viernes, abril 21, 2006

El avión

Nota de la autora: Dedicado a El Profe y Sra. por lo que ellos saben


El avión
es el lugar de copas que ocupa el primer lugar de mi corazón (o mi hígado según se vea). Ya no existe, pero su lugar no lo ha ocupado ningún tugurio desde que lo cerraron y es difícil que en mi vida me pueda encontrar algo así. Lo llevo en mi pensamiento y quería dejar plasmada la huella que dejó en mi en un relato. Como siempre, la casualidad me ha dado el empujoncito que necesitaba para hacerlo.

Esta tarde (lo escribo en caliente) fui con la erudita a sacar su billete de avión para México(1) en la agencia de viajes Zeppelín, sita en la calle Hermosilla 92, justo enfrente del número 97, que albergó el sin par garito El avión. Al ver lo que queda del edificio, en el que dejé tantas risas y lágrimas, se me encogió el corazón de pena al ver tanto deterioro.

En los años 80, era el lugar de reunión a partir de las 2 de la mañana. Después de las cenas de amigotes nos quedábamos pasmados en la calle, incluso en el más crudo invierno, para decidir dónde tomaríamos la primera copa. Este debate se llevaba su tiempo hasta que en estado de congelación nos dirigíamos al lugar consensuado. Para la segunda ronda de copas siempre había consenso cuando alguien decía: vamos a El avión .

No sé cómo catalogar el sito, casi mejor lo describo y que cada uno le ponga la etiqueta adecuada. Tenía un cariz masónico, si alguien no te llevaba a El avión, jamás entrarías en un sitio así por varios motivos. El primero porque nada en su exterior anunciaba el lugar y en segundo porque la puerta de entrada se asemejaba más a una cacharrería del Rastro que a un local donde sirven copas. Así, por lo que llaman ahora marketing viral, íbamos conociendo poco a poco el santuario etílico nocturno.

La entrada era oscura como la boca del lobo. La pieza era rectangular y tenía una barra en forma de "L" que arrancaba de la parte izquierda de la entrada. Al fondo a la derecha había un piano y el resto del espacio se rellenaba con mesitas bajas con asientos. Los aseos no recuerdo dónde estaban porque me faltó valor (que no ganas) de visitarlos. Del techo colgaban ventiladores que movían sus aspas venciendo la resistencia de la roña acumulada en ellos. La oscuridad eclipsaba la inmensa suciedad acumulada en la mayoría de los elementos, pero gracias a la capacidad desinfectante del alcohol jamás tuvimos efectos secundarios.

Nada más entrar se notaba que algo crujía bajo los pies. No, no eran cucarachas, eran pipas de girasol. Al fondo se escuchaba la música que tocaba un pianista cojo(2) que tocaba canciones bajo petición de los parroquianos. La gracia del local era acompañar la copa con una buena ración de pipas saladas que estimulaban el consumo de bebida. Al cabo de un rato la sal de las pipas empezaba a realizar sus estragos, los labios se hinchaban y la lengua se acartonaba. En ese momento se te nublaba la visión debido a que los ojos se defendían de la densa atmósfera de humo de tabaco poniendo lágrimas de por medio. Así, riéndome de las ocurrencias de los amigotes, hablando con la lengua espesa y llorando como una Magdalena iba vaciando las copas.

Pero un día el dueño del edificio decidió no renovar el alquiler del local y El Avión tuvo que cerrar. De nada sirvió que los periódicos se hicieran eco del desastre, entre ellos El Mundo(3) que publicó a doble página la crónica del cierre anunciado con artículos de Umbral y otros representantes de la noche madrileña. Pudo más la especulación que la opinión pública y cerraron el templo nocturno.

Al mes del cierre, los periódicos publicaron la noticia de que Cesar, el pianista del El Avión, había muerto. Después se apagaron sus ecos y ahora el edificio, casi ruina, sigue esperando el momento en que sus dueños hagan caja.

¡Maldito parné!

(1) La erudita es mi primogénita, que le han concedido una beca para estudiar Antropología en Mexico D.F.
(2) El pianista arrastraba una pierna, algunos decían que era una prótesis. En las tinieblas que allí reinaban, nadie tenía claro las causas de su cojera.
(3) No he encontrado nada en Internet ni en la hemeroteca de El Mundo.

Sección-Vivir para comer

technorati , ,,

¡¡Ni me menees!!

15 comentarios:

almena dijo...

Pues leyéndote da la impresión de que era ayer mismo por la tarde cuando aún os reuníais en el Avión!
Tal como lo detallas... un garito entrañable.

besos!

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Esto de recordar garitos de una vida pasada tiene su cosa. En mi caso, me vienen varios a la cabeza, pero hubo una época en que nos hicimos íntimos de los dueños de un pub que se llamaba Panorama (ahora ni sé si sigue existiendo) en Barakaldo, que era donde acabamos poniendo la música y hasta las cejas de cualquier brevaje alucinógeno.
Esa época la recuerdo plena de felicidad y cargada de inseguridades, al menos ahora, con 20 años más.
Bonito recuerdo éste de volver a esos tugurios.

burtonbk dijo...

Da mucha pena cuando un lugar así de entrañable se acaba, ya me ha pasado varias veces
salu2

Muxfin dijo...

Por lo que veo, al final te hicieron Gran Maestre de la Logia de El Avión.
Los recuerdos con alcohol, se conservan mejor

Lula Towanda dijo...

almena Es que 20 años no son nada para la memoria pero si se nota que no se tiene la misma la resistencia para aguantar en las juergas. Pero la semana que viene me voy a la Feria de Abril para entrenar un poco y coger el punto.

Kotinussa Me quedo con la curiosidad de conocer tus garitos favoritos y si hay posibilidad de visitarlos. Estoy en racha con la sección de Bares, voy a rescatar un relato sobre ?Trifón? bar sevillano que seguro que conoces. Supongo que la semana que viene estarás por el macrogatito que es la Feria de Abril.

Julen Siempre es bueno tener el garito de tu corazón donde se guardan tantas risas y buenos momentos entre amigos. No se debería perder esa sana costumbre por culpa de las obligaciones que nos buscamos y que nos roban el tiempo.

burton Lo bueno suele ser breve, que lástima.

Muxfin El mandil sólo lo uso en la cocina. No me veo de Gran Maestre de la logia de El avión sino más bien de masoncilla de a pie, pero muy fervorosa.

chousas dijo...

¿Que tendrán estos tugurios?
A veces, dando eses, aún me meto en el callejón del pueblo donde estaba un local que cerró, para ver el nombre que grabamos (o rayamos más bien ejemmm) en la puerta...

CARMEN_R_PURAS dijo...

Yo también frecuentaba uno con pipas en el suelo por la calle Betis en Sevilla, allá en mis tiempos de estudiante. Además, que cuanto más cutre fueran más nos gustaban.

Anónimo dijo...

siempre hay lugares oscuros, sucios, en los que nuestras madres no nos dejarían entrar ni locas pero que por alguna extraña razón nos conquistan.
besos

Anónimo dijo...

Es lo que tiene, que dejas pasar un poco el tiempo y mira lo que pasa, cierran y se queda en ruinas. Lo que no se pueden borrar son los recuerdos. Me alegro por tu erudita y por tí, que seguro que haces algún viaje a ver qué tal está en Mexico.

Zifnab dijo...

Los pianistas felices van al circo decían en Beautiful Girls

Una pena. Los garitos que te recuerdan un pasado (siempre mejor según Manrique, aunque el no se refiriese a los garitos), la Via Lactea que aún está, Camelot que por ahí anda. Snif, snif.

Ah y si fuiste a esa Agencia de Viajes conociste a mi cuñada (es que mira que no saludarte que desconsideración por su parte :-D)

Cosas

Se feliz

la-de-marbella dijo...

Aqui el garito se llamaba el "Manhatan", era lo más cutre que te puedas imaginar, ni piano, ni musica en vivo. A lo sumo la radio del propietario con canciones folkloricas. Cerca estaba el "Brillante" que era más oscuro que el carbón e igual ó peor de cutre, más la musica era excelente y la compañia más.

Unknown dijo...

Por desgracia no conocí "El avión", pero tu magnifica descripción me ha hecho recordar otro garito en la calle Principe, que se llamaba (o se llama, no tengo ni idea si sigue abierto) "Las cuevas de Sesamo".

No sé que ingredientes tenía la sangría que servían porque con sólo un vasito pequeño ya salías muy contento. La entrada era sordida , bajando por debajo del nivel de la calle y también tenía un pianista y una camarera con tanta mala leche como años.

Recuerdo que las paredes estaban llenas de frases y citas literarias, y recuerdo pasar allí... muchas cosas, incluso mi primer amor.

Lula Towanda dijo...

chousas Los tugurios tienen nuestros buenos recuerdos, nuestras risas y a veces las borracheras lloronas. No hay nada como andar haciendo eses para encontrar los sitios, con la cabeza despejada se pierde mucho la orientación.

CARMEN_R_PURAS Porque en aquel entonces no había franquicias, que si no habrían proliferado los sitios de copas & pipas

pablo Los sitios que no nos gustan a las madres son lo mejores. Es que en cuestión de copas no entendemos.

María En cuanto te descuidas, zas, te cierran los mejores sitios, pero al cerrarlos pasan a ser mitos.
Por supuesto que me dejaré caer por D.F. a eso de noviembre. Además de visitar a mi hija y conocer una megaciudad, tengo mucha ilusión por visitar Puebla después de leer los libros de Ángeles Mastretta.

Zifnab Va a tener razón Jorge Manrique que cualquier garito pasado fue mejor y si no lo fue en nuestros recuerdos si lo parece.
El mundo es un pañuelo con lo de la agencia de viajes. Tenemos querencia a esta agencia de viajes por una prima que vive en Roma y está todo el día de aquí para allá y solía comprar allí los billetes (ahora los compra por Internet). Nos atendió un chico pero al fondo había una chica. Seguro que si vio a mi erudita no le pasaría desapercibida su original forma de vestir.

la-de-marbella Hay que ver como se puede montar un negocio con tan poca inversión, tan sólo consiguiendo darle ese toque cutre que te hace sentir que vives el lado canalla de la vida. Seguro que Gil los cerró.

Kotinussa Eso de lo bueno si breve, dos veces bueno no se debería aplicar a los garitos. El garito que sobrevive no lo conozco pero ahora que voy para allá es una buena ocasión de visitarlo. Tal vez sea la hora de hacerse con los garitos de madurez.


Telémaco El avión era un orden de magnitud más cutre que las cuevas de Sésamo, pero tenían en común lo del piano. Era un remedo de los sitios existencialistas franceses pero en la época de Franco esa imitación era casposilla como todas las cosas de entonces. La bebida, nacional, sangría de garrafón, así se subía a la cabeza. Visitaba estas cuevas con mis amigas, pero tu lo aprovechaste mejor...

Anónimo dijo...

Conocí El Avión en los 70´s. Entrañable. en el 75 conocí a una chica en el Avión y hasta hoy 33 años y tres hijos.

Lula Towanda dijo...

Anónimo ¡Qué tendrá el avión que tantas parejas forma!
El post está dedicado al Profe que se declaró a su señora en el avión. Forman una pareja estupenda, como la tuya.