L@s cuentacuentos
Hace unos días pasó por nuestra Casa de Cultura la cuentacuentos Blanca Castillo, y con la fantasía de su hada duende Tulúm acertó a convertir, por unos minutos, en "corazones puros", no a los hombres de mañana, sino a los de anteayer
Entre los más gratos representantes de la fauna humana de nuestros días figuran los cuentacuentos. Son personas que llevando en su mochila un cargamento de fantasía, llegan a colegios, guarderías, casas de cultura, hospitales infantiles, etc., a proporcionar unos momentos de ilusión a los más pequeños.
Aunque los destinatarios de tan ingenuo y mágico mensaje son los niños, cada día es más numeroso el grupo de mayores que se acercan, sin reparo y con acierto, a escuchar de nuevo aquellos inolvidables relatos que escucharon, hace muchos años, en la voz de sus padres y que les permitieron no sólo a conciliar el sueño sino llenar de contenido su inagotable capacidad de imaginar.
Los cuentacuentos son la mayoría de las veces, personas jóvenes, joviales y llenos de generosidad, que "viven" su arte con entusiasmo y no percibe, prácticamente. otra recompensa por su trabajo, que las inefables caras de asombro y las sonrisas de tanto "loco bajito".
Lector y actor, el/la cuentacuentos completa su bello oficio con unas grandes dotes psicológicas que le ayudan a saber ir desgranando ante su infantil auditorio, las dosis de fantasía -hadas y elfos, patitos feos y esbeltos cisnes, bellas princesas y príncipes valientes, castillos con ogro y casitas de chocolat- que estos pueden, en razón de su edad, asimilar.
Su vocación goza de una rica y larga tradición. Nombres como Lewis Carrol, James P. Barrie, Charles Perrault, los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, Hans Christian Andersen, etc., fueron, no solo famosos autores de literatura infantil y recopiladores de aquellos fantásticos cuentos que en su infancia tuvieron también ocasión de escuchar de labios de sus mayores, sino distinguidos antecesores de nuestros actuales cuentacuentos.
De Andersen, cuenta Marisa Rey -estudiosa y biógrafa del escritor- que era un entusiasta cuentacuentos:
Leía sus cuentos a los niños y le encantaba escuchar su reacción, consciente de que cada uno entendía el cuento al alcance de su nivel mental; pero, lo que él deseaba era sembrar en aquellos corazones puros las virtudes de los hombres del mañana."
3 comentarios:
Recuerdo los años pre-burbuja de Internet que había múltiples cuentacuentos que en vez de mochila llevaban maletín con un portátil en el que guardaban el cuento de la lechera en powerpoint (aún no había pendrive)
A diferencia de estos cuentacuentos con el pelo de gomina, los cuentacuentos clásicos nos deleitan con sus fantasías sin engañar.
Esta semana tuve una larga -tal ver larguísima- disertación sobre la diferencia entre cuentacuentos y cuentista.
Mi vocación es la de cuentista, que para mí es un cuentacuentos y algo más.
Como los charlatanes de feria: pícaros, embaucadores, seductores, abrumadores. Ilusionistas, en definitiva.
Y, paradiando a Juan Ramón: "¿no es nadie la ilusión?"
...¿y no son nadie los cuentistas?
Lula:
Opino al igual que tú, que puestos a elegir entre unos y otros, cambio el portátil por una sencilla mochila, y al engominado por la melena rubia de Blanca Castillo.
Besos
s.m.
Creo que cuentista y cuentacuentos son similares. No obstante lo de cuentista tiene unas connotaciones que le restan algo de la ingenuidad que debe tener el cuentacuentos.
Besos
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