jueves, noviembre 13, 2008

Nostalgia

Imagen tomada de Cerebro hueco

El tiempo pasa volando. Parece que fue ayer cuando empecé a trabajar con él, pero fue el siglo pasado. El hito que me ayuda a situar temporalmente aquella época son las reuniones del gabinete de crisis del efecto 2000 (Y2K) con decenas de sistemas totalmente descontrolados que no sabíamos por dónde iban a petar y que al final atravesaron el milenio sin ningún incidente. Una prueba de que Dios existe, no de nuestra profesionalidad.

El bienio 1999-2001 fue para mi una Odisea. La década anterior había trabajado en la gloria y había conocido la felicidad laboral, pero las cosas buenas no duran siempre. Los cambios de organización me llevaron de un ambiente racional en el que se trabajaba con extrema profesionalidad a una república bananera donde él era el tirano.

Era muy inteligente y tenía una enorme capacidad de trabajo. Dormía sólo cuatro horas y llegaba a trabajar antes de que saliera el sol. Le gustaba saborear el poder y disponer de vidas y de haciendas. Los criterios para favorecer o perjudicar a sus colaboradores eran siempre arbitrarios. El que gozaba de su favor tenía bula y el que se le atravesaba ya podía buscarse otro lugar. No obstante, valoraba la inteligencia, el trabajo y la lealtad aunque no era el criterio principal para repartir sus favores.

El día a día era insufrible porque sus modales y su lenguaje rozaban el maltrato. Era muy conservador y odiaba el riesgo. Le gustaba tener todo muy atado de una manera indirecta. Gastaba más energías en hacerse "amiguete" de los clientes(1) que en fomentar la calidad del trabajo. Nunca le vi hacer un plan ni escribir algo más largo que un correo de cuatro líneas. A pesar de esto, pretendía que las cosas se hicieran solas y nos llamaba inútiles al menor tropiezo.

La parte más oscura era la consecuencia de las comidas con los clientes “amiguetes” de las que volvía achispado y con una enorme predisposición a tomar decisiones en este estado. Aprendí a esquivarlo por las tardes. Una red de amigos me avisaba si lo veía andar vacilante por el pasillo y buscaba la escalera más próxima para refugiarme en un laboratorio amigo.

Nunca llegué a adaptarme a este régimen laboral. Atravesé varias etapas, desde la rebeldía al mutismo, sin llegar nunca a la sumisión. Comencé a morderme la lengua y me envenené. Cuando empecé a llorar por las esquinas supe que había que poner fin a la situación y dimití. Desde entonces sufro desarraigo laboral.

Con el tiempo he conocido jefes peores que me han hecho reflexionar sobre la relatividad de la vida y valorar las cosas buenas que entonces no supe apreciar en él.

Esta tarde se ha celebrado una misa por el tercer aniversario de su muerte. Allí estaban los que fueron la plana mayor de la república bananera. Casi ninguno trabaja en la empresa porque varias diásporas los repartieron por múltiples caminos. Viéndolos allí juntos he sentido nostalgia de aquellos tiempos.

¿Síndrome de Estocolmo? No, aquella república bananera era la pastoril Arcadia comparada con estos tiempos oscuros llenos de rubias, Forrest Gump, Petrimetres tecnológicos, ratas y otras variedades desagradables.


(1) Otra prueba de que existe Dios. Con esa forma de ser se me hacia imposible que alguien fuera amiguete suyo.

¡¡Ni me menees!!

19 comentarios:

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

El síndrome de Estocolmo debería ser el cuarto misterio la Trinidad. Todo un fenómeno para quienes nos decimos seres inteligentes. Puede pasar en las mejores familias.
Aunque al final, las repúblicas bananeras son suficientemente transparentes como para darse cuenta de que mejor sin ellas.

La Taberna Fantasma dijo...

Lula, tus artículos deberían colgarse en el tablón de anuncios de las empresas junto al calendario laboral, para su lectura obligada como hábito diario de higiene mental de la plantilla. Cada vez que te leo experimento una inmensa paz de espíritu porque descubro que el sinsentido de mi vida laboral me trasciende y que mis cuitas laborales tienen destinado un pequeño cajoncito con su nombre dentro del absurdo armario del mundo. Esto me tranquiliza y me proporciona una gran serenidad... ooohhhhmmm... Y ahora te dejo que me voy a mi clase de kick-boxing, digo... al trabajo...

Muxfin dijo...

Esa nostalgia también es relativa, no es porque fuera menos malo que ahora, sino porque estaba mas cerca de los buenos tiempos.

Unknown dijo...

Dios, ¡no sabes hasta que punto coinciden nuestras historias!.

Tus post no sólo me gustan... es que consiguen seducirme totalmente.

Es como si me viese reflejado en un espejo mágico en el que el reflejo fuese hackeado, mejorado y se le hubiesen eliminado todas las carencias que tiene mi "yo" real.

Gracias una vez más.

Lula Towanda dijo...

Julen: No son buenas las repúblicas bananeras, no, lo mejor es un mundo sin jefes.
Posiblemente el paso del tiempo desvirtué y suavice la memoria, pero sentí nostalgia. En aquellos tiempos el trato era más humano (aunque hubiera maltrato) y tenía un poco de sentido lo que hacíamos. Ahora con modales neutros te tratan cono un objeto y se hacen cosas sin sentido. Creo que es una sustancial peora.

Taberna: Muchas gracias!! Estas historias que cuento para quitarme la bilis laboral me ayudan a reírme y a quitarle hierro al sinsentido en el que trabajo. Me encanta que ayuden a otras personas a hacer lo mismo y sentir que no estoy sola.
En la situación más espantosa siempre me viene a la cabeza: "esto lo escribo". Desde ese momento soy más espectadora que actora.

muxfin: Tal vez sea una jugarreta del tiempo. A más lejanía, mejores recuerdos. La verdad es que hay siempre un punto más bajo como decía el filophone Alcaide. Ya me gustaría que se remontase esa tendencia a la baja.

Telemáco: Por eso se encontraron nuestras vidas recursivas en la blogosfera. Vivíamos en universos paralelos que gracias a la Red se cruzaron en un punto y nos reconocimos.
Como sabes voy a salir de la recursividad así que estate atento para ver como me va. Gracias por los elogios.

La Taberna Fantasma dijo...

Tengo un problema, Lula, y es que cada vez que publicas un tipo de zoología laboral... ¡es mi jefe..! Es un rubia y también un Forrest Gump, y tiene bastante de garrapata... eso es compatible, ¿no? Un Forrest Gump rubia... sí, ¿no? ¿O seré yo que le guardo inquina en demasía? Yo ya ni discuto con él porque sé de antemano que no me va a entender, así que pa qué. Cuando le veo cara de perdido me quedo callada y ya no sabe qué hacer... jajaja...

la-de-marbella dijo...

Creo que el paso del tiempo es capaz de erosionar el recuerdo mas cruel. Si no fuese así, siempre estaríamos hechos polvo. Las republicas bananeras son de lo peor. No solo por la ignorancia atrevida de jefes y jefecillos sino por toda la camarilla que tiende a rodearles.
Ningun tiempo pasado fue mejor, solo diferente. Otras nostalgias vendran que estas borraran. Besos

Anónimo dijo...

La nostalgia es un dulce dolor reflejo de otro mayor, que sufrimos, mezclado, con otros buenos recuerdos y alguna alegría.
Teníamos demasiadas hormonas para no sufrir, pero no era autentico dolor, por eso la nostalgia es dulce y cómplice.
Lo sé, yo también fui nostálgico, pero la nostalgia es como los catarros o la gripe: aveces pasa y aveces vuelve, por lo que puedo volver a ser nostálgico.
¡Salud en tiempos de crisis!

Lula Towanda dijo...

Taberna: ¿Mira que si trabajamos en el mismo sitio y no nos conocemos?

Las empresas los prefieren rubias, por eso cada vez hay más y más haciéndonos las vida imposible a las gentes de bien. Una de las características de los rubias es su falta de sesera y su capacidad de vivir de los demás. Ergo, es compatible con las faunas que mencionas.

Te comprendo perfectamente cuando dices que "Que no discutes y que te quedas callada cuando ves esa cara de perdido". Es lo mejor que puedes hacer, todo lo demás es desgaste inútil. Consuélate pensando que los rubias son efímeros.

Marbelli: El tiempo me ha suavizado los recuerdos de aquellos años difíciles y me ha hecho ver que hay cosas aún peores. En aquella república bananera había inteligencia y sangre en las venas, ahora estoy rodeada de auténticos cachos de carne que ni piensan ni sienten.

Alycie: Pues con la llegada del otoño me ha sobrevenido la gripe de nostalgia. Te curas de ella cuando te das cuenta que el pasado no tiene retorno. La mejor medicina es mirar hacia adelante con alegría pasando por encima del presente sin miramientos.

Noemí Pastor dijo...

Pido de rodills una guía de supervivencia para semejantes circunstancias adversas y sin embargo empeorables. Por caridad.

Joseph Cartaphilus dijo...

Por lo menos un día estuviste en la Arcadia, le dijo Eva a Adán o fue al revés?

No se si me hago entender. Pero yo creo que si te entiendo.

Dichosos jefes, dichosas personas

Anónimo dijo...

Cuando no la montaba en aviones u otros lugares...te honra que lo recuerdes ahora, a pesar de lo mal que te lo hizo pasar...a tí y a algunos más...

Agur.

Anónimo dijo...

;-) Wapa.
!M'agustao!

Lula Towanda dijo...

Noemi: ¡Qué buena idea! Aparte de los lamentos laborales habría que escribir como sobrevivir a la adversidad laboral. Por supuesto, evitando el patético estilo de los libros de autoayuda.
Se podría titular: A pesar de los malos jefes la vida laboral puede ser hasta divertida.

Joseph: Eso, ¡dichosas personas! Que agustito tienes que estar a veces en tu isla.

Anonimo ¿tal vez mi paisano?
Pues si, me las hizo pasar mal pero sé que me apreciaba y quiso que volviera al redil de la estructura, pero era demasiado tarde para volver a un camino abandonado.
Le puede visitar en el hospital y no le guardo ningún rencor. Le agradezco que me hiciese aborrecer la jefatura, ahora soy mucho más libre.
Guardo con cariño un osito de peluche que me trajo de unos de sus viajes al otro lado del charco (alguno de ellos tan comentado).

Alycie Gracias!!

Noemí Pastor dijo...

Pues nada, hija, ponte manos a la obra, que el mundo laboral te lo agradecerá. Y el resto del mundo, también.

Anónimo dijo...

No sé de donde eres, pero tal vez seamos paisanos.

Al final, debes estarle agradecida.Siempre se aprende de los malos momentos.

Y ese osito te hará recordar los buenos momentos que pasaste junto a él...:->>>>>

Agur.

Fernando García Pañeda dijo...

Cualquier tiempo futuro puede ser peor. Y después de tocar fondo, aún se puede empezar a escarbar.
Pero la nostalgia no es el mejor refugio en mi opinión.
Otros hemos buscado refugio más allá de la vida laboral. Con un cierto desdoblamiento de personalidad, ciertamente, pero nada sale gratis.
Un abrazo.

Lula Towanda dijo...

Noemí: Me pongo manos a la obra. A ver que sale.

Anónimo: Me ha confundido la despedida de "Agur". hace tiempo visitaba este blog una persona que comentaba a veces como anónimo y se despedía de esa guisa. Eramos paisanos y había descubierto mi identidad real. Yo no llegué a conocer la suya.
De todo se aprende, de lo bueno y de lo malo, pero nos acordamos más de lo malo por lo que dolió.


Fernando: Efectivamente la nostalgia no es un buen refugio para sobrevivir pero a veces es inevitable que aparezca.
Yo también he utilizado el recurso de desdoblamiento de personalidad y me ha ido bien.

Anónimo dijo...

Bueno, tu identidad real no es tan difícil de rastrear...además, eres un personaje virtual admirable...

Agur.