Los oficios
Las monjas siempre han sabido administrarse y sacar duros a pesetas. Recuerdo que cuando estudiaba en el internado solo tenían dos señoras para limpiar un colegio enorme con 250 alumnas y 18 monjas. Siempre estaba como los chorros del oro. ¿Qué hacían estas monjitas para optimizar de esta manera los costes de limpieza? ¿Limpiaban ellas? ¡NO! Simplemente, limpiábamos las alumnas.
La justificación para que las alumnas limpiásemos el colegio se fundamentaba en vender la idea de una educación basada en la asunción de responsabilidades, realizando todos los días prácticas para reforzarla. La praxis consistía en desempeñar un "oficio", en función de la edad de la alumna, después de desayunar y antes de comenzar las clases. Cada año se cambiaba de oficio para que fuéramos aprendiendo a hacer de todo y asumir cada vez más responsabilidades. Ni que decir tiene que soy una persona tremendamente responsable debido a la educación que me dieron y que mi carrera profesional está seriamente limitada por este motivo.
Durante los diez años que estudié allí pase por muchos oficios, pero recuerdo especialmente tres de ellos que me dejaron huella: recogedor, enfermería y capilla. Así a primera vista suena a chino pero a continuación despejaré toda duda sobre ellos.
En el primer año de colegio, cuando contaba con seis años de edad, me asignaron el oficio de recogedor. Era el de menos esfuerzo y responsabilidad en la escala de trabajos y estaba destinado a las niñas más pequeñas. Las clases y los dormitorios se limpiaban en equipos de tres niñas, una mayor que retiraba los pupitres o movía las camas, una mediana que barría y una pequeña que limpiaba el polvo. La alumna mayor era responsable de que todo quedara en perfecto estado y cuando la alumna mediana terminaba de barrer, gritaba ¡RECOGEDORRRRR! Y allí estaba yo, en el pasillo, al quite de ser invocada para ejercer mi oficio que consistía en ir corriendo con un enorme recogedor de madera al lugar que se necesitaba, llevármelo lleno para vaciarlo en un cubo de basura y esperar a ser reclamada por otra alumna mayor. Este oficio me daba una visión general de la rapidez de cada equipo en arreglar su clase o dormitorio. Allí aprendí a observar.
Un par de años después, teniendo unos ocho años, me asignaron el oficio de enfermería. El trabajo era muy duro ya que consistía en transportar cubos de carbón desde una carbonera a la caldera de la enfermería. Tenía que atravesar una parte del patio y en invierno el frío me cuarteaba la piel y el asa del cubo me hacía callos en la palma de la mano. Un día mis ojos vislumbraron un triciclo abandonado y rápidamente encontré un método para optimizar el transporte de los cubos de carbón. Coloqué los cubos en el triciclo y arrastré el triciclo hasta la puerta de la enfermería. Durante una semana mejoré mis condiciones de trabajo y estaba orgullosa de mi idea, hasta que una monja, que apodábamos "la pastora"(1), me salió al paso y me dio un bofetón en toda la mejilla que me dejó el moflete adormecido y un pitido agudo en el oído, a la vez que vertía sobre mi persona todo tipo de epítetos, desde vaga hasta maleante. No lloré, a esa edad ya sabía llorar por dentro. Sentía rabia por ser castigada y humillada por pensar y allí nació el germen de innovar que llevo dentro, para llevar la contraria a la "pastora".
Al año siguiente mi suerte cambió para bien y me toco el oficio de capilla. Mi trabajo consistía en recoger los útiles que dejaba el cura después de celebrar la misa: las vinajeras, las patenas, los cálices, los paños de hilo etc. También teníamos que preparar las hostias para comulgar que venían en planchas rectangulares. Entre el aroma de las flores, la cera y el incienso me sentía transportada al séptimo cielo, pero mi componente terrenal(2) me llevaba a complementarlo con la ingestión del vino que quedaba en las vinajeras y los recortes de pan ácimo que sobraban al preparar las hostias. Allí se despertó mi gusto por beber vino.
Estos oficios forjaron mi carácter y hoy pasados muchos años no he abandonado la costumbre de observar, innovar y beber vino, pero si alguien me dice entonces que me daría por escribir pensaría que se le había ido la mano con las vinajeras.
(1) El mote le venía por su extrema rudeza y por la forma de conducirnos como si fuéramos ganado.
(2) No en vano soy capricornia
responsabilidad, educación,monjas, abusos
9 comentarios:
A los que nos hemos criado en condiciones normales nos resulta de ciencia ficción estas cosas. Eso si tambien muy evocadoras
Y sabes. Tu no me das pena porque has salido adelante y te has convertido en una mujer que ha triunfado sobre esas miserias y esas cosas. Trabajas, tienes tu familia y tus problemas y supongo que tus traumas de aquella época, pero da gusto leerte y compartirte por muy pequeña que sea la parte. Pero la zorra esa de la Pastora, además de bruja, me da un poco de lástima, que al fin y al cabo es lo peor que te puede inspirar una persona. Encorsetadas a una forma angustiosa de pensar, la mujer es pecadora, la mujer es mala, la innovación perversa, estoy casada con Dios que no me da besos etc etc etc. Y supongo que por cosas así daba bofetadas a niñas más listas que ella, menos dispuestas a tragar con la gigantesca injusticia que vivían y que, estúpidamente cogieron a manos llenas.
Días extraños
Se feliz
Pues visto el resultado y a pesar de sus "métodos" no hicieron mal su trabajo las monjas, porque leerte es un auténtico placer.
Ahora sólo son recuerdos y espero que sólo eso. Eres fuerte y lo has debido ser siempre para soportar y superar todas esas cosas que cuentas. Besos
olé por esa forma de obtener una experiencia positiva de las "adversidades".
Deja que te diga que te he leído entre el regocijo que siempre me produce tu sentido del humor y una "pequeña rabia" por aquellas prácticas monjiles.
Pero un capricornio no desfallece nunca. Pasito a pasito... :-)
Me ha gustado saber que compartimos signo zodiacal ;-)
Pues el último oficio de la capilla no tenía tan mala pinta. Y luego mira para lo mucho que te ha servido. :)
Los métodos forjaron tu carácter, pero no hay que olvidar la calidad de la materia prima.
Zifnab
Totalmente de acuerdo con tu opinión sobre la Pastora. Nunca perdí la confianza en que era yo la que llevaba la razón aunque el poder estuviera en su mano (y qué mano más larga). Desde entonces odio toda manifestación de poder y me subleva la injusticia. Aquello pasó y me salvó el razonar todas las cosas y el tener mi pensamiento propio, que es un poco incómodo para ganarse la vida pero que es estupendo para conquistar la felicidad. No creo que me haya dejado mucha mella aunque influyó en reafirmar mi carácter. Lo pasado, pasado está, no le guardo rencor que es malo para el cutis.
Telémaco Los métodos eran duros, pero las alumnas que no terminaron en el psiquiatra salimos duras de pelar. Después de aquello nada podía ser peor, sin ir más lejos el peor jefe que me he encontrado en mi vida laboral era un ingenuo comparado con la mejor de las monjas. Al final, lo que no mata, engorda.
María Ahora me río de aquello y me acuerdo más del vino de las vinajeras que del bofetón de la Pastora. La vida te da otro tipo de bofetadas y no hay que dejarse avasallar.
almena Tu lo has dicho, de todo se obtiene experiencia y de las adversidades aun más. Las capricornias somos pertinaces y aunque no somos muy optimistas sabemos convivir bien con la realidad. Una vez que tocamos fondo en vez de escarbar salimos a flote y fortalecidas. Somos estupendas.
CARMEN_R_PURAS La capilla fue mi mejor oficio, guardo una querencia por las iglesias tremenda y me siento muy bien en ellas. No veas como le sienta el vino después del desayuno a una niña y el cante que daba cuando llegaba a clase, estaban todas mis compañeras muertas de envidia por mi oficio. El vino de consagrar que ponían es del tipo de los vinos de Madrid que sirven en el "Anciano Rey de los vinos" en la calle Bailén. ¡Como me gusta volver a beberlo!
Muxfin Gracias por el piropo. Creo que es importante saber desarrollarse en cualquier entorno sin torcerse.
Lula...eres sencillamente GENIAL.
Es una gozada leerte!!!!!!
Rebecuqui: gracias :-)
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