no tenía su Belén para estas fiestas. La promoción, como todas las promociones, tenía su truco, el resto de las figuritas se entregaban junto con la compra del periódico (1 ?) más 4,95 ? por la pieza del Belén. La cosa se ponía en mil pelas de las de antes, pero la decisión estaba tomada(1) y el maldito parné no iba a enturbiar la ilusión de sus preciosas hijas.

Lo mismo pensaron muchas familias de su Barrio por lo que el quiosquero se encontró de pronto gestionando el Belén paso a paso de sus parroquianos. Las piezas ocupaban su espacio y tuvo que limitarse a solicitar solo las necesarias para cubrir los encargos de sus clientes. Este aprovisionamiento orientado al stock mínimo causó los problemas que surgen cuando no existe margen de maniobra. Por error, vendió una de las figuritas de mi amiga, en concreto la mula, a otro parroquiano y de repente lo que era una rutina diaria empezó a ser una obsesión. El miedo por que volviera a ocurrir le llevó a dar prioridad absoluta a la tarea de hacerse con su figurita diaria y a iniciar la búsqueda de la mula por otros quioscos.

El Belén por partes se está haciendo por todo Madrid y las figuras no sobran por lo que mi amiga aún no ha encontrado la mula. Su quiosquero para consolarla le dice que su caso no es el peor que tiene veinte familias esperando el niño Jesús y que eso sí que es grave. Pero no queda ahí la cosa, el otro día fue mi amiga a comprar su figurita, que ese día era un Rey Mago, mientras su marido sacaba el coche del parking. Al estacionar el vehículo para esperarla se dio un golpe con otro coche y se empezó a impacientar. Mi amiga por intentar darse prisa se le cayó el Rey Mago al suelo y se le rompió. En ese momento se mascaba la tragedia. Tomando aire y en actitud positiva trazó un plan para solucionar el problema. Aunque llegaban un poco tarde al trabajo, fueron parando en todos los quioscos por los que pasaban hasta que en el cuarto encontró el Rey Mago del día.

Así sigue mi amiga, sin mula, y haciéndose con su figurita diaria. Los veinte vecinos que no tienen niño Jesús que poner en su portal estarán más desesperados aún. La alternativa que les queda es ir a la Plaza Mayor y comprar una figura igual o equivalente. Como cosa del mercado libre ya habrá algún especulador del Belén del ABC que tendrá puesto en la Plaza Mayor(2) y cobrará las figuritas sueltas a precio de oro(3). Aquí hay negocio para todos, el ABC vendiendo religiosamente su periódico diario, los de la logística dosificando la distribución para crear el mercado de segunda mano, y los del puesto de la Plaza mayor como canal de distribución alternativo. Y es que el sistema capitalista está lleno de oportunidades para todos mientras existan los consumidores.

(1) Alea jacta est, como dijo Julio Cesar.
(2) Seguro que es cuñado del almacenista del ABC que se habrá ocupado de reservar ciertas piezas de la tirada para darles valor.
(3) No quiero ni pensar a lo que se cotizará el Niño Jesús, casi como el Niño Jesús de Praga.

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domingo, diciembre 18, 2005

Pasando la bola

Mi buen amigo Telémaco me ha pasado el testigo de un meme literario invitándome a pasar la bola, no sé si en este caso más que la bola será su dichosa piedra que acarrea de arriba para abajo sin descanso.

Aquí van mis deberes hechos:

1. ¿Qué libro te gustaría ser?

  • "El diablo Cojuelo" de Luis Vélez de Guevara que puede ver la verdad detrás de tanta máscara y destriparla con suma ironía.


2. ¿Alguna vez te enamoraste de un personaje de ficción?

  • Si, de Don Quijote


3. ¿El último libro que compraste?

  • "Psicomagia" de Jodoroswsky. Aún no lo he empezado a leer


4. ¿El último libro que leíste?

  • "Teoría de la clase ociosa" de Thorstein Veblen. Estoy en ello, porque esto del blog te quita mucho tiempo de la lectura en papel.


5. Los cinco libros que llevarías a una isla desierta en orden de preferencia. ( como aquello que salvaría si todo el resto fuera a destruirse).

Cinco libros para el resto del vida son pocos, pero peor es el caso de la novela "451 grados Fahrenheit" en la que tocan a un libro por persona. Me los llevaría más bien tochos para que me durara la lectura a pesar de lo que dice mi querido Quevedo "lo bueno si breve, dos veces bueno". Este en mi top 5:

  • "El Quijote" de D. Miguel de Cervantes
  • "Las mil y una noches"
  • "Los episodios Nacionales" de Benito Pérez Galdós (difícil meterlos en un solo libro :-) )
  • "Los Toros" de Jose María de Cossio (ídem que los Episodios)
  • "La divina comedia" de Dante Alighieri


6. Cuentos que te han gustado muchísimo.

  • "Cuentos de Eva Luna" de Isabel Allende
  • "Mujeres de ojos grandes" de Ángeles Mastretta
  • todos los de "Las mil y una noches?


7. A quién se lo paso y porqué?

  • A María y a Pablo porque algún hilo invisible del destino nos unió en la blogesfera.
  • A Chousas porque siento curiosidad por ver como responde a estas preguntas
  • A Almena que seguro que le da un toque Haiku
  • A Zifnab que dará su visión mágica
  • A la-de-marbella que sé lo mucho que le gusta leer
  • A Burton para pasar la bola al otro lado del Atlántico

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miércoles, diciembre 14, 2005

El Perro del hortelano

El post del Sr. Martínez sobre La retórica de las reuniones, me ha traído a la memoria la figura del perro del hortelano que escribí a tras sentir que me segaban la hierba bajo los pies. Este es mi desahogo.


Bajo el título de "El perro del hortelano"(1), Lope de Vega nos pone en clave de humor el mito de "ni come, ni deja comer" encarnado en la figura de Diana, condesa de Belflor, que no se atreve a aceptar a su secretario como galán ni deja que éste corteje a su doncella. En un sinfín de situaciones provocadas por la condesa, unas avanzando en su romance otras retrocediendo, bien se la podría llamar condesa de "Sí-pero-no". Como buena comedia, el desenlace es venturoso y los amantes al final son felices y comen perdices.

Pero la vida no es una tómbola, ton, ton, tómbola, como decía Marisol radiante de una falsa felicidad. Tampoco es una comedia de capa y espada con final feliz, es más bien una comedia de engaños donde nadie dice lo que realmente piensa o pretende y todos asumen la careta como algo inevitable.

De todos los teatros de la vida es sin duda el laboral donde se interpretan las comedias de enredos de forma sublime. Es frecuente toparse con emboscados(2) que esconden una faca junto a la PDA, que no hacen ni dejan hacer. Utilizan el dardo de la palabra para preparar el camino de la puñalada trapera, capaces, como Cirano de Bergerac, de concluir un verso con una certera estocada. Extrapolándolo al entorno actual, el verso de Cirano se convierte en presentación de powerpoint y la estocada en descalificación de los que pretenden conjugar el verbo hacer.

Es posible detectar estos especimenes analizando su pasado limpio de cualquier acción ejecutiva, proyecto bien realizado o logro conseguido. Suelen cubrirse con el manto de la perfección para encontrar siempre algo que dé pie a posponer la acción. Se mueven como pez en el agua en el mundo del papel, las normas y las formas.

El arte de no hacer ni dejar que otros hagan está sustentado sobre la impotencia y la envidia. La impotencia de saberse inútiles y la envidia por los que son capaces de hacer algo. Bajo la máscara de la predisposición más absoluta a la colaboración se esconden las aviesas intenciones de boicoteo a la acción de los que son capaces. Las excusas bien argumentadas, el rostro compungido, las disculpas más profundas, la interposición de terceros, la solidaridad más sincera son los signos externos de estos perros del hortelano.

La vida es fácil para estos canes tan puñeteros y disponen de numerosas reservas naturales protegidas donde desarrollarse y conseguir un nivel de desánimo en los capaces casi infinito. Los podemos encontrar en los núcleos corporativos poniendo chinitas en el camino de los que tienen cuentas de resultados, en las oficinas de proyectos, en los departamentos horizontales como los de Sistemas de información, Recursos Humanos, Calidad, Planificación, Innovación... Allí se sienten seguros de poder cortar toda iniciativa encaminada a la acción.

El daño que causan es doble no solo no hacen sino que impiden a los demás que hagan. Si se consiguiera al menos que no perturbaran a los hacendosos ya se habría mejorado bastante la situación porque intentar que ellos hagan algo no se consigue ni con viagra profesional contra la impotencia laboral.

(1) Magnífica la versión de Pilar Miró para el cine. Carmelo Gómez sublime en el papel de sufrido galán y Emma Suárez estupenda dando vida al personaje de Diana. En el cine en el que vimos la película pasamos mi hija la erudita y yo un frío de muerte, solo soportable por los versos de Lope.
(2) Emboscar: RAE: Dicho principalmente de quien esquiva sus obligaciones militares en tiempo de guerra. Escudarse con una ocupación cómoda para mantenerse alejado del cumplimiento de otra.

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sábado, diciembre 10, 2005

Torneo de golf

Hace un par de años en el puente de la Constitución se organizó un torneo de golf en una zona del sur de España. Los participantes eran empleados de una gran Corporación y sus familiares directos. Asistí como acompañante a título de esposa y esto es lo que aconteció...

Los torneos de golf que organizan algunas Corporaciones son reuniones dignas de estudio sociológico porque cada persona tiene dos componentes: su nivel jerárquico y su handicap personal, siendo normal que estos valores estén descompensados. En este caso concreto, el secretario del consejo, máxima autoridad(1), era el que tenía peor nivel de juego(2) .

Uno de los puntos más conflictivos de un torneo es organizar los grupos de salida. Normalmente los jugadores quieren jugar con otros de nivel de juego superior. Como no es posible satisfacer a todos, siempre hay alguno que protesta cuando le incluyen en el pelotón de los torpes, salvo que le toque con el secretario del consejo en cuyo caso no podrá disimular su satisfacción.

Otro efecto que se manifiesta es el efecto coronela, que consiste en que la esposa hereda la jerarquía de su marido y establece relaciones jerárquicas con otras esposas. En este caso, el nivel de juego del marido no puntúa en el plano de la relación. Este tipo de relaciones se manifiesta sobre todo a la hora de la comida cuando se agrupan por mesas y en los asientos del autobús.

La competitividad de juego se complementa con la pugna por los recursos escasos, tales como proveerse de bocadillos en una parada del autobús, la lucha por encontrar mesa en el comedor, la aventura de llenar tu plato trinchero con el buffet del hotel, un asiento delantero en el autobús... En estos comportamientos puedes entrever la vileza del ser humano en todo su esplendor.

Inicié el viaje con mi mejor predisposición y respeto a los participantes, pero tras tres días de sufrir la marginación social de las coronelas, de quedarme sin nada que poner en mi plato trinchero, ni mesa en que sentarme, harta de ver hacer trampas al secretario del consejo(3) y escuchar como le adulaban sin el menor recato, se me despertó lo peor de mí misma y haciendo gala de la frase de Mae West: Cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mejor, tracé un plan y en el viaje de vuelta pude ejecutar mi venganza.

Primero trinqué el mejor sitio del autobús en el que solía sentarse una coronela por la que sentía especial inquina. Cuando llegó la presunta usufructuaría del asiento, empezó a hacer comentarios sobre la falta de respeto a los mayores. Me hice la tonta -que se me da muy bien- y seguí sentada en mi sito como si nada. La muy bruja, le quitó el sitio a su mejor amiga y cuando ésta llegó se excusó acusándome, pero yo tenía la conciencia muy tranquila.

En la primera parada del autobús, dada mi situación estratégica, pude salir de los primeros y pillar un pedacito de mostrador. Para reservar el sitio hasta que viniera mi marido me coloqué de espaldas al mostrador apoyando los codos en la barra. No era una postura muy femenina pero era estratégicamente acertada. Estando de esta guisa vi acercarse al secretario del consejo, que acostumbrado a todo tipo de deferencias esperaba que le cediese parte de mi sitio. Craso error de cálculo por su parte; con una mirada cargada de intención y una sonrisa maligna separé aun más los codos de mis costillas y no dejé resquicio alguno para el jerarca que, con la mirada baja, se fue a buscar otro sitio.

En el próximo torneo, que tiemblen las coronelas y los jerarcas

(1) Mi subconsciente me traiciona, cuando digo autoridad me sale la palabra incompetente y tengo que reprimirme.
(2) Para los que no estén familiarizados con los términos del golf: con un peor nivel de juego el handicap es más alto. En el relato el golfista hay un mini glosario de términos
(3) El fedatario, le daba patadas disimuladas a la bola para sacarla de zonas difíciles. Actitud totalmente reprobable en un caballero.

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miércoles, diciembre 07, 2005

El bolso ajado

Seguro que Almena que va siempre atenta cuando pasea para encontrar lo insólito no se ha topado aun con el singular sitio que describo en este relato. Por mi parte, suelo ir distraída en mis asuntos mientas piso las calles de Madrid, pero quiso el destino que conociera tan peculiar tienda.

Me gusta mirar el escaparate de Loewe. Siempre deseé tener un bolso de esta firma, pero cuando vi expuesto un modelo tipo saco la atracción fue irresistible; nada pudo impedir que mis manos y mi nariz mancillasen el inmaculado cristal. Aunque mi poder adquisitivo me permitía adquirirlo, mi conciencia me impidió hacerlo, por lo que tras un suspiro me alejé de la tienda dejando mis huellas dactilares como recuerdo.

En unas rebajas de Loewe encontré mi bolso soñado con un 60% de descuento, en este caso la conciencia no fue capaz de sujetar a mi tarjeta de crédito y el bolso pasó a ser de mi propiedad. Tan grande fue mi ilusión que empecé a utilizarlo a diario, relegando al resto de mis bolsos al ostracismo.

Tres años transcurrieron en los que el bolso y yo éramos una unidad de destino en lo universal(1). Como diría Quevedo: érase una mujer a un bolso pegada.... Pero ni la mejor piel resiste tanto trote, y a pesar de que siempre lo traté con mucho cuidado, al final se ajó.

Recordé que mi zapatero me había recomendado una tienda en el viejo Madrid, de nombre Restauraciones Peña, en la que arreglaban bolsos, los limpiaban y teñían. La tienda está situada en la Calle Ave María, en el antiguo y castizo barrio madrileño de Lavapiés. Me deslicé con el coche por las estrechas y sinuosas calles con vertiginosas pendientes y con mucha dificultad lo aparqué enfrente del cine Doré(2).

Restauraciones Peña, fundada en 1947 por el Sr. Peña, está actualmente regentada por tres socios que trabajan la artesanía del cuero y tienen presencia en Internet en la página www.arreglodebolsos.com. La tienda es amplia y está decorada acorde a la fecha de su inauguración. Lo más sobresaliente es un enorme cartel con aspecto de presidir el local desde el día de su inauguración, que reza lo siguiente:



¿Qué es un cliente?

El cliente es la persona más importante de esta casa, ya se manifieste en persona, por escrito o por teléfono.
El cliente no depende de nosotros, somos nosotros los que dependemos de él.


Me pareció un auténtico hallazgo encontrar esta frase, tan de moda entre los consultores de empresa, que venden esta idea como si fuera producto de alguna reflexión.

Estoy convencida de que en un año de malas expectativas para las consultoras, la esposa de un "Arturo" o de un PWC, en vez de comprarse un bolso nuevo, para ahorrar costes llevó su bolso ajado a arreglar, leyó la frase y se la contó a su marido. El consultor salvó la cuenta de resultados de su empresa ese año con el rollo de la Orientación a Cliente y le hicieron socio. A las pruebas me remito.

(1) Una de las frases favoritas del régimen franquista para "describir" a España.
(2) Sede actual de la Filmoteca Española.


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sábado, diciembre 03, 2005

Terminator

Hace unos tres años despidieron del trabajo una amiga mía con un procedimiento de una crueldad innecesaria. El relato que sigue a continuación fue fruto de lo que me contó con algún añadido de humor negro, ya que en no cabe otro color para estos hechos. Esta semana una persona muy cercana ha sufrido el mismo procedimiento de despido y ha revivido en mi memoria este relato. Espero que este procedimiento toque pronto a su fin.

La cuenta de resultados es lo más sagrado para una empresa, todo lo que pueda mancillarla y ponerla en entredicho hay que amputarlo. Cuando empieza a perder lustre, normalmente se contrata a un financiero para salir de la situación y este señor economista empieza por lo más fácil para que le cuadren las cuentas: disminuir los gastos. Hay muchos tipos de gastos que se reducen hasta que se llega a un tipo de gasto de aspecto humano y que religiosamente cobra una nómina a fin de mes.

Cuando se llega a esta situación es preciso definir los criterios de selección de víctimas y elegir el verdugo. Parece normal que para ejecutar este triste procedimiento se echara mano de las alimañas de la empresa pero el despedir no forma parte del core del negocio y por eso hay que subcontratar este servicio a unas consultoras especializadas en ello

Estos consultores, debidamente formados en estas lides, son seres asépticos que cumplen con el rito de ponerte de patitas en la calle sin despeinarse, sin perder la sonrisa y con la satisfacción del deber cumplido. Al igual que la Guardia Civil(1) actúan en parejas , llaman una a una a sus víctimas a un selecto despacho de dirección, les ofrecen asiento y un té(2) antes de exponerles la grave situación por la que atraviesa la cuenta de resultados, secuela del exceso de trabajadores. A continuación le comunican que prescinden de sus servicios ya que su salario supone una carga inasumible para la empresa.

La víctima, sorprendida, no da crédito a lo que oye, ya que en estas situaciones de regularización de empleo todos los trabajadores piensan que no les va a tocar a ellos. En este momento de confusión, los consultores terminator, acompañan a la víctima a la mesa de trabajo donde le sugieren que recoja sus cosas y que no hable con sus compañeros. Los terminator, dejan a la nueva baja en plantilla en la calle y vuelven de nuevo al despacho de lujo para gestionar otro nuevo despido. El interfecto laboral, que no ha asimilado los 15 últimos minutos de su vida, se encuentra en la calle con una caja de cartón que contiene sus objetos personales de la oficina y si le pinchan con un alfiler no sangra

Cuando finaliza la dura jornada, los consultores terminator llegan rendidos a su casa. Es tarde, los niños están acostados y los besan con ternura. La mesa está dispuesta para la cena, a los postres dirán a su mujer: "Cariño, este año cuando despida al número 100, cumpliré los objetivos y nos podremos comprar un coche nuevo".


(1) Creo que la Guardia Civil, para reducir gastos, quiere que las parejas se reduzcan a la mitad, formando parejas de a uno. ¿habrá hecho un master en Administración de Empresas el Director de la Guardia Civil?
(2) Sería más conveniente una tila, por lo que ocurre a continuación

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martes, noviembre 29, 2005

Malos pelos

A veces se consigue un amigo por un relato y otras un relato surge del intercambio e-pistolar. Intercambié con mi amiga Mayte, doctoranda y editora del blog de temática histórica Frentes avanzados, varios correos que dieron como resultado las líneas que ahora siguen.

Dicen que la cara es el espejo del alma, pero todos tenemos alguna parte de nuestro organismo que absorbe todas las tensiones y las manifiesta al exterior. En mi caso es el pelo el que me delata, ¡qué mala suerte!.

En mi infancia las niñas tenían dos posibilidades, poseer un cabello largo, peinado en largas trenzas rematadas en lazos blancos o llevar el pelo corto. En mi caso, mi madre se decantó por una opción minimalista, en aras de la comodidad, dejándome afiliada al grupo de las pelonas. A pesar de mis reivindicaciones para ser dueña de la longitud de mi pelo, no conseguí pasar de la melenita tipo paje. Sólo mi naturaleza fuerte me salvó de caer en la depresión, ya que la longitud de mis cabellos influía fuertemente en mi vida social.

Fue en la Primera Comunión cuando sufrí mi primera humillación por el pelo corto. Las niñas que tenían el pelo largo podían optar por las trenzas o por un moño, que además les permitía sujetar el velo. A las del pelo ralo a duras penas se nos sujetaba, siendo muy difícil poner una expresión mística cuando parecíamos Mowgli(1) travestido de novia. Las fotos que conservo del acontecimiento son tan horribles que nunca lucieron enmarcadas en plata sobre algún mueble del salón; mi madre las guardó en una caja de cartón.
En las funciones de fin de curso, al tener el pelo corto siempre me asignaban papeles de chico, lo que llevaba asociada ropa masculina. Las de luenga cabellera se quedaban con los vestidos de tutú y se peinaban con tirabuzones. Excuso decir que las fotos de estos acontecimientos tuvieron el mismo destino que las de la comunión, la urna del olvido con paredes de cartón

Pero no hay mal que cien años dure, en este caso sólo duraron diez. Con quince años terminé el Bachillerato Superior en el internado de monjas y me matricularon de COU(2) en un instituto mixto muy progre y con una exquisita calidad de enseñanza. En ese entorno de libertad, permitieron que mis cabellos crecieran a su antojo sin la amenaza de la tijera podadora. Más tarde, en la Universidad, continúe con los cabellos, si no abundantes, al menos largos. Fueron años maravillosos, pero la vida sigue y nos va cambiando el entorno sin que podamos impedirlo.

Llegó la vida laboral(3); nació mi primer hijo; las nuevas responsabilidades y los cambios hormonales hicieron crack en mi interior. Un día, sin mediar palabra, me fui a la peluquería, me corté el pelo y me hice la permanente. Parecía la hermana mayor de Michael Jackson niño o la hermana pequeña de Jimmy Hendrix, según se mire. Las aguas volvieron a su cauce y cuando nació mi segundo hijo ya llevaba una melena lisa a la altura del hombro.

El reloj de arena de mi vida marcó la treintena, teniendo un trabajo estable (era funcionaria) y tres hijos que ya andaban y no llevaban pañales (síntoma de libertad para los padres). Sentí la necesidad de ir a la peluquería, opté en esta ocasión por un corte estilo indio mohicano, ligera cresta en la parte central de la cabeza, rapado al cuatro en las zonas laterales con un toque taurino logrado por un apéndice que nacía en la nuca a semejanza de la coleta de torero. Mis compañeras, funcionarias de pro, no podían disimular su asombro al verme con este peinado. Su boca se abría como para un bostezo y les resultaba imposible volver a cerrarla. Al cabo del año dejé de ser funcionaria y retorné a una melena lisa a la altura del hombro.

La rueda del tiempo no se detiene y entré en la década de los cuarenta. Algunas personas a esa edad caen en manos de gurús espirituales, yo caí en manos de un peluquero que de tanto lavarme el cabello terminó lavándome el cerebro y me convenció de ponerme mechas rubias. Me gasté un pastón y cuando llegué a casa nadie se dio cuenta. Con el tiempo las mechas rubias invadieron a las morenas, aclarándome el color del pelo, pero las raíces oscuras me delataban como rubia de bote. Ante esta patética situación, mi peluquero me puso unas mechas rojizas, que con la mezcla de las rubias daban un tono entre rosa y anaranjado. El remedio fue peor que la enfermedad y decidí cortar por lo sano, me teñí de algo parecido al color original, podando poco a poco las partes requeteteñidas.

Ahora que tengo el pelo de mi color natural, echo de menos el minimalismo de la infancia, mi cabello corto tan cómodo y fresquito. ¡Mamá, tengo que pedir hora en la peluquería!

(1) El niño de la selva, en la versión de dibujos animados de la factoría Disney
(2) COU: Curso de Orientación Universitaria. El paso previo a la Universidad
(3) Notable peora de la vida de estudiante

Sección-Sapos y culebras


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viernes, noviembre 25, 2005

Pío-pío

Tenemos tendencia a quejarnos de todo, a pensar que nos merecemos algo mejor y todo ello a fuerza de mirarnos el ombligo. Esta visión egocéntrica nos impide ver el entorno en su totalidad reduciéndolo a una burbuja unipersonal, algo parecido a una cáscara de huevo en la que nos sentimos protegidos y que cuando la rompemos para sacar la cabeza es para piar y piar como los pollitos. En el mundo de ficción hay dos polluelos que marcan dos estilos diferentes de entornar el pío-pío. Calimero un personaje de los dibujos animados y PioPio Lope un pollito singular que escapó de la imaginación de la poetisa Gloria Fuertes.

Calimero es un pollito triste que no termina de desprenderse de su cáscara de huevo, que todo le sale mal y dice constantemente "Esto es una injusticia". Se siente solo, desamparado y falto de cariño. Otra de sus expresiones más frecuentes es "nadie me quiere". En fin, no se puede decir que su piar sea el canto del cisne porque es un pollo, pero su mundo es tan negro como sus plumas. Sus aventuras son más bien desventuras, no se permite un descanso para la alegría ni para la risa. Durante estos treinta años de vida virtual no ha parado de lamentarse de este mundo cruel que tanto lo excluye y mortifica.

En contraposición está Piopio Lope, el pollito miope, todo alegría en medio de sus limitaciones. Este pollito nació con gafas y nada más salir del cascarón tropezó y se las rompió, pero no dijo ni pío. Las ganas de pasárselo bien no las enturbiaron las dificultades y solía decir "Aunque no veo ni tres en un burro, nunca me aburro". Con más moral que el Alcoyano, este pollito le daba puerta a la tristeza, dejando de lado los lamentos que no llevan a ningún sitio.

Lo fácil es seguir la senda de Calimero, echándole la culpa de todo lo que pasa a la injusticia y al despego de los demás, con cara triste y lamentándose de todo. Con la cáscara a cuestas de por vida para recordar lo bien que se estaba protegido de las inclemencias del entorno dentro del cascarón.

Lo difícil es ponerse al mundo por montera y decidir que aquí estamos para pasarlo bien y disfrutar de la vida y que las limitaciones están para superarlas. Saber que la injusticia existe pero que no es razón suficiente para amilanarse. Conocer la vileza humana y alejarse de ella para no contagiarse. Mirar la vida con alegría con gafas o sin ellas, y nunca, nunca, aburrirse como Piopio Lope.

Llegando a ese punto que piense el lector cómo quiere salir de su cáscara, porque uno de estos dos pollitos ha de helarle el corazón

(1) Información sobre calimero en ¿Te acuerdas? o en el sitio Sitio oficial de Calimero
(2) Poema de Piopio Lope

Sección-Reflexiones

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martes, noviembre 22, 2005

Así pasen 20 años

Plantando relatos por Internet he cosechado estupendos amigos. Una de estas amistades nació como consecuencia de este relato. El Web Master de Tugurium, a la sazón Informático como yo, reconoció por este relato al profesor que describo. Desde ese momento comenzamos una amistad e-pistolar que dio lugar a algunos encuentros en la tercera fase en los que hemos llegado a intercambiar delicatessen (vino de rioja por mojama de Isla Cristina). Es una bonita amistad que espero conservar siempre.


Allí estaba, en el vestíbulo. Su cabeza sobresalía por su altura entre la gente allí reunida, a la vez que brillaba por su ausencia de pelo, no en vano se le conocía por el sobrenombre de "El calvo". Me sorprendió verlo después de más de veinte años y encontrarlo como si el tiempo no hubiera pasado por él. Pero cual no fue mi asombro cuando me reconoció y me saludó. Fue profesor mío de la Universidad y teniendo en cuenta que en aquellos tiempos no destacaba ni por mi brillantez ni por mi belleza(1), sólo se me ocurre una razón por la que en su cabeza cupiera un vestigio de recuerdo de mi persona, transcurridos ya más de cuatro lustros.

Me vino de golpe a la memoria los tiempos en que estudiaba cuarto en la Facultad. En el plan de estudios de Informática de aquellos años sólo tenía cabida una asignatura sobre comunicaciones que se llamaba transmisión de datos y teletratamiento. En aquellos tiempos ya existía el protocolo IP, pero el concepto de Internet aun no se había gestado. Allí no había más comunicaciones que las del gigante azul IBM y los protocolos que definía la CCITT(1). Por ese motivo "el calvo" que trabajaba en el entorno de las telecomunicaciones compartía la asignatura con un profesor que trabajaba en IBM bautizado inicialmente con el alias de "el guapo".

"El guapo" causó mucho revuelo entre las féminas, ya que superaba la media del profesorado en elegancia y presencia. Al principio nos sentábamos las chicas en la primera fila para no perder detalle, pero pasados algunos días fuimos tomando posiciones en asientos más alejados. La causa de este repliegue tenía mucho que ver con el nuevo mote del que se hizo acreedor, "el lapo". En las distancias cortas, se podía apreciar su abundante secreción salivar que actuaba como aspersor cuando hablaba y que iba dejando un poso viscoso y blanquecino en sus comisuras. Aun no nos habíamos recuperado de la decepción cuando tuvimos que sufrir sus clases, bastante alejadas del término magistral, en las que las fórmulas que nos daba para calcular el rendimiento daban claramente valores superiores al 100%.

Como contrapartida, "el calvo" era buen profesor, muy metódico y paciente. A veces tanta minuciosidad me aburría y me entregaba inconscientemente a garrapatear con el bolígrafo la hoja de los apuntes. Aunque las artes plásticas son unas grandes desconocidas para mí, por arte de birlibirloque entre los garabatos apareció una caricatura de "el calvo". Emocionada por mi insospechada hazaña, recorté de la hoja el dibujo y lo pegué en el separador de la carpeta correspondiente a su asignatura.

Llegó el examen final, y como medida de seguridad para evitar que copiáramos, nos hacían dejar las carpetas fuera del alcance de nuestra vista, en la parte posterior de la silla. Estaba yo intentando aplicar una de esas fórmulas imposibles de "el lapo", cuando "el calvo" pasó por mi lado y no sé que le impulsó a tomar mi carpeta y ponerse a hojearla. Mi corazón latía con fuerza, miré de reojo y pude ver cómo encontraba su caricatura que para más inri, y por si no quedaba claro, ponía debajo: "el calvo".

Con el rostro impasible cerró la carpeta y no dijo nada, pero desde luego debí dejar una profunda huella de mi faceta artística en su memoria.

(1) En estos tiempos tampoco, para que nos vamos a engañar
(2) CCITT son las siglas de Comité Consultivo Internacional Telegráfico y Telefónico ahora llamado ITU:International Telecommunication Union

Sección-Expedientes-X

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sábado, noviembre 19, 2005

El juego de la silla

Llevaba tiempo pensando escribir algo sobre el juego de la silla cuando vi en el blog de Telémaco un post sobre la patata caliente en el que mencionaba dicho juego. Le prometí que escribiría de ello y aquí está el resultado.

En los cumpleaños y otras celebraciones infantiles, para entretener a los niños se utiliza el recurso del juego de la silla. Para jugarlo solo hay que disponer de "casi" el mismo número de sillas que de niños. Ese "casi" es una silla que falta y que es justo la que le proporciona la sal y pimienta del juego. Comienza el juego y los niños dan vueltas alrededor de las sillas mientras suena una música y en el momento que cesa, los niños tienen que sentarse en una de ellas. Evidentemente un niño no tiene dónde hacerlo y queda eliminado del juego. Se retira otra silla y se comienza de nuevo, así sucesivamente hasta que solo quedan dos niños y una silla. En ese duelo, perdón quise decir juego, solo queda un ganador.

Siempre detesté este juego porque por el ansia de ganar sacaba lo peor de cada niño. No había juego limpio y los empujones y malos modos crecían conforme iban quedando menos sillas. Ganaban los más fuertes o los que tenían menos escrúpulos y se les premiaba. Nunca quedé finalista y no me pesa haber perdido. Menos mal que la ausencia de silla era solo en el juego. La pesadilla de no tener dónde sentarse no se daba en el colegio, donde cada uno tenía su asiento. En el instituto también había una silla para cada estudiante y ya no se jugaba a ese juego infantil.

Aparece de nuevo el juego de la silla en la vida real cuando se finaliza la enseñanza secundaria. En la Universidad no hay sillas para todos y es preciso pasar el filtro de la selectividad. Sólo los que aprueban tienen sitio allí, al resto se les centrifuga de la enseñanza superior, salvo que puedan comprar una silla de pago en una Universidad privada. Conforme se avanza de curso el número de sillas es cada vez menor por lo que otros estudiantes se van quedando por el camino.

Los que terminan estos estudios se incorporaban a un mercado laboral en el que no todos podrán sentarse y tendrán que pasar un proceso de selección. Una vez dentro, podrán observar una sutil diferencia en la variedad de asientos. La mayoría son sillas, unos cuantos sillones de tela y unos pocos sillones de cuero con reposacabezas. El juego de la silla se empieza a complicar y algunos no se conforman con tener su silla, quieren tener su sillón, en principio de tela, pero poniendo los ojos en el de piel natural. Esto le da más tensión al juego.

En tiempos de expansión laboral empiezan a proliferar tanto las sillas como los sillones y hay oportunidades de cambiar la calidad del asiento. El juego se empieza a jugar al revés, la música suena de forma continua y todos pueden sentarse, incluso elegir la silla que más les guste. Pero de repente la música cesa y cada uno se queda sentado en una silla concreta.

A los tiempos de expansión les suceden los de recesión en los que de forma imprevista suena y cesa la música periódicamente, llevándose en cada intervalo un puñado de sillas de todos los tipos. De nada sirve el supergen, se llevan la silla con ocupante y todo. La competitividad por conservar el asiento crece conforme van disminuyendo las sillas y sillones.

Dada mi poca destreza para este juego me voy a ir comprando una silla como ya me compré un teclado. A este paso mi ajuar laboral me va a salir por un pico.



Sección-Reflexiones

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martes, noviembre 15, 2005

Bata vs. corbata

En estos momentos que en mi lugar de trabajo están perdiendo peso las actividades gestión frente a las tecnológicas no puedo evitar sonreír al leer lo que escribí hace dos años sobre la supremacía de la gestión.

Entre las muchas y variadas actividades de mi trabajo está el ayudar a mis compañeros en la selección de becarios, también llamados PBC (1), para engrosar el frente de juventudes de la empresa. Estos becarios se seleccionan generalmente entre las huestes de estudiantes de las Ingenierías de Teleco e Informática. La actividad de selección da lugar a entretenidas lecturas de curriculum que, dado el cariz técnico de los aspirantes a PBC, tienden a ser sumamente estructurados: primero los datos personales, luego los académicos, a continuación los conocimientos complementarios como los idiomas, y finalmente su experiencia si la tienen y en algunos casos -los más comunicativos- sus aficiones(2). Como entre los estudios de ingeniería no figura la retórica, los curriculum están redactados con un vocabulario limitado y unas estructuras gramaticales muy primitivas. De todos estos curriculum, uno atrapó mi atención a primera vista.

Mi ojos divisaron un curriculum sin estructura ninguna, escrito con apretada prosa y cuyo contenido rezumaba una retórica impropia de sus estudios. La espesa prosa no me echó para atrás, todo lo contrario, absorbí su contenido como si mi mente fuera papel secante. De este sorprendente curriculum, entresaco la siguiente fase que dudo que sea original de este becario:

Aunque he realizado estudios de ingeniería, me inclino más a ser un ingeniero de corbata que un ingeniero de bata.

Me sorprendió el descaro del chavalín, pero más aún que su objetivo fuera encorsetarse en un traje con corbata para entrar en el mundo de la Gestión dejando de lado el bohemio mundo de la ciencia, bajo el símbolo de la bata del laboratorio. Parece incongruente estudiar una ingeniería para parapetarse tras una corbata sin haber sentido primero la emoción del laboratorio. Sin embargo, esta incongruencia queda despejada cuando se percibe que el objetivo no es la ciencia, sino el dinero y el poder y que este ventegenario(3) ha intuido prematuramente cómo son las cosas (4) . Los que elegimos el espíritu de la bata hemos experimentado con el paso del tiempo la decepción, viendo que después de años a pie de laboratorio, independientemente de los resultados obtenidos, se nos ha despreciado por no evolucionar hacia posiciones de corbata. Mientras tanto, se han ido copando los puestos de decisión y responsabilidad con los que prematuramente eligieron la corbata y despreciaron la bata como medio de promoción.

Llena de curiosidad intenté contactar con el candidato a PBC, pero ya tenía una beca en un centro Corporativo de una Gran Empresa muy acorde con sus preferencias de corbata. Nuestro muchachito será de ese tipo de gestores que gestionan lo que sea, desde alta tecnología hasta chupa-chups, pasando por los detergentes: el caso es gestionar. Este tipo de actitud debe ser muy rentable a fin de mes y a fin de año, pero esta orientación en lo material sin ningún estímulo espiritual sólo conduce a una vida vacía de emociones.

Visto como están las cosas opto por una bata con lentejuelas que seguro que cuando pase la moda de la corbata va a causar furor.

(1) PBC corresponde a las iniciales del grosero término de Puto Becario de los Cojones. Que se emplea a la hora de asignar trabajos o señalar con el dedo de la culpabilidad a los pobres becarios precarios. Este término fue definido en el voluminoso chascarrillo de los marrones que se difundió por Internet hace unos 6 ó 7 años.
(2) Cuando ponen que sus aficiones son el polo o el golf, échate a temblar porque cabe la posibilidad de que su padre se siente en un consejo de administración y debes tratar con suma delicadeza esta selección. Siempre es preferible un PBC que viva en Móstoles que en la Moraleja. Lo digo por experiencia.
(3) Como decía Serrat en una canción: Ahora que tengo 20 años/ ahora que aún tengo fuerzas/ que no tengo el alma muerta/ y siento bullir la sangre.
(4) Una explicación es que el ventegenario sea hijo de un ingeniero de bata decepcionado

Sección-Fauna Humana

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viernes, noviembre 11, 2005

Valparaíso

Hace exactamente un año tuve la oportunidad de viajar a Santiago de Chile por motivos de trabajo, oportunidad que mejoré con la compañía de mi marido y algunos días de vacaciones. Como la suerte estaba de cara, en Santiago trabaja un amigo mío(1) que nos ofreció su casa y nos prestó su coche, para que pudiéramos visitar Valparaíso.


Cuando llegué a Valparaíso, vi una ciudad singular llena de personalidad, nacida alrededor del puerto, expandiéndose sobre sus cerrillos con casas multicolores dentro de un caos multicultural. En los tiempos que describe Isabel Allende en su novela "La hija de la Fortuna", en plena fiebre del oro, debió ser un lugar de paso, con un continuo trasiego de barcos que vienen y van. Un lugar donde los marinos descansan mirando al mar para embarcar de nuevo. El paso de los años le ha quitado dinamismo al puerto y se percibe un aire decadente no exento de encanto. La bella ciudad ha empezado a marchitarse y algunos especuladores la han herido con bloques de hormigón infames. Desde el 2003 es patrimonio de la humanidad y cabe la esperanza de que los del ladrillo se dediquen a restaurar, más que a destruir para construir algo que será mucho peor que lo que había.

Comimos un estupendo pescado en el restaurante Turri(2) mientras disfrutábamos de unas impresionantes vistas a la bahía. Para llegar al restaurante, que está situado en el Cerro Concepción, subimos a pie y casi me quedo sin respiración. Al salir del restaurante vimos que había un ascensor decimonónico para bajar al puerto. El acceso a los ascensores que suben a los cerrillos está camuflado en portales normales y hay que estar muy despierto para detectarlos(3).

Después de la comida nos dispusimos a dar un paseo y en la Plaza Sotomayor mi marido, que tiene muy buena vista, vislumbró la entrada al ascensor del Cerro Alegre. El ingenio mecánico nos dejó al lado del Palacio Baburizza, una bella muestra del art nouveau. Y allí encontramos una flecha que nos indicaba cómo llegar a la Sebastiana, la casa de Pablo Neruda. Con flechas azules en el pavimento o en las paredes, caminamos casi tres kilómetros siguiendo las curvas de nivel de los cerrillos, sin perder nunca de vista la bahía. Vimos todo tipo de casas, de todos los colores y de todos los estilos. Cuando por fin llegamos a la Sebastiana encontramos la cancela cerrada porque era lunes, mal día para visitar museos. Nunca olvidaré mientras viva el paseo que dimos por los cerrillos, me quedó grabado en el cerebro y solo tengo que cerrar los ojos para volver a ver la bahía de Valparaíso.


A la misma distancia que existe entre Santiago y Valparaíso, unos 120 kms, desde Madrid se puede visitar en la provincia de Cuenca, no uno, sino dos Valparaísos, el de arriba y el de abajo(4). Ambos pueblos deben su nombre al río Paraíso y forman parte de los Campos del Paraíso(5). El que le puso nombre al río no cabe duda que fue un optimista y que lo miró con arrobo. El río Paraíso discurre con escasas aguas, por unas tierras onduladas donde impera el cultivo del cereal y los árboles son excepción. La variedad cromática del entorno es la que aplicaría un niño si coloreara un paisaje, todo verde en los primeros brotes del cereal, todo amarillo cuando está a punto de la siega y todo marrón después de la cosecha, volviendo la tierra a mostrarse desnuda, tal como es.

A pesar de ser de Cuenca, no me ciega el amor a mi tierra para no ver que el nombre del río y de los pueblos son un eufemismo. Pero no somos los únicos optimistas, los zamoranos también tienen otro Valparaíso(6), junto al embalse del mismo nombre, y tampoco debe ser como el que había entre los ríos Tigris y el Éufrates, ni como el que está a orillas del Pacífico.

Pero estas tierras onduladas, de cerrillos romos, a las que el río Paraíso elevó con tan bello nombre, fueron la cuna de Juan de Saavedra , que descubrió la bahía de Alimapu, a la que bautizó como Valparaíso. Consiguió que esta vez el nombre estuviera a la altura de la belleza de lo nombrado. Sin embargo, el conquistador no disfrutó de su descubrimiento, volvió a Lima y más tarde a su pueblo. Sus restos descansan en Valparaíso de arriba, en la capilla del conquistador de la iglesia de San Miguel Arcángel.


(1) Yo le conocí de becario y en Santiago todos le llamaban "Don Pedro"
(2) En la mesa de al lado había ejecutivos españoles del sector de la construcción comiendo con un jefe de obra chileno. Su presencia nos alegró por dos motivos, por poder cotillear la conversación y por tener la seguridad de que en el Turri se comía bien.
(3) Si el lector siente curiosidad por conocer los ascensores de Valparaíso, en esta dirección de internet podrá satisfacerla: http://www.sernatur.cl/valpo/patrimonio.htm
(4) Lo de arriba y abajo es muy castellano y siempre da lugar a eternas rivalidades y disputas entre los pueblos del mismo nombre.
(5) Los Campos del Paraíso tiene su propia Web (por si lees esto desde el trabajo, cuidado que tiene música) camposdelparaiso.com
(6) Algunos historiadores consideran que allí nació Fernando III el Santo. Naciera o no en Valparaíso, el clima de la zona le impulsó a poner rumbo al sur para buscar tierras más cálidas. Conquistó gran parte de Andalucía y fijó residencia en Sevilla, donde murió. Los sevillanos lo tienen en un altar aunque no saben pronunciar bien su nombre, pues dicen: "Fennando".
(7)Juan de Saavedra militó a las órdenes de Diego de Almagro. En la primera expedición hacia Chile en 1535, Almagro envió a Juan de Saavedra a reconocer las costas en la embarcación que le había traído refuerzos desde el Perú. Saavedra alcanzó hasta la zona de Alimapu, que llamó Valparaíso, como su ciudad natal.
Juan de Saavedra fue un hombre cabal que no quiso participar en la guerra fraticida ente Diego de Almagro y Francisco Pizarro.

Sección-Cuaderno de viajes

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martes, noviembre 08, 2005

Comunicación

Una de mis limitaciones para la supervivencia en el entorno laboral es que me gusta llamar al pan, pan y al vino, vino y esto tiene bastantes efectos colaterales. Después de estar durante una temporada en el "candelabro" (1), descarté esta actividad con visibilidad porque me veía obligada a morderme la lengua(2), y me decidí por una vida laboral monacal, en la línea de los cartujos.

Estando en el ora et labora, me interrumpió la llegada de un e-mail anunciando un seminario de comunicación. En mi trabajo, una de las líneas que no se han visto aún afectadas por el recorte de gastos es la formación y por tanto hay que aprovecharlo mientras dure. En este caso, un consultor especializado en comunicación nos brindaba la oportunidad de darnos a conocer los métodos para ser amable, llevarte a la gente al huerto, sacar tajada de las negociaciones y salirte con la tuya sin ofender a nadie y todo ello en dos horas. Me pareció algo más que un milagro y me apunté ipso facto.

El consultor nos enumeró los principios básicos de la comunicación, tanto cuando somos emisores como cuando somos receptores. Desde la estructura de la información: de lo sencillo a lo complejo, de lo general a lo específico, de lo conocido a lo desconocido, mediante un mensaje estructurado, adecuado al colectivo al que va dirigido y con información relevante. Hasta aquí nada nuevo sobre el sol, cumplo con todos los conceptos.

La charla derivó del contenido a las formas, que es donde cojeo un poco. Empezó con lo de no transmitir mensajes negativos, es decir, no pronunciar la palabra "no" así te maten. Por ejemplo, en la colocación de un marrón, también llamado oportunidad o en caso extremo reto, hay dos maneras de comunicarse:

La negativa (línea dura):
- currito: No, ni de c.., con todo lo que llevo entre manos, no lo puedo hacer
- Jefe: Esto es lo que hay, no admito un no por respuesta, lo haces y no dices ni pío

La positiva (línea light)
- currito: En este momento adquirir este compromiso podía impactar sobre el resultado de los asuntos que llevo entre manos
- jefe: Conozco bien tu capacidad y sé que podrás llevar esto y los demás asuntos a buen término.

Juzguen los lectores lo que se gana o se pierde por ser duro o por ser light. A mí me parece que el jefe gana siempre independientemente del estilo de comunicación.

Continuó el curso sobre la escucha activa (muy importante en las mesas redondas), con consejos como: atender al lenguaje verbal y no verbal(3), no interrumpir, mantener una actitud positiva, escuchar con empatía, reflexionar, preguntar y tomar notas. De nuevo nada nuevo bajo el sol, para una persona con un poco de educación.

Siguió la charla por la retroalimentación que se empeñan en llamar feedback. En el proceso de comunicación el transmisor debe comprobar que se le está entendiendo. Proponía el consultor coletillas del tipo ¿entiendes lo que te digo? ¿me sigues?. En este punto empecé a desconfiar de la profesionalidad del consultor porque si hay algo que molesta en grado sumo es que te tomen por idiota y de esta manera es difícil escuchar activamente con una actitud positiva y con empatía e incluso se puede escapar un no rotundo.

Finalmente se habló de las barreras de comunicación, entre ellas "los filtros" (forma muy aséptica de llamar a los prejuicios) y "rumores". Cuando entró en detalle sobre la actitud frente a los rumores, describió tres modelos:
-Actitud crítica: reflexiona sobre el rumor y no se lo cree directamente (imagen asociada: figura masculina reflexionando)
-Actitud acrítica(4): asume el rumor sin reflexionar sobre la noticia (imagen: dos figuras femeninas cuchicheando)
-Actitud de mera transmisión: se limita a contar a otros lo que ha pasado (imagen: una figura masculina y una femenina, que ante el beneficio de la duda no se sabe cuál es el transmisor)

En este punto, no me pude morder la lengua(5) y como "oyente activa" levanté mi mano para pedir la palabra y aportar mi feedback al profesional de la comunicación. No tuve por menos que llamar la atención del tremendo "filtro" que suponía la imagen femenina asociada a la "irreflexión" frente a la reflexiva figura masculina. Se creó cierto revuelo en el público de la sala apoyando mi comentario, desencadenando el mea culpa del consultor por este "agujero" de comunicación.

Al final, perdí dos horas de mi valioso tiempo y no mejoraron mis capacidades de comunicación por lo que volví desencantada de nuevo al ora et labora.

(1) Forma culta de llamar al candelero de Sofía Mazagatos
(2) Mis amigos, que tanto me quieren, me dicen que si me muerdo la lengua corro el riesgo de envenenarme.
(3) Por ejemplo, si el ponente entrelaza las manos o se toca el cabello es que es inseguro, si se toca la nariz es que es un mentiroso, si une los tobillos es aprensivo, si se cruza de brazos es un prepotente, si mira hacia arriba es que es un soberbio, etc...
(4) Esta palabra no existe en el diccionario de la RAE, pero sí en la presentación del profesional de la comunicación.
(5) Es que lo mío no se cura ni con formación

Sección-Sapos y culebras

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jueves, noviembre 03, 2005

Metafísica de andar por casa

Llevo un poco atrasada la actualización del blog porque el día no tiene horas para todas las cosas que tengo que hacer. Sé que tanta actividad solo te lleva al cansancio y aunque hace tiempo lo escribí para que no se me olvidase, siempre se me olvida. Lean, lean...

Un sábado por la mañana me dirigí a la pila de papel para reciclar con objeto de disponer de material adecuado para componer la lista de la compra. Tomé una hoja escrita tan solo por una cara, en la que pude distinguir la alargada caligrafía de mi hija la erudita. Como buena hija de Eva que soy, la curiosidad me llevó a leer el folio. Conforme iba leyendo, las pupilas se me dilataban, a la vez que la boca se me abría dándome una expresión más de bobalicona que de asombrada. No era una carta de amor, eran sus apuntes de metafísica.

Después de leer la hoja y con riesgo de llegar tarde al supermercado, me puse a reflexionar sobre el sujeto capaz de generar tan retorcidos pensamientos. Semejante individuo no debería andar, sino levitar. Y aunque su carencia de pragmatismo le impidiera hacerse un huevo frito(1), seguramente cobraría derechos de autor por sus desvaríos. Me quedé, con mi mentalidad técnica, haciéndome cruces(2), pensando y dándole vueltas hasta que llegué a la conclusión que la existencia se conjuga con tres verbos: ser, estar y hacer.

El ser lo es por su cuna. Sólo algunos, por el simple hecho de nacer, ya son; a los otros les queda un largo camino. Los que conjugan el verbo ser, no precisan conjugar ningún verbo que entrañe esfuerzo. Esa ventaja competitiva no puede ser igualada por los verbos estar y hacer. Un claro ejemplo es que nos referimos a ellos con el verbo ser: es un Díaz de Cañavate y López de Bustamante.

En el segundo nivel tenemos a los que el destino les negó el ser, pero quieren estar como si fueran. Siguiendo las leyes de la hidalguía, no se pueden mancillar con el trabajo físico, por lo que tienen que desarrollar una mente manipuladora que les permita, sin aparente esfuerzo, alcanzar la cima. Nunca un colectivo ha trabajado tanto para no hacer nada. Cuando se habla de ellos se dice: Fulanito está muy bien situado.

El sustrato más profundo está formado por los ingenuos que creyeron que conjugando el verbo hacer se llegaba a parte alguna. Tras años de deambular haciendo cosas para los que están o los que son, tan solo recibieron el justo castigo por su actitud hacendosa. Podréis identificar que se habla de ellos cuando alguien que está o es dice con ironía: ¿Ramírez?, ya ves, haciendo siempre las mismas tonterías, no sé como no se cansa.

Y llegado a este punto, comprendo la profundidad del pensamiento del dúo humorístico Cruz y Raya cuando dicen:

Si hay que hacer se hace, pero hacer para ná es tontería


(1) Seguramente entraría en un debate interno sobre si fue primero la gallina o el huevo.
(2) Poco coherente la ciencia con la religión, pero la enseñanza religiosa en la infancia deja mucho poso.

Sección-Reflexiones

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sábado, octubre 29, 2005

El chocolate del loro

De un tiempo a esta parte vengo practicando la inmunidad frente al entorno laboral que me rodea, intentando adquirir propiedades de los metales nobles que los hacen inalterables al ambiente. Esta actitud es consecuencia de que estoy atrapada en un entorno cada vez más deteriorado del que no puedo escapar sin correr grandes riesgos. Solo me queda resistir hasta que escampe, con la esperanza de que esto ocurra. Esta semana Dios me ha puesto a prueba y creo que la he superado como paso a relatar.

Todo empezó como un efecto mariposa(1), al producirse un error en el programa Word de Microsoft Office. Por causas desconocidas, cuando intentaba imprimir un documento en pdf, las letras cambiaron de alfabeto y salieron en algo parecido al sánscrito. Por supuesto, esto me ocurrió un viernes por la tarde a punto de entregar el documento a un cliente. Menos mal que no era urgente para el cliente tener esta información por lo que se lo envié por e-mail para cumplir el hito(2) y me preparé para resolver el problema el lunes siguiente(3).

El lunes acudí al departamento de Documentación para consultar mi caso. Ellos veían en sus ordenadores el documento correctamente y no encontraron nada extraño en las plantillas corporativas y me remitieron al helpdesk de la empresa. Puse una incidencia y al poco tiempo vino una persona en mi ayuda. Primero me reinstalaron el Acrobat, pero no se solucionó. Luego me reinstalaron el Office y tampoco se eliminó el problema y me dijeron que lo próximo era reinstalar Windows. En este punto, al comprobar que el ordenador de mi puesto de trabajo no era estándar(4), me indicaron que también me tenían que cambiar el equipo. No estaba dispuesta a desprenderme de mi querido PC, pero ante la promesa de que sólo me cambiaban la CPU y podía conservar la pantalla/teclado/ratón me decanté por el cambio.

Me trajeron el nuevo PC, modelo estándar de la empresa, negro como una cucaracha. No me importó el color ya que la CPU la coloco debajo de la mesa, pero cuando vi el teclado/ratón que lo acompañaba me mosqueé ya que parecían comprados en un todo a cien. No puede haber en todo el mercado de estos dispositivos algo tan patéticamente casposo como lo que tenía encima de la mesa. Un teclado de plástico de la peor calidad con tacto grimoso que se estremece entero al pulsar las teclas y que produce un ruido acorde a su nula calidad, nada parecido al clic cadencioso de un teclado que se precie.

Intenté colocar mi antiguo teclado, pero hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad y la CPU solo tiene interfaces USB, ha desaparecido la interfaz PS/2. Me busqué un conversor de PS/2 a USB, pero no funcionó. Respiré tres veces profundamente y decidí comprarme de mi propio bolsillo un teclado decente con interfaz USB.

Por el teclado estándar la empresa no debe haber pagado más de 3 euros, mientras que un teclado de calidad media/alta cuesta 20 euros. Si le damos 5 años de vida (que bien pudieran ser 10) el ahorro/día es 0,015 euros(5), cantidad ridícula comparada con el coste de una jornada laboral, vamos, el chocolate del loro. En una empresa donde el trabajo es creativo, es un factor muy importante la motivación de las personas, en esas circunstancias rodear al personal de los elementos más cutres del mercado en pro del ahorro de costes no es una decisión acertada ni práctica.

Me compraré mi teclado así como ya me compro los bolígrafos y los cuadernos. Iré mejorando lo que el entorno me niega pagándolo de mi propio bolsillo, sin hacerme mala sangre. Espero que mi supervivencia sea sostenible económicamente.

(1) Si agita hoy, con su aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene. J. Gleick
(2) En los proyectos lo más importante es entregar a tiempo, no importa el qué.
(3) En línea con Escarlata O´Hara, mañana me lo pensaré.
(4) Era fruto de una maqueta de un proyecto de innovación de hacia cinco años pero con todo lo que uno desea tener en su mesa: teclado y ratón inalámbricos, pantalla superplana de 19 pulgadas, videocámara, etc.
(5) Contando sólo días laborables

Sección-Sapos y culebras

¡¡Ni me menees!!

martes, octubre 25, 2005

Mesas redondas

Hoy es el día de Internet y para conmemorarlo durante estos días se han celebrado en Madrid un montón de eventos con sus inevitables mesas redondas que me han tenido ocupada y alejada de la oficina durante dos días. Me afloró a la memoria algo que escribí hace tiempo sobre estas mesas y veo, como siempre, que la vida sigue igual....

No voy a hablar de las mesas camillas de la salita que nos describía S.M., ni tampoco de la tabla redonda de los caballeros del rey Arturo. Me refiero a las conferencias que se organizan en torno a temas tan genéricos como ambiguos sobre la Calidad, el Desarrollo de las PYMES, la Sociedad de la Información, el Impacto de las Tecnologías, la Importancia del I+D+i?..

El lugar de la convocatoria suele ser un hotel, cuyo número de estrellas va en función del glamour de la convocatoria, siendo el súmmum el Hotel Ritz(1), aunque no le va a la zaga el Hotel Palace. Como alternativa a los hoteles están los auditorios de las Grandes Empresas o de las Universidades.

Una mesa redonda sin catering pierde muchos alicientes porque, en el momento en que se sirve el ágape, se despliega una considerable actividad de relación entre los asistentes, que se intercambian tarjetas de visitas frenéticamente como si les fuera la vida en ello. Los que no llevan tarjetas para intercambiar aprovechan la oportunidad y se ponen ciegos a comer.

Los obsequios a los asistentes, generalmente bolígrafos y cuadernos de notas, son tan apreciados como el catering. Un asistente asiduo a estos saraos siempre tendrá una considerable provisión de material escolar para obsequiar a sus hijos y sobrinos que le mirarán como si fuera una persona muy importante.

Los ponentes se sitúan en una mesa - rectangular en vez de redonda- sobre tribuna que les da distancia y superioridad sobre el público asistente. La composición de la mesa está sujeta a fórmulas preestablecidas de representación de los siguientes organismos: la Administración Pública, las Fundaciones, la Universidad, las Multinacionales, las Consultoras.

El presidente de la mesa abre la jornada(2), generalmente presidida por un representante del organismo que paga. Los paganos más habituales son la Administración Pública, las Fundaciones y las Multinacionales; las Universidades van de gorra y las Consultoras siempre se llevan un buen pellizco, conforme manda su religión mercantilista.

La oratoria de los ponentes es irregular. Los consultores, muy habituados a estos eventos, gozan de un verbo fluido y un discurso tan ameno como huero. Los representantes de las multinacionales suelen ser personas de experiencia dedicadas a estos eventos y siempre aportan anécdotas curiosas, dentro del estilo abuelo Cebolleta(3). Los representantes de las Administraciones Públicas suelen sacar un papelito que leen de forma átona y cuyo discurso serviría también para inaugurar un pantano(4). A pesar de ser más plúmbeos que el cañonero Ponce de León(5), son aplaudidos con entusiasmo ya que son portadores de un valor eterno llamado Presupuesto Público. Los representantes de la Universidad, en cuanto te descuidas te colocan una clase magistral - según ellos- ante el estupor del sufrido público a los que más que magistral les parece un finstro(6).

El público desde sus asientos piensa que los ponentes no se merecen ese lugar destacado y siempre hay alguien que, para demostrarlo, realiza una pregunta comprometedora para la mesa. Algunos utilizan los cuadernos de notas para disimular la hilaridad de su rostro ante las tonterías que se dicen; otros llenan de dibujos el cuaderno para no dormirse, y los hay que, directamente, se duermen.

Las mesas redondas se parecen mucho a las corridas de toros de la Feria de San Isidro, hay que asistir a muchas para ver algo que merezca la pena.

(1)El Hotel Ritz, cuyo 50% pertenece desde hace poco a Alicia Koplovitz. Como se puede apreciar su apellido rima con el nombre del hotel, así como sus bolsos coordinan perfectamente con sus zapatos.
(2) Creo que el nombre de cornada se ajusta mejor al resultado del evento.
(3) Para los que no conozcan este comic, es un simpático abuelo que continuamente les cuenta batallitas a sus nietos.
(4) Cuando no saben que decir empiezan con lo vertical y lo horizontal, cuando en realidad su hilo argumental es una maraña total.
(5) Ponce de León, cañonero de 2da. clase, construido en 1895, pesaba 200 toneladas.
(6) Finstro. Palabra puesta de moda por el humorista Chiquito de la Calzada. En alemán, finstro (finstar finster finstre), significa oscuro, tenebroso.

Sección-Sapos y culebras

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viernes, octubre 21, 2005

El gadget a remojo

El hombre es portador de valores eternos, decía el hermano de Doña Pilar(1) allá por los años treinta. Los tiempos han cambiado y hoy día ya no se portan esos valores que nunca hemos sabido muy bien en que consistían, ahora se tiene la oportunidad de portar información ubicua dentro de un pendriver. Hay que tener mucho cuidado con el nombre de este gadget chisme, porque adopta múltiples acepciones que inducen a confusión. Se le llama también "memoria USB", "pen", "lápiz" o en algunas zonas "Erlapi"(2) .

Aunque llevo años viendo a los singermorning portando su pen repleto de powerpoints como signo de distinción(3), no había adoptado aún esa tendencia en mis costumbres. He de confesar con vergüenza que utilizaba el diskette para llevar y traer mis clases en la Universidad(4). Hace unos meses le regalaron a mi marido uno de esos chismes en un torneo de golf y me lo dejó en préstamo. Estaba yo tan contenta colgándome al cuello una cinta de la que pendía mi pen con toda la información que necesitaba transportar hasta que hace una semana sufrió un pequeño percance.

Suelo guardar el pendriver en el bolso cuando no lo llevo colgado del cuello. Abandoné los bolsos saco, en los que era imposible encontrar nada sin sacar todo fuera, para adquirir un diseño muy práctico de Salvador Bachiller lleno de compartimentos para llevar todo ordenado. El bolso es de un material lavable y le llegó su día para ser lavado. Saqué con cuidado todas las cosas de sus múltiples recovecos con sus cremalleras, comprobé que no quedaba nada y lo puse a remojo en un barreño con jabón. Al cabo de un rato fui a lavarlo y cual no fue mi sorpresa cuando detecté algo sólido dentro, tiré de la cinta y allí estaba el pen, a remojo, como los garbanzos. Lo saqué y lo sequé por fuera.

Al día siguiente lo llevé a la oficina y lo enchufé al ordenador. Se encendía la luz roja pero no lo reconocía, además noté que se calentaba mucho y lo desconecté. Me fui a buscar a un compañero y sin embargo amigo(5), que es un experto diseñador de hardware, y como no lo hallé en su despacho lo busqué en otro en el que había posibilidades de encontrarlo. Tampoco estaba allí, pero el dueño de ese despacho fue early adopter de estos gadgets chismes y le conté mi triste historia del remojo.

Para mi sorpresa me dijo que él también había tenido el mismo problema, que lo había secado con un secador de pelo y que le funcionó. Pasó por allí otro compañero y se unió a la conversación sobre el gadget chisme. Comentó lo fácil que era que se quedase el cacharrito en el bolsillo de una camisa y se metiese en la lavadora. En este punto, con cierto rubor, el dueño del pen mojado y luego resucitado, confesó que no había sido en la lavadora que lo suyo fue peor: se le cayó al inodoro. Nos dio un ataque de risa mientras nos contaba que una vez que lo sacó de tan escatológico lugar lo tuvo que enjabonar para limpiarlo bien.

Aún con lágrimas de la risa me fui a otro despacho de hardwareros para ver si me podían abrir el cacharrito y echarle un vistazo. Lo abrieron y todavía tenía agua dentro. Lo secamos y probamos si funcionaba, pero no, no respondía. Lo guardé de nuevo en el bolso y empecé a pensar cómo se lo contaría a mi marido, pero como se me olvida todo no se lo conté.

Unos días después lo saqué del bolso, probé suerte enchufándolo y bingooooo ¡¡¡Funcionó!!!. Tan contenta me puse que me dije: voy a escribirlo para que se ría mi marido y de paso aquel que lo lea.

(1) Me refiero a Doña Pilar Primo de Rivera, hermana de Jose Antonio, Fundador de la Falange Española de las JONS. Fue la fundadora en 1934 de la Sección Femenina, el brazo femenino de la Falange. Esta asociación centrada en los bailes regionales y las labores domésticas se extinguió en 1977, dejando como único patrimonio un magnifico libro de cocina. Para conocer un poquito más, léase La otra Sección Femenina.
(2) Mi amiga S.M. (no es Su Majestad), colaboradora de la Sección Femenina, versión Web intentaba utilizar su pendriver en un ciber municipal de Barbate, preguntando si tenían los ordenadores la interfaz USB habilitada. La miraron como si viniera de Marte hasta que enseñó el gadget y entonces exclamaron: ¡ah, "erlapi"!, haberlo disho antes.
(3) Se lo paga la empresa, así cualquiera puede presumir
(4) En powerpoint, of course
(5) Antes llamado El Hombre del calibra, ahora tiene un Toyota Celica, pero no le llamamos el Toyoto.

Sección-Expedientes-X

¡¡Ni me menees!!