jueves, marzo 23, 2006

La píldora

Para mi madRRe sigo teniendo 14 años o menos; según ella, necesitaría ortodoncia porque tengo un diente torcidito, no sé sentarme como una señorita, hablo como un camionero, me queda mejor la cola de caballo porque así el pelo (demasiado) largo no estorba, no debo llevar la falda demasiado corta ni el escote demasiado bajo ni la ropa demasiado ajustada. mucho menos combinar esas tres cosas, y sobre todo, sobre todo, debo tomar a diario vitamina E porque retrasa el envejecimiento de la piel, vitamina C porque así no me pillo un catarro cada dos meses y medio, gingko viloba que me horroriza tanto el nombre que no sé ni cómo se escribe y ni me preguntes para qué demonios es, Sinansi para no sucumbir a la ansiedad, pastillitas de alcachofa para ayudar al hígado a vete tú a saber qué y una cucharada de aceite de oliva virgen en ayunas. Ahí queda eso.

Pero lo más importante es lo que no debo tomar, ni a diario ni nunca: la píldora, anticonceptiva, se entiende. Tampoco debiera o debiese beber alcohol porque entonces para qué me tomo las pastillitas de alcachofa, ni fumar, porque entonces la vitamina E lo tiene más difícil, ni comer chocolate porque entonces la cucharadita de aceite virgen no sirve de nada, pero lo de la píldora es algo que le puede más que todas las cosas del mundo mundial, es una especie de Cruzada Anti Píldora.

La cosa es que la tía siempre fue muy moderna, una especie de madre ye-yé, o madre Abba Generation, como prefieras, que en los años 80 eran muy codiciadas, y cuando tenía unos 15 años ella me explicó todo lo que una debe saber sobre el sexo, (o eso pensó ella, porque me he llevado cada susto) y sobre los embarazos, porque yo siempre he sido muy pava y aunque lo de que los niños vienen de París a mí no me terminaba de cuadrar, ya le empezaba a dar mil vueltas a lo de las abejitas y las flores, pero entonces llegó ella y me iluminó. Yo tenía una amiga muy precoz que ya se tomaba la píldora para regular su menstruación, y como a mí la mía me odiaba y solo me venía en Navidad, Agosto y Semana Santa, pues yo también me la quería tomar, me parecía tan de mayor. Pero entonces mi madRRe puso el grito no en el cielo: lo puso en Plutón. Que si estaba loca, jugar de ese modo con mi salud, me enseñó en la calle a tres o cuatro chicas con evidentes problemas hormonales los cuales (siempre según mi madRRe) eran consecuencia de tomar la píldora, y yo la creí.

Crecí pensando que las chicas que se la tomaban estaban suicidándose poco a poco, y así llegué a los 28 años más o menos, que fue cuando mi ginecóloga me miró como el que mira a un cocodrilo azul con tres cabezas y casi me obligó a tomármela.

Otra cosa fue confesarlo en casa, tócate las narices, 31 años y escondiéndome de mi madRRe; recuerdo el día que por fin se lo dije, estaba hartándome de escucharla hablando con una amiga que se estaba quejando del comportamiento de su hija menor, que estaba muy agresiva y huraña, y cuando mi mamaíta va y le pregunta si la niña tomaba la píldora y la buena mujer le dijo que creía que sí, entonces, alzando las cejas, con ese gesto de ex cátedra que YO tanto odio, le dijo: ahí está la causa, las malditas píldoras, las revuelven tanto por dentro que hasta les cambia el humor. Yo andaba por ahí cerca y la escuché.

Obvio decir que ese día estaba particularmente harta de las perlas que suele dejar caer; he de aclarar que yo con mi madRRe me llevo relativamente bien, pero cuando hay gente delante tiene una pose que a mí es que me puede y cuando llevo mucho rato escuchándola me pongo como una olla exprés, así que ese día, ni corta ni perezosa le dije: no seas gansa, yo llevo tomándomela como 4 años y no ha pasado nada, y ella se volteó hacia mi como un dragón de Komodo y entre dientes me contestó: así estás, que eres inaguantable.

En fin, que a estas alturas yo intento pasar de conflictos con ella y ya no he vuelto a mencionar el tema nunca más, así que seguro que sigue creyendo que si te tomas la puñetera píldora te sale barba y como a mí aún no me ha salido pues entonces debe pensar que por fin la he dejado de tomar y practico el método Ogino o el que sea, mucho más saludable, y que no me quedo embarazada porque la Naturaleza es muy sabia y yo no debo tener hijos porque aún no estoy preparada.

Sección-Sapos y culebras
technorati Píldora,


¡¡Ni me menees!!

7 comentarios:

Muxfin dijo...

A mis 53 años, mi madre (o progenitor B) todavía me llama "el nene" o un diminutivo que sólo se lo permito a ella.
Afortunadamente, a los hombres nos daban más libertad.

reuben dijo...

Qué cosa, supongo que el cuidado de la salud incluye tomar Vitamina E, vitamina C, Gingko Biloba y estar un poco lejos de la madre de uno a veces.

Anónimo dijo...

Pues si os cuento lo mío, no os lo vais a creer. Mi madre no me dejaba lavarme la cabeza cuando estaba con la regla (se suponía que me podían pasar toda clase de cosas), y yo lo hacía a escondidas por no discutir con ella. Por fin, con un montón de años ya, lo empecé a hacer sin esconderme.

Anónimo dijo...

sigo siendo la "pequenita" para mi madre tambien

Lula Towanda dijo...

Madre no hay más que una ¡menos mal!
El finde pasado estuve en mi pueblo con mi madre y mi hermana.
Fui a misa (que no digan los del pueblo nada), me acosté cuando las gallinas, me levanté temprano y comí todo lo que me pusieron en el plato sin chistar (bueno hubo algún momento de tensión).
Cuando llegué a mi casa respiré libertad.
Procuro no ser tan agobiante con mis hijos pero de vez en cuando me dicen: ¡ABUELA!

la-de-marbella dijo...

Yo me he vuelto la madre de mi madre. Tengo que frenarla a cada paso ó necesitará nuevos armarios para su ropa. Es curioso como se cambian las tornas con el paso del tiempo. Ahora soy yo la que le regaño para que no se harte de dulces y golosinas, le prohibo los gintonics y el resto de sus pequeños pecadillos en arras a su salud. A veces me dice que soy una pesada y que la deje en paz. ¿os suena de algo? Saludos Marbellís

vitalidad dijo...

Mi madre vive en mi misma ciudad, pero la mantengo a ralla. Nunca he consentido que se inmiscuya. Ahora me voy acercando a ella. Era enfermera y me contaba pocas tonterías de esas.