sábado, septiembre 03, 2005

La ladilla

En el mundo laboral, fiel reflejo de la naturaleza, también existe la ladilla(1) . Esta variedad de parásito se acopla en las partes más íntimas de su superior inmediato, acompañándolo allí donde éste fuera. Como todo parásito, carece de autonomía para su subsistencia y precisa alimentarse del ser en el que se aloja. De él obtendrá las prebendas, los sobres y el trato de favor. No todas las ladillas tienen las mismas motivaciones para ejercer su función. En un extremo tenemos a las que llegan por el camino de la incompetencia y en el otro a las que lo alcanzan por la vía de la ambición.

El incompetente, una vez que descubre que no es capaz de hacer nada a derechas y su fama empieza a trascender, no tiene más remedio que buscar refugio y protección permanente, instalándose como ladilla en su jefe, permaneciéndole fiel mientras que el cargo dure. Esta ladilla no es contagiosa, salvo que se vea en la necesidad de buscar otro refugio. Su valor añadido es escaso, las misiones que se le encomiendan son las mínimas dada su naturaleza multiplicadora de problemas como los panes y los peces del evangelio. Sin embrago, tendrá una capacidad casi infinita de reír los chistes al jefe, si éste tuviera sentido del humor, o tenerle al tanto de todos los cotilleos de la empresa.

El ambicioso, no puede esperar a recoger los frutos de su trabajo cuando estos estén maduros. Su impaciencia hace que atroche por un camino más corto, a pesar de poseer autonomía en el ecosistema laboral para subsistir. Es pues un parásito motivado más por interés que por la necesidad, pero al final, víctima de la ambición, este interés se trocará en necesidad. Esta ladilla, dotada de inteligencia, además de reír los chistes de su jefe es capaz de entretenerlo con los suyos. También puede desarrollar un trabajo con bastante solvencia a la vez que trae y lleva los chismes que sean menester. Pero lo bueno no dura siempre, esta ladilla lleva escrita en la frente la traición: abandonará a su jefe en cuanto encuentre otro mejor. Es por tanto una variedad de ladilla contagiosa porque aprovechará las relaciones más íntimas de su inmediato superior para dar el salto.

Los jefes están encantados con sus ladillas porque, al contrario que en la Naturaleza, en el ecosistema laboral es un síntoma de distinción social. No se conoce el caso de que sientan ninguna molestia, ni que hayan intentado eliminarlas, simplemente porque no los consideran parásitos, sino sus más estrechos colaboradores. El motivo de esta ceguera se llama vanidad, que actúa como unas gafas que filtran los intereses más interesados a la vez que refuerzan la autoestima y el ego de los jefes.

Cuando los que mandan pierden su condición de poder quedan libres de ladillas, sintiendo un gran vacío más que un descanso. En esos momentos de soledad, la reflexión hace que la vanidad se desvanezca y que empiecen a vislumbrar que esa fauna laboral que los rodeaba constantemente no eran más que parásitos de su cargo. Lo más terrible es su ego hendido por el rayo de la verdad, que les muestra tal como son: unos sosos que no tienen amigos.

Aunque se tiene tendencia a despreciar a las ladillas, no hay que olvidar que realizan una función social: aportan autoestima y compañía a los jefes, mientras estos lo son, lo que se traduce en bienestar para el resto de los colaboradores.


(1) En entornos anglosajones se les llama Yes man o de una manera más gráfica: brown nose.

Sección-Fauna Humana

¡¡Ni me menees!!

13 comentarios:

Anónimo dijo...

De verdad que te explicas como nadie. jeje. Reconozco con tu descripción a alguna de las dos especies definidas y la verdad es que no se me había ocurrido pensarlas como tales, pero ahora....

almena dijo...

las dos... las dos especies existen y co-existen y... jajajaja tienes razón, ladilla y jefe forman una especie de simbiosis y mientras dura....
Es muy, muy bueno tu post :-))

Te dejo un ejemplo de actitud ladillera
"Cuando ve por la calle una mujer de las que quitan el hipo él dice: ¡jo, qué tia más buena p'a mi jefe!!!

Y te dejo también un saludo sonriente y dominguero

Anónimo dijo...

Jojojojo, que bueno, aunque un 85% de los casos que he visto el sexo de la ladilla era masculino. Oh Dios mio! Botamos por naturaleza!!

cris dijo...

Pues sí, hay que reconocer la labor social de las ladillas, lo único que si saltan del jefe a un subordinado dejan de ser ladillas y por arte de magia se transforman en Hienas, dispuestas a devorar al compañero entre sonrisas sardónicas.
Maravillas de las mutaciones.

Zifnab dijo...

A mi me resulta más desagradable la figura de todo aquel que sucumbe a los halagos. Que haya un tonto que busque solapar su inutilidad mediante otras tácticas es comprensible. Que haya un sujeto más tonto todavía que se deje embaucar, no.

Se feliz

Anónimo dijo...

Muy bueno, explendido tu post, y bien explicativo, y en grandes lineas estoy de acuerdo con el

la-de-marbella dijo...

No soporto la gente pelota ó ladilla. Durante unos meses tuve una persona trabajando a mi lado que me soliviantaba con su peloteo. Sé que al irse me puso como un trapo por no haberme dejado pelotear e incluso quiso correr algun bulo sobre mi. El tiempo nos ha puesto en nuestro sitio a los dos. Yo sigo activa y él en el paro hace dos años. Sin embargo conozco a otros ladillas que se acaban conviertiendo en chupasangres y chupavidas y aun asi, encuentran sitio en la sociedad laboral. Increible.

Unknown dijo...

También he observado de cerca a las ladillas, más que nada porque debido a la gran superpoblación de las mismas no es nada difícil.

Un duda que siempre me asaltaba era cual era su ciclo vital. ¿las ladillas nacen o se hacen?. Pero he conocido al pequeño vastago de una de ellas y he podido comprobar que su padre se está encargando de enseñarle todas las técnicas necesarias para que se labre un buen futuro como ladilla.

Bueno, era lógico que así fuese, ¿no te parece?

Lula Towanda dijo...

Maria: la ladilla está muy extendida por todos los entornos y aunque se vista de seda, ladilla se queda.
Almena: vaya ladilla impresentable la del ejemplo. Es que cuando Dios repartió dignidad algunos estaban distraídos y no les tocó nada
Nadj: Tienes razón con que se da más esta variedad en el género masculino. Scott Adams, en su libro "Dilbert y la estrategia de la comadreja" también habla de esta desproporción con una justificación un tanto escatológica. Viene a decir: si usted pudiera dirigir una empresa de la lista Fortune 500 y lo único que tuviera que hacer para alcanzar el cargo de máximo mandatario fuera lamer 1.000 culos blancos y gordos y no ver más a sus hijos, ¿lo haría?, el 100% de las mujeres dirían "no, gracias", mientras que un 30% de los hombres dirían "Espere un momento que dejé mis tarjetas de visita en el coche". Considera que la mujer está acostumbrada a que le abran las puertas, a sentarse antes en los restaurantes y a salir las primeras del ascensor. Los hombres acostumbrados a abrir las puertas, sentarse después en el restaurante y salir los últimos del ascensor, no les supone un paso muy grande de ahí a lamer culos.
Cris: Tienes razón con el lado reverso de la ladilla, se transmutan en hienas.
Zifnab: Pues también tienes razón, pero lamentablemente el hombre es portador de ladillas eternas. Como dice Atahualpa Yupanqui:
La vanidad es yuyo malo
que envenena toda la huerta.
Es preciso estar alerta
manejando el azadón
pero no falta el varón
que la riegue hasta en su puerta.

Xodo: gracias por no contradecirme
Marbellera: así me gusta, inasequible a las ladillas. A veces el tiempo pone las cosas en su sitio, pero otras no. Yo tampoco las tolero.
Telémaco5: Creo que algunas ladillas nacen y otras se hacen, pero deben de tener alguna disposición genética además de un buen profesor. Los que salen torcidos para el peloteo, les cuesta mucho adquirir estas maneras.

Anónimo dijo...

Las ladillas vienen hacia nosotros huyamos, ahhhh! (Crash!) sonido de crital roto.

chousas dijo...

¿Por qué será que al leer esto me vienen a la mente las caras de unos cuantos?
Esas ladillas en el trabajo son una plaga :S

Anónimo dijo...

Acertado comentario. La verdad es que si ya de por sí los trabajos, por su propia naturaleza, son un lastre que encima tengamos que aguantar ladillas es lo peor que le puede pasar a uno/a.
La Medusa Caletera
www.lacoctelera.com/puntadelsur

Lula Towanda dijo...

Torpin: No vienen de Marte, son terrícolas y están entre nosotros, pero se las distinguen por sus maneras.
Chousas: He tenido varios modelos para hacer el estudio antropológico.
Medusa caletera: Tuve un jefe ladilla modalidad incompetente. ¡Que descanso el día que dejó de ser mi jefe!.