martes, diciembre 27, 2005

El fracaso

El otro día pusieron en la tele la película "Los niños del coro" y me trajo a la memoria mi pasado musical...


Cuando entré en el internado a la tierna edad de seis años no sabía lo que era el fracaso. Hasta ese momento era capaz de hacer todas las cosas que me proponía y podría conseguir todos mis objetivos a base de perseverar con pertinaz insistencia. La alta autoestima, unida a un fuerte carácter, me hacían ser un pequeño monstruito. Las monjas rápidamente me pusieron una etiqueta: "Esta niña es muy soberbia". En ese nuevo entorno, lejos de la protección materna, me esperaba la revelación de cómo es la vida a marchas forzadas.

En el colegio la vida venía regida por la religión. Antes de desayunar alimentábamos nuestro espíritu con una misa en latín. Allí cantábamos todo tipo de canciones sacras, desde el Salve Regina al Pange lingua(1). Las puras voces que entonaban estas canciones no eran fruto de la improvisación, más bien al contrario, eran consecuencia de los ensayos que hacíamos dos veces por semana todas las alumnas.

Sor Purificación, a quien llamábamos Sor Pura, era la monja responsable de formarnos musicalmente. Era muy gorda, con una triple papada, casi como Montserrat Caballé pero sustituyendo sus túnicas vaporosas por un austero hábito religioso. Llevaba unas gafas transparentes y tenía unas poderosas manos con las que daba pescozones al menor descuido.

En los ensayos generales, nos reunía a todas las alumnas en la sala de música. Nos colocaba de pie en distintas filas ordenadas por estatura. Al frente de la primera fila colocaba una bancada para poder subirse en ella y dirigir nuestros trinos desde cierta altura. Los kilos le restaban mucha agilidad y para subirse al banco se apoyaba en los frágiles hombros de las niñas de la primera fila. Por las leyes de la naturaleza, las niñas de menor estatura también eran las de menos edad, digamos que las que tenían unos seis años. Mis hombros fueron alguna vez apoyo de sor Pura para elevarse en su pedestal y sentí sobre ellos todo el peso del poder musical.

Nos tenía catalogadas en tres grupos musicales diferentes. El coro de Ángeles para las voces infantiles menores de diez años, el coro formado por las mejores voces afinadas del colegio y el pelotón. Por el articulo treinta y tres, sin prueba previa, pasé a formar parte del coro de Ángeles. Me hacía muchísima ilusión aprender cánticos en latín y lo prefería incluso a jugar en el patio con mis amigas.

Ensayábamos en el coro donde había un órgano que tocaba Sor Pura con su dedos morcilleros pero milagrosamente ágiles. Al principio no me sabía bien las letras en latín y cantaba muy bajito por si me equivocaba, hasta que me fui animando y saqué mi chorro de voz. Sor pura paró en seco su interpretación y dijo: "aquí hay alguien que desafina". Hizo la prueba del nueve y fui expulsada del coro de ángeles.

En ese momento supe lo que sintieron Adán y Eva al salir de paraíso: consternación al saber que la situación no tenía retorno posible y que jamás volverían a ser las cosas como antes. Que lo que no puede ser, no lo es y además es imposible. De nada servía mi memoria para aprender las letras en latín o la entrega total de mi tiempo de ocio a la música, carecía de lo básico: no tenía oído musical. En ese momento supe lo que es una barrera insalvable y me escoció el fracaso.

Aquel fracaso me abrió los ojos a la vida e intuí que no sería el único, que tendría que descubrir todas mis carencias que hasta ese momento pensaba que no existían. La capacidad de reacción a esa tierna edad me dotó de un instinto de superación del fracaso y por eso, aunque le temo, lo conozco y sé que siempre lo podré superar.


(1) Pange, lingua, gloriosi
Corporis mysterium,
Sanguinisque pretiosi,
quem in mundi pretium
fructus ventris generosi
Rex effudit gentium.


Sección-Ave María Purísima

¡¡Ni me menees!!

13 comentarios:

almena dijo...

mmm qué tiempos aquellos.
Sor Pura fue inmisericorde contigo ¿eh?. Encima que tus hombros sí le habían servido para apoyar en ellos todo su "poder musical"...
Pero bien. Aquella experiencia hizo que hoy puedas escribir el magistral último párrafo de tu post.
:-)
besos!

Anónimo dijo...

A mi tampoco me dejaron cantar en el coro, jejejeje. Luego lo intenté con las clases de guitarra, y ni siquiera fui capaz de aprender a afinarla (!!!!)

Años después, sin embargo, estuve en un grupo de flamenco, y resultó que bailaba bastante bien, así que me resarcí en parte.

Anónimo dijo...

son cosas que la vida nos enseña y de las que luego aprendemos, tú eres de las que sabias como se sentian los de operación triunfo cuando eran expulsados :)

Hernán Fco. dijo...

Hola niña buenamoza, seguro que si lo eres, porque se te lee tan gentil...yo (autoreferencia) tb fuí corista tenor y solista en algunas interpretaciones religiosas, pero ese fue en la era diluviana, ahora solo canto en misa cuando estoy de buen humor.
Tiempo que no te visitaba, vengo adesearte muchas felicidades y exitos en este fin de año, un abrazo cordial.
(Sabes? a lo mejor no eres Sra Simpsons, anda a hacer mi test a mi blog)

Anónimo dijo...

Pues mi cura de múscia se llama Wigberto....Padre Wigberto. Y no tenía ni puta idea. Ojalá hubieramos cantado el "Pange lingua"...pero a él le iba m´qas el "Viva la gente" (Qué horror.

de todas maneras, se ve que de la expereiencia sacaste buenas enseñanzas..no hay mas que leerete. Enhorabuena. Y muchos musus

Zifnab dijo...

Yo creo que esa limitación mía la asumí desde muy pequeñita. más me costó apechugar con que no iba a ser futbolista, pero eso ya es ota historia

burtonbk dijo...

Ufff qué buen escrito, mira comparto porque yo tampoco me destaco por tener una buena voz ni ninguna aptitud musical, pese a que mi padre y hermano las tienen todas
salu2

chousas dijo...

Cuando canto parece que esté más bien hablando con acento raro :S

No sé, esto que cuentas no lo acabo de ver como un fracaso. Si no vales para el coro pues no vales, eso no es algo que dependa de ti, no es que hayas fracasado.

Unknown dijo...

Siempre nos quedará el karaoke.

Karolina dijo...

Ay!! los colegios de monjas... recuerdo que de niña lo único que quería era estudiar en el colegio "San José", todas mis amigas estudiaban allí, pero como no estaba bautizada (a los 6 años qué horror!!! "pobre niña, no se irá al cielo"...) no pude compartir esas "clasificaciones"... o separaciones por grupo: "A" para el curso de las "aplicadas" "B" para el de las "burras" y así... te imaginarás en qué se transformaba tu vida si te cambiaban del "A" al "B"!!!
La verdad ahora agradezco a mi madre no haber accedido a mis ruego y no matricularme en un colegio de monjas. Las chicas más desordenadas que conozco han pasado alguna vez en su vida por un colegio de monjas y qué hablar de los chicos en colegios de curas... jajaja
Querida Lula, en cambio, a ti te hizo bien. Cantas en latín y sabes recuperarte de los fracasos que la vida nos impone. Genial último párrafo!!!

Cariños y mis mejores deseos para el 2006.

Lula Towanda dijo...

almena Pues sí, Sor Pura no se andaba con contemplaciones. Seguí sintiendo el peso de la música en los ensayos generales, pero ya no cantaba, solo movía los labios.

Kotinussa Podemos crear el club de los expulsados del coro. Mi segundo intento musical fue con la rondalla del cole. Yo tocaba la bandurria pero a los tres meses me invitaron a salir de nuevo. No me ha quedado ni el consuelo del baile porque soy lo que se llama ?sosa? de movimientos y carente de cualquier ritmo. Un desastre para las artes del cante y baile. Me alegro que al menos tu pudieras resarcirte con el baile.

pablo Pues sí, la vida tiene su puntito de crueldad y a cada uno nos toca una ración. Mas duro que lo mío es lo de operación triunfo porque ellos cantan bien, pero entra el juego de la silla en danza y uno a uno tienen que abandonar.

Hernán Fco Gracias por lo de buenamoza, a mi edad se agradecen todos los cumplidos. He realizado el test y cómo no, me dice que soy: Marge Simpson. Ahora tengo el certificado ISO-9000.

Aitor Pues el padre Wigberto era un poco hortera. Nada que ver la música sacra con las adaptaciones de "viva la gente", "la respuesta está en el viento" o "el ritmo del silencio" en las iglesias. Es este punto me decanto por lo clásico.
Ya que la providencia me negó el oído musical no lo iba a estropear con odios varios. Se aprende más de los fracasos que de los éxitos. Voy por el camino de la sabiduría porque ocasiones para aprender no me faltan.

Zifnab Me quedo desconcertada con lo de "pequeñita" errata al escribir el comentario o errata mía al clasificarte entre "Ellos".

burton Bienvenida al grupo de los sin-oído musical.

chousas Pues yo cuando canto creo que canto bien, que es peor aun. En los fracasos no siempre hay culpa. El fracaso es no conseguir algo que se emprende y las causas de no lograrlo son muchas, algunas ajenas al que emprende. La palabra suena como muy terrible pero no se debe dramatizar.

Telémaco No por Dios, el karaoke no.

La Revolución de las Costillas No te perdiste nada con no ir a un colegio de monjas, eran bastante crueles. Yo salí buena persona porque nunca les hice caso y porque no soy rencorosa.
Desde ese día sigo con el sano deporte de recuperarme de los fracasos, porque oportunidades de fracasar no me faltan.

Chabacano Efectivamente, haces honor a tu nick :-). Porfa que este es un blog con ironía pero sin picardías.

Lula Towanda dijo...

Chabacano No hay nada que perdonar cuando existe respeto. Mi lenguaje oral esta salpicado continuamente por expresiones malsonantes. Mi amiga Pi me lo recrimina constantemente pero no me corrijo. Por algún misterio del cerebro, cuando escribo desaparecen los tacos y me sale todo muy correcto. Por eso quiero mantener esta parcela de expresión libre de palabrotas. Gracias por colaborar en ello.

vitalidad dijo...

Mi experiencia con las monjas fue buenísima. Me las camelaba a todas. En el internado lo que más me atraía era la clausura, me encanta romper las reglas, y subirme a los tejados. Hacía montones de cosas prohibidas y eso me llenaba de satisfacción.

En Madrid estaba a media pensión y me fue divinamente también, me fumaba las clases de costura y no pasaba nada. Mi madre me hacía los manteles.

Luego de mayor cuando empecé a oir lo que la gente contaba de las monjas no lo entendía.