martes, abril 04, 2006

Cuesta arriba

La vida se ve diferente desde una bicicleta cuando recorres los caminos por los que habitualmente pasas en coche: el examen minucioso del estado del firme de la carretera, la lamentable situación del borde de la misma, los baches, los desniveles y sobre todo esa impresión de que la carretera está siempre cuesta arriba, tanto a la ida como a la vuelta del camino. Esta sensación de que la carretera siempre es ascendente no resiste la más mínima prueba de lógica pero es tan real cuando vas sobre las dos ruedas que siempre dices: mañana me fijo en este tramo para ver si desde el otro lado también lo veo cuesta arriba.

Cuento esto como una experiencia real que cada año me pasa en mis vacaciones de la playa. El camino en cuestión son 10 kilómetros divididos en dos tramos de similar longitud pero que separan dos entornos muy diferenciados: la zona de la urbanización turística y la carretera que conduce al pueblo marinero situado entre la marisma y el puerto pesquero. Aunque soy turista, mi estancia estival se ubica en la zona marinera, de espaldas a la zona de reciente urbanización, por lo que parto desde el pueblecito y me dirijo a la localidad más próxima no teniendo más remedio que atravesar la zona turística.

La carretera se inicia con una empinada curva capaz de disuadir a una persona poco dada al esfuerzo físico como yo, pero la voluntad de llegar al destino supera esta primera barrera. El camino continúa ascendiendo con cuestas más suaves, dejando a la derecha las marismas -con charcos de plata cuando la marea está alta- y a la izquierda las dunas ondulantes sobre las que se ha asentado la retama y que anuncian la playa, hasta que se llega a los eucaliptos, que son cuatro árboles plantados al borde de la carretera y que además de dar algo de sombra son el punto de referencia que indica un kilómetro y medio recorrido. Con la satisfacción de haber llegado al primer hito, se continúa dando al pedal mientas que se dejan a derecha e izquierda pequeñas granjas con animales poco lustrosos y plantaciones más bien raquíticas. En esta zona hay que estar alerta ya que en una de ellas crían cerdos y el olor que desprende es pestilente, por lo que la frecuencia de pedaleo debe subir a pesar del cansancio ya acumulado. Cuando se divisa en lontananza la torre mora ya sabes que el primer tramo llega a su fin y que la carretera que te espera a continuación se ajusta a los cánones de las urbanizaciones turísticas y por tanto es llama, goza de las sombras de las palmeras y tiene carril bici. Este tramo se te hace inusitadamente fácil, siendo las humildes granjas sustituidas por un campo de golf hasta que llegas a la entrada de la localidad en la que hay que remontar un puente, cuyo tablero es casi paralelo al arco del mismo. En un último esfuerzo, una vez atravesado el puente, la bicicleta se confunde con los coches y amotillos atronadoras, dando paso al instinto de supervivencia para no perecer en el paseo.

Una vez llegado al destino, por fuerza tienes que hacer el camino inverso. Es muy importante la hora de regreso, se debe evitar tanto el cenit como el ocaso del sol, en el primer caso por las insolaciones y en el segundo por la voracidad de los mosquitos autóctonos. Pero el retorno alberga también una sorpresa: en una de las granjas hay un fiero perro guardián sujeto con una cadena a una estaca, que generalmente está recostado en el suelo pero cuando pasas con la bicicleta se abalanza furioso ladrando y tensando la cadena que le sujeta hasta casi ahogarse. La prueba se pasa con dignidad cuando se consigue mantener el equilibrio de la bici y el corazón te sigue palpitando.

Si comparas este trayecto cuando se hace en el coche, la carretera te parece practicante llana, no te da tiempo de oler a los gorrinos, no oyes al perro, los eucaliptos dejan de ser una referencia y la torre mora es sólo algo curioso en la carretera y ambos tramos te parecen iguales, si acaso uno con un paisaje más natural que el otro.

Puestos a sacar comparaciones (emulando a Jesulín), las carreteras son como la vida: cuando las vives por el lado fácil -en el coche- no se requiere esfuerzo pero se pierden todos los detalles del camino. Sin embargo, cuando se vive palmo a palmo -en la bici-, se suda, se sufre, se aprecian todos los matices, todo se conoce mejor.

Y, por supuesto, es siempre cuesta arriba.


Sección-Reflexiones
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¡¡Ni me menees!!

10 comentarios:

Unknown dijo...

Yo también soy aficionado a la bicicleta y tu descripción refleja perfectamente de que va esto de darse paseos en bici.

Y como métafora de la vida una genialidad. Tengo que dedicarle más tiempo a reflexionar sobre ella. Lula gracias, te superas a ti misma.

Muxfin dijo...

Una metáfora digna de enmarcarse.
Desgraciadamente mi relación con los vehículos de dos ruedas es lamentable, (creo que nací sin el giroscopio de serie).
Besos

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Yo puedo considerarme, en parte, un enfermo de la bicicleta. De hecho me suelo definir así más de una vez. Más detalles en: este agujerito de la web 1.0.
Bueno, la bici es una forma alternativa de movilidad, que permite tomar contacto con tu entorno mucho más allá que la que consigues con el vehículo a motor, aunque menor que la que se deriva de andar a pie. En mi caso es una necesidad vital oxigenar el cuerpo con ese contacto. Mi forma de abrir el grifo de endorfinas es la bici de monte, como para otras personas será la ópera o para otras el golf. La bici te da otra visión de la realidad: sientes cuestas donde antes no las había, el viento es algo que existe (casi siempre de cara), la lluvia fina no es lluvia sino un inmenso placer...
Me resulta gracioso el relato de Lula porque además de la bici incluye la consabida historia de sufrimiento veraniego. Yo hace ya muchos años que decidí que le verano en la playa es para profesionales. Yo soy un aficionadillo de tres al cuarto. Os dejo toaaassssss las playassss para que las disfrutéis... en verano. Siempre me han gustado más vacías, en otoño y con lluvia, aquí en el norte.
Por cierto, el relato queda muy tierno.
Saludos.
Julen

Anónimo dijo...

y es que todo va ligado al esfuerzo, cuanto mas nos esforcemos en la vida más recompensas tendremos, aunque en este caso sea en forma de olor de cerdos :) pero quien sabe si a la vuelta de la esquina no estará algo mucho mejor.
lo que está claro es que en coche no veremos ni lo uno ni lo otro

almena dijo...

toda una aventura la de esos cinco km
Mientras te leía pensaba que ¡es verdad! la carretera en bici siempre parece cuesta arriba.
Estas reflexiones tuyas, tan preñadas de lógica y de humor, que me encantan :-)

Yo me he ido durante tres semanas del mundo bloguero, y he vuelto en "bici". He vuelto asumiendo todos los detalles del camino...

besos!

Anónimo dijo...

A mí se me hace muy cuesta arriba, soy un poco negada para la bici, correr, etc, etc., me falta el aire y seguro que es falta de práctica en los ejercicios cardiovasculares, pero así es. Y reconozco que en el coche nos perdemos demasiados detalles y datos. Besos

CARMEN_R_PURAS dijo...

Muy buena la metáfora.

Cuando hablabas de que tanto el camino de ida como el de vuelta parece cuesta arriba en la bici, me he acordado de un sitio que conozco en la carretera de la salida de Ronda (Málaga) a Algatocín (creo que se llamaba así el pueblo), una cuesta que visualmente parece cuesta abajo y luego es cuesta arriba.
Es bastante curioso, pero tirabas agua e iba cuesta arriba (por efecto visual, evidentemente).

chousas dijo...

Ya me estaba preguntando a dónde querías llegar... Suerte del último párrafo...
Me temo que me monté en este post en coche cuando debí haberlo recorrido pedaleando, mil perdones.

cerise dijo...

Me gusto tu relato, he estado pedaleando todo el rato!!!!! y por supuesto cuesta arriba! :)))
ufffffffff voy a descansar......

Lula Towanda dijo...

Telémaco Me alegro que te guste dar pedales y que sepas lo que es ir cuesta arriba. Siempre se puede elegir como vivir la vida y lo que perdemos o ganamos con la elección.

Muxfin mi giroscopio es de un todo a 100, pero vamos tirando con él. Aprendí sola a montar en bicicleta y más de un árbol se resintió con mis embestidas. Gracias por las flores.

Julen Bueno, tu eres casi un profesional de la bici. ¡Que romántico conservar tu web 1.0!. Yo soy profesional de vacaciones de verano en la paya, tomando el sol, vuelta y vuelta. Veraneo en Julio porque agosto es el mejor mes del año para pasar en Madrid. En mi pueblo de veraneo no hay demasiados turistas, pero hace tan solo siete años no había ni turistas. En los 7 kms de playa se podían contar a 15 personas. Estos paraísos se han perdido ¡que pena!
Este relato lo escribí en La punta del Moral y allí todo tiene que salir tierno.

pablo Bueno la recompensa al esfuerzo a veces no llega con cosas materiales sino con la satisfacción de hacer o aprender algo y sentirte vivo. Mismamente, en el la vida laborar el esfuerzo casi nunca tiene recompensa, solo tu propia satisfacción.

almena Pues a dar pedales para que podamos disfrutar de tu blog. Me alegro de encontrar novedades

María Pues cuesta arriba se nos hace a todos, pero montar en bici es muy gratificante y es cuestión de insistir. No creo que haya muchas personas menos dotadas que yo de psicomotricidad.

CARMEN_R_PURAS Alguien tendría que estudiar el fenómeno de la cuesta arriba. Siempre es bueno conocer el por qué de las cosas.
Si la vida la vives de pasada te pierdes muchas cosas, unas buenas y otras no tanto, pero te las pierdes.

chousas ¿Qué hace un gallego como tu a toda velocidad? pisa el freno. Desde la bicicleta se pueden ver los bichos y las flores del camino.

cerise Vale, vete a descansar, pero ¡no ronques!

Kotinussa Pues montar en bici es muy agradecido cuando aprendes, ¡nunca se te olvida! No soy muy dada al ejercicio físico, pero puedo hacer el trayecto La Punta-Ayamonte en bici sin perder el resuello.