martes, mayo 29, 2007

I+D de la Barba

En estos días en los que La Cabra Margarita se debate con su dilema entre someterse o rebelarse, he vivido una situación innovadora que rebasa la cuestión profesional. Dado el poco margen que a veces nos deja nuestro triángulo vital (familia-trabajo-amigos) he pensado que un buen modo de innovar en lo personal es dejarme, por segunda vez en mi vida, barba.

Dice un conocido (mío) consultor y alpinista que innovar es hacer algo nuevo para lo que necesitas formación. Ni corto ni perezoso, he abierto el Google de cristal y me he lanzado a investigar modos y maneras, pros y contras, de la barba.

Mi búsqueda se orientó en principio a las diversas opciones disponibles: solo bigote, perilla y bigote, barba retocada, o barba salvaje. La búsqueda de ejemplos gráficos me dejó sin embargo una incertidumbre y un deseo: A ver si a alguien se le ocurre de una vez crear un sitio WEB donde pongas tu cara y te dibujen las variadas opciones barbudas encima, de forma que te ayuden a decidir el mejor aspecto personal. ¿O a lo mejor ya existe?: se dice que en Internet, cualquier cosa que se te ocurra ya se le ha ocurrido a alguien antes. Otra cosa es que tenga bemoles para ponerlo en marcha.

Al poco tiempo me topo con un curioso sitio: el Manifiesto de la Barba . Dice, entre otras afirmaciones, lo siguiente: "Porque, en los tiempos que corren, cometer voluntariamente un acto cuya consecuencia directa es mermar tu belleza y tu aparente juventud es valiente, muy valiente"
.

Jobar, mal empezamos. O sea que debo sacrificar mi ya dudoso atractivo por una probablemente desagradable apariencia. Bueno, no fiándome mucho de este militante manifiesto, sigo adelante con mi proyecto.

Enseguida descubres que una barba bien cuidada da mucho más trabajo que ninguna barba en absoluto. Hay que perfilarla y recortarla de vez en cuando, y por supuesto tienes que seguir afeitandote a diario las zonas carentes de barba. Además hay que tomar decisiones sobre las zonas pilosas que deben ser eliminadas, y las que pueden proliferar libremente. Para colmo, en verano tienes que quitartela para evitar que la zona barbuda desiguale tu moreno facial. Estoy claramente atravesando la fase más difícil de los proyectos: el paso a producción.

Como todo proyecto de I+D que se precie, he obtenido los correspondientes indicadores de impacto del proyecto, realizados en mi entorno sociofamiliolaboral, o sea todos aquellos con los que cruzo más de dos palabras a la semana, y que son los siguientes:
  • Me deja indiferente / me hago el loco: 20% (alguno te mira fijamente pero se calla)
  • ¿Qué te está pasando en la cara?: 60% (principalmente personal masculino)
  • Vaya coquetería que te ha dado: 20% (principalmente personal femenino)
  • A ver cuando te quitas esos pelos: 1% (mi madre, encantadoramente conservadora)

Mi conclusión subjetiva no puede ser más positiva: en el ámbito que realmente me interesa, que es el femenino, ha sido todo un éxito, y ha reforzado mi, a veces flaqueante, masculinidad.

(PD. A tod@s los que penséis que la barba es sólo cosa de hombres, leeros el Manifiesto de la Barba )

¡¡Ni me menees!!

viernes, mayo 25, 2007

El arenero

Directamente del fondo editorial saco este post para brindárselo a Rosa Jiménez Cano, flamante cronista taurina de La feria de San Isidro para el elpais.com.



Las nuevas tendencias en organización de empresas imponen estilos horizontales, es decir, todos hacen de todo y a los equipos de trabajo se les denomina multidisciplinares. La responsabilidad está diluida y las cosas salen porque la teoría del caos tiende a un orden. En esta melé, en realidad unos pocos hacen de todo y el resto hacen como que hacen.

Normalmente la carga de trabajo es inversamente proporcional al salario. Por ejemplo, puedes encontrar secretarias que tienen varias licenciaturas y hablan cuatro idiomas, manejan el Microsoft Office con los ojos cerrados y encuentran las cosas en Internet con un solo toque de ratón y son capaces de desempeñar varios perfiles de trabajo por un módico sueldo. Otro colectivo son los becarios, con su “masterbisnis”, que se comportan como el genio de la lámpara de Aladino. Ante una sugerencia de su jefe solo saben responder “amo, sus deseos son órdenes para mí” con la esperanza de trocar su beca por un contrato basura y salir de su minúscula lámpara de 30 m2 para optar por lamparón de 50 m2 con una hipoteca de por vida. Con ambos colectivos se realiza el 60% del trabajo y el 40% corresponde a las subcontratas. El resto del personal se entrega por completo a sesudas labores de gestión con una responsabilidad difusa.

Pero antes las cosas no eran así, las organizaciones eran funcionales. Cada empleado tenía su trabajo bien definido y estaban muy claras las responsabilidades. Pero los gurús de la organización de empresas dicen que estas estructuras son muy rígidas y que no se adaptan bien al cambio y que hay que aplanarlas. Afortunadamente la apisonadora no ha pasado por ciertos colectivos que conservan su estructura funcional con celo y que se pueden analizar como quien estudia una reliquia.

Uno de estos sectores irreductibles es el sector taurino. No solo la Fiesta de los toros tiene un reglamento que se respeta más que la constitución española(1), sino que todas las figuras que participan en ella tienen una función clara y definida que se muestra en el paseíllo con el desfile de todos los participantes: los toreros, sus cuadrillas, los picadores, el mayoral, los monosabios, el torilero y los areneros.

Aunque hay funciones que requieren poca especialización y esfuerzo, las desempeña una sola persona. Es el caso del torilero, cuya función es abrir la puerta de los corrales para que salga el toro. En las Ventas había un torilero que en el cuarto toro no abría la puerta de toriles porque se tomaba su descanso para la merienda, seguramente amparado en su convenio.

Una función más especializada y esforzada es la de arenero que consiste en rastrillar la arena del ruedo para que esté lisa y limpia. Después de cada toro los areneros salen con su rastrillo para realizar su trabajo. Uno de ellos lleva una azada y un cestillo de esparto para recoger la arena manchada de sangre.

En la plaza de las Ventas, del grupo de areneros destaca uno de ellos por la gracia que muestra al realizar su oficio. Cuando sale con sus compañeros sobresale por su forma de desfilar. Lleva el rastrillo pegado a su cadera y sujeto con su mano izquierda mientras que con la derecha balancea su brazo de adelante hacia atrás con unos airosos andares. Más parece que desfilase en la pasarela Cibeles que vaya a empezar una tediosa tarea manual. De su actitud se refleja cierto orgullo de su función, para él muy importante, y que transmite a todos los que le observamos.

En los toros no existe la improvisación, hay una norma para todo y es casi un ritual. Produce cierta satisfacción encontrar un entorno donde cada uno tiene asignado su papel, delimitada su responsabilidad, se encuentra cómodo y en algunos casos, como el arenero, orgulloso de su función.

Afortunadamente están lejos de los gurús de la eficiencia pero cuando lleguen harán los siguientes cambios: En una primera fase se suprimirá la figura del arenero y el torilero, dejando que los monosabios realicen su función(2). Aprovechando el ahorro de costes, ampliarán el palco presidencial y lo dotaran de aire acondicionado. En una segunda vuelta de tuerca se realizará un ERE(3) de los monosabios y el trillado de arena se realizará con robots areneros y la puerta de toriles se abriría con mando a distancia desde la presidencia.
¡Qué no lo vean mis ojos!

(1) Al menos los aficionados se lo conocen de pe a pa
(2) Monosabio multidisciplinar
(3) ERE: Expediente de Regulación de Empleo

¡¡Ni me menees!!

martes, mayo 15, 2007

Las mieles del éxito vs. espíritu libre


Hacía años que no escuchaba a Joaquín Díaz, insigne archivero de la memoria cantada de España. Por cuestiones del azar, esta semana apareció en el coche una cinta-cassette suya, que me acompaña cada mañana en mi camino hacia el "cerro de las maldades", que es como llaman los lugareños al pueblo donde trabajo.

Entre otros escuché estos versos cantados que tanto tienen que ver con las mieles del éxito y con el espíritu libre que todos llevamos dentro.

Pastor que estás enseñado
A comer pan de centeno
Si te casaras conmigo, pastor,
Comieras de trigo bueno.

Responde el rico pastor:
"Al hambre ya no hay pan negro
Tengo el ganado en la sierra,
Sí, sí,

Y quiero irme con ello”

Ojalá y que la cabra Margarita también pueda tirar al monte, que es lo suyo.

Sección-Reflexiones

¡¡Ni me menees!!

viernes, mayo 04, 2007

La cabra Margarita

La cabra tira al monte
(Anónimo popular)


La cabra es un animal entrañable. Se le ha colgado el san benito de “locura” por ir a su bola, pero esto le confiere un talante más divertido que peligroso y goza de buena imagen. Es símbolo de Zodiaco (el mío), de la legión y bajo el nombre de Margarita es compañía de los gitanos titiriteros que no precisan más que una trompeta y una escalera para que Margaríta haga su número. ¡Salta Margarita! Y la cabra sube dócil por la escalera al ritmo de la trompeta hasta quedar sentada en la cima a la espera del grito ¡baja Margarita!. Ella es la base del sustento de los gitanos pero por su aspecto desnutrido todo denota que se lleva poco margen del negocio.

A veces pienso que la profesión de los innovadores se parece mucho a la de la cabra Margarita. Se pasan el día en su corralito, rumiando en el pesebre todo tipo de lecturas bajo los efectos de la luz artificial y elucubrando todo tipo de ideas que les confieren a veces una mirada perdida cercana a la locura.

De vez en cuando los patriarcas necesitan hacer caja. Para estas ocasiones los innovomargaritas preparan su número consistente generalmente en un ejercicio de equilibrio entre la fantasía y la realidad para crear ese entusiasmo tan necesario para arrancar algo nuevo. A voz de ¡Empieza Margarita! Los innovadores extraen de su bolsillo el pendriver y van ejecutando de la mejor manera posible la representación. Una vez que ha concluido el numerito, los patriarcas pasarán el sombrero y se llevarán un dinerito para casa sin tener que tocar la trompeta, ni arrastrar ninguna escalera. Al igual que Margarita ningún porcentaje de los beneficios repercutirá en los innovadores que nunca disfrutarán de las prebendas que gozan los patriarcas de sombrero y bastón.

Pero cada vez es más difícil la profesión de los innovomargaritas, ya no les basta el ingenio para improvisar el número de la escalera, ni la experiencia, deben tener papeles que certifiquen que han pasado por los más estrechos aros académicos. En esta encrucijada emerge su ancestro caprino y no tienen más remedio que elegir entre echarse al monte o embestir hasta pasar por el aro.

Esta cabra Margarita que suscribe estará muy ocupada los siguientes meses pasando por el aro, desoyendo los consejos de su buena amiga S.M. que la incita a que se eche al monte de una vez y disfrute de la vida.

¡¡Ni me menees!!