domingo, diciembre 30, 2007

El censor


Si velar por "la moralidad y las buenas costumbres" era el objetivo de los censores de la Grecia de los filósofos y la Roma de los césares, a partir del siglo XV la censura va a extenderse en toda Europa hacia un medio de comunicación que comienza a tener desde el descubrimiento de Gutenberg una gran difusión: el libro.

Los nuevos censores aunque ya no tendrá la personalidad de un Aristófanes o de un Catón el Censor, -salvo contadas excepciones de las que más adelante nos ocuparemos- si conservarán la adustez e inflexibilidad de aquellos.

Y es que curiosamente y como una constante a lo largo de la historia, los censores serán, generalmente, personajes grises, funcionarios "funestos y nefastos", que por adular a la autoridad civil o religiosa, a la que sirven, "mirarán" a los autores de libros como personajes potencialmente peligrosos y analizarán inquisitorialmente el contenido de cada página.

Entre las excepciones a este tradicional perfil del censor queremos recordar a dos ilustres escritores que entre nosotros han ejercido la censura :

Gustavo Adolfo Bécquer y Camilo José Cela.

Si el popular poeta romántico ejerció, por motivos económicos, la censura de novelas a lo largo del período que va de 1865 a 1868, nuestro Premio Nobel lo hizo en los años posteriores a la finalización de nuestra guerra civil. Forzado, como Bécquer, por razones de simple subsistencia, Cela trabajó durante los años 1943 y 1944, censurando Revistas literarias, en la Sección de Información y Censura.

Salvando las ocasiones en las que la censura está justificada en aras de unos mínimos principios de respeto y de defensa de los menores, el censor o el hilo más o menos invisible que mueve su pluma, busca en definitiva silenciar pensamiento, opinión, expresión artística.

Víctimas, en su día, de la censura fueron autores y obras que hoy nos parecen tan "inofensivas" como: Por quien doblan las campanas de Hemingway, Dublinés de James Joyce, Sonata a Kreutzer de León Tolstoi, o Santuario y Las palmeras salvajes de William Faulkner, por hablar sólo de los foráneos.

A lo largo de los años al libro comienzan a sumársele nuevas modos de creación -teatro de vanguardia, cinematógrafo de arte y ensayo, videos, internet, etc.,etc. Y el censor tiene que añadir a los clásicos "útiles" inicialmente usados por los censores -pluma o sucedáneo- algunos tan sencillos como la tijera, la aguja y la cinta métrica, y otros no tan domésticos y más electrónicos. Si la pluma servirá para tachar textos o modificar diálogos cinematográficos que en la mayoría de los casos harán totalmente incomprensibles ciertas escenas -recuérdese Mogambo- la tijera servirá para recortar metros y metros de película, que contribuían a incrementar los esfuerzos de los espectadores para comprender el argumento.

Y en algunos casos con la cinta métrica en la mano el infatigable censor se subirá a los escenarios para con riguroso celo profesional medir la distancia que media entre el suelo y el borde inferior de la falda de la actriz. A alargarlas -mediante el oportuno suplement- y a cerrar los excesivos escotes de las exuberantes actrices, estarán reservadas hilo y aguja.

Desbordando lo anecdótico, la triste realidad es que los "poderes" por muy democráticos que sean se resisten a perder un elemento de control tan eficaz como es la censura. Por ello no extraña que cuando los intereses partidistas o electorales están en juego sientan la tentación de utilizarla. La única diferencia con los países autoritarios o dictatoriales -China, Cuba, Corea del Norte, Birmania, etc.- consistirá en la forma más sutil de ejercerla.

Son tristes realidades que nos advierten, en definitiva, que Catón el Censor no ha "muerto".

¡¡Ni me menees!!

miércoles, diciembre 26, 2007

La vida con una mano


Llevo la recuperación de la fractura de Colles de mi muñeca derecha como una condena. Al lastre de la escayola que actúa como el grillete que me priva de mi libertad, hay que añadir las reflexiones que se me han ido acumulando entre tanta frustración e incapacidad.

Con una sola mano no puedes ni conducir, ni cocinar, ni comprar con la tarjeta, ni efectuar ninguna operación que precise firma, ni realizar las tareas del hogar, ni comer carne, ni mariscos(1), ni siquiera anudarte los zapatos o pintarte una raya en el párpado. En estas fechas Navideñas en las que hay que atender a tantas actividades estar incapacitada es frustrante.

La Nochebuena, sentada en un sofá con la mano derecha descansando en un cojín veía reflejada en un espejo una escena familiar en la cocina. Perfectamente organizados y relajados, todos los miembros de la familia, estaban haciendo lo que suelo hacer yo generalmente con prisas y derrochando estrés. En ese momento fui consciente de que estoy de más, que están mejor sin mí.

Es una satisfacción verles tan autónomos pero me escuece un poco ser tan prescindible. Hace seis años me pasó lo mismo en la vida laboral y ahora tomo conciencia de lo familiar. Creo que me podría ir a comprar jamón de York y no se darían cuenta de mi ausencia. No somos nadie. Tal vez sea mejor así.

(1) Me han contado el caso de un alcalde de Cádiz que era manco pero les ganaba a los que tenían dos manos pelando las gambas.

¡¡Ni me menees!!

sábado, diciembre 22, 2007

El consumista navideño



Vivimos, valga la obviedad, en una sociedad claramente basada en el consumo. Un consumo que tradicionalmente distinguía entre necesidades básicas -alimentos, vestido y vivienda- y necesidades secundarias, casi siempre inalcanzables para la mayoría.

Superada, afortunadamente, hoy día, la lucha por satisfacer las necesidades básicas, -que sólo recordamos viendo llegar los cayucos a nuestras costas, con su carga de miseria-, nuestro consumo se dirige, prácticamente, a necesidades secundarias.

Por ello cuando hoy hablamos de consumismo nos estamos refiriendo a necesidades más que secundarias, auténticamente superfluas: segundas viviendas, lujosos automóviles, prendas de "marca", costosísimos y sofisticados aparatos informáticos, audio, televisión, etc., etc.

Unas necesidades que obedecen más a impulsos emocionales que racionales. Y así las emociones y los sentimientos que afloran especialmente de estos días son "oportunamente" estimulados por la enorme carga de publicidad que se nos lanza desde los distintos medios y que van orientadas a convertir lo superfluo en necesario.

La inminencia de las fiestas navideñas dispara este consumo a que nos venimos refiriendo, convirtiéndolo en el compra por exceso, o lo que es igual, en la compra compulsiva. Durante las pasadas Navidades los medios informaban que sólo en una semana la sociedad norteamericana adquirió productos navideños y regalos por un importe de 28 000 millones de dólares y en España, el diario ABC calculaba en veintitrés millones las personas que habían visitado en una semana uno de los grandes centros comerciales.

El consumista tiene un curioso repertorio de lemas, con los que intenta justificar su compra compulsiva, entre los que destacan: "un día es un día"; "mañana Dios dirá", "estamos en Navidades" o "cuanto más consumo más feliz soy".

Impulsados por este bendito optimismo la gran mayoría de los representantes de la fauna humana de nuestros días se lanzan estos días, tarjeta de crédito en mano, a gastarse no la paga extraordinaria de Navidad -que ya la han gastado anticipadamente en matriculas y libros de la prole-, sino a construir una cuesta que antes se llamaba "de Enero" pero que en nuestros días puede prolongarse hasta muy avanzada la primavera.

La minoría partidaria de un consumo responsable, sostiene que los consumistas son personas inmaduras fácilmente manejables por la publicidad y que, en definitiva, el consumismo no es equivalente a felicidad.

A este grupo van dirigidas las palabras de José Luis López Aranguren:

Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas(...)el consumo es la forma actual del summun bonum. Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y por tanto no es feliz

La Psiquiatría va más allá e incluye a lo partidarios de esta compra compulsiva en el grupo de Trastornos del control de los impulsos no especificados.

Pero no todo van a ser críticas a los numerosos representantes de la fauna humana que se lanzan, estos días, al asalto de los grandes almacenes. Con esta definición, cargada de buen humor, trata el periodista Luis Ignacio Parada de salir en defensa del consumismo y de los "maltratados" consumistas:

La palabra consumismo es un invento de cuatro envidiosos que no tienen ni el dinero, ni gusto, ni alegría para vivir la vida y dedican su tiempo a amargárnosla a los demás

Si usted, querido lector me lo permite y dentro del ambiente festivo de la Navidad le traslado este chiste que encontré hace pocos días, en una página de humor: Hablaba el presidente del país a su empobrecido pueblo:

-¡Querido pueblo! ¡Este año podemos decir que con nuestro gobierno entramos en una etapa de fuerte consumismo!
El pueblo indignado comenzó a gritar:
-¡Mentiroso!¡ ¡No hay comida, ni dinero, ni nada! ¿De qué consumismo hablas?
-Perdón, no me entendieron, lo que quiero decir es que van a estar con su mismo automóvil, con su mismo trabajo, con su mismo salario...

Entre compra y compra, mientras bajamos por la escalera mecánica de alguno de los grandes almacenes, sería bueno reflexionar sobre el genuino significado de estas fiestas navideñas: el nacimiento de Jesús para los católicos, su mensaje de Paz para todos.

Feliz Navidad

Hay que recuperar la creatividad a la hora de celebrar la Navidad, una creatividad que nos ayude a no pasar las fiestas navideñas persiguiendo los inalcanzables sueños que proponen los anuncios

Ecologistas en Acción

¡¡Ni me menees!!

miércoles, diciembre 19, 2007

Los traperos


Hace muchos años el trapero era un típico personaje del amanecer de las grandes ciudades. Cada mañana a las primeras luces del alba iniciaba desde el suburbio su lento camino hacia la dormida ciudad. Con su destartalado carro, tirado un desvencijado asno y acompañado de un famélico perro, que ataba a la trasera del carro, recorría las calles en busca de un modesto cargamento de trapos, cacharros viejos, chatarra, basura, etc. que le permitieran sobrevivir.

Son personajes que llenaron de contenido social muchos títulos de nuestra mejor novela costumbrista. Gracias a ello siempre que deseemos recordar a estos sencillos representantes de la fauna humana, podemos encontrarlos refugiados en las páginas de esa bella trilogía de Pío Baroja que forman: Mala Hierba, Aurora Roja y La Busca.

O hallarlos escondidos entre las “flores del mal” de Charles Baudelaire . A él debemos esta poética semblanza de nuestro personaje:

"A menudo, y a luz roja del farolillo cuya llama y cristal azota y golpea el viento en pleno barrio arrabalero-- laberinto fangoso donde la gente vibra con fermentos tormentosos--, suele pasar un trapero, la cabeza gacha, tropezando y chocando con las paredes, como un poeta, no se preocupa de las rondas de policía, súbditos suyos son, y va volcando su corazón el proyectos grandiosos..."

( El vino de los traperos, París , 1857)

Cuando parecía que estos representantes de la fauna humana estaban en francas vías de extinción y no les quedaba, para intentar sobrevivir, ni la esperanza de contar con la prerrogativa de “especie protegida”, han surgido nuevas especies de trapero.

Unos modernos traperos que han abandonando el cliché de la novela costumbrista y no corren tras la búsqueda de los paraísos artificiales de Baudelaire

Simplemente han cambiado el carro por el camión o la furgoneta y al atardecer, recorren las calles más comerciales buscando en las horas de cierre de empresas y oficinas los cajones de cartón llenos de recortes de papel.

Afortunadamente muchos de estos modernos traperos han encontrado la forma de apoyarse de la labor social que desarrollan grupos como Los traperos de Emaús. Una organización que nació en Francia en los años que siguieron a la II Guerra Mundial y que buscaba luchar contra la dramática situación de “un grupo de marginados que recorrían un largo camino de lucha contra la miseria”.

Importada a España en 1972 por un grupo de entusiastas promotores, realiza, desde su sede en Navarra una gran tarea para que los modernos traperos encuentren en la recogida y reciclado de muebles, chatarra, ropa libros, etc. la forma de “ganarse el pan con dignidad “

Pero también a lo largo de los siglos XIX y XX han existido otro tipo de trapero, Un ilustre personaje como el gran fisiólogo del Collége de France, François Magendie (1783-1855) se autocalificaba de trapero de los hechos:

"Cada cual se compara, en su respectiva esfera, con algún personaje más o menos grandioso, como Arquímedes, Galileo, Miguel Angel, Newton, Descartes, etc. Luis XIV, por ejemplo, se comparaba, nada menos, que con el Sol.

Yo soy más humilde. Me gusta compararme con un trapero. Con mi gancho en la mano , mi saco al hombro, recorro el dominio de la ciencia y voy recogiendo lo que me encuentro"

Recogiendo todo lo que encontraba, se convertiría en la máxima figura de la ciencia médica de su época. Y aportará al desarrollo de la Fisiología importantes descubrimientos acerca de los procesos de la digestión, nutrición, fonación, y la fisiología del sistema nervioso.

En 1855, nuestro genial “trapero” entregará el testigo a su discípulo predilecto el gran Claude Bernard. Será como su maestro, un metódico observador de los hechos, otro genial “trapero de los hechos” que proseguirá la búsqueda de los datos que le permitan "expulsar de la Fisiología los fantasmas que la agobian..."

¡¡Ni me menees!!

viernes, diciembre 14, 2007

El síndrome de Almería


Dedicado al mago Zifnab que se ha evaporado sin que me de tiempo a contarle el influjo de Almería en mi vida.

Pensaba escribir cronológicamente la influencia de Almería en mi Destino comenzando por el post historia de una casa (una de amor), pero un suceso ocurrido recientemente le ha dado la vuelta a mi intención como a un calcetín. Empezaré por el final y bucearé en las raíces de mi extraño síndrome de Almería.

El pasado puente de la Constitución me llevó de nuevo a Almería a participar en un torneo de golf. Era un buen paréntesis en mi agitada vida de triple play como estudiante, profesora y trabajadora. Me merecía un descanso pero no un giro total hacia el cero play.

Todo ocurrió el día de La Inmaculada, día 8. En el hoyo 2 me resbalé y al poner la mano para amortiguar el golpe, me lesioné. Mi mano derecha quedó extrañamente unida a mi brazo y acudió solidariamente en su ayuda mi mano izquierda para sustentar esta unión. Me llevaron en buggy a la casa club y desde allí una ambulancia me condujo al ambulatorio del pueblo más cercano, Vera. Con el diagnóstico de fractura de Colles me trasladaron al hospital de La Inmaculada(1), en Huercal-Overa.

Me atendieron bastante rápido y bien. El traumatólogo de guardia me inspiró mucha confianza. Me pusieron anestesia local y me redujeron la fractura como si jugaran al tug of war con mi brazo, a un lado dos ATS, al otro, el traumatólogo. Quedó el juego en empate, el hueso en su sitio y mi brazo envuelto en blanco yeso. Al dar las gracias al médico de guardia por una atención tan eficaz, me refunfuño que habría sido más rápida si funcionase la informática como Dios manda. Me fijé que llevaba una chapita prendida en la bata que decía: "por unas urgencias dignas". Callé mi condición de informática, lamenté que a veces la tecnología sea más una barrera que una ayuda.

Almería me ha dejado esta vez con una sola mano para afrontar mis quehaceres. Con la baja laboral alguna amenaza se cierne en mis futuras actividades y no sé las consecuencias que puede acarrearme. Mis alumnos se quedan huérfanos de tutorías y a mi faceta de estudiante le faltan dedos para finalizar el trabajo de Doctorado.

Tendré que adaptarme, ¡qué remedio! Pero a Dios pongo por testigo que no volveré a Almería para ser dueña de mi Destino.

Continuara la historia hacia atrás...


(1) Curiosa coincidencia de nombres.

¡¡Ni me menees!!

lunes, diciembre 10, 2007

La mujer en el epicentro

Hace algunos años recorría las tertulias de Madrid un chiste que, poco más o menos, decía:

<<Nos llegan noticias de un posible movimiento sísmico en ese municipio. Localice epicentro.

El alcalde, a las pocas horas, contestaba:

Epicentro y veinte secuaces más detenidos.>>

Al igual que en el pequeño pueblo del chiste, cuando en esa institución que desde los tiempos del Imperio Romano se conoce como familia, se produce el desencuentro de la pareja -o lo que los terapeutas de familia denominan "crisis familiar de carácter centrífugo"- el conflicto marital se convierte en una especie de movimiento sísmico.

Un seísmo en el que la mujer, desgraciadamente, suele encontrarse en pleno epicentro y el grupo de secuaces lo forman los componentes del entorno familiar y social más próximo.

La primera evidencia el día después del seísmo es que en el hasta entonces hogar familiar se va a producir un significativo cambio: un cuerpo en la cama de menos y un cuerpo de más en el armario.

Tras el desconcierto del primer movimiento, comienzan a aflorar sentimientos entremezclados de despecho, traición, desprecio, celos, odio, deseos de venganza, etc., y las distintas réplicas sísmicas van dejando la evidencia de distintas pérdidas entre las que destacan las afectivas y las económicas.

Poco a poco se trata de superar el duelo debido a la ruptura y rehacer la convivencia con hijos y familia, Algunas veces, las menos, mientras se tramita la separación se pone fin al desacuerdo y otras, las más, se busca con premura una nueva relación sentimental con la que vengarse del "otro".

Pues bien, contra lo que pudiera pensarse, no son los profesionales de la psiquiatría, ni los psicólogos, ni tan siquiera los terapeutas familiares quienes más han profundizado en la dinámica de estos conflictos de pareja. Los que más han contribuido a su estudio son los creadores de esos relatos llamados cuentos, que la mayoría de las veces tienen una lectura adulta y que, paradójicamente, sólo leen los niños.

Si lo dudan, les citaré tres ejemplos. Los que nos ofrecen los protagonistas de tres famosos y conocidos cuentos: Peter Pan, Cenicienta y la Bella Durmiente.

En demasiadas ocasiones, y durante mucho tiempo, la mujer, como Peter Pan, se ha resistido a crecer, a bajar el telón de su niñez, otras veces ha elegido, como Cenicienta, instalarse en la cómoda dependencia, esperar que el hombre encuentre su zapato de cristal o, siguiendo el ejemplo de la Bella Durmiente, no ha encontrado otra forma de afrontar la crisis sino quedándose "dormida", paralizándose ante el conflicto, esperando que la solución llegue de la mano, o mejor dicho, del beso de amor de un nuevo "príncipe azul".

Por el contrario, la actitud de la mujer de hoy frente a estos tres ejemplos debe consistir en no resistirse a crecer, ni encerrarse en el interior de su "cocina", ni sumergirse en un sueño secular esperando que un mañana, más o menos lejano, le traiga, como el hada madrina, la respuesta a su problema.

La mujer de hoy debe enfrentarse con valentía al entorno familiar y social que la rodea, y atreverse a romper con la dependencia que tradicional e injustamente le ha "atado" al padre, a su pareja y, muchas veces, a los hijos.

Ello comporta salir al exterior de su miedo, romper el escudo consciente o inconsciente de la angustia que la paraliza y enfrentarse en la acera de cualquier calle, a las inconveniencias de los que se suponía amigos, a la sonrisa compasiva o irónica de muchos, a la incomprensión o al anatema de quienes viven instalados en el prejuicio de y de espaldas a su tiempo.

La mujer de hoy debe, en definitiva, saber superar soledades, desesperanzas y desamparos.

¡¡Ni me menees!!

martes, diciembre 04, 2007

Red Babel


Hace casi un año hablaba de que las partes síncronas no son buenas. Siempre termino exhausta en estas fechas después de compaginar durante dos meses las clases de la Universidad con mi trabajo. Cuando el día no te deja un resquicio para nada que no sea una obligación es cuando cualquier imprevisto es una dulce tentación en la que se cae irremisiblemente como una mosca en el panal de rica miel.

El jueves me encontré un e-mail de César Peña que me invitaba a participar el sábado por la mañana en el programa de Red Babel de Radio 3 sobre blogs hechos por mujeres. Mi curiosidad que está por encima de todo(1), no me permitió dudar ni un instante y acepté la invitación. La obligación de la compra semanal en el mercado de Ventas se quedó desdibujada hasta diluirse como un azucarillo en un vaso de agua.

Los pecados de omisión de las obligaciones en vez de castigo traen una sorpresa como un huevo Kinder(2). En lugar de esperar pacientemente en la pescadería me encontraba en un estudio de radio con Juan Pablo Silvestre, dos blogueras de cine, la mala y la buena de la película, hermanas no sé si de píxel o de dixel, y Víctor Domingo, presidente de La Asociación de Internautas. Desde la sede de RNE de Sevilla estaba Kara de Mujerestics y desde Barcelona Gina Tonic. Al teléfono La abuelita bloguera y la Srta. Cyborg.

Cuando vi el funcionamiento de la radio se me rompieron los esquemas y en mi cara se dibujó la sorpresa. Pensaba que en un programa de radio en directo todo serían nervios y estrés, como en mi trabajo. No, todo funcionaba a la perfección dentro de la calma y la tranquilidad. El director llegó justo a la hora de empezar el programa. Con unos guiones, mitad impresos, mitad manuscritos Juan Pablo Silvestre fue tejiendo el programa con música que hilvanaba la conversación, con la pericia de la experiencia y la sensibilidad de un artista. Asistido por un técnico de sonido y el productor-realizador formaban un equipo compacto. Mis blog-consultores favoritos Julen, Rafa y Mario podrían estudiar la eficiencia de los equipos de la radio, nada que ver con los equipos de las nuevas tecnologías.

Sonó la voz de mi adorada Celia Cruz cantando Guantanamera. Me dio un vuelco el corazón cuando escuché los versos de José Martí:

Cultivo una rosa blanca/ en julio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca.

Este poema es el lema de la Sección Femenina 1.0. Lo encontré en Sevilla, en un rincón recoleto que da acceso al museo de carruajes. Expresa mi sentimiento y determinación de cultivar solo rosas en mi interior, independientemente del entorno que me rodee. Hasta ese momento no me había percatado del guantanerismo de la sección femenina: "mi post es un ciervo herido que busca en el blog amparo ".

Tuve la suerte de conocer a mis compañeras de tertulia. La mala de la película lleva desde el 2005 en este mundo de blogs y su hermana, la buena de la película, casi se acaba de estrenar en él. Las dos, jovencísimas, son un prodigio de madurez, inteligencia y sensibilidad envueltas en una presencia física impresionante. Kara es un torrente de energía y pasión por Internet, se definió friki y torturadora de lectores. Para ella Internet lo es todo. Es Webmaster y empezó con el InfoVía (1995). Recuerda con cariño el ruido de los modems de los primeros tiempos. Se declaró lectora de La Sección Femenina ante mi sorpresa. Gina Tonic, abstemia a pesar del nombre, se comparó con una esponja aprendiendo formas de expresarse en la red. La abuelita bloguera, un prodigio de vitalidad, confesó que desde que tiene el blog no se siente sola. La Srta Cyborg nos desveló la existencia de su blog secreto, inexpugnable desde google y accesible solo por algunos túneles de la red. Seguiremos jugando al escondite para encontrarlo.

Tras contar nuestras sensaciones y motivaciones pude comprobar que en este mundo virtual tenemos algo en común por encima de la edad, la ciudad, la profesión, los gustos... El blog es un pequeño jardín en el que cultivamos nuestras rosas blancas para compartirlas.

Sección-Expedientes-X

(1) Creo que soy la reencarnación de la mujer de Lot
(2) Ahí las monjas me tenían muy engañada

¡¡Ni me menees!!