domingo, abril 06, 2008

El prisionero 119.104


Buscar el sentido de la vida es una de las cuestiones que se ha planteado el hombre, desde el primitivo Neanderthal hasta el más sencillo representante de la fauna humana de nuestros días.

Una búsqueda realizada a partir de la autoridad y rigor de la filosofía-- Sócrates, Platón, Estoicos, Epicúreos, San Agustín,etc.., de los modernos pensadores, de la Psiquiatría, o del humor ácido e irreverente de los films del grupo de actores Monty Python.

La cuestión adquiere mayores proporciones cuando se viven situaciones tales como la crisis de ideologías y creencias, los profundos cambios en la sociedad, nuevas costumbres y comportamientos, oleadas de escepticismo, falta de auténticas motivaciones, etc.

Y esa dificultad para encontrar sentido a nuestra vida, o el riesgo de pensar que nuestra vida carece de sentido, son causas que generan algunos de los trastornos psíquicos que amenazan al hombre de hoy.

Encontrar sentido a la vida es la situación a la que se enfrenta en el otoño de 1942, el prisionero 119.104 cuando es deportado junto a sus padres, esposa y hermanos al campo de exterminio de Auschwitz

Cuenta en su Diario que al entrar en el campo fue despojado de todo cuanto llevaba: ropa, documentos, objetos personales, y sobre todo lo más valioso para él en aquellos momentos, el manuscrito, listo ya para su publicación, de su primer libro: Psicoanálisis y existencialismo.

Y es que el prisionero 119.014 responde al nombre de Víctor E. Frankl, catedrático de neurología y psiquiatría de la Universidad de Viena y discípulo de Sigmund Freud y Alfred Adler.

Despojado de todo, consciente de los horrores que le esperaban: hambre, frío, tortura, humillación, etc., su pensamiento será como el de la mayoría de los confinados: “lanzarse contra la alambrada", que en el lenguaje del campo significaba acercarse a la alambrada electrificada que rodeaba Auschwitz y agarrarse a ella hasta morir.

Pero Victor Frankl decide en la primera noche que pasa en los barracones del campo, que no se lanzará contra ella y la clave de su decisión está en el providencial y afortunado hallazgo en el bolsillo de su pantalón de un pequeño trocito de papel del manuscrito secuestrado. Ello le animará a intentar sobrevivir. Así lo confiesa:

"El profundo interés en volver a escribir el libro me ayudó a soportar los rigores de aquel campo"

Nuestro “prisionero 119.014"ha encontrado ese “algo"por el que vivir. Y lo expresa haciendo suya una cita de Nietzsche :

Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo vivir

Su terrible experiencia en el campo de exterminio y el papel tan decisivo que la búsqueda de sentido vital había supuesto para sobrevivir a tanto horror, le anima a buscar el medio de ayudar a otros a encontrar el sentido de sus vidas.

Algo que hará a través de un nuevo modelo de psicoterapia: la “logoterapia":

No preguntéis a la vida que puede daros todavía, sino a quien podréis ayudar en algo. Si sólo pensáis en vosotros, os desesperareis al ver que vuestro entorno no os ofrece sino desolación. Si pensáis en los demás, notareis que en vuestro interior brotan fuerzas insospechadas que os permitirán superar la adversidad presente.

Es el pensamiento de quien a pesar de haber sufrido la muerte de sus familiares en las cámaras de gas, la pesadilla del hambre, la injusticia y la humillación, mantiene íntegra su fé en el hombre.

¡¡Ni me menees!!

8 comentarios:

Anónimo dijo...

voy a ser un poco tiquis miquis, si es tener un por qué, es tener una duda, ya que al estar separado es como una pregunta, como una duda. Es porqué, que es la respuesta a la pregunta

Antonio dijo...

Estoy de acuerdo en el anónimo. Si logoterapia es la curación a través del lenguaje y el lenguaje, sirve tanto para ocultar la realidad como para nombrarla (siendo simplistas), buscar el sentido de la vida no tiene sentido ya que la vida sólo tiene sentido por sí misma.

Esto es casi un oxímoron ontológico, si no fuera por lo que nos jugamos. Tenéis razón en que el sentido lo encontramos nosotros mismos (cada uno); igual que algunos dicen que sólo ciertas páginas o libros llegan a tus manos.

Hay una linda primavera ahí fuera, esperando. ¿Tiene sentido por sí misma? ¿O depende de lo que hagamos con ella? És un hermoso "problema", Maestro.
Ánimo :)

Un abrazo

Miguel Arribas dijo...

anónimo:

Tienes toda la razón. Los duendes de las teclas del ordenador separaron lo que debería ir unido.

La cita original de Nietzsche, tomada en préstamo por Frankl, dice:
"Quién tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo"

Gracias por haberme dado ocasión de corregir el error.

Es un placer tener interlocutores como tú.

Un abrazo


anton:

Te remito a mi comentario a anónimo.

La vida tiene, como tú bien dices,un sentido por sí misma y corresponde a cada uno de nosotros buscar el que verdaderamente nos satisfaga.

Ello supone aceptar la posibilidad de que nos equivoquemos y que nuestra vida sea una permanente búsqueda.

Cuando el hombre pierde la ilusión de vivir, y no encuentra otro sentido a la vida sino los existenciales de sufrir y morir, debe y puede buscar un porqué (compañera, hijos, ideales, etc.) que le impulse a encontrar un cómo vivir.


Ayudar a encontrar ese "porqué" es lo que perseguía Frankl con su logoterapia.


Esta tarde llueve mansamente en El Escorial. La primavera será más florida y seguro que encontraremos, amigo anton, un "algo" por el que disfrutarla.

Es lo que nos deseo.

Un abrazo

Lula Towanda dijo...

La búsqueda del sentido de la vida forma parte del instinto de supervivencia. Malo es preguntarse ¿qué hago yo aquí en este mundo? y peor no saber que contestar.
Cuando era pequeña no podía comprender lo cruel que era la vida conmigo teniendo que estudiar en un internado y me hacía muchas veces esta pregunta. La única respuesta que encontré fue: intentar salir de de aquel colegio. Afortunadamente ahora tengo otras razones para vivir menos dramáticas y espero soplar 100 velitas algún dia

S.M. dijo...

Recién estuve revisando mis viejos relatos de la sección femenina y encontré el de "A la entrada del gran bazar". La anciana del cuento me dio el empujón que necesitaba para dar un giro a mi vida.
Seguir en el fin del mundo es mi por qué.
Gracias por compartir

Miguel Arribas dijo...

Lula:

Es prefible vivir a sobrevivir.

Salir del colegio fue en aquella ocasión tu "porqué".

Hoy veo, con satisfacción que te has llenado de "porqués" para llegar al "cómo" de llegar a los cien años.
Enhorabuena :-)

Besos

Miguel Arribas dijo...

S.M:
He leído tu relato de A las puertas
del gran bazar.Muy bello.

Parece cómo si verdaderamente la anciana conociera a V. Frankl!!

A veces descubrir el sentido de nuestra existencia es difícil. Pero si tenemos fe en nosotros mismos acabamos por encontrarlo.

Lo que ocurre es que a veces lo buscamos en cosas "trascendentales" y se encuentra en algo tan maravillosamente sencillo como...una flor roja.

Besos

Enrique Sabaté dijo...

Encontrarle sentido a la vida es paradójico; algo que en sí misma encierra ese sentido. El único, ser vivida y tender a perpetuarse en formas distintas.

El sentido subjetivo es más complejo; en él se encuentran varios factores de dentro y fuera del sujeto, y sólo la propia persona puede contestarselos.

Resulta que cuantas más incógnitas desvelamos más nos acercamos al absurdo de una realidad que supiera nuestras propias expectativas. Por que cada una de ellas nos deja más indefensos que la anterior. Y es con dicha realidad con la que tenemos que conjugar nuestras ganas de vivir el tiempo que nos sea dado.