lunes, mayo 08, 2006

Pasando el fin del mundo a la derecha

Hay un bar pasando el fin del mundo, a la derecha, lleno de pescadores. Cuando salen a la mar y pescan, dejan en él buena parte de las ganancias. Y cuando hay temporal y no pueden salir los barcos, se refugian en él y gastan lo que aún no ganaron.

Nadie recuerda a ciencia cierta cuándo se instaló allí el garito original, que consistía tan solo en el puente de un barco que desmantelaron y que quedó plantado en la inmensa explanada que quedaba entre el puerto y los pinos. A él llevaron un barril pequeño de roble americano con una madre que resultó ser la madre de todas las madres de los vinos de Chiclana .

Con el paso del tiempo, al puente del barco se le añadió un porche de cañas y uralita. Y luego otro porche. Y le pusieron paredes de ladrillo. Y construyeron una cocina para freír chocos y morena en adobo. Por último, le hicieron un vestido de lunares con el cemento de las paredes y trajeron barajas y juegos de dominó. Lo único inmutable continuaron siendo el barril de vino y los pescadores.

No hay mejor sitio en el mundo para barruntar el levante. Entre el griterío de la barra y los golpes de las fichas de dominó sobre las mesas de plástico, de repente empieza a crecer un quejío, y alguien da ritmo golpeando el vaso contra la barra. Mientras el son va ganando espacio, el ruido disminuye hasta convertirse en milagroso silencio. Y entra otro hombre por la puerta, se recoge la chaqueta y da dos pasos toreros. Entonces la alegría estalla, y todos le llaman fantasma, y payaso, y cosas peores. Pero el lío ya está armado. Los cantaores se miran, retadores, y se jalean y se ríen, y se centran, y se ponen serios. Y alguien invita a vino. Y todo los celebran y dan el primer trago, aún fresco de madera oscura, para aclararse la garganta. Y de repente alguien dice: "Así cantaba el Gordo de Triana", y con una garganta sin voz acaricia los corazones de todos.

En los días en que hay guitarra abundan los fandangos, mucho cante de Jerez y hasta por Farina hay alguno que se arranca. Poco a poco, el tono se va elevando, tanto en las letras como en la intensidad de las coplas. Los teloneros caldean el ambiente para provocar a los más veteranos, que se dejan querer antes de arrancarse. Y de entre todos los parroquianos hay uno experto en percusión con el cajón y los timbales, otro en redoblar con palmas, otro que tiene el timbre y el porte de nuestro Joselito, otro que se sabe todas las letras de los Calis, los Chichos y los Chunguitos, y otro con bigote que a partir del cuarto vaso, irremediablemente, se arranca por jotas.

Siempre me emociona ver y escuchar a ese conjunto de hombres de la mar que, vaso a vaso, se van volviendo música al compás del viento. Y que buscan la risa, la emoción y el cante como si les fuera la vida en ello.

Uno de ellos, a modo de aclaración o sentando cátedra (que aún no lo tengo claro), me dijo un día en que mirábamos las musarañas a través de nuestros vasos llenos de vino color oro fino: "Niña, como decía mí güela: lo que me río y me divierto, la muerte no se lo lleva".

A continuación, se rió y alzó la mano para señalarme como, en la explanada de albero que nos rodeaba, el levante levantaba torbellinos de polvo color vino que parecían celebrar y bendecir nuestra existencia.

Sección-Reflexiones
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¡¡Ni me menees!!

4 comentarios:

Lula Towanda dijo...

Desde mi mesa, en un despacho con luz artificial, con vistas al futuro de muchos españoles (el INEM), puedo imaginarme perfectamente a esos marineros en la taberna que se vuelven música al compás del viento.
Aquí, en el cemento de la vida ?civilizada? no tenemos tabernas entre el puerto y los pinos, tenemos máquinas de café con vasos de plástico en las equinas del edificio. En lugar de viento de levante tenemos aire acondicionado y no podemos abrir las ventanas. No se oyen ruido de fichas de dominó, sino el clic, clic de los teclados aporreados por cientos de manos. Solo algunos se abstraen de este sórdido mundo del trabajo enganchados a su reproductor MP3 como si fuera el cordón umbilical con la felicidad.

Anónimo dijo...

preciosa la frase del marinero, y cargada de razón.

Zifnab dijo...

El inicio cojonudo

Y esta fraes pa enmarcarla

Niña, como decía mí güela: lo que me río y me divierto, la muerte no se lo lleva

Un placer querer ir a donde tu describes

Se feliz

Briseida dijo...

pues me ha entrado una especie de "morriña" (cuál será su sinónimo andaluz?.