martes, julio 31, 2007

El talón de Aquiles


Después de leer la saga de " Amor de lejos.." de Rebecuqui, me ha dado por pensar que todos tenemos nuestra vulnerabilidad y que esta se encuentra justo detrás de nuestras ilusiones. En lo que más empeño se pone y por lo que se canalizan los mayores esfuerzos es el talón de Aquiles en el que se clavarán los dardos del sufrimiento.

Por otro lado, se disfrutan de cosas maravillosas que no se valoran porque se piensa que vienen de serie en esta vida. Tener salud, una buena familia bien avenida, una relación de pareja que consigue caminar junta a lo largo de la vida, amigos, buen humor, un desahogo económico... debería ser la base de la felicidad, pero... ¡¡no lo es!! Todos buscamos ese algo que se nos resiste.

Rebecuqui tiene una familia estupenda, salud, buen humor, amigos, no tiene problemas económicos, pero algo se le resiste, busca el amor y tiene como modelo una intensa relación de juventud truncada por la distancia. Ella va buscando algo que tuvo y que es la fuente principal de su desasosiego.

En mi caso, la vida me ha dado un buen equipamiento de serie como a Rebecuqui y no tengo mal de amores pero también tengo mi vulnerabilidad. A falta de problemas importantes me dio por darle importancia a la realización personal por el trabajo en vez de limitarme a considerarlo como una fuente de ingresos.

El origen de mi mal se parece al de Rebecuqui, un trabajo de juventud en el que disfruté mucho y que idealicé. Después de pasar por otros trabajos de menor motivación encontré una segunda oportunidad y pude volver a vivir una larga temporada de realización por el trabajo. Pero nada dura infinitamente y llevo unos siete años entregada al Papelware que me reporta muy poca realización personal.

Al igual que Rebecuqui he vuelto a mirar hacia atrás y a intentar rescatar el ideal perdido. Ella se irá en agosto para México a reencontrase con Alberto y yo me volcaré de nuevo en la técnica y en hacer cosas útiles que me den satisfacción (aunque esta vez gratis total). Las dos opciones tienen su riesgo pero no intentarlo sería mucho peor.

El otoño nos dirá a las dos cómo llevamos el talón de Aquiles, espero que con tan buen aspecto como el de Brad-Aquiles que ilustra este post.

Sección-Reflexiones

¡¡Ni me menees!!

viernes, julio 27, 2007

Amor de lejos… amor de pen-sárselo* (y IV)


((Esta ya es la última entrega, lo prometo)



Tardé algunos días en reaccionar, a mí me había costado mucho superar todo aquello, o por lo menos intentarlo, porque está claro que superado no estaba; muchas horas de psicóloga, yoga, lágrimas y cuatro años de estar peleada con el mundo por hacer que las cosas fueran como son. Cuatro años de acordarme a diario de la madre del Destino, si es que existe, porque mira que se ha portado canalla conmigo, si es que es Destino. Pero como en el fondo soy una jodida sentimental, una jodida romántica y supongo que también una jodida masoquista, un par de semanas después volví a admitir a Alberto en el chat.

A partir de ese momento y durante estos meses chateadas que te pego a las tantas de la noche (puñetera diferencia horaria), serenatas por teléfono, chistes macabros de cosecha de ambos continentes, carcajadas a las cinco de la mañana y un ir y venir de correos poniéndonos al día y con fotos que él me manda porque no tuve más remedio que confesar que no conservo nada suyo. Las primeras semanas yo le estuve tanteando, iba más cauta que un GEO y a todo lo que él decía yo luego le daba ochocientas vueltas en la cabeza, porque yo ya no estoy para tonterías ni para cuentos chinos, y como se pasara dos días o tres sin conectarse o sin llamarme es que luego adrede yo le tenía igual durante otros dos días, y luego el pobre lo mismo había estado todo ese tiempo metido en un quirófano y recuperando sueño…

Una ebullición de sensaciones y emociones que hacen que diecisiete años después (que se dice pronto) parezca que apenas fue el año pasado que nos pegamos el lotazo padre en el baño de su hermana para escaparnos después durante toda una semana en plan el lago azul .

Y desde el primer momento él me decía que teníamos que vernos este mismo año, a como diera lugar, y a partir de ese momento empezamos a planificarlo casi sin querer, y la idea es que este verano nos comemos un gallo(1) y que salga el sol por Antequera, lo que quiere decir que el mismo día que empiezo mi quincena de vacaciones de agosto yo me trepo a un avión a reencontrarme con Alberto, ya sea allí o en el Algarve portugués, que nos pilla un poco a medio camino, porque también tenemos el Triángulo de las Bermudas, pero me da así como un poco de mal rollo, pero ya para junio lo decidimos porque a él se le complicaron las cosas para tener vacaciones en la misma quincena que yo, y como tampoco tiene un horario definido y vive cerca del hospital en el que trabaja, pues finalmente la que se va para allá soy yo.

A todas estas y para cuadrar el círculo, por ahí por marzo mi jefe había decidido que este año las vacaciones las empezábamos el 13 de agosto, rarísimo, ni el 1 ni el 15, no, el 13, y como Alberto y yo habíamos hablado de pasar dos semanas juntos pues luego empecé a intentar racanear fechas y horas de sueño, y cuando por fin conseguí y compré el billete a principios de julio se me pusieron los pelos de punta al darme cuenta de que llegaré allí el mismo día que se cumplen diecisiete años del día que nos conocimos.

Eso sí, he contado la historia (sin los detalles siniestros) a mis amigos más allegados y es que tengo opiniones para todos los gustos, entre ellas la de uno que me dijo que este lo que quiere es enredarme para conseguir los papeles y quedarse en España. Otro amigo me dice que como no ha habido tema que por eso nos tenemos idealizados y que probablemente en cuanto nos veamos de nuevo lo que surgirá será un calentón y ya está, y otra amiga dice que seguramente lo que nos pase será que nos demos cuenta de que lo que hay es buen rollito, mucho feeling y poco más. También los hay que apoyan y que desean que haya continuidad, a ver, no todo van a ser agonías.

Pero como les conté en un post anterior, yo me propuse a principios de año quitarme de encima todas las espadas de Damocles de mi vida, arrancarme todas las espinas que tuviera o tuviese y quemar todas las naves que me sean posibles, y espero que el que me dijo lo de que Alberto quiere los papeles para establecerse en España, no tenga razón cuando también me dijo que si seguía yendo para atrás iba a terminar exorcizando al novio que tuve cuando iba a catequesis, aunque claro, este amigo es un ex noviete mío de un veranito de hace siglos que nos costó años tener la amistad que tenemos hoy día y también puede caber la posibilidad de que quiera que lo exorcice a él. No sé si Alberto y yo tenemos todas las papeletas para volver a enamorarnos o si será la definitiva para quitarnos la duda mutuamente, solo podremos saberlo cuando nos tengamos cara a cara.

Así que en unas semanas les cuento qué fue!!!!


(1) “comerse un gallo”: resolver un asunto pendiente

¡¡Ni me menees!!

lunes, julio 23, 2007

SensoMEME


Querid@s tod@s: de un tiempo a esta parte, estoy escribiendo un conjunto de post dedicados a los cinco sentidos. Mientras termino el último, dedicado al oído, que lleva una compleja elaboración como veréis, se me ocurrió proponer un pequeño juego: un SensoMEME.

Seria este tal Meme Sensorial una enumeración de aquellas sensaciones especiales, únicas, evocadoras, sensuales, que cada uno de nosotros tenemos en nuestra memoria de cada uno de nuestros cinco sentidos. Dichos son: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto.

La Vista

La vista, junto con el oído, son dos de los más adulterados hoy día por esta "sociedad mediática". Por ello es en el que estamos tan saturados de sensaciones que nos costaría trabajo encontrar algo evocador. Así que en mi memoria resisten recuerdos anteriores a esta explosión: Por ejemplo la primera vez que ví una pantalla de televisión, en mi casa, a la vuelta de mis vacaciones, por supuesto en blanco y negro, cuando estaban poniendo una película de la época del Rey Sol. Recuerdo que compramos un plastico coloreado que se ponía delante: azul en la zona superior, marron en la central, y verde abajo. Perfecto para un paisaje de montañas. Pésimo para un concierto de clásica.

Pero una imagen, que miré por un segundo, en una revista, en el Rastro, cuando todavía la censura franquista cercenaba este tipo de cosas, de un cuerpo femenino desnudo, de un triángulo negro entre las piernas, la primera vez que lo veía, que me impactó a pesar de lo breve y fugaz.

El Oído

Tendemos a asociar este sentido con la música. La música tiene también un gran poder evocador. Me acuerdo precisamente de una canción "El Soldadito" que asociaba a esas mañanas de domingo en el Rastro, donde repasaba tiendas y puestos a la búsqueda de tesoros baratos, que entre los puestos de los chatarreros encontraba a veces.

Pero también para este sentido voy a hacer un cambio de escenario. Me voy ahora a las montañas, al valle del Jerte, a una noche estrellada, junto a una mujer, donde tumbados en un puente, cabeza contra cabeza, boca contra oído, oido contra boca, nos hablábamos. No recuerdo ni lo que decíamos ni siquiera el nombre de ella. Pero recuerdo una inmensidad sonora, profunda, en su voz, como nunca después la he vuelto a sentir.

El Olfato

El gusto y el olfato son generalmente asociados con nuestras funciónes metabólicas, como fuente de placeres alimenticios y bebeticios. El olfato por supuesto tiene un gran poder evocador aparte de éstos usos, y son los otros usos asociados a la función reproductora. La industria del perfume lo sabe bien. Así como las mariposas Monarca. Pero si me permitis, antes voy a recordar algunos otros olores interesantes.

Un olor que me sorprende siempre es el que hay en el paso elevado del flamante carril bici sobre la carretera de Castilla. Si pasais por allí, inevitablemente toparéis con el olor a estiércol de los establos de los caballos del club de campo. Pero por su sensualidad, mi olor favorito es el de las gardenias, un olor vainillado, pegajoso y único.

El Gusto

Ya lo hemos dicho: el gusto se utiliza para comer y beber. Y no solamente alimentos, como algún@ agud@ lector@ habrá imaginado. Vaya, no sé en que estaréis pensando. Yo pensaba en cosas como: el sabor de la cocaína, que en las películas los polis y los camellos usan para calibrar el género. Y, sí, el sabor de los besos, que como los perfumes, forman una química mágica que desencadena la mezcla entre los elementos externos cuando son aplicados a un cuerpo orgánico y vivo, con resultados inesperados, siempre únicos y subyugantes.

Pero yo me voy a quedar con un sabor más básico, más vital, más común pero igual de especial: el sabor del mar, el sabor salado intenso de ese agua, la primera vez que me bañé en él, y que recuerdo perfectamente, en el pueblo, ahora ciudad de levante, Oliva.

El Tacto

Rematamos pues el círculo del SensoMEME con este sentido, que resiste aún la invasión tecnológica y comercial, tan básico y esencial que es el primero que el recien nacido disfruta, con su madre, antes que ningún otro. Tan importante que la privación completa del sentido del tacto lleva a la locura en muy poco tiempo.

El tacto sin embargo está en un segundo plano en la vida diaria, donde el resto de los sentidos toman protagonismo. Por eso el tacto resurge en la oscuridad de la noche. Muchos tendreis recuerdos táctiles de un cine, o de una noche apasionada. Otro momento donde el tacto recobra protagonismo es en el baile en pareja, sea el baile agarrado de antaño o los modernos bailes latinos. El roce, la caricia casi obligada por el guión, especialmente en alguno de ellos como la bachata, descaradamente voluptuosa. Con el musical roce de cuerpos de este baile dominicano me voy a quedar, por el momento, por ser mi más vivo recuerdo ahora.

Y ahora, os cedo la palabra. ¿Cuáles son vuestros recuerdos más intensos asociados con cada uno de vuestros cinco sentidos?

¡¡Ni me menees!!

viernes, julio 20, 2007

Amor de lejos... amor de pen-sárselo* (III)


(prometo que LA SIGUIENTE es la última!!!)
Dejé de beber y de tomar drogas del mismo modo en que empecé a hacerlo, sola, de golpe y sin decirle nada a nadie; reconocí mi problema, busqué ayuda psicológica, empecé a salir de la depresión de caballo en la que me había metido, me volqué en el trabajo y en mi familia y traté de empezar una nueva vida. Nunca volví a mencionar a Alberto, nunca nadie supo lo que había pasado y es más, todos pensaron que mi estado de ánimo era por la ruptura con Eduardo y yo dejé que todos lo creyeran así, porque me pareció una barbaridad que supieran que yo me había desquiciado por una historia de amor de hacía más de diez años. A Eduardo le vi algunas veces, porque cuando dejé mis malas costumbres se lo hice saber, hablé con él, le pedí perdón y le conté la verdad porque no quería que él pensara que yo estaba loca, quería que supiera por qué había empezado a comportarme como lo hice, y poco tiempo después empezamos a vernos de vez en cuando, e incluso hubo un intento de reconciliación entre nosotros, pero Eduardo no se fiaba del todo de mí y se tomó las cosas con demasiada calma, y yo necesitaba desesperadamente tener a alguien a quien querer y que me quisiera.

Y en ese medio tiempo en que Eduardo y yo estábamos que si o que no, más bien durante una racha que él se despegó de mí durante varias semanas sin dar señales de vida, fue cuando conocí a Pepe, con el que tenía amigos comunes, que sabía que había roto una relación hacía poco y que digamos aprovechó la situación para volcarse en mí y yo empecé a creer que podría quererme como yo necesitaba y que seguramente el roce hace el cariño y que yo podría enamorarme de él y todo eso, y el resto de lo de Pepe y Eduardo eso sí que ya lo saben.

A pesar de todo, Alberto supo mi dirección hotmail por los reenvíos de su madre y su hermana, porque ya se había extendido el uso de Internet y los chats, y en otra ocasión que su hermana me había llamado por teléfono a la casa de mi madre, nos intercambiamos las direcciones, y luego ella me pasó la de su madre, y entonces solíamos enviarnos fotos y las primeras cositas divertidas que empezaron a rular por ahí. Nunca me escribió un mail, pero sí me agregó al chat y le acepté la invitación para tenerle de algún modo, aunque fuera ahí entre los demás contactos, pero sobre la marcha le quité la admisión, y a pesar de que alguna vez lo vi conectado, nunca le volví a aceptar ni a intentar chatear, y aunque con su madre y su hermana me he seguido reenviando coñadas y calendarios de bomberos y algún mail personal cortito y cosas de esas, nunca lo volví a mencionar ni ellas a mí tampoco y no volví a saber más de él ni a querer saber más de él…

Hasta el 24 de febrero de este año, aún oliendo al humo de mis naves recién quemadas, relajada que no veas tras una semana de yoga y todo eso y a escasos días de haber estrenado mi nueva situación de barbecho voluntario y todo lo que ya les conté, en que un día que estaba aburridilla en casa y me sentía como muy en paz conmigo misma y con ganas de buen rollito con el cosmos, le devolví la admisión en el chat al verlo online por primera vez en siglos y decidí mover ficha y le saludé como siempre hola canalla..., y casi al unísono recibí un hola maja... dera .

Oye, parecía que hubiéramos hablado el día antes por última vez, quiero decir, ninguno de los dos dijo algo como qué es de tu vida, o cuánto tiempo, ¿no?, pues no, a saco, me dijo que estaba tocando la guitarra delante del ordenador haciendo tiempo porque esperaba un mail y me preguntó qué estaba haciendo yo y le contesté que estaba leyendo la prensa, que los MIR se habían puesto en pie de guerra, qué gilipollez, y por ahí empezamos a hablar y lo dicho, lo más natural del mundo, como si el día antes hubiéramos estado de parrafada también, y entonces me dijo que le esperara un segundo que le había llegado el mail que era muy importante porque era de un abogado y entonces yo más en plan de coña que otra cosa le pregunté en qué líos se había metido para tener que estar con abogados, y me contestó en mayúsculas me estoy divorciando .

A mí me dio un mareo y me quedé helada, solo pude responder con un icono de carita de sorpresa y susto y entonces él me escribió un ja, ja, ja y que esperara un momento. Fue una eternidad, para qué engañaros, y cuando volvió a escribir empezó tan campante diciéndome que quería contactar conmigo desde el verano pasado pero que no se atrevía a llamarme ni a enviar un mail ni nada, que desde antes de Navidad está enviando señales para que fuera yo quien le buscara, y que desde Mayo del año pasado está separado, que ya aprendió la lección acerca de las relaciones, que ya nos valió(1) y que o voy yo o viene él a España a buscarme y si hace falta a secuestrarme.

Dijo que ya no va a permitir que nadie sufra más por su culpa y que él mismo no quiere seguir sufriendo más, que sabe que ha hecho mucho daño, no solo a mí, y que eso se ha acabado, que reconoce que ha pasado mucho tiempo, en nuestro caso media vida, pero que esté seguro de que podemos tener una oportunidad y que él quisiera aprovecharla ahora antes de que sea demasiado tarde, y que por fin ha reconocido cuál es su opción en la vida. Yo estaba temblando y entre los nervios y este humor que me gasto, le pregunté si su única opción era salir del armario o hacerse cura, a lo que me respondió que por lo que veía yo sigo igual que siempre; me dijo eres una cabrona sin sentimientos, te estoy diciendo que te reconozco que tú siempre has sido mi única opción y me preguntas si me voy a hacer gay o cura?

Si no llego a estar sentada, se me caen los pantalones al suelo del susto, y leyendo todo lo que escribió a continuación, lo que yo lloré ese día solo lo sabe el teclado de mi ordenador, porque por poco lo encharco y me lo cargo. Tuve un pronto de los míos y de repente, sobre la marcha, le volví a quitar la admisión, cortando nuestra conversación, no podía ser que tantos años después aquello me siguiera afectando de esa manera, y me quedé ahí idiotizada, viendo como él seguía online y además escribía maja, perdóname junto a su nombre para que por narices apareciera en mi propio menú en el chat.

Esa misma noche les escribí un mail a su madre y otro a su hermana y con sus respuestas, además de enterarme de que Alberto siempre les ha seguido preguntando a ellas por mí y que según su madre ella siempre supo que él seguía enamorado de mí, he despejado todas las dudas que pudiera tener acerca de si mi vida es o no un puñetero culebrón: la casa en la que vivía Alberto cuando su padre murió era de su padre y su madre, pero como al divorciarse ella se había ido de la ciudad, quien se quedó viviendo allí fue el padre de Alberto, con él, y por último estaban también la nueva esposa y la hija que ellos tuvieron un año antes de morir él.

Cuando pasó el funeral y todo eso, Alberto se fue efectivamente de allí y la viuda del padre jamás le entregó ninguna de las cartas que yo le escribía, entre ellas aquella en la que le decía que yo iba para allá, y aunque él si tenía mi dirección y mi teléfono, anduvo mudándose cada dos por tres durante unos años, y como prácticamente vivía en la Facultad de Medicina y en un hospital donde tenía las prácticas y todo eso, dejó pasar tanto tiempo que cuando se dio cuenta le dio pánico escribir o llamar y me dio por perdida y se dio por vencido. Además, durante todos esos años él se tuvo que buscar la vida para poder seguir pagando su carrera, seguir yendo a la Universidad y por otro lado hacerse cargo de un montón de líos legales por la muerte del padre, por la famosa casa, que ahora supuestamente volvía a ser de su madre, pero en ella vivían la otra esposa con la hermanita recién nacida, a quien la ley amparaba.

Por su hermana supe que cuando ella le dijo que yo vivía con Eduardo, él se puso serio con una chica con la que llevaba saliendo unos meses, le regaló un anillo de compromiso y le propuso casarse y antes de la fecha de la boda ya estaban esperando al niño, y poco tiempo después vino la niña y en un par de años la convivencia era un desastre y él se volcó las veinticuatro horas del día en el quirófano y en su consulta, hasta que hace un año y medio no pudo más lo mandó todo a freír puñetas y cogió su guitarra y su portátil y regresó a la jodía casa de su padre, ahora sí ya vacía porque entre él, la hermana y la madre habían reunido una pasta para ofrecérsela a la otra mujer para que se fuera por fin ‘amos, divinos de la muerte los dos…


(1)ya nos valió”: se acabó seguir así

Sección-Expedientes-X.

¡¡Ni me menees!!

lunes, julio 16, 2007

Lamento Boliviano

Rebecuqui querida, el viernes pasado decías: ...hace apenas 12 horas estaba chillando, saltando, berreando, cantando y hasta llorando viendo a Maná ... y resulta que el viernes yo estaba bachateando con ELLA. Pero no una bachata cualquiera, no, ésta bachata:




Me quieren agitar
me incitan a gritar
soy como una roca palabras no me tocan
adentro hay un volcan
que pronto va a estallar
yo quiero estar tranquilo...

Es mi situación una desolación
soy como un lamento, lamento boliviano
que un día empezo y no va a terminar
y a nadie hace daño...

Y yo estoy aquí
Borracho y loco
y mi corazón idiota
siempre brillara

y yo te amare
te amare por siempre
nena no te peines en la cama
que los viajantes se van a atrasar...



Y vas y dices que nos quieres poner una canción de los Enanitos Verdes, sí, los que escribieron Rebeca, y me pongo a buscar cómo hacerlo, y me encuentro el Lamento Boliviano, en esta genuina y original versión:



La cual yo baile, bailé con ELLA, probablemente borracho y totalmente loco (por ELLA), bailé en un baile final, que aún resuena en mis oídos.

Rebeca querida, no encontré tu canción, no pude ponértela aquí, como era mi deseo, TODAVÍA.

Pero todo puede llegar....

¡¡Ni me menees!!

viernes, julio 06, 2007

Amor de lejos… amor de pen-sárselo (II)


(Sigo con mi historia, y sigo pidiéndoles paciencia, es larga de contar y hay mucho que exorcizar).


Unos tres años después, una madrugada en que curiosamente yo estaba sola en casa porque Eduardo estaba de guardia, sonó el teléfono y al grito de cuñadaaaaaa me levanté de la cama de un salto; era la hermana de Alberto, que me había llamado a la casa de mi madre y ella le había dado mi nuevo número; hablamos, nos reímos, lloramos, me contó que se casaba, le conté que yo vivía con alguien, me puso al teléfono al francés que era su novio, con el que se casaba (que también me llamó cuñada) me reclamó porque no había vuelto a ir nunca más por allí, me reí y le dije que estaba complicado… y claro, le pregunté por Alberto, me dijo que estaba ahí, con sus cosas, que no tenía novia, que andaba con todas y con algunas pero que con ninguna en concreto, que ella y su madre sabían que él me seguía esperando, así que muy seria le contesté que mucho no debía esperarme cuando hacía tres años se había desaparecido de mi vida a la francesa y que nunca más había vuelto a saber de él.

Luego me dijo que su padre había muerto, que habían tenido mogollón de follones con la que era la esposa del padre en el momento del fallecimiento y que Alberto se había tenido que largar entonces de aquella casa, que era donde él vivía normalmente porque estaba más cerca de la UNAM(1) y que él siempre le preguntaba por mí, si sabía algo de mí porque hacía años que yo no le había vuelto a escribir.

Después de esa conversación estuve con los ánimos revueltos durante algún tiempo, incluso pensé en escribirle, pero.., ¿a dónde rayos le iba a enviar la carta? Así que decidí que mi vida con Eduardo era tranquila (eran los inicios) y que el destino lo había puesto en mi camino para que olvidara a Alberto para siempre.

Pasó más tiempo, unos dos años más creo, y si no recuerdo mal fue a través de ICQ, Alberto me buscó y me encontró. Eduardo me había enseñado cómo funcionaba aquello más que nada para poder hablar con mi padre (con el que ya me había reconciliado), y yo tenía mi propio número de contacto. Nunca olvidaré ese día, yo estaba con mis primeros pasitos informáticos y apenas entendía nada, tenía una cuenta de correo electrónico que casi nadie sabía por lo que no solía recibir muchos e-mails y un día me llegó uno con una especia de hola o invitación de Alberto desde México, y yo que no sabía de qué demonios iba aquello, la respondí y pronto apareció una pantallita que decía hola maja..dera, cuánto tiempo...

Casi me da un infarto y tiro el teclado al suelo, me puse nerviosísima, estaba pegada al monitor, como deseando poder verle a través de él, no podía creer que pudiera estar ahí, me latía el corazón a cien mil por hora y no sabía de qué hablar con él porque quería decirle tantas y tantas cosas. Así que estuvimos hablando y hablando de todo un poco, poniéndonos al día, y mientras tanto me mandó unas fotos por mail, sobre la marcha, y cuando por fin las abrí y le vi subido en su moto con un niño pequeño, fue entonces cuando me dijo que se había casado y que tenía dos hijos, y yo ahogué un grito y empecé a repetir una y otra vez no, no, no , cada vez en voz más alta y me eché a llorar como una idiota y sin despedirme desconecté el módem.

Estuve llorando horas delante del monitor del ordenador, pero llorando como hacía siglos que no lloraba, y cuando mis perros empezaron a inquietarse porque era la hora de su salida de la tarde, fui primero a la cocina, saqué del congelador la botella de vodka que teníamos para alguna ocasión especial (ni Eduardo ni yo bebíamos por sistema y menos en casa), metí a los perros en el coche y me fui a una montaña cercana a la casa en la que vivía. Allí solté a los perros para que corrieran y yo me senté en el césped a beberme la botella (estaba casi entera) y a seguir llorando, mientras llamaba por teléfono a Inés, la única amiga que sabía de la existencia de Alberto desde que yo había regresado de vacaciones aquel verano casi diez años atrás, y le decía a gritos, llorando y balbuceando (porque ya estaba puestísima ) que Alberto se había casado y que yo estaba borracha perdida en una montaña de La Laguna.

Inés vino a buscarme con Paco, su marido, casi una hora después y me sostuvo mientras lloraba, gritaba y vomitaba desesperada, y luego me llevó a casa y mientras Paco la esperaba abajo, me metió en la ducha, luego en la cama y después llamó a Eduardo para decirle que yo tenía de nuevo un ataque de gastroenteritis y esperó conmigo hasta que él llegó. Inés me abrazó fuerte todo el tiempo, me acariciaba la cabeza y dejó que llorara todo lo que quisiera, pero al día siguiente la tenía en la puerta de mi trabajo para leerme la cartilla. Me dijo que qué esperaba, habían pasado diez años, yo estaba con Eduardo, se suponía que era feliz y que había superado lo de Alberto hacía tiempo.

Yo le di la razón, y ese año, por la hoguera de San Juan, metí en una caja de cartón todo lo que había conservado de él, cartas, fotos, su camiseta del equipo de fútbol, todo, y la eché al fuego y me quedé como una loca mirando cómo ardía mientras me bajaba yo solita de nuevo otra media botella de vodka, y a partir de ese día empecé a olvidarme de todo lo que tuviera que ver con él, porque al no tener ya nada que le recordara, casi me olvidé hasta de su cara.

Pero también ese mismo día empecé a cargarme mi relación con Eduardo, porque no había día en que yo no bebiera, a escondidas o ya por último en su cara, porque estando sobria solo pensaba en Alberto y en aquella foto que me había enviado con su hijo y estando borracha miraba la única foto que se había salvado (misteriosamente, nunca lo entendí) de la quema de San Juan, una foto que ni siquiera era de él sino de un paisaje del lugar de nuestra escapada, y entonces me quedaba dormida recordando aquel verano que habíamos pasado juntos años atrás. Como Eduardo tenía guardias de veinticuatro horas, esos días yo aprovechaba y compraba provisiones que escondía en mi armario para que él no las encontrara, y como siempre compraba la misma marca de vodka y él no bebía, nunca se daba cuenta (o eso creía yo) de que la botella que estaba en el congelador no era la misma. En el mismo momento en que llegaba a casa después del trabajo, yo me bajaba media botella en un par de tragos, y pronto aquello fue poco para mí.

Tenía una amiga que fumaba marihuana y hachís como un murciélago, yo no solía hacerlo nunca, pero empecé a ir por su casa casi a diario, y pronto fumaba lo mismo que ella y a su mismo ritmo, y en pocos meses también se me quedó en poco y empecé con otro tipo de cosas.

Aún así lo mío con Eduardo sobrevivió casi dos años más, de bronca en bronca, porque yo no era feliz y cada vez que le miraba a la cara le culpaba hasta de haberse aparecido en mi vida el día que lo hizo, le culpé hasta de la muerte de Manolete, y él aguantó carros y carretones; en mis borracheras solía abrazarme fuerte (era un tío muy grande) porque yo me desesperaba y quería romper todo lo que encontraba por mi camino, y me sostenía hasta que se me pasaba el ataque de furia, y luego se sentaba conmigo a hablarme, a recordarme que nos queríamos, lo que teníamos juntos, lo que habíamos logrado juntos, entonces yo lloraba y le prometía que no lo haría más hasta el día siguiente. Con el tiempo Eduardo se cansó y cuando llegaba a casa y me veía en aquel estado, simplemente se duchaba, se cambiaba de ropa y me dejaba sola, histérica perdida, y cuando regresaba de noche recogía en silencio lo que yo hubiera roto y se acostaba a mi lado sin decir ni media palabra.

Hasta que una noche de viernes en que por primera vez en mucho tiempo estaba sobria, recogí mi ropa y mis cuatro cosas y después de sentarme a hablar con él cinco o diez minutos, me fui de su casa con el alma cargada de remordimientos. Nunca olvidaré su cara en ese momento, más de alivio que de pena…


(... lo dicho, seguiré con las entregas, ya queda menos)


(1) UNAM: Universidad Nacional Autónoma de México.

Sección-Expedientes-X.

¡¡Ni me menees!!

lunes, julio 02, 2007

La cadena laboral trófica

Escribe o revienta, emulando al Lute con su Camina o revienta. Escribo para no explotar y dejar las paredes de mi despacho salpicadas de bilis. Una deferencia hacia mi compañero de despacho José.





La vida es injusta, cuesta aceptarlo. Depende de donde te sitúes, la suerte estará a favor o en contra y la distancia entre estas dos posiciones será enorme. Es difícil comprender cómo algunas personas alcanzan un estatus y se mantienen en él per se y otras nunca salen del chapapote laboral. Ser cliente, proveedor, subcontratista, mando intermedio, autónomo, currito o becario te sitúa cruelmente en uno de los subsistemas de la cadena laboral trófica.

Al final de la cadena se encuentra el máximo depredador, el cliente. Es un ser que en vez de alma tiene un presupuesto del que hace ostentación y que le sitúa en una posición de poder frente al resto de los subsistemas. Aunque los libros de manachmen lo ponen por las nubes y dicen que hay que orientarse al cliente, se corre el riesgo de ser devorado por él. Se alimenta fundamentalmente de proveedores, subcontratistas y mandos intermedios. Para sobrevivir no necesita ni inteligencia ni agilidad, sólo ferocidad y sangre fria.

En el siguiente eslabón se encuentran los proveedores. Son depredadores más lights y dependen de su agilidad, su ingenio y su flexibilidad para subsistir. Esas habilidades no impiden que a su vez se alimenten también de subcontratistas y mandos intermedios con los que se comportarán a su vez como “clientes”. En algunos casos pasan directamente a nutrirse de las fuerzas del trabajo: autónomos, curritos y becarios

Para que puedan subsistir los depredadores son necesarios los “descomponedores” que forman un chapapote laboral en el que se encuentran los subcontratistas y mandos intermedios. Se alimentan del subsistema productivo formado por autónomos, curritos y becarios. Este subsistema aporta “valor a la producción” haciendo que fermente el trabajo que se desarrolla. El profe, cuando trató el tema de los mandos intermedios, lo definió como remover los barriles de mierda y no estaba muy descaminado.

En el primer eslabón de esta cadena laboral trófica se encuentran los medios de producción en tres variantes: becario, currito y autónomo. El destino del becario, si no espabila, es quedarse en su subsistema como autónomo o como currito. El autónomo, aunque vive con la ilusión de que es un ser libre y que no tiene jefe, en realidad se encuentra en la escala inferior de la cadena trófica, aunque puede cambiar con más facilidad a depredador. El currito por su parte no tiene ni la ilusión de ser libre en un futuro ni la esperanza de cobrar una indemnización.

Cuando te preparas para la vida laboral se piensa en adquirir habilidades en vez de orientar los esfuerzos en situarse en el subsistema más favorecido por la suerte. Si volviera a nacer y me dijeran ¿qué quieres ser de mayor? Contestaría sin dudarlo: cliente.

Sección Fauna humana

¡¡Ni me menees!!