viernes, julio 06, 2007

Amor de lejos… amor de pen-sárselo (II)


(Sigo con mi historia, y sigo pidiéndoles paciencia, es larga de contar y hay mucho que exorcizar).


Unos tres años después, una madrugada en que curiosamente yo estaba sola en casa porque Eduardo estaba de guardia, sonó el teléfono y al grito de cuñadaaaaaa me levanté de la cama de un salto; era la hermana de Alberto, que me había llamado a la casa de mi madre y ella le había dado mi nuevo número; hablamos, nos reímos, lloramos, me contó que se casaba, le conté que yo vivía con alguien, me puso al teléfono al francés que era su novio, con el que se casaba (que también me llamó cuñada) me reclamó porque no había vuelto a ir nunca más por allí, me reí y le dije que estaba complicado… y claro, le pregunté por Alberto, me dijo que estaba ahí, con sus cosas, que no tenía novia, que andaba con todas y con algunas pero que con ninguna en concreto, que ella y su madre sabían que él me seguía esperando, así que muy seria le contesté que mucho no debía esperarme cuando hacía tres años se había desaparecido de mi vida a la francesa y que nunca más había vuelto a saber de él.

Luego me dijo que su padre había muerto, que habían tenido mogollón de follones con la que era la esposa del padre en el momento del fallecimiento y que Alberto se había tenido que largar entonces de aquella casa, que era donde él vivía normalmente porque estaba más cerca de la UNAM(1) y que él siempre le preguntaba por mí, si sabía algo de mí porque hacía años que yo no le había vuelto a escribir.

Después de esa conversación estuve con los ánimos revueltos durante algún tiempo, incluso pensé en escribirle, pero.., ¿a dónde rayos le iba a enviar la carta? Así que decidí que mi vida con Eduardo era tranquila (eran los inicios) y que el destino lo había puesto en mi camino para que olvidara a Alberto para siempre.

Pasó más tiempo, unos dos años más creo, y si no recuerdo mal fue a través de ICQ, Alberto me buscó y me encontró. Eduardo me había enseñado cómo funcionaba aquello más que nada para poder hablar con mi padre (con el que ya me había reconciliado), y yo tenía mi propio número de contacto. Nunca olvidaré ese día, yo estaba con mis primeros pasitos informáticos y apenas entendía nada, tenía una cuenta de correo electrónico que casi nadie sabía por lo que no solía recibir muchos e-mails y un día me llegó uno con una especia de hola o invitación de Alberto desde México, y yo que no sabía de qué demonios iba aquello, la respondí y pronto apareció una pantallita que decía hola maja..dera, cuánto tiempo...

Casi me da un infarto y tiro el teclado al suelo, me puse nerviosísima, estaba pegada al monitor, como deseando poder verle a través de él, no podía creer que pudiera estar ahí, me latía el corazón a cien mil por hora y no sabía de qué hablar con él porque quería decirle tantas y tantas cosas. Así que estuvimos hablando y hablando de todo un poco, poniéndonos al día, y mientras tanto me mandó unas fotos por mail, sobre la marcha, y cuando por fin las abrí y le vi subido en su moto con un niño pequeño, fue entonces cuando me dijo que se había casado y que tenía dos hijos, y yo ahogué un grito y empecé a repetir una y otra vez no, no, no , cada vez en voz más alta y me eché a llorar como una idiota y sin despedirme desconecté el módem.

Estuve llorando horas delante del monitor del ordenador, pero llorando como hacía siglos que no lloraba, y cuando mis perros empezaron a inquietarse porque era la hora de su salida de la tarde, fui primero a la cocina, saqué del congelador la botella de vodka que teníamos para alguna ocasión especial (ni Eduardo ni yo bebíamos por sistema y menos en casa), metí a los perros en el coche y me fui a una montaña cercana a la casa en la que vivía. Allí solté a los perros para que corrieran y yo me senté en el césped a beberme la botella (estaba casi entera) y a seguir llorando, mientras llamaba por teléfono a Inés, la única amiga que sabía de la existencia de Alberto desde que yo había regresado de vacaciones aquel verano casi diez años atrás, y le decía a gritos, llorando y balbuceando (porque ya estaba puestísima ) que Alberto se había casado y que yo estaba borracha perdida en una montaña de La Laguna.

Inés vino a buscarme con Paco, su marido, casi una hora después y me sostuvo mientras lloraba, gritaba y vomitaba desesperada, y luego me llevó a casa y mientras Paco la esperaba abajo, me metió en la ducha, luego en la cama y después llamó a Eduardo para decirle que yo tenía de nuevo un ataque de gastroenteritis y esperó conmigo hasta que él llegó. Inés me abrazó fuerte todo el tiempo, me acariciaba la cabeza y dejó que llorara todo lo que quisiera, pero al día siguiente la tenía en la puerta de mi trabajo para leerme la cartilla. Me dijo que qué esperaba, habían pasado diez años, yo estaba con Eduardo, se suponía que era feliz y que había superado lo de Alberto hacía tiempo.

Yo le di la razón, y ese año, por la hoguera de San Juan, metí en una caja de cartón todo lo que había conservado de él, cartas, fotos, su camiseta del equipo de fútbol, todo, y la eché al fuego y me quedé como una loca mirando cómo ardía mientras me bajaba yo solita de nuevo otra media botella de vodka, y a partir de ese día empecé a olvidarme de todo lo que tuviera que ver con él, porque al no tener ya nada que le recordara, casi me olvidé hasta de su cara.

Pero también ese mismo día empecé a cargarme mi relación con Eduardo, porque no había día en que yo no bebiera, a escondidas o ya por último en su cara, porque estando sobria solo pensaba en Alberto y en aquella foto que me había enviado con su hijo y estando borracha miraba la única foto que se había salvado (misteriosamente, nunca lo entendí) de la quema de San Juan, una foto que ni siquiera era de él sino de un paisaje del lugar de nuestra escapada, y entonces me quedaba dormida recordando aquel verano que habíamos pasado juntos años atrás. Como Eduardo tenía guardias de veinticuatro horas, esos días yo aprovechaba y compraba provisiones que escondía en mi armario para que él no las encontrara, y como siempre compraba la misma marca de vodka y él no bebía, nunca se daba cuenta (o eso creía yo) de que la botella que estaba en el congelador no era la misma. En el mismo momento en que llegaba a casa después del trabajo, yo me bajaba media botella en un par de tragos, y pronto aquello fue poco para mí.

Tenía una amiga que fumaba marihuana y hachís como un murciélago, yo no solía hacerlo nunca, pero empecé a ir por su casa casi a diario, y pronto fumaba lo mismo que ella y a su mismo ritmo, y en pocos meses también se me quedó en poco y empecé con otro tipo de cosas.

Aún así lo mío con Eduardo sobrevivió casi dos años más, de bronca en bronca, porque yo no era feliz y cada vez que le miraba a la cara le culpaba hasta de haberse aparecido en mi vida el día que lo hizo, le culpé hasta de la muerte de Manolete, y él aguantó carros y carretones; en mis borracheras solía abrazarme fuerte (era un tío muy grande) porque yo me desesperaba y quería romper todo lo que encontraba por mi camino, y me sostenía hasta que se me pasaba el ataque de furia, y luego se sentaba conmigo a hablarme, a recordarme que nos queríamos, lo que teníamos juntos, lo que habíamos logrado juntos, entonces yo lloraba y le prometía que no lo haría más hasta el día siguiente. Con el tiempo Eduardo se cansó y cuando llegaba a casa y me veía en aquel estado, simplemente se duchaba, se cambiaba de ropa y me dejaba sola, histérica perdida, y cuando regresaba de noche recogía en silencio lo que yo hubiera roto y se acostaba a mi lado sin decir ni media palabra.

Hasta que una noche de viernes en que por primera vez en mucho tiempo estaba sobria, recogí mi ropa y mis cuatro cosas y después de sentarme a hablar con él cinco o diez minutos, me fui de su casa con el alma cargada de remordimientos. Nunca olvidaré su cara en ese momento, más de alivio que de pena…


(... lo dicho, seguiré con las entregas, ya queda menos)


(1) UNAM: Universidad Nacional Autónoma de México.

Sección-Expedientes-X.

¡¡Ni me menees!!

12 comentarios:

Galufante dijo...

Oye, menos mal que por lo menos no hay que pagar por las entregas...espero que la próxima sea para abril...:->>>>>>

Agur.

Lula Towanda dijo...

Galufante Nunca pensé que mis paisanos fueran tan asín :-(
Espero que tampoco veamos un comentario tuyo hasta abril (del año 3000)

Rebecuqui Me quedo expectante a la próxima entrega.

Re dijo...

Lula, tú si que sabes. Besos

Anónimo dijo...

Que fuerte¡¡, rebecuqui.
Muy Fuerte¡

Amor-desamor, sexo (poco), drogas, mentiras, lo académico, el tiempo, la herida, la distancia. No está mal tu "ambición", de articulación sobre el Tema (eterno). Te felicito.

Pero; ¿Tú crees que el Amor, al final, vale la pena? Porque swguro que entonces, hay algun@s, que valen un montón. Sobre todo el de Madre.
Digo..)

Aunque yo creo que más difícil que la distancia o las barreras físicas, son las mentales.

Un muy bezo Veranero
C.

mint dijo...

Hola guapísima. Me tomé mi tiempo para decir, porque no esperaba una continuación así de la historia y me quede anonadito. ¡Qué
fuerte¡ De tu relato me quedo con dos cosas. Una, la constatación, una vez más, de lo frágiles que somos, de que con que facilidad nos rompemos. TODOS. Afortunadamente volvemos a salir y espero que la continuación sea la prueba. La otra cosa que me golpeó, y aunque no fuera tu intención, es la imagen de Eduardo. Ya sé que tu no puedes expresar lo que él sentía, pero la imagen que me llega es la de una incomprensión absoluta. No es un reproche, es la idea que trasluce de como y que manera te puede superar algo que no entiendes, que no puedes comprender y que pone patas arriba tu vida. Tu hoy, seguramente eres otra persona distinta que la que aparece en tu relato, pero eres así, porque fuiste así. Y eso es con lo que vale la pena quedarse. Hay un escrito de Antoine de Sant Exupéry que llevo anotado en una libreta y que resume lo que pienso, “¡Es impresionante la edad de un hombre! Resume toda su vida. Se ha ido ganando, lentamente, la madurez que les propia.
Se ha hecho contra tantos obstáculos vencidos, contra tantas enfermedades graves curadas, contra tantas penas calmadas, contra tantas desesperaciones superadas, contra tantos riesgos, inconscientes la mayoría. Se ha hecho a través de tantos deseos, de tantas esperanzas, de tantos arrepentimientos, de tantos olvidos, de tanto amor. ¡Que bella cosecha de experiencias y recuerdos representa la edad de un hombre!” Eres lo que eres, porque sentiste lo que sentiste, y creo que habrá valido la pena. Perdona el rollo, un beso muy grande y hasta muy pronto (no pienso esperar hasta abril).

Re dijo...

Unos: no sé si fue en el Diario de Anna Frank que leí algo como "la gente que tiene una infancia difícil luego son grandes artistas, escritores, etc", supongo que con un poco de suerte igual un día lo consigo. Muy fuerte, sí, pero es mi historia de mi vida, y este rinconcito es la extensión de la consulta de mi querida Psi.
El Amor... yo sigo pensando que si, que vale la pena, que es lo único que nos mueve, ya sea Amor de Madre o Amor del que sea, es Amor al fin y al cabo y es el sentimiento más importante y pleno que podemos tener. Y si, las barreras mentales son PEORES mil veces peores que las físicas.
Querido Mint (y disculpa lo de querido pero a estas alturas del guiso...) efectivamente, algunos la fragilidad la esconden, otros la muestran sin reparo, y yo siempre he sido una persona muy MUY vulnerable pero hasta hace bien poco disfrazaba esa sensibilidad con un terrible caparazón que hacía que cuando algo me afectaba tantisimo, me viniera abajo, como en esta ocasión. Nunca pensé que pudiera ser tan débil o tan... lo que sea, estuve muy asustada, muy sola y muy asustada porque nadie sabía qué me pasaba.
Eduardo fue muy importante y sé que le casi le destrozo la vida, porque él me quería, y supongo que yo a él también, nunca lo he negado, y ahora más que nunca lo reconozco, que le quise mucho, pero no tanto como para dejar atrás lo demás y tratar de ser feliz con él. Y si, la imagen de un tío de dos metros y pico, mirándome enloquecer sin saber qué hacer es aterradora; la cosa es que él en aquella época estaba muy muy embebido en su propio éxito personal, no se lo reprocho, pero no fue bueno tampoco porque yo seguía sola, asustada, triste y él nunca fue un hombre de mostrar sus sentimientos, y tal vez en esos momentos yo necesitaba más eso que cualquier otra cosa, las charlas conmigo tras mis crisis no servían de mucho cuando al día siguiente él volvía a dejarme sola durante 24 horas y a mí me acosaban los fantasmas...

Rrío dijo...

Solo quería que sepas que te entiendo mucho si es que se pueden entender estas cosas porque yo no las entiendo pero las sufro igual, pasan los años y uno cree que madura y se hace inmune pero no se si para suerte o para desgracia cuando te toca te toca y te ves envuelto en una maraña de sentimientos incontrolados y dices joer que complicado es todo.

Va y sigue te esperamos expectantes.

Antonio dijo...

Chapeu¡ Rebecuqui, por los o.. varios que le estás echando.
Te admiro y creo que llevas mucha razón, la única forma de superar los miedos es enfrentarlos, o al menos reconocerlo.

No puedo quejarme de infancia, si puede ayudarte algo. Dicen que es la patria común, de todos los hombres..

Sigue Bien, espero la próxima entrega.
Aquí un amigo,
XO

Ps; Un paisano, que ejerce en Psi, se ha ido a Tenerife. Os encontraréis, seguro.
C.

Re dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Re dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Re dijo...

DIOS, ME VAIS A HACER LLORAR!!!!

Mira, hoy he tenido una Epifanía, con MAYÚSCULAS y de las guapas; hace apenas 12 horas estaba chillando, saltando, berreando, cantando y hasta llorando viendo a Maná cerrar su gira española en Tenerife, una pasada de concierto por otro lado, pero es que encima hoy me llega esto que os pongo ahora; por lo visto se trata de un grupo argentino (Enanitos Verdes) que lleva dando guerra en América desde 1979, yo no tenía ni idea de quienes son, y esta canción, Rebeca, es del 99. A estas alturas es que... ME VIENE AL PELO. Si encuentro el modo, pongo también la melodía para que la escuchéis. Besitos, GUAPOS, que sois todos más guapos que todas las cosas del mundo mundial!!!

Tírame por un tobogán, ya sé cómo es caer, yo sé lo que es flotar, el consuelo no tardará y aquel navío gris desaparecerá.

Mira cómo crece la hierba si la ayudas y tú en vano te preocupas, llévame hasta aquel boulevard
adonde alguna vez dijimos la verdad.

Rebeca ya no vas a llorar a escondidas, las lágrimas y el viento transformarán.
Por qué no me dejas entrar a abrir tu corazón? nunca te dañará, el camino va mas allá de lo que puedes ver, que puedas vislumbrar.

Mira cómo crece la hierba si la ayudas y tú en vano te preocupas. Tírame por un tobogán ya sé cómo es caer, yo sé lo que es flotar.

Rebeca ya no vas a llorar a escondidas, las lágrimas y el viento transformarán las cenizas de alguna
noche perdida, sacudirán las heridas de casi toda una vida.

Rebeca ya no vas a llorar a escondidas, las lágrimas y el viento transformarán las cenizas de alguna noche perdida, sacudirán las heridas de casi toda una vida, sacudirán las heridas de casi toda una vida.

Miroslav Panciutti dijo...

Te había leído hace tiempo, pero llevaba bastante sin pasar por este blog. ¡Qué intensa historia! Me hace pensar en cómo, a veces y a algunos, las pasiones nos pueden. A mí, quizás, me ha tocado un papel más parecido al de Eduardo y te puedo asegurar que es muy doloroso ver a la persona a quien quieres tan tremendamente sacudida pro emociones, que se aparta de ti y no saber qué hacer. Luego uno se da cuenta de que debió haber actuado de otra forma, pero ...

Apasionante la historia; no tardes en publicar la continuación. Un beso.