sábado, octubre 29, 2005

El chocolate del loro

De un tiempo a esta parte vengo practicando la inmunidad frente al entorno laboral que me rodea, intentando adquirir propiedades de los metales nobles que los hacen inalterables al ambiente. Esta actitud es consecuencia de que estoy atrapada en un entorno cada vez más deteriorado del que no puedo escapar sin correr grandes riesgos. Solo me queda resistir hasta que escampe, con la esperanza de que esto ocurra. Esta semana Dios me ha puesto a prueba y creo que la he superado como paso a relatar.

Todo empezó como un efecto mariposa(1), al producirse un error en el programa Word de Microsoft Office. Por causas desconocidas, cuando intentaba imprimir un documento en pdf, las letras cambiaron de alfabeto y salieron en algo parecido al sánscrito. Por supuesto, esto me ocurrió un viernes por la tarde a punto de entregar el documento a un cliente. Menos mal que no era urgente para el cliente tener esta información por lo que se lo envié por e-mail para cumplir el hito(2) y me preparé para resolver el problema el lunes siguiente(3).

El lunes acudí al departamento de Documentación para consultar mi caso. Ellos veían en sus ordenadores el documento correctamente y no encontraron nada extraño en las plantillas corporativas y me remitieron al helpdesk de la empresa. Puse una incidencia y al poco tiempo vino una persona en mi ayuda. Primero me reinstalaron el Acrobat, pero no se solucionó. Luego me reinstalaron el Office y tampoco se eliminó el problema y me dijeron que lo próximo era reinstalar Windows. En este punto, al comprobar que el ordenador de mi puesto de trabajo no era estándar(4), me indicaron que también me tenían que cambiar el equipo. No estaba dispuesta a desprenderme de mi querido PC, pero ante la promesa de que sólo me cambiaban la CPU y podía conservar la pantalla/teclado/ratón me decanté por el cambio.

Me trajeron el nuevo PC, modelo estándar de la empresa, negro como una cucaracha. No me importó el color ya que la CPU la coloco debajo de la mesa, pero cuando vi el teclado/ratón que lo acompañaba me mosqueé ya que parecían comprados en un todo a cien. No puede haber en todo el mercado de estos dispositivos algo tan patéticamente casposo como lo que tenía encima de la mesa. Un teclado de plástico de la peor calidad con tacto grimoso que se estremece entero al pulsar las teclas y que produce un ruido acorde a su nula calidad, nada parecido al clic cadencioso de un teclado que se precie.

Intenté colocar mi antiguo teclado, pero hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad y la CPU solo tiene interfaces USB, ha desaparecido la interfaz PS/2. Me busqué un conversor de PS/2 a USB, pero no funcionó. Respiré tres veces profundamente y decidí comprarme de mi propio bolsillo un teclado decente con interfaz USB.

Por el teclado estándar la empresa no debe haber pagado más de 3 euros, mientras que un teclado de calidad media/alta cuesta 20 euros. Si le damos 5 años de vida (que bien pudieran ser 10) el ahorro/día es 0,015 euros(5), cantidad ridícula comparada con el coste de una jornada laboral, vamos, el chocolate del loro. En una empresa donde el trabajo es creativo, es un factor muy importante la motivación de las personas, en esas circunstancias rodear al personal de los elementos más cutres del mercado en pro del ahorro de costes no es una decisión acertada ni práctica.

Me compraré mi teclado así como ya me compro los bolígrafos y los cuadernos. Iré mejorando lo que el entorno me niega pagándolo de mi propio bolsillo, sin hacerme mala sangre. Espero que mi supervivencia sea sostenible económicamente.

(1) Si agita hoy, con su aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene. J. Gleick
(2) En los proyectos lo más importante es entregar a tiempo, no importa el qué.
(3) En línea con Escarlata O´Hara, mañana me lo pensaré.
(4) Era fruto de una maqueta de un proyecto de innovación de hacia cinco años pero con todo lo que uno desea tener en su mesa: teclado y ratón inalámbricos, pantalla superplana de 19 pulgadas, videocámara, etc.
(5) Contando sólo días laborables

Sección-Sapos y culebras

¡¡Ni me menees!!

martes, octubre 25, 2005

Mesas redondas

Hoy es el día de Internet y para conmemorarlo durante estos días se han celebrado en Madrid un montón de eventos con sus inevitables mesas redondas que me han tenido ocupada y alejada de la oficina durante dos días. Me afloró a la memoria algo que escribí hace tiempo sobre estas mesas y veo, como siempre, que la vida sigue igual....

No voy a hablar de las mesas camillas de la salita que nos describía S.M., ni tampoco de la tabla redonda de los caballeros del rey Arturo. Me refiero a las conferencias que se organizan en torno a temas tan genéricos como ambiguos sobre la Calidad, el Desarrollo de las PYMES, la Sociedad de la Información, el Impacto de las Tecnologías, la Importancia del I+D+i?..

El lugar de la convocatoria suele ser un hotel, cuyo número de estrellas va en función del glamour de la convocatoria, siendo el súmmum el Hotel Ritz(1), aunque no le va a la zaga el Hotel Palace. Como alternativa a los hoteles están los auditorios de las Grandes Empresas o de las Universidades.

Una mesa redonda sin catering pierde muchos alicientes porque, en el momento en que se sirve el ágape, se despliega una considerable actividad de relación entre los asistentes, que se intercambian tarjetas de visitas frenéticamente como si les fuera la vida en ello. Los que no llevan tarjetas para intercambiar aprovechan la oportunidad y se ponen ciegos a comer.

Los obsequios a los asistentes, generalmente bolígrafos y cuadernos de notas, son tan apreciados como el catering. Un asistente asiduo a estos saraos siempre tendrá una considerable provisión de material escolar para obsequiar a sus hijos y sobrinos que le mirarán como si fuera una persona muy importante.

Los ponentes se sitúan en una mesa - rectangular en vez de redonda- sobre tribuna que les da distancia y superioridad sobre el público asistente. La composición de la mesa está sujeta a fórmulas preestablecidas de representación de los siguientes organismos: la Administración Pública, las Fundaciones, la Universidad, las Multinacionales, las Consultoras.

El presidente de la mesa abre la jornada(2), generalmente presidida por un representante del organismo que paga. Los paganos más habituales son la Administración Pública, las Fundaciones y las Multinacionales; las Universidades van de gorra y las Consultoras siempre se llevan un buen pellizco, conforme manda su religión mercantilista.

La oratoria de los ponentes es irregular. Los consultores, muy habituados a estos eventos, gozan de un verbo fluido y un discurso tan ameno como huero. Los representantes de las multinacionales suelen ser personas de experiencia dedicadas a estos eventos y siempre aportan anécdotas curiosas, dentro del estilo abuelo Cebolleta(3). Los representantes de las Administraciones Públicas suelen sacar un papelito que leen de forma átona y cuyo discurso serviría también para inaugurar un pantano(4). A pesar de ser más plúmbeos que el cañonero Ponce de León(5), son aplaudidos con entusiasmo ya que son portadores de un valor eterno llamado Presupuesto Público. Los representantes de la Universidad, en cuanto te descuidas te colocan una clase magistral - según ellos- ante el estupor del sufrido público a los que más que magistral les parece un finstro(6).

El público desde sus asientos piensa que los ponentes no se merecen ese lugar destacado y siempre hay alguien que, para demostrarlo, realiza una pregunta comprometedora para la mesa. Algunos utilizan los cuadernos de notas para disimular la hilaridad de su rostro ante las tonterías que se dicen; otros llenan de dibujos el cuaderno para no dormirse, y los hay que, directamente, se duermen.

Las mesas redondas se parecen mucho a las corridas de toros de la Feria de San Isidro, hay que asistir a muchas para ver algo que merezca la pena.

(1)El Hotel Ritz, cuyo 50% pertenece desde hace poco a Alicia Koplovitz. Como se puede apreciar su apellido rima con el nombre del hotel, así como sus bolsos coordinan perfectamente con sus zapatos.
(2) Creo que el nombre de cornada se ajusta mejor al resultado del evento.
(3) Para los que no conozcan este comic, es un simpático abuelo que continuamente les cuenta batallitas a sus nietos.
(4) Cuando no saben que decir empiezan con lo vertical y lo horizontal, cuando en realidad su hilo argumental es una maraña total.
(5) Ponce de León, cañonero de 2da. clase, construido en 1895, pesaba 200 toneladas.
(6) Finstro. Palabra puesta de moda por el humorista Chiquito de la Calzada. En alemán, finstro (finstar finster finstre), significa oscuro, tenebroso.

Sección-Sapos y culebras

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viernes, octubre 21, 2005

El gadget a remojo

El hombre es portador de valores eternos, decía el hermano de Doña Pilar(1) allá por los años treinta. Los tiempos han cambiado y hoy día ya no se portan esos valores que nunca hemos sabido muy bien en que consistían, ahora se tiene la oportunidad de portar información ubicua dentro de un pendriver. Hay que tener mucho cuidado con el nombre de este gadget chisme, porque adopta múltiples acepciones que inducen a confusión. Se le llama también "memoria USB", "pen", "lápiz" o en algunas zonas "Erlapi"(2) .

Aunque llevo años viendo a los singermorning portando su pen repleto de powerpoints como signo de distinción(3), no había adoptado aún esa tendencia en mis costumbres. He de confesar con vergüenza que utilizaba el diskette para llevar y traer mis clases en la Universidad(4). Hace unos meses le regalaron a mi marido uno de esos chismes en un torneo de golf y me lo dejó en préstamo. Estaba yo tan contenta colgándome al cuello una cinta de la que pendía mi pen con toda la información que necesitaba transportar hasta que hace una semana sufrió un pequeño percance.

Suelo guardar el pendriver en el bolso cuando no lo llevo colgado del cuello. Abandoné los bolsos saco, en los que era imposible encontrar nada sin sacar todo fuera, para adquirir un diseño muy práctico de Salvador Bachiller lleno de compartimentos para llevar todo ordenado. El bolso es de un material lavable y le llegó su día para ser lavado. Saqué con cuidado todas las cosas de sus múltiples recovecos con sus cremalleras, comprobé que no quedaba nada y lo puse a remojo en un barreño con jabón. Al cabo de un rato fui a lavarlo y cual no fue mi sorpresa cuando detecté algo sólido dentro, tiré de la cinta y allí estaba el pen, a remojo, como los garbanzos. Lo saqué y lo sequé por fuera.

Al día siguiente lo llevé a la oficina y lo enchufé al ordenador. Se encendía la luz roja pero no lo reconocía, además noté que se calentaba mucho y lo desconecté. Me fui a buscar a un compañero y sin embargo amigo(5), que es un experto diseñador de hardware, y como no lo hallé en su despacho lo busqué en otro en el que había posibilidades de encontrarlo. Tampoco estaba allí, pero el dueño de ese despacho fue early adopter de estos gadgets chismes y le conté mi triste historia del remojo.

Para mi sorpresa me dijo que él también había tenido el mismo problema, que lo había secado con un secador de pelo y que le funcionó. Pasó por allí otro compañero y se unió a la conversación sobre el gadget chisme. Comentó lo fácil que era que se quedase el cacharrito en el bolsillo de una camisa y se metiese en la lavadora. En este punto, con cierto rubor, el dueño del pen mojado y luego resucitado, confesó que no había sido en la lavadora que lo suyo fue peor: se le cayó al inodoro. Nos dio un ataque de risa mientras nos contaba que una vez que lo sacó de tan escatológico lugar lo tuvo que enjabonar para limpiarlo bien.

Aún con lágrimas de la risa me fui a otro despacho de hardwareros para ver si me podían abrir el cacharrito y echarle un vistazo. Lo abrieron y todavía tenía agua dentro. Lo secamos y probamos si funcionaba, pero no, no respondía. Lo guardé de nuevo en el bolso y empecé a pensar cómo se lo contaría a mi marido, pero como se me olvida todo no se lo conté.

Unos días después lo saqué del bolso, probé suerte enchufándolo y bingooooo ¡¡¡Funcionó!!!. Tan contenta me puse que me dije: voy a escribirlo para que se ría mi marido y de paso aquel que lo lea.

(1) Me refiero a Doña Pilar Primo de Rivera, hermana de Jose Antonio, Fundador de la Falange Española de las JONS. Fue la fundadora en 1934 de la Sección Femenina, el brazo femenino de la Falange. Esta asociación centrada en los bailes regionales y las labores domésticas se extinguió en 1977, dejando como único patrimonio un magnifico libro de cocina. Para conocer un poquito más, léase La otra Sección Femenina.
(2) Mi amiga S.M. (no es Su Majestad), colaboradora de la Sección Femenina, versión Web intentaba utilizar su pendriver en un ciber municipal de Barbate, preguntando si tenían los ordenadores la interfaz USB habilitada. La miraron como si viniera de Marte hasta que enseñó el gadget y entonces exclamaron: ¡ah, "erlapi"!, haberlo disho antes.
(3) Se lo paga la empresa, así cualquiera puede presumir
(4) En powerpoint, of course
(5) Antes llamado El Hombre del calibra, ahora tiene un Toyota Celica, pero no le llamamos el Toyoto.

Sección-Expedientes-X

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martes, octubre 18, 2005

La paella campera

En el último post del blog un pequeño experimento de mi amiga virtual María comenta que para el fin de semana se le avecina una paella en barbacoa. Esto me ha traído a la memoria algo que escribí hace tiempo y al releerlo me ha dado la risa tonta y he pensado que a vosotros también os podría hacer gracia.


Todos tenemos en lo más profundo de nuestro ser cierta querencia por las costumbres domingueras, entre las que destaca con luz propia "La paella campera". Nadie se resiste a una invitación a semejante evento cuando la propone un grupo de amigos divertidos, entre los que se encuentra al menos uno que sabe hacerla con maestría.

Organizaron unos compañeros de trabajo de mi marido, de la noble casta de funcionarios, una paella en Alpedrete. En este caso, la experta cocinera además de su trabajo culinario aportaba el recinto campero, un chalet con parcela rústica propiedad de su familia. Nos juntamos cinco parejas con abundante prole de distintas edades, que rápidamente soltamos por la finca para su esparcimiento, de forma que los mayores pudiéramos concentrarnos para realizar el ritual de la preparación de tan barroco plato.

Dado que el chalet sólo lo usaban como segunda vivienda, todo el mobiliario del jardín lo tenían guardado en un cuarto trastero con un cierre metálico de esos que se abren de abajo hacia arriba. Por este motivo lo primero que se abordó fue intentar abrir el cierre para sacar las sillas y mesas, pero el primero que lo intentó fracasó de plano. A su auxilio fueron los compañeros masculinos, diciendo, ¡quita, quita!, déjame a mí. Varios negociados de esforzados funcionarios, por más que se empeñaron al unísono en empujar hacia arriba, no consiguieron mover el cierre ni un milímetro.

Resignados, pasamos al plan B de mínimos, sacamos una mesa de la casa para poner los útiles de cocina, renunciando a la comodidad de las sillas y las mesas. Con un espíritu entre hippie y bucólico cada uno buscó su trocito de monte donde aposentarse cómodamente. Se preparó el fuego de leña sobre el que se depositaría la paella de hierro que mágicamente transformaría el pollo, el marisco, las verduras y el arroz en un plato multicolor y sabroso.

A punto de finalizar la paella, el sector técnico de los funcionarios, capitaneados por el "perito Gallardo", intentó in extremis abrir el cierre con un gato mecánico. Este alarde de esfuerzo atrajo la atención de todos los comensales, dejando la paella abandonada a su suerte para que reposase. En esto, un gato, en este caso de carne y hueso, atraído por el aroma de tan exquisito plato y viéndolo tan abandonado, se dispuso a meter su zarpa para catarlo. Al grito de ¡el gato! todos lo mirones se fueron hacia la paella, dejando al perito haciendo vanos esfuerzos en solitario.

El perito, persona de gran corazón, le salió su lado más negro y corrió a coger el gato, para practicar el tiro al gato ante los gritos de los niños que decían ¡no! ¡no!. Gracias a Dios eso de que los gatos tienen siete vidas algo de verdad tiene y el gato aterrizó sin mayores problemas, para alivio de los asistentes.

La anfitriona estaba muy preocupada por el cierre bloqueado, temiendo que su madre, por la que sentía un gran respeto, la responsabilizase de la rotura. Cuando caía la tarde y nos disponíamos a partir, aparecieron su madre y su hermano. Cuando vimos a la madre, viuda de militar y de carácter adusto, comprendimos el temor de nuestra amiga. Pero más nos preocupó el tamaño súper-king-size del hermano, un auténtico armario de luna.

Lo primero que hizo el hermano fue dirigirse al trastero para abrir el cierre. En ese momento todos temblamos y hasta los niños se quedaron callados. El mocetón, con una mano, agarró el cierre y lo subió hasta arriba de un solo golpe. De repente, todos empezamos a reírnos de una forma compulsiva, algunos hasta se doblaban de la risa. La madre nos dirigió una mirada gélida que no consiguió parar nuestra hilaridad. Lo peor de todo es que no podíamos comentarlo, por eso, si se cruzaban dos miradas empezaba de nuevo la risa. Los niños estuvieron muy prudentes y no dijeron ni pío.

Así terminó nuestra paella campera bucólica, entre risas y sin que llegara la sangre al río.

Sección-Expedientes-X

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domingo, octubre 16, 2005

Crueldad infantil

Tengo poca fe en el género humano y pienso que todos nacemos con una dosis de crueldad que manifestamos de forma transparente en la infancia y que practicamos, escondemos, olvidamos o superamos con la madurez.

En mis tiempos de la infancia, cuando se terminaba la primaria se realizaba el curso para el ingreso en el Bachillerato. Las alumnas del curso rondaríamos los nueve o diez años, por lo que se puede decir que éramos tiernas infantas. Empezábamos a sentir el espíritu gregario, por lo que aplicábamos la marginación social a las niñas que por algún motivo no encajaban en el rebaño. Una de estas niñas era Milagritos, que había cometido el terrible delito de ser tartamuda, siendo frecuentemente objeto de burla por las niñas bovinas, entre las que me encontraba cómodamente integrada.

La tutora de este curso era Sor Asunción, una monja muy bajita, con una dentadura perfecta -creo que era postiza- y una dicción más admirable que su dentadura. Se jactaba Sor Asunción de que nadie que hubiera pasado por su curso había salido sin pronunciar correctamente y aunque tenía sus logros en varios casos de frenillo(1), el caso de Milagritos era todo un reto para ella ya que además de ser tartamuda era sevillana.

Sor Asunción aplicó la terapia de Demóstenes, quien, según ella, era un magnífico orador que superó su tartamudez poniéndose pequeñas piedras debajo de la lengua que le forzaban a hablar más despacio venciendo de este modo su defecto. Como mujer innovadora, sustituyó las piedras por aceitunas con hueso que le daba a Milagritos para que se las comiera y dejara el hueso en la boca para practicar el método.

Milagritos no debía de tener mucha fe en el sistema, se comía las aceitunas y en cuanto podía escupía el hueso. Sor Asunción empezó a perder la paciencia al ver que no conseguía ningún progreso y que la niña iba camino de agotar las existencias de aceitunas del experimento. Empezó a ser una rutina que nada más entrar en la clase espetara la siguiente frase: ¡Milagros, enséñanos el hueso de aceituna!, contestando la aludida con gran esfuerzo me me... me... me lo... lo... lo he comido. Nos reíamos toda la clase de ella sin ningún disimulo, a pesar de que sus mejillas se teñían de rojo y su mirada se hundía,más que en el suelo, en el sótano o tal vez en el infierno. La monja, furiosa, además de perder la paciencia casi perdía la dentadura cuando le decía: ¡Anda rrrrrrrrrrica, rrrrrrrrrrrica, rrrrrrrrrrrica, estorrrrrrrrrrbo!.

Un día Milagritos se escapó del colegio, harta de tanta humillación inútil y de tanta soledad. No preparó bien la fuga y la Guardia Civil la encontró en la carretera haciendo autostop hacia Sevilla. Cuando volvió escoltada entre los dos guardias como si fuese una delincuente, no pude sino sentir admiración por ella y pena por mí. Nunca más me reí de Milagros; creo que ese día me hice mayor.


(1) El frenillo lingual se trata de un repliegue de la mucosa que va desde la base de la boca hasta la lengua que puede causar problemas en la pronunciación de ciertas consonantes.

Sección-Reflexiones

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miércoles, octubre 12, 2005

Saber delegar


Se suele pensar que somos más listos que los demás y que hacemos mejor las cosas que nadie, porque cuesta mucho admitir las propias limitaciones. ¿Quién no ha pensado que su jefe es tonto(1), que sus compañeros no le llegan a la suela del zapato(2) y que sus colaboradores no saben hacer la o con un canuto?. Por este motivo se tiene cierta reticencia a delegar, salvo en los casos de vagos redomados que aun teniéndose en muy alta estima prefieren que trabajen los demás.

Sirva como ejemplo un caso flagrante de falta de delegación que lleva años manifestándose a diario en la televisión. No sé el nombre del responsable, solo que pertenece a la O.N.C.E.(3) y por tanto es invidente. No soy compradora habitual del cupón y casi no veo la televisión, pero si oigo la musiquilla de "Es la ilusión de todos los días.." y estoy cerca de la tele, me acerco para comprobar si ya se ha bajado del burro y ha delegado mi desconocido desconfiado.

El programa en cuestión es un breve espacio donde se realiza en directo el sorteo del cupón de la O.N.C.E, emitido inicialmente por Tele-5 y ahora en Atena-3, a eso de las 21 horas. Al principio lo presentaba Carmen Sevilla(4), mujer tan entrañable y campechana como torpe. Le daba gracia y frescura al programa y un inmenso anecdotario de meteduras de pata. Sin embargo, lo más chocante del programa eran las "azafatas" que misteriosamente se alejaban bastante de la belleza e iban vestidas como verdaderos adefesios, pasadas de moda y con unas prendas de trapillo.

Pasó el tiempo y Carmen Sevilla cedió el testigo de la presentación del programa a otros presentadores, pero en toda la historia del programa se ha mantenido invariante las "azafatas", carentes de gracia, belleza y soltura, ataviadas para más inri con los trapillos infames que resaltan todos sus defectos. Esta línea continuada en la elección de las azafatas y su vestuario solo se puede achacar a que la persona que realiza la selección es un invidente, incapaz de delegar en un vidente(5).

Con el siguiente ejemplo no quisiera herir la sensibilidad de las personas ciegas, a las que admiro y por las que siento un gran respeto. Sé que son capaces de estudiar lo que se propongan, de poder vivir independientemente, de formar y cuidar una familia y de ser magníficos profesionales. Pero tienen una limitación, en este caso muy evidente, que es la ceguera y es conveniente que deleguen cuando sea necesario.

En el caso de los que tienen limitaciones menos evidentes, además de no poder hacer chistes fáciles, los tenemos que sufrir todos los días, pero en la vida real en vez de en la TV.


(1) Cosa que suele ser cierta en el 99,99% de los casos
(2) Lo mismo pensará su madre
( 3)La ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) es una Corporación sin ánimo de lucro con la misión de mejorar la calidad de vida de los ciegos y deficientes visuales de toda España. Una Institución de carácter social y democrático. (fuente: http://www.once.es)
(4) Mi hijo mediano no se podía creer que la pizpireta mujer con cintura de avispa de la película de "Violetas imperiales", era la misma que la que presentaba el cupón.
(5) No me refiero a los Rapeles ni a las Aramís

Sección-Reflexiones

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sábado, octubre 08, 2005

Siniestro total III

Dicen que a la tercera va la vencida y así ha sido en este caso. Después de diecisiete años de una vida en común con mi halcón milenario, y superar una amenaza de siniestro total (ver siniestro total I) y las secuelas de la superación de la crisis (ver siniestro total II) he tirado la toalla y me he comprado un coche nuevo.

Me ha dolido dejarlo en prenda para el plan renove, pero el halcón milenario era una amenaza para mi objetivo en la vida: llegar a centenaria. No quería que un accidente de circulación truncara mi estupenda carrera de maduración que va camino de convertirme en una "gran reserva". Sus carencias las iba asumiendo con paciencia, resignación y estoicismo. Podía soportar que no tuviera dirección asistida porque aparcar mantenía mis bíceps en forma. Era capaz de aguantar los rigores del verano y soportar temperaturas de más de cuarenta grados con el único alivio del tórrido airecillo que entraba por la ventanilla. Había asumido como normal llevar 2 litros de agua para cuando se encendía el piloto del radiador, un día sí y otro también. Me había resignado a circular por el carril de la derecha a un máximo de 100KM/h porque no me entraba la quinta marcha. Pero la gota que colmó el vaso fue que el pedal del freno tenía un recorrido infinito y una respuesta casi nula para el frenado. Si bien la velocidad de crucero del halcón milenario era modesta, el miedo ante un posible frenazo y la carencia de airbag ponían en peligro mi integridad física.

Llevo una semana con mi nuevo coche y el cambio de prestaciones me recuerda la escena de la película Odisea del espacio 2001 en la que un mono lanza hacia arriba un hueso que empieza a girar (música: Así habló Zaratustra) y que de repente se convierte en un boli que flota en un espacio sin gravedad de una nave espacial (música: El Danubio azul). He pasado de la música envolvente y trágica del Amanecer de Richard Strauss a la suavidad del vals de Johann Strauss. Bajo las notas de tarirorarí tarí tarí,... me desplazo en un coche con dirección asistida, climatizador, airbag delanteros y laterales, una caja de cambios suave en la que entra la quinta marcha, un acelerador que acelera y unos frenos ABS.

Cambié la tecnología alemana por la japonesa: mi nuevo compañero de viaje es un Toyota Corolla. Mis compañeros de trabajo me hacen bromas sobre la marca porque hace años escribí algo bastante irónico sobre un propietario de un Toyota, al que apodábamos El toyoto. No creo que la marca me vuelva tan necia como a él, cruzo los dedos.

En honor al halcón milenario he conservado el mismo color, el blanco y espero que me acompañe también durante otros tres lustros, pero con mejor salud mecánica que el golf.

Sección-Expedientes-X

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martes, octubre 04, 2005

La foto

Estando en un lugar encantador llamado La Tertulia, le pedí a mi marido que me hiciese una foto, a lo que se negó a pesar de mi insistencia -que fue mucha-. Este suceso me recordó un episodio de mi infancia, muy similar pero en este caso era mi hermana en vez de mi marido la que me negó el capricho.

Tenía yo siete años y estaba en el internado con mi única hermana, cuatro años mayor que yo. Había venido un fotógrafo para hacer unas fotos oficiales y las monjas permitieron que las que quisieran hacerse fotos, a título personal, podrían hacérselas. Aunque era consciente de que no había sido agraciada con los dones de la belleza, quise hacerme una foto con la esperanza de salir aceptable. La verdad es que mi optimismo era mucho, ya que por aquel entonces era un amasijo de huesos cubiertos por una piel cetrina y áspera, con las rodillas como un Santo Cristo(1) en las que iban apilándose las pústulas de mis sucesivas caídas, la cabeza rematada con un pelo marrón grisáceo, sin brillo, que llevaba corto con un flequillo a media frente(2). De aquella época sólo recuerdo que destacaban unos ojos expresivos que llevaba siempre muy abiertos para no perder detalle. Con el ansia de hacerme la foto, busqué a mi hermana para que me la pagase, ya que ella administraba el dinero de las dos, pero se negó en redondo. De nada sirvió mi insistencia, que derivó en llanto silencioso para pasar a otro más estruendoso, pero su corazón era insensible a mis súplicas.

Allí quedé en el pasillo, mohína, entre un mar de llanto que se confundía con los mocos que empezaban a brotar de mi nariz, abandonada por mi hermana que se marchó aburrida de oír mis lamentos. De esta guisa, cual dolorosa con siete puñales atravesados en mi corazón de siete años, me encontró el fotógrafo y el hombre, de buen corazón, me preguntó qué me pasaba. No podía articular las palabras, que salían entrecortadas entre el hipo del llanto y la emoción de que alguien se interesase por mí. Cuando conseguí explicarle el motivo de mi desdicha, el hombre me limpió los mocos, me sentó en el alféizar de una ventana, me colocó las manos sobre las rodillas y me fotografió. Conservo como oro en paño la foto de este buen samaritano, en la que se aprecia al fondo una gran ventana con rejas y en el alféizar una niña sentada con un uniforme oscuro, una camisa blanca, un flequillo a media frente y unos ojos vidriosos por el llanto pero con una media sonrisa por la satisfacción de lograr un deseo, algo parecido al arco iris.

Ese día conocí, a tan temprana edad, la tiranía de los que impiden que se hagan realidad los deseos de los otros, imponiendo su criterio, pero también descubrí que existen personas a las que les gusta ayudar a los demás para alcanzar sus anhelos. Desde aquel día decidí ser del segundo grupo.

(1) Esta expresión me la decía mucho mi madre.
(2) No llevaba gafas, por lo que no puedo decir que fuera como Betty la fea.


Sección-Reflexiones

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sábado, octubre 01, 2005

Singermorning

Dedicado a Google porque gracias a él Itziar encontró la sección femenina buscando la palabra singermorning y yo pude conocer su blog Para mis sufridores . Este post se publicó hace tiempo en la sección femenina (versión web) y el paso del tiempo lo ha respetado.

Bajo esta denominación se agrupan los especímenes laborales de verborrea fácil, a veces acompañada de cierta humedad, que algunas malas lenguas denominan babas. Ejercen en altos despachos y visten de riguroso traje, tanto si es hombre como si es mujer.

Algunos se resisten a utilizar la denominación inglesa y prefieren llamarlos cantamañanas, pero sin duda esta acepción está ya un poco manida y desvirtuada. El término spanglish le dota de una nueva dimensión en lo internacional.

El singermorning es un experto en aprenderse el glosario de términos del entorno laboral al que pertenece y no precisa de mayor profundidad en la materia, para eso están los técnicos que nunca llegarán a ningún lado. Por este motivo le resulta muy fácil cambiar de actividad. Por poner un ejemplo al azar, no les cuesta mucho pasar del negocio del tabaco al de las telecomunicaciones, a fin de cuentas en ambos entornos hay mucho humo y trabajar en ellos perjudica seriamente la salud.

Su herramienta de trabajo por antonomasia es el PowerPoint, descartando de antemano cualquier otro programa del Office. En el Word son incapaces de hilvanar frases y párrafos, porque estando su cultura basada en el glosario de términos, no les da cancha para llenar más de dos páginas. El Excel escapa de su capacidad de cálculo, el Access y el Project no saben ni que existen. Donde se sienten como pez en el agua es con las diapositivas del PowerPoint, llenas de colores brillantes y animación. Las letras aparecen volando, y desaparecen como arrastradas por un tornado. Este dinamismo enmascara la vacuidad del mensaje porque con la rapidez con que pasa por los ojos, el cerebro no llega a percibir su falta de contenido.

Aunque se da el caso del singermorning que nace ya en el colegio o en la Universidad, existe una variedad que se hace con el paso de los años. A este último grupo pertenecen los que siguieron el camino de Séneca, pero al final le dieron la razón a Claudio (el marido de Mesalina). Los singermorning hechos a sí mismos, generalmente por razones de supervivencia, empezaron a olvidar, dejando que la nada invadiese su cerebro hasta dejar un conocimiento equiparable al glosario.

Pero la vida no es fácil para los singermorning. Mantener un aspecto impecable, ir siempre afeitados (ellos), llevar el peinado perfecto (ellas), estar morenos en invierno, aparentar siempre buen humor, asistir a mesas redondas y eventos, buscar con desesperación dibujos originales para el PowerPoint, etc.., son actividades que limitan mucho la calidad de vida y no todo el mundo está dispuesto a renunciar a su espacio de libertad.

No obstante, existe un crecimiento sostenido de singermorning en la fauna laboral, motivado por la existencia de recursos para su supervivencia y por la falta de depredadores que los incluyan en su menú.

Desde luego, con el cerebro de un singermorning Hannibal Lecter no tendría ni para el aperitivo.

Sección-Fauna Humana

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