jueves, junio 08, 2006

Síndrome de Abstinencia

Y ahora a desintoxicarse tocan. Porque cuando uno se vuelve adicto a las drogas es lo que tiene: se siente uno maravillosamente bajo sus efectos, pero en cuanto terminan se queda ese vacío doloroso, ese ansia insatisfecha, esa impotencia fatua.

¿Cómo? ¿De qué droga hablo?. Ah, pero, ¿no lo he dicho?. Es sólo amor. Sencillo pero eficaz. La más vieja pastilla, la química infalible.

Y además, esta vez, no es que no lo viera venir. Ya casi iba preparado (o eso creía yo). Porque si se trata de una historia conocida, repetida, aprendida y vivida no es que uno no pueda decir que no le avisaron. Así que me dije antes: no pasa nada, tú tranquilo, esta vez como si nada, tú a lo tuyo. Ya sabes que, si te vuelves a colgar, luego lo pasas muy mal cuando hay que descolgarse. En fin, te rodeas de escepticismo protector.

Pero de nada sirve: cuando llega el momento aparece la droga, y la droga hace que por arte de magia todo se olvide: las prevenciones, los avisos. De repente ya nada importa: estás a gusto, disfrutas, VIVES. El tiempo se detiene. El pasado y el futuro se convierten en sueño. ¡Es que ni siquiera te das cuenta que estás enamorado!.

Y de golpe ella ya no está. ¡No está!. Estás solo de nuevo y te preguntas cómo es posible, qué puedes hacer para recuperarla. Lo intentas todo: la llamas, la buscas, pero sólo alcanzas el vacío. Estás en pleno Síndrome de Abstinencia.

Esta vez he pasado por tres síndromes de abstinencia consecutivos, en tres días, y el último ha sido el peor. En el último llegué a ser consciente de lo que pasaba y decidí borrar las huellas, desconectar los cables para que nunca, nunca más me vuelva a pasar.

Craso error. No puedes ir contra lo que eres, contra lo que sientes, aunque nadie te entienda, ni los demás ni ella misma. Aunque sepas a lo que te expones, ahora ya de forma consciente y plena.

Dicen las campañas del gobierno que La droga mata. Bueno, yo he probado algunas, incluso las sigo usando, comiendo, bebiendo o amando. Hasta ahora no he muerto por ninguna de ellas, pero si hay que morir de algo, por favor que me dejen morir de amor.

Sección-Reflexiones

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¡¡Ni me menees!!

4 comentarios:

Lula Towanda dijo...

Yo creo que el amor no mata, aunque si que produce dependencia. Capaces son los políticos de regularlo y sobre todo poner multas o impuestos.
Imagínate el IPE (Impuesto Para Enamorados) de tributación trimestral. Te desgravas el IVA por un lado y te gravan el IPE por otro.
Quedaría la cuestión si el impuesto es paritario entre hombres y mujeres

Rrío dijo...

JAJA muy fisno el comentario. Esa futurista opción no se me había ocurrido.
Si así fuese el impuesto, habría de exigirse su recuperación en forma de "infraestructuras para el amor", "planes para el desarrollo del amor", en incluso la creación de un "observatorio del amor" que publicase estadísticas.

Anónimo dijo...

el amor, la pidra en la que el hombre tropieza tres veces y más...
pero lo necesitamos

Lula Towanda dijo...

Me acaba de venir a la cabeza un libro que leí de Jardiel Poncela titulado: Amor se escribe sin H. Sustentaba la teoría de que las cosas importantes de la vida empezaban por H, como el hijo, honra, heroico, hambre, hombre y..... amor, se escribe sin H.

Muy bueno lo de "el observatorio del amor" me gustaría trabajar en él, aunque si se entera chisme cotilla tendré una seria competencia

Lo del amor como piedra, sirve tanto para tropezar como chinita en el zapato :-)